Los mercados de deuda pública –tradicionalmente considerados como refugios seguros, al menos en muchas economías avanzadas– se han convertido en focos de tensión en los mercados. La liquidez y el buen funcionamiento de los mercados de deuda pública dependen fundamentalmente de la capacidad de intermediación de los operadores, que a menudo forman parte de grandes grupos bancarios. Esta capacidad se ha visto presionada tanto por la trayectoria de la deuda pública, que ha tenido una tendencia al alza desde la Gran Crisis Financiera (CFG), como por el crecimiento de estrategias apalancadas por parte de los inversores que conducen a mercados unilaterales durante episodios de estrés (Schrimpf et al, 2020). Por lo tanto, el activo seguro suele seguir siendo «seguro» en términos de riesgo crediticio, pero se enfrenta a crecientes preocupaciones sobre la facilidad de compra y venta en un entorno de mercado estresado.
En este contexto, el aumento de la resiliencia de los mercados de deuda pública ha ocupado un lugar destacado en la agenda política de los foros nacionales e internacionales. Un componente clave de esta estrategia es fomentar la compensación centralizada de las operaciones de deuda pública, como están haciendo actualmente las autoridades de Estados Unidos. El objetivo de la política monetaria es acercar la estructura de la negociación de bonos a la configuración más resistente de la negociación de acciones, que depende en gran medida de la compensación central. Sin embargo, como argumentamos en este artículo, la compensación centralizada de bonos gubernamentales y repos no eliminaría por completo los riesgos de los mercados financieros, pero cambiaría su naturaleza.