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Capital de los bancos centrales y confianza en el dinero – Lecciones de la historia para la era digital

Los bancos centrales se diferencian de las entidades financieras privadas en que los bancos centrales son instituciones públicas que persiguen objetivos de política pública. La prueba estándar de solvencia (tener un patrimonio neto positivo) no se aplica de la misma manera a los bancos centrales. En su lugar, nos hemos centrado en la confianza en el dinero como cuestión clave y nos hemos preguntado si el capital del banco central es importante (y en qué medida) para preservar la confianza en el dinero.
La respuesta corta es que una fuerte posición de capital no es necesaria ni suficiente para preservar la confianza en el dinero. Sin embargo, el capital del banco central es importante para la confianza en el dinero. Esto se debe a que el mecanismo económico fundamental que se destaca en este documento son las decisiones de cartera de los tenedores privados de dinero del banco central. Si bien los efectos de red preservarán el apoyo de las entidades financieras privadas, la erosión de la confianza podría acercar la economía a posibles puntos de inflexión cuando los tenedores abandonen el dinero nacional en favor de alternativas, ya sean monedas de metal en la década de 1700 u otras monedas fiduciarias de reserva o criptomonedas y monedas estables en la era moderna. Una posición de capital débil o negativa del banco central influirá en la forma en que se determine el punto de inflexión del cambio a una moneda alternativa. El síntoma externo de tal punto de inflexión sería el colapso repentino del tipo de cambio durante una crisis monetaria.
La última década ha marcado el comienzo de una serie de cambios en el sistema monetario. El rápido aumento de los pagos digitales y la caída en el uso del efectivo están provocando un cambio del dinero del banco central al dinero de los bancos comerciales en las transacciones financieras diarias (Di Iorio et al (2024), Auer et al (2022)). Por su parte, la entrada de nuevas empresas de tecnología financiera (Fintech) y de grandes empresas tecnológicas (big techs) hace que existan competidores no bancarios en el mercado de pagos y en la provisión de dinero privado (como el dinero electrónico o e-money) (Feyen et al (2021)). Por último, se están promoviendo nuevas monedas digitales, por ejemplo, las criptomonedas y las stablecoins, como alternativa a las monedas fiduciarias de los bancos centrales y al dinero de los bancos comerciales, aunque su uso como dinero en la práctica es bastante limitado (BIS (2022)).
Desde la pandemia de Covid-19, se están produciendo nuevos cambios. El shock inflacionario mundial y el rápido aumento de los tipos de interés provocaron pérdidas a gran escala en las carteras de bonos a largo plazo, incluidas las que figuraban en los balances de los bancos centrales. Los bancos centrales de varias jurisdicciones registraron pérdidas (Bell et al (2023)). Mientras tanto, para algunas jurisdicciones, la disminución del uso de efectivo puede erosionar el señoreaje y, por lo tanto, los ingresos del banco central en los próximos años. Estos ingresos pueden obligar a los bancos centrales a considerar fuentes alternativas de ingresos. Podrían cambiar (por ejemplo, a las tarifas), aumentar la dependencia de los requisitos de reserva o revisar los acuerdos de recapitalización con el gobierno. (Por supuesto, si los bancos centrales deciden emitir monedas digitales del banco central (CBDC) que no paguen intereses, y estas son ampliamente adoptadas, esto podría ofrecer una fuente de ingresos similar al señoreaje del efectivo actual).
En este contexto, sería tentador pensar que la economía del dinero de los bancos centrales puede cambiar en los próximos años. Sin embargo, sostenemos que la forma que adopta el dinero (ya sea efectivo físico, entradas de libros de contabilidad físicos o formatos digitales) importa poco para la economía subyacente. Y las pérdidas de varios de los principales bancos centrales no cambian las fuerzas económicas a largo plazo que determinan la confianza en el dinero fiduciario. De hecho, la economía sigue siendo la misma. En particular, el principio eterno de la necesidad de unas finanzas públicas saneadas que sustenten la estabilidad monetaria es tan pertinente hoy como lo fue en los siglos XVIII, XIX o XX.
De cara al futuro, los bancos centrales independientes, con mandatos claros y un sólido respaldo fiscal, siguen siendo la mejor apuesta para un sistema monetario estable.

Una nueva Era para el dinero

El dinero ha transformado la sociedad humana, permitiendo el comercio y el comercio incluso entre ubicaciones geográficas muy dispersas. Permite la transferencia de riqueza y recursos a través del espacio y a lo largo del tiempo. Pero durante gran parte de la historia humana, también ha sido objeto de rapacidad y depredación.
El dinero está ahora en la cúspide de una transformación que podría remodelar la banca, las finanzas e incluso la estructura de la sociedad. En particular, la era de la moneda física, o efectivo, está llegando a su fin, incluso en los países de ingresos bajos y medios; la era de las monedas digitales ha comenzado. También se avecina una nueva ronda de competencia entre monedas oficiales y privadas tanto en el ámbito nacional como en el internacional. La proliferación de tecnologías digitales que está impulsando esta transformación podría fomentar innovaciones útiles y ampliar el acceso a los servicios financieros básicos. Pero existe el riesgo de que las tecnologías puedan intensificar la concentración del poder económico y permitir que las grandes corporaciones y los gobiernos se entrometan aún más en nuestras vidas financieras y privadas.

De la materia prima al Fiduciario y ahora, a la criptografía – Lo que nos dice la historia.

La historia no es un proceso lineal. No hay una línea recta del dinero básico al dinero fiduciario y de allí a la criptografía, ni de la moneda metálica al papel moneda y de ahí a lo digital. Aun así, algunas tendencias generales son evidentes en el registro histórico. Ha habido una tendencia a lo largo del tiempo a que las jurisdicciones políticas y los habitantes de los espacios económicos comunes converjan en una moneda única. A los líderes políticos les gusta de esta manera, ya que su monopolio del señoreaje es una fuente de poder y un valioso salvavidas cuando la soberanía se ve amenazada. A los agentes económicos les gusta, ya que la existencia de una moneda uniforme que es insensible a la información (que está libre de riesgo de contraparte y liquidez) facilita las transacciones y la actividad económica en general. Los seguidores de Hayek (1976) podrían preferir lo contrario, pero la historia está en contra de ellos.

Las monedas digitales y el alma del dinero

El diseño del dinero tiene consecuencias que conciernen a toda la sociedad: la integridad y estabilidad del dinero y los pagos, la concentración del mercado, los derechos del consumidor y la eficiencia. Por lo tanto, los banqueros centrales deben trabajar con otras autoridades públicas y partes interesadas privadas para hacer realidad la visión descrita.