Las crisis pasadas demuestran que las autoridades responsables de los mercados emergentes pueden superar las perturbaciones adversas y reconstruir la resiliencia económica. Además, se prevé que el crecimiento a mediano plazo en la mayoría de los mercados emergentes se mantendrá sólido. Sin embargo, un esfuerzo global colectivo es crucial para que los mercados emergentes materialicen su potencial de crecimiento y generen el dinamismo tan necesario en la actividad, el comercio, la inversión y las finanzas mundiales.
En primer lugar, los mercados emergentes deben recuperar la fortaleza macroeconómica que tanto les costó conseguir, como lo hicieron después de las crisis financieras de los años 1990 y principios de los años 2000 y la crisis financiera mundial que comenzó en 2008. Como la recuperación de la pandemia avanza a velocidades divergentes, los mercados emergentes también deben aprender unos de otros sobre cómo afrontar mejor los riesgos y mantener la resiliencia. Esto afecta a más que solo los mercados emergentes. Con su creciente relevancia sistémica en la economía mundial, un universo de mercados emergentes fuerte también impulsará la estabilidad mundial.
En segundo lugar, las principales economías avanzadas deben hacer su parte: la cooperación multilateral en materia de libre comercio, suministro de vacunas e impuestos, el compromiso de proporcionar liquidez en dólares en momentos de tensión financiera resurgente y la acción conjunta frente al cambio climático son esenciales. Algunos mercados emergentes necesitarán apoyo financiero para invertir en una reconstrucción más sólida sin agravar aún más el cambio climático.
En tercer lugar, las instituciones financieras y de desarrollo globales deben ser complementarias en sus esfuerzos: para el FMI, esto significará trabajar a través de sus responsabilidades clave (diálogo y asesoramiento sobre políticas, apoyo financiero, incluso a través de líneas precautorias, y fortalecimiento de capacidades), sirviendo como plataforma de convocatoria para el aprendizaje entre países y aprovechando la experiencia relevante de otras instituciones internacionales para ayudar a sus países miembros más dinámicos a recuperar su equilibrio en el panorama postpandémicos.
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Asignación de crédito y recursos en los mercados emergentes – Balance de dos décadas de caída de los tipos de interés
El aumento de varias décadas en la relación crédito/PIB en las EME se ha asociado con cambios significativos en la asignación de crédito. Algunos de estos cambios han frenado potencialmente el crecimiento y la eficiencia general. Además, en algunas EME, sobre todo en las economías emergentes de Asia, los países han llegado a un punto en el que nuevos aumentos de la ratio pueden haber empezado a restar valor al crecimiento.
Dicho esto, las relaciones estimadas que se destacan en este Boletín, incluida la forma de U invertida entre el crédito y el crecimiento del PIB, no son inamovibles. Las malas asignaciones de crédito pueden mitigarse mediante el uso de herramientas que frenen el crecimiento desequilibrado del crédito (BPI (2018)). Además, los avances tecnológicos en la intermediación financiera, en particular por parte de las fintechs y las Big Tech, y el aprovechamiento de la inteligencia artificial podrían aumentar aún más el acceso de las empresas productivas al crédito, por ejemplo, facilitando el control del riesgo crediticio (Frost et al (2019, 2021)). Además, el crédito no es la única forma de financiar el crecimiento. Muchas EME también tienen margen para aumentar el papel de los mercados de renta variable. En este sentido, es fundamental seguir fortaleciendo las instituciones pertinentes (CGFS (2019)). Los bancos centrales de las EME participan en diversas iniciativas políticas para promover estos avances, como se analiza en un volumen reciente de una reunión de vicegobernadores de las EME en el BPI.