La seguridad hídrica es un tema de creciente preocupación en todo el mundo y América Latina y el Caribe (ALC) no es una excepción. Con el rápido crecimiento de la demanda de agua y la creciente variabilidad debido al cambio climático, garantizar el acceso al agua a todos los usuarios y mitigar los riesgos relacionados con el agua debe estar en el centro de las estrategias de adaptación nacionales y regionales.
Con casi un tercio de los recursos hídricos del mundo, el desarrollo de la región de ALC ha sido impulsado inadvertidamente por el agua. Esta rica dotación de agua ha permitido a ALC posicionarse como la región exportadora neta de alimentos más grande del mundo y la más verde en términos de producción de electricidad a través de la energía hidroeléctrica. El agua ha jugado un papel fundamental en la reducción de la pobreza, la preservación de la riqueza natural de ALC y la aceleración del crecimiento económico. Más importante aún, el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento ha contribuido a mejorar la salud y las condiciones de vida de millones de personas.
A pesar de estos avances, existen desafíos urgentes en el sector del agua que amenazan el desarrollo sostenible de la región. El acceso a los servicios de agua y saneamiento es desigual, con mayores brechas en las comunidades rurales, indígenas y periurbanas. Además, los extremos relacionados con el agua, como las inundaciones y las sequías, son cada vez más frecuentes y graves, lo que tiene efectos negativos en las comunidades de bajos ingresos. Es más probable que estas brechas se amplíen por prácticas de gestión insostenibles del agua, las crecientes demandas de los usuarios de agua que compiten entre sí, el aumento de la contaminación y los impactos del cambio climático. En ALC, la infraestructura inadecuada resulta en una falta de almacenamiento y una inversión limitada reduce la capacidad de las instituciones para lograr una gestión integrada de los recursos hídricos y mejorar la prestación de servicios.