La transición verde a menudo se presenta como una amenaza para aspectos fundamentales de nuestra vida cotidiana, incluidas las oportunidades de crecimiento o el poder adquisitivo.
Esta narrativa negativa es injustificada. La coincidencia divina no es una quimera: más verde puede significar más barato. Esto depende fundamentalmente de las políticas que adoptemos.
Si se gestiona adecuadamente, la respuesta mundial a la crisis climática puede aumentar la productividad y el crecimiento a través de varios canales: mejorando la asignación de recursos, mejorando las condiciones sanitarias y estimulando el progreso tecnológico. [48]En estas condiciones, podemos colocar «… La acción climática en el centro de una nueva historia de crecimiento, impulsada por la inversión, la tecnología, la política y las finanzas”. [49]
Del mismo modo, la transición verde no tiene por qué conducir a una mayor inflación. De hecho, las políticas públicas apropiadas que comprimen la demanda de combustibles fósiles y estimulan la producción de fuentes de energía renovables más baratas pueden ayudar a contener las presiones inflacionarias e incluso pueden ayudar a reducir la inflación en comparación con una situación contrafáctica que no contiene estas políticas. En realidad, ya estamos utilizando el menor costo de la energía renovable para amortiguar el impacto del shock de los combustibles fósiles en los precios de la electricidad.
Los altos niveles de inflación energética que se observan actualmente no pueden atribuirse a la transición verde. Son principalmente el resultado de la manipulación del suministro de combustibles fósiles por parte de Rusia. Si la transición verde hubiera ocurrido antes, habría sido más fácil avanzar hacia nuestros objetivos climáticos y habríamos reducido nuestra exposición al actual shock energético y sus consecuencias inflacionarias. La economía europea habría sido más resistente a la actual crisis energética.
Para actuar sobre el cambio climático, los responsables políticos deben tomar medidas rápidas, audaces y ambiciosas que obtengan el apoyo de los ciudadanos. Este resultado solo puede obtenerse estableciendo una narrativa realista y positiva sobre la transición verde.[50]En particular, tenemos que asegurar a los ciudadanos que, con políticas bien diseñadas, la transición verde aumentaría –no disminuiría– sus oportunidades de empleo, la calidad de sus vidas y su poder adquisitivo. La situación contrafáctica sería peor, con la probable repetición del tipo de crisis que estamos viviendo actualmente.
Al dar forma a esta narrativa y tomar medidas políticas, un enfoque europeo redunda en nuestro interés colectivo. Es más probable que las políticas comunes reduzcan la intensidad energética necesaria, protejan nuestra seguridad energética y financien las inversiones necesarias. La unidad nos hace más fuertes cuando enfrentamos choques y nos da una mayor influencia en la determinación de nuestro futuro climático y energético.