El cambio climático está sobre nosotros y nos estamos quedando sin tiempo para detener lo peor de sus consecuencias.[1] Los bancos centrales no hacen política climática, pero tenemos un papel claro que desempeñar. El cambio climático afecta al núcleo de nuestro mandato, la estabilidad de precios, a través de su efecto sobre la economía y la inflación. También tiene implicaciones para la estabilidad de nuestro sistema financiero. Es por eso que en 2021 presentamos nuestro primer plan de acción para incluir consideraciones de cambio climático en nuestra estrategia de política monetaria. Es por eso que en 2022 tomamos medidas significativas dentro de nuestro mandato para incorporar consideraciones de cambio climático en nuestras operaciones de política monetaria. Y es por eso que nos comprometimos a revisar regularmente nuestras acciones para garantizar que reducimos la huella de carbono de los activos financieros que tenemos para nuestras operaciones de política monetaria en línea con los objetivos del Acuerdo de París y los objetivos de neutralidad climática de la UE.[2] Además, queremos reducir la huella de carbono de nuestras carteras de política no monetaria (NMPP), es decir, otros activos financieros que mantenemos, por ejemplo, para los fondos de pensiones del BCE o nuestra cartera de fondos propios.[3], con el fin de alcanzar nuestro objetivo de neutralidad de carbono para 2050.
Para mantener el rumbo de nuestros compromisos climáticos, necesitamos una visión clara de dónde venimos, dónde estamos ahora y hasta dónde tenemos que llegar. Para ello, necesitamos información completa, fiable y pertinente.
Por lo tanto, hemos recopilado, y ahora estamos publicando, por primera vez, información relacionada con el clima sobre la huella de carbono de las participaciones del sector corporativo del Eurosistema en el marco del programa de compras de bonos corporativos (CSPP) y el programa de compras de emergencia pandémicas (PEPP). También hemos publicado divulgaciones sobre nuestros NMPP.[4] Estas divulgaciones forman parte de un esfuerzo colectivo de todos los bancos centrales del Eurosistema, y nos dan una primera imagen de dónde nos encontramos en la descarbonización de estas carteras.
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Los impuestos sobre el carbono y la geografía de los préstamos fósiles
Existe un amplio consenso entre los economistas y los responsables políticos de que gravar el carbono es la forma más rentable de fijar el precio de la externalidad asociada con las emisiones de carbono. El aumento del precio efectivo del carbono debería reducir las emisiones, atrofiando el crecimiento del carbono atmosférico y ralentizando el cambio climático. Al mismo tiempo, pocos países en el mundo gravan las actividades intensivas en carbono a los niveles recomendados por los economistas. Esta vacilación se debe en parte al miedo al parasitismo: a las autoridades nacionales les preocupa que la imposición unilateral de impuestos al carbono perjudique a sus economías, ya que las actividades intensivas en carbono migran a diferentes jurisdicciones.
En este documento, mostramos que tal arbitraje del impuesto al carbono puede ocurrir debido a los ajustes en las carteras de préstamos de los bancos multinacionales. Nuestro principal hallazgo es que después de un aumento exógeno en el precio del carbono en su mercado interno (como resultado de la introducción de un impuesto al carbono), los bancos reducen sus préstamos a las compañías de carbón, petróleo y gas en el país, y aumentan dichos préstamos fósiles en el extranjero. Esta reasignación de préstamos fósiles a través de las fronteras nacionales es inmediata, económicamente significativa y estadísticamente significativa. Nuestro análisis sugiere que después de que se introduce un impuesto al carbono en un país, los préstamos extranjeros a las empresas fósiles aumentan en un 6,8 por ciento. Al mismo tiempo, debido a que los préstamos nacionales para fósiles disminuyen, los préstamos fósiles en general disminuyen en aproximadamente un 0,4%. Encontramos un efecto similar al unirse a un ETS, así como en el caso de los préstamos a otros sectores intensivos en carbono, como la metalurgia y la producción de cemento. Al mismo tiempo, tal efecto está ausente en el caso de los préstamos a sectores no fósiles, como el comercio minorista, mayorista y la fabricación limpia.
La nueva herramienta digital facilita la generación de informes sobre energía y carbono
La taxonomía Streamlined Energy and Carbon Reporting (SECR) permite a las empresas informar sobre sus datos de energía y carbono cuando presentan cuentas digitales en Companies House.
La taxonomía ha sido desarrollada por el Financial Reporting Council (FRC) en colaboración con Companies House y el Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) y permite a las empresas reportar información en formato XBRL. Muchas empresas ya envían cuentas utilizando XBRL, pero esta es la primera vez que se utiliza para capturar datos ambientales en informes anuales.