La historia nos dice que fomentar la innovación financiera, de una manera segura, eficiente y duradera, requiere los esfuerzos combinados de los sectores público y privado. También nos dice que requiere los componentes básicos correctos. Permítanme terminar discutiendo brevemente un par de esos pilares: identificadores digitales y habilidades digitales. Ambos son claramente importantes dentro y fuera del sector de servicios financieros.
Sabemos por experiencia histórica que los identificadores son un motor fundamental, aunque a menudo pasado por alto, del crecimiento del comercio y la actividad. El último medio siglo ha sido testigo de una dramática profundización y alargamiento de las cadenas de suministro internacionales, en particular para el comercio de bienes. Uno de los héroes olvidados de esta transformación en las cadenas de suministro fue la aparición de identificadores acordados internacionalmente para los bienes y su ubicación: los códigos de barras.
Lo mismo ocurre con la World Wide Web. El surgimiento y crecimiento exponencial de la web ha sido asombroso. Hoy en día, conecta a casi 5 mil millones de personas en todo el mundo, alrededor del 60% de la población del planeta, y agrega otros 880,000 usuarios cada día. Sin embargo, ese éxito habría sido imposible sin un lenguaje común acordado internacionalmente (HTML) y un conjunto de identificadores de ubicación (URL).
Los costos de no tener identificadores comunes fueron expuestos por la Crisis Financiera Global. Luego, su ausencia para empresas y productos generó niveles de incertidumbre que provocaron convulsiones en muchos mercados financieros. Por eso, en el período transcurrido desde entonces, se han realizado esfuerzos internacionales para desarrollar Identificadores de Entidades Legales (LEI) para empresas financieras en la mayoría de las economías avanzadas. Hasta ahora, se han emitido más de 1,7 millones de LEI en todo el mundo.