La inversión ESG ha crecido en popularidad en los últimos años, y puede ser referida de muchas maneras diferentes, como la inversión sostenible, la inversión socialmente responsable y la inversión de impacto. Las prácticas ESG pueden incluir, pero no se limitan a, estrategias que seleccionan a las empresas en función de su compromiso declarado con uno o más factores ESG, por ejemplo, empresas con políticas destinadas a minimizar su impacto negativo en el medio ambiente o empresas que se centran en los principios de gobernanza y transparencia. Las prácticas ASG también pueden implicar la selección de empresas de determinados sectores o que, en opinión del gestor del fondo, hayan mostrado un rendimiento deficiente en lo que respecta a la gestión de los riesgos y oportunidades ASG. Además, algunos gestores de fondos pueden centrarse en las empresas que consideran que tienen margen de mejora en materia ESG, con el fin de ayudar a esas empresas a mejorar mediante la participación activa con las empresas.