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Siglo del Hidrógeno

Visión general
En los últimos años, un número cada vez mayor de países se ha comprometido a lograr cero emisiones netas. En abril de 2022, 131 países que cubren el 88% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero habían anunciado objetivos de cero emisiones netas. Las emisiones antropogénicas ya han provocado un aumento de la temperatura global de 1,1°C en comparación con los niveles preindustriales. Existe un amplio entendimiento de que el cero neto para 2050 es imperativo para aumentar las posibilidades de mantener este aumento de temperatura dentro de 1,5°C. Este enfoque renovado significa que las emisiones de todos los usos finales de la energía deben mitigarse. Mientras que la eficiencia energética, la electrificación y las energías renovables pueden alcanzar el 70% de la mitigación necesaria, el hidrógeno será necesario para descarbonizar los usos finales donde otras opciones son menos maduras o más costosas, como la industria pesada, el transporte de larga distancia y el almacenamiento estacional de energía. Teniendo en cuenta estas aplicaciones, el hidrógeno podría aportar el 10% de la mitigación necesaria para alcanzar el Escenario IRENA de 1,5°C y el 12% de la demanda final de energía.
Hoy en día, el hidrógeno se produce sobre una base comercial: se utiliza como materia prima en la industria química y en las refinerías, como parte de una mezcla de gases en la producción de acero y en la generación de calor y electricidad. La producción mundial se sitúa en torno a los 75 MtH2/año como hidrógeno puro y 45 MtH2/año adicionales como parte de una mezcla de gases. Esto equivale al 3% de la demanda mundial de energía final y es similar al consumo anual de energía de Alemania.
El hidrógeno es un vector energético versátil (no una fuente de energía). Se puede producir a partir de múltiples materias primas y se puede utilizar en prácticamente cualquier aplicación (consulte la Figura 1). La electricidad renovable se puede convertir en hidrógeno a través de la electrólisis, lo que puede combinar el aumento continuo de la energía renovable con todos los usos finales que son más difíciles de electrificar. Este acoplamiento también permite que los electrolizadores aporten flexibilidad a la red, complementando alternativas como las baterías, la respuesta a la demanda y el vehicle-to-grid en la electrificación inteligente.