Durante la pandemia de COVID-19 se puso de relieve el precedente para lograr la cobertura sanitaria universal, especialmente en los países en desarrollo de Asia y el Pacífico, donde una gran parte de la población no tiene acceso a servicios de salud asequibles y de calidad. Lograr la cobertura sanitaria universal garantiza que todas las personas tengan acceso equitativo a una gama completa de servicios de salud de calidad cuando y donde se necesiten, a un precio asequible para que no experimenten dificultades financieras. La prestación de estos servicios esenciales (es decir, la promoción de la salud, la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos a lo largo de toda la vida) implica la distribución equitativa de trabajadores calificados en todos los niveles del sistema de salud, que reciben el apoyo adecuado para acceder a productos de calidad garantizada. Además, proteger a las personas de las dificultades financieras asociadas con el pago de bolsillo por los servicios de salud reduce las posibilidades de que se vean empujadas a la pobreza. A menudo, el pago de servicios de salud por enfermedades inesperadas agota los ahorros de toda una vida de una persona, lo que a veces la obliga a vender activos o pedir dinero prestado, lo que amenaza su bienestar y sus medios de vida, e incluso extiende la carga a sus familias.
La cobertura sanitaria universal es importante porque puede aportar beneficios sustanciales a nivel poblacional, más allá de mejorar los indicadores de salud, impulsar también el desarrollo económico, mejorar la eficiencia, reducir la pobreza y la desigualdad, y fomentar la armonía social (Yates et al. 2021). Esto se puede lograr a través de dos enfoques principales. En primer lugar, a través de un enfoque de atención primaria de salud, que garantiza la distribución equitativa de servicios de salud de calidad centrándose en las necesidades de las personas desde el principio relacionadas con la prevención de enfermedades, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos. El segundo se centra en un enfoque de curso de vida, que tiene como objetivo garantizar el bienestar de una persona a lo largo de su vida.