La COP28 llamó la atención sobre la necesidad de una acción urgente contra el metano en el sector alimentario, dice Meryl Richards, directora del Programa de Alimentos y Bosques de Ceres.
Era difícil no darse cuenta en la Conferencia de las Partes (COP) más grande de la historia que había comida en todas partes. Hubo el primer día temático sobre alimentos, agricultura y agua, innumerables empresas de alimentos que promueven su liderazgo climático, organizaciones que promocionan soluciones de agricultura climáticamente inteligente y unos 7.800 millones de dólares en compromisos financieros destinados a la transición a un sistema alimentario bajo en carbono.
A pesar de que las negociaciones oficiales sobre agricultura y seguridad alimentaria se han pospuesto hasta el próximo año, más de 150 países firmaron la Declaración de los Emiratos Árabes Unidos sobre Agricultura Sostenible, Sistemas Alimentarios Resilientes y Acción Climática. Y la respuesta al primer balance mundial en el marco del Acuerdo de París hizo hincapié en que se necesitan soluciones integradas, como la agricultura sostenible y los sistemas alimentarios resilientes, para fortalecer la respuesta mundial al cambio climático. Una pieza fundamental del rompecabezas de la transición climática de los alimentos que ha recibido una atención notable es el metano agrícola, la mayor fuente de emisiones del sector, y específicamente las emisiones de la ganadería, que representan el 12% de las emisiones mundiales de GEI.
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Cómo reducir las emisiones de metano
Reducir las emisiones de metano es fundamental para estabilizar el clima global. La creciente frecuencia de desastres relacionados con el clima, el creciente conocimiento de los riesgos del punto de inflexión climático, las tecnologías emergentes para monitorear las emisiones y el GMP han aumentado el perfil y la importancia de reducir las emisiones de metano.
Esta Nota ha enfatizado el papel potencial de las tarifas de metano, o variantes de tarifas. Estos pueden integrarse en los regímenes fiscales existentes en el sector extractivo, donde se encuentra la mayor parte de las oportunidades de mitigación de bajo costo en el corto plazo. Existen varias opciones para abordar los problemas de competitividad (por ejemplo, el reciclaje de ingresos y las reducciones de tarifas), aunque un acuerdo internacional sobre precios mínimos de emisión podría ser más eficaz para ampliar la acción mundial. El precio del metano también podría ser viable en el sector agrícola, al menos donde la mayoría de las granjas ya están cubiertas por impuestos comerciales o programas de asistencia agrícola. Más allá de la fijación de precios, existen otras opciones para abordar el metano a través de enfoques regulatorios y de subsidios (Recuadro 1), mientras que varias iniciativas en el sector privado y los mercados financieros también están ayudando a combatir las emisiones de metano.
Las estrategias globales y nacionales para reducir las emisiones de metano deben desarrollarse, pero el GMP proporciona una plataforma potencial para el debate. Algunos países adoptarán enfoques de fijación de precios y otros no fijación de precios. Por lo tanto, es necesario aprobar metodologías operacionales para comparar los esfuerzos entre países. Se necesita un perfeccionamiento continuo de las tecnologías de monitoreo de metano, particularmente medidas atmosféricas que puedan mapear mejor las lecturas a fuentes de emisión específicas. Los programas exitosos de reducción de metano, como el impuesto al metano de Noruega, deben difundirse, junto con las lecciones que se pueden extraer para otros países. El financiamiento tendría que ser parte de un acuerdo internacional, dado que los costos de mitigación recaerían desproporcionadamente en las economías de mercados emergentes. Por último, es necesario dialogar sobre cuestiones de diseño para regímenes de mitigación coordinados internacionalmente, así como estrategias para promover tecnologías críticas de reducción del metano.