La prevalencia de la inteligencia artificial (IA) aumentó en 2023, una tendencia que seguramente continuará este año, pero el crecimiento de la tecnología se ve afectado por los riesgos derivados de la mala gobernanza.
El uso de la IA ya está muy extendido, como lo ilustra una encuesta de la consultora de gestión McKinsey, que encontró que el 79% de los encuestados ha tenido alguna exposición a la IA generativa y el 22% ya la usa regularmente en su trabajo.
El sistema de IA más conocido, ChatGPT, superó los 100 millones de usuarios únicos dos meses después de su lanzamiento en noviembre de 2022, y se estima que fue utilizado por 1.700 millones de personas en un año. Según una investigación de la empresa de TI Infosys, la IA añadirá 14 billones de dólares en valor bruto a las empresas para 2035, mientras que Goldman Sachs estimó que la IA generativa podría aumentar el PIB mundial en un 7% para 2033.
Los gobiernos ya están desplegando sistemas de IA en ámbitos como la vivienda, el empleo, el transporte, la educación, la salud, la accesibilidad y la justicia, y es probable que el uso de la tecnología aumente aún más en 2024.
En los sectores público y privado, podría ser transformador, mejorando la eficiencia, reduciendo los costos para las corporaciones y acelerando la automatización. Esto también significa pérdidas de empleo: un análisis de marzo de 2023 de Goldman Sachs proyectó que la IA podría reemplazar el equivalente a 300 millones de puestos de trabajo a tiempo completo.
Sin embargo, la IA plantea graves riesgos, como facilitar las violaciones de los derechos humanos, exacerbar los desequilibrios de poder de la sociedad, perpetuar la desigualdad racial y perturbar los procesos democráticos.
Estos riesgos son en gran medida evitables y pueden deberse a la mala gobernanza de la tecnología.