La tecnología actualmente disponible permite que el comercio mundial se vuelva completamente digital. Para apoyar esto, se deben crear normas técnicas y las reglas y la legislación deben armonizarse internacionalmente. Las administraciones públicas deben invertir en digitalización en la misma medida que las que comercian y también los numerosos proveedores de servicios en torno al comercio. El resultado será prometedor, pero un factor de éxito es la estrecha colaboración entre los diversos actores.