El panorama cambiante de las regulaciones relacionadas con el clima plantea desafíos y costos significativos para las empresas. Este fue el tema central de un debate reciente dirigido por Marc Siegel, socio de PwC, durante un panel virtual organizado por CFO Dive. El panel exploró las implicaciones de la norma de divulgación de riesgo climático de la SEC, que, a pesar de haber sido aprobada en marzo, permanece suspendida a la espera de impugnaciones legales.
Siegel hizo hincapié en el riesgo de la complacencia y advirtió que las empresas podrían encontrarse desprevenidas si las reglas se aplican de repente. Señaló que el mercado ya está avanzando hacia una mayor transparencia: el 98% de las empresas del S&P 500 informan voluntariamente sobre sus datos ESG y dos tercios de ellas ofrecen algún nivel de garantía.
Para gestionar los costos y las complejidades del cumplimiento normativo, Siegel recomendó tratar la divulgación de riesgos climáticos como cualquier otro proyecto importante. Las empresas deberían integrar la divulgación de riesgos climáticos con otras regulaciones globales para aprovechar las divulgaciones voluntarias existentes, evitando redundancias y reduciendo costos. Advirtió contra la compartimentación de la información, y destacó la importancia de considerar todas las regulaciones relevantes para evitar tener que rehacer los procesos más adelante.
Es fundamental crear un equipo interdisciplinario para la elaboración de informes ESG. La participación de representantes de toda la empresa garantiza la alineación con la cultura de la empresa y mejora la eficacia de las iniciativas de cumplimiento. El panorama regulatorio fragmentado añade complejidad, aunque las normas de elaboración de informes han realizado esfuerzos prometedores de armonización.
El debate subrayó la importancia de una preparación proactiva y una estrategia integral para abordar los requisitos de divulgación climática, a pesar de las incertidumbres actuales que rodean la norma de la SEC.
Se anima a las empresas a mantenerse informadas y a crear procedimientos de presentación de informes sólidos para adaptarse a estas nuevas regulaciones de manera eficaz. A las recomendaciones de Siegel, añadiríamos que la creación de una estrategia de presentación de informes ESG que sea digital desde el principio colocará a las empresas en una buena posición para presentar de manera eficaz información ESG estructurada y etiquetada en XBRL, algo que los reguladores exigen cada vez más.
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Media oportunidad
A medida que crece la inversión de impacto alineada con los ODS, proliferan los métodos para medir los resultados del mundo real.
Se está acabando el tiempo para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y garantizar un mundo equitativo para la próxima generación. El éxito requerirá una cantidad de dinero enorme: entre 5 y 7 billones de dólares al año, según un informe del Banco Mundial.
En noticias más positivas, se ha producido un cambio de mentalidad cada vez mayor a medida que los inversores adoptan estrategias de inversión de impacto alineadas con los ODS, lo que significa que se está asignando más capital privado a estos 17 objetivos globales. Resulta alentador que el 85% de los 440 inversores de impacto evaluados por la Red Global de Inversión de Impacto (GIIN) en 2021 afirmaran que sus estrategias de inversión de impacto se centran en la alineación con los ODS.
Pero el siguiente paso es más difícil. ¿Cómo miden los inversores hasta qué punto su capital está marcando una diferencia en el mundo real?
La inversión de impacto es cuando los inversores canalizan capital hacia empresas que tienen un efecto positivo en el medio ambiente o la sociedad que los rodea. Para calificar como inversionista de impacto, las inversiones deben contar con un sistema de medición, señaló la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) en un informe reciente. De manera preocupante, la CFI destacó que solo una cuarta parte del mercado de impacto de US$2,3 billones en 2020 operó bajo un sistema claro de gestión de impacto.
Esto se debe a que la comprensión de cómo cuantificar los resultados en el mundo real de las contribuciones financieras a los ODS aún está en pañales.