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El cisne verde – Banca central y estabilidad financiera en la era del cambio climático


BIS Otros | 20 enero 2020

por Patrick BoltonMorgan DesprésLuiz Awazu Pereira da SilvaFrédéric Samama y Romain Svartzman

El cambio climático plantea nuevos desafíos a los bancos centrales, reguladores y supervisores. Este libro revisa las formas de abordar estos nuevos riesgos dentro del mandato de estabilidad financiera de los bancos centrales. Sin embargo, la integración del análisis de riesgos relacionados con el clima en el monitoreo de la estabilidad financiera es particularmente desafiante debido a la incertidumbre radical asociada con un fenómeno físico, social y económico que cambia constantemente e implica dinámicas complejas y reacciones en cadena. Las evaluaciones de riesgos tradicionales retrospectivas y los modelos climático-económicos existentes no pueden anticipar con suficiente precisión la forma que tomarán los riesgos relacionados con el clima. Estos incluyen lo que llamamos riesgos de «cisne verde»: eventos potencialmente extremadamente disruptivos financieramente que podrían estar detrás de la próxima crisis financiera sistémica. Los bancos centrales tienen un papel que desempeñar para evitar tal resultado, incluso tratando de mejorar su comprensión de los riesgos relacionados con el clima a través del desarrollo de análisis prospectivos basados en escenarios. Pero los bancos centrales por sí solos no pueden mitigar el cambio climático. Este complejo problema de acción colectiva requiere acciones coordinadas entre muchos actores, incluidos los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y la comunidad internacional. Por lo tanto, los bancos centrales pueden desempeñar un papel adicional para ayudar a coordinar las medidas de lucha contra el cambio climático. Estos incluyen políticas de mitigación del clima como la fijación de precios del carbono, la integración de la sostenibilidad en las prácticas financieras y los marcos contables, la búsqueda de combinaciones de políticas apropiadas y el desarrollo de nuevos mecanismos financieros a nivel internacional. Todas estas acciones serán complejas de coordinar y podrían tener consecuencias redistributivas significativas que deberían manejarse adecuadamente, sin embargo, son esenciales para preservar la estabilidad financiera (y de precios) a largo plazo en la era del cambio climático.


Prólogo de Agustín Carstens

Un creciente cuerpo de investigación por parte de académicos, bancos centrales e instituciones internacionales, incluido el BPI, se centra en los riesgos relacionados con el clima. Estos estudios muestran que los riesgos físicos relacionados con el cambio climático pueden dañar gravemente nuestras economías, por ejemplo, a través del gran costo de reparar la infraestructura y hacer frente a las pérdidas no aseguradas. También existen riesgos de transición relacionados con estrategias de mitigación potencialmente desordenadas. Tanto los riesgos físicos como los de transición, a su vez, pueden aumentar el riesgo financiero sistémico. Por lo tanto, sus posibles consecuencias tienen implicaciones para el mandato de estabilidad financiera de los bancos centrales. Todas estas consideraciones llevaron a los bancos centrales a crear la Red de Bancos Centrales y Supervisores para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS), de la que el BPI ha formado parte desde su creación.

Este libro ayuda a trazar los vínculos entre los efectos del cambio climático, o calentamiento global, y la estabilidad de nuestros sectores financieros. Incluye un estudio exhaustivo de cómo el cambio climático se ha integrado progresivamente en los modelos macroeconómicos y cómo estos han evolucionado para evaluar mejor los riesgos para la estabilidad financiera derivados del cambio climático (por ejemplo, modelos de pruebas de resistencia que utilizan escenarios de calentamiento global). Pero el libro también reconoce las limitaciones de nuestros modelos, que pueden no ser capaces de predecir con precisión el impacto económico y financiero del cambio climático debido a la complejidad de los vínculos y la no linealidad intrínseca de los fenómenos relacionados. Sin embargo, a pesar del alto nivel de incertidumbre, el mejor asesoramiento científico actual sugiere que se necesitan medidas para mitigar y adaptarse al cambio climático.

Naturalmente, la primera mejor solución para abordar el cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es la tributación al carbono de Pigovian. Esta política sugiere que la responsabilidad fundamental de abordar los problemas relacionados con el cambio climático recae en los gobiernos. Pero una nueva política fiscal tan ambiciosa requiere la construcción de consenso y es difícil de implementar. Los bancos centrales tampoco pueden resolver este complejo problema de acción colectiva por sí mismos. Una respuesta eficaz requiere sensibilizar a las partes interesadas y facilitar la coordinación entre ellas. El mandato de estabilidad financiera de los bancos centrales puede contribuir a ello y debe guiar su participación adecuada. Por ejemplo, los bancos centrales pueden coordinar sus propias acciones con un amplio conjunto de medidas que deben implementar otros actores (gobiernos, sector privado, sociedad civil y la comunidad internacional). Esto es urgente ya que los riesgos relacionados con el clima continúan aumentando, y los resultados negativos como lo que este libro llama eventos de «cisne verde» podrían materializarse.

Contribuir a este papel de coordinación no es incompatible con que los bancos centrales hagan lo que les corresponde en el marco de sus mandatos actuales. En este sentido, hay muchas acciones prácticas que los bancos centrales pueden emprender (y, en algunos casos, ya están emprendiendo). Incluyen una mejor vigilancia de los riesgos relacionados con el clima mediante pruebas de resistencia adecuadas; desarrollar nuevas metodologías para mejorar la evaluación de los riesgos relacionados con el clima; incluir criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en sus fondos de pensiones; ayudar a desarrollar y evaluar la taxonomía adecuada para definir la huella de carbono de los activos con mayor precisión (por ejemplo, activos «verdes» frente a activos «marrones»); trabajar en estrecha colaboración con el sector financiero en la divulgación de la exposición intensiva en carbono para evaluar los posibles riesgos para la estabilidad financiera; estudiar con mayor precisión cómo la regulación prudencial podría hacer frente a los riesgos para la estabilidad financiera derivados del cambio climático; y examinar el margen adecuado para invertir las reservas de divisas excedentes en bonos verdes.

El BPI ha estado colaborando con la comunidad de bancos centrales en todos estos aspectos. Además, en septiembre de 2019 lanzó su bono verde BIS Investment Pool Fund, un nuevo vehículo que facilita las inversiones de los bancos centrales en bonos verdes. Y con este libro espera dirigir aún más el debate y las discusiones, al tiempo que reconoce que todas estas acciones requerirán más investigación y serán desafiantes, pero sin embargo esenciales para preservar la estabilidad financiera y de precios a largo plazo en la era del cambio climático acelerado.

Agustín Carstens

BIS General Manager

El conocimiento científico es tanto una comprensión de la diversidad de situaciones para las cuales una teoría o sus modelos son relevantes como una comprensión de sus límites.

Elinor Ostrom (1990)

Resumen ejecutivo

Este libro revisa algunos de los principales desafíos que el cambio climático plantea a los bancos centrales, reguladores y supervisores, y las posibles formas de abordarlos. Comienza con la creciente comprensión de que el cambio climático es una fuente de inestabilidad financiera (y de precios): es probable que genere riesgos físicos relacionados con los daños climáticos y riesgos de transición relacionados con estrategias de mitigación potencialmente desordenadas. Por lo tanto, el cambio climático es competencia de los bancos centrales, los reguladores y los supervisores, que son responsables de supervisar y mantener la estabilidad financiera. Su deseo de mejorar el papel del sistema financiero para gestionar los riesgos y movilizar capital para inversiones verdes y bajas en carbono en el contexto más amplio del desarrollo ambientalmente sostenible los llevó a crear la Red de Bancos Centrales y Supervisores para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS).

Sin embargo, la integración del análisis de riesgos relacionados con el clima en el monitoreo de la estabilidad financiera y la supervisión prudencial es particularmente difícil debido a las características distintivas de los impactos del cambio climático y las estrategias de mitigación. Estos comprenden riesgos físicos y de transición que interactúan con efectos complejos, de gran alcance, no lineales y de reacción en cadena. Exceder los puntos de inflexión climáticos podría conducir a impactos catastróficos e irreversibles que harían imposible cuantificar los daños financieros. Evitar esto requiere una acción inmediata y ambiciosa hacia una transformación estructural de nuestras economías, que implique innovaciones tecnológicas que puedan ser escaladas, pero también cambios importantes en las regulaciones y normas sociales.

Por lo tanto, el cambio climático podría conducir a eventos de «cisne verde» (véase el recuadro A) y ser la causa de la próxima crisis financiera sistémica. Los riesgos físicos y de transición relacionados con el clima implican dinámicas ambientales, sociales, económicas y geopolíticas interactivas, no lineales y fundamentalmente impredecibles que se transforman irreversiblemente por la creciente concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

En este contexto de profunda incertidumbre, los modelos tradicionales de evaluación de riesgos retrospectivos que simplemente extrapolan las tendencias históricas impiden una apreciación completa del riesgo sistémico futuro que plantea el cambio climático. Una «ruptura epistemológica» (Bachelard (1938)) está comenzando a tener lugar en la comunidad financiera, con el desarrollo de enfoques prospectivos basados en análisis basados en escenarios. Estos nuevos enfoques ya han comenzado a incluirse en la agenda del marco de riesgo de la industria financiera, y también se están llevando a cabo reflexiones sobre la regulación prudencial relacionada con el clima en varias jurisdicciones.

Si bien estos desarrollos son críticos y deben perseguirse, este libro presenta dos mensajes adicionales. En primer lugar, el análisis basado en escenarios es solo una solución parcial para comprender los riesgos que plantea el cambio climático para la estabilidad financiera. Las profundas incertidumbres involucradas y la necesaria transformación estructural de nuestro sistema socioeconómico global son tales que ningún modelo o escenario único puede proporcionar una imagen completa de los posibles impactos macroeconómicos, sectoriales y a nivel de empresa causados por el cambio climático. Aún más fundamental, los riesgos relacionados con el clima seguirán siendo en gran medida inhedgeables mientras no se emprendan acciones en todo el sistema.

En segundo lugar, de estas limitaciones se desprende que los bancos centrales pueden ser inevitablemente conducidos a aguas desconocidas en la era del cambio climático. Por un lado, si se quedan quietos y esperan a que otras agencias gubernamentales entren en acción, podrían estar expuestos al riesgo real de no poder cumplir con sus mandatos de estabilidad financiera y de precios. Los eventos del cisne verde pueden obligar a los bancos centrales a intervenir como «rescatadores climáticos de último recurso» y comprar grandes conjuntos de activos devaluados, para salvar el sistema financiero una vez más. Sin embargo, los fundamentos biofísicos de tal crisis y sus impactos potencialmente irreversibles mostrarían rápidamente los límites de esta estrategia de «esperar y ver». Por otro lado, los bancos centrales no pueden (y no deben) simplemente reemplazar a los gobiernos y actores privados para compensar su acción insuficiente, a pesar de las crecientes presiones sociales para hacerlo. Su buena voluntad podría incluso crear algún riesgo moral. En resumen, los bancos centrales, los reguladores y los supervisores solo pueden hacer mucho (y muchos de ellos ya están tomando medidas dentro de sus mandatos), y su acción solo puede verse como una mejora de otras políticas de mitigación del cambio climático.

Para superar este punto muerto, se necesita una segunda ruptura epistemológica: los bancos centrales también deben ser más proactivos a la hora de pedir un cambio más amplio y coordinado, a fin de seguir cumpliendo sus propios mandatos de estabilidad financiera y de precios en horizontes temporales más largos que los tradicionalmente considerados. Creemos que pueden contribuir mejor a esta tarea en un papel que denominamos las cinco C: contribuir a la coordinación para combatir el cambio climático. Esta función de coordinación requeriría pensar concomitantemente dentro de tres enfoques paradigmáticos del cambio climático y la estabilidad financiera: los enfoques de riesgo, horizonte temporal y resiliencia del sistema (véase el recuadro B).

Contribuir a este papel de coordinación no es incompatible con que los bancos centrales, los reguladores y los supervisores hagan su propia parte dentro de sus mandatos actuales. Pueden promover la integración de los riesgos relacionados con el clima en la regulación prudencial y el seguimiento de la estabilidad financiera, incluso confiando en nuevos enfoques de modelización y herramientas analíticas que puedan explicar mejor la incertidumbre y la complejidad en juego. Además, los bancos centrales pueden promover una visión a más largo plazo para ayudar a romper la «tragedia del horizonte», integrando criterios de sostenibilidad en sus propias carteras y explorando su integración en la conducción de las políticas de estabilidad financiera, cuando se consideren compatibles con los mandatos existentes.

Pero lo que es más importante, los bancos centrales deben coordinar sus propias acciones con un amplio conjunto de medidas que deben implementar otros actores (es decir, los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y la comunidad internacional). Esta tarea de coordinación es urgente ya que los riesgos relacionados con el clima continúan acumulándose y los resultados negativos podrían volverse irreversibles. Hay una serie de acciones que deben implementarse de manera consistente. Los más obvios son la necesidad de fijar la fijación del precio del carbono y de la divulgación sistemática de los riesgos relacionados con el clima por parte del sector privado.

Adoptando un enfoque transdisciplinario, este libro pide acciones adicionales que sin duda serán difíciles de tomar, pero también serán esenciales para preservar la estabilidad financiera (y de precios) a largo plazo en la era del cambio climático. Estos incluyen: explorar nuevas combinaciones de políticas (fiscal-monetaria-prudencial) que puedan abordar mejor los imperativos climáticos futuros y que en última instancia deberían conducir a debates sociales sobre su conveniencia; considerar la estabilidad climática como un bien público mundial que debe apoyarse mediante medidas y reformas en el sistema monetario y financiero internacional; e integrar la sostenibilidad en los marcos contables a nivel empresarial y nacional.

Además, el cambio climático tiene importantes efectos distributivos tanto entre los países como dentro de ellos. Los riesgos y los costos de adaptación recaen desproporcionadamente en los países pobres y los hogares de bajos ingresos en los países ricos. Sin una indicación clara de cómo se distribuirán equitativamente los costos y beneficios de las estrategias de mitigación del cambio climático y con transferencias compensatorias, aumentarán las reacciones sociopolíticas. Por lo tanto, la amplia aceptación social necesaria para combatir el cambio climático depende de estudiar, comprender y abordar sus consecuencias distributivas.

La estabilidad financiera y climática podrían considerarse como dos bienes públicos interconectados, y esta consideración puede extenderse a otras degradaciones ambientales causadas por el hombre, como la pérdida de biodiversidad. Estos, a su vez, requieren otras transformaciones profundas en la gobernanza de nuestros complejos sistemas socioeconómicos y financieros adaptativos. A la luz de estos inmensos desafíos, una contribución central de los bancos centrales es enmarcar adecuadamente el debate y, por lo tanto, ayudar a promover la movilización de todas las capacidades para combatir el cambio climático.

Recuadro A: De cisnes negros a verdes

El concepto de «cisne verde» utilizado en este libro encuentra su inspiración en el ahora famoso concepto del «cisne negro» desarrollado por Nassim Nicholas Taleb (2007). Los eventos del cisne negro tienen tres características: (i) son inesperados y raros, por lo que se encuentran fuera del ámbito de las expectativas regulares; ii) sus efectos son de gran alcance o extremos; iii) sólo pueden explicarse después de los hechos. Los eventos del cisne negro pueden tomar muchas formas, desde un ataque terrorista hasta una tecnología disruptiva o una catástrofe natural. Estos eventos generalmente se ajustan a distribuciones de probabilidad de cola gorda, es decir, exhiben una gran asimetría en relación con la de la distribución normal (pero también en relación con la distribución exponencial). Como tales, no se pueden predecir confiando en enfoques probabilísticos retrospectivos que asumen distribuciones normales (por ejemplo, modelos de valor en riesgo).

La existencia de cisnes negros exige epistemologías alternativas de riesgo, basadas en el reconocimiento de la incertidumbre. Por ejemplo, basándose en el matemático Benoît Mandelbrot (1924-2010), Taleb considera que los fractales (patrones matemáticamente precisos que se pueden encontrar en sistemas complejos, donde pequeñas variaciones en el exponente pueden causar grandes desviaciones) pueden proporcionar atributos estadísticos más relevantes de los mercados financieros que los modelos tradicionales de expectativas racionales y el marco estándar de las distribuciones centradas en gaussiano (Taleb (2010)). El uso del razonamiento contrafáctico es otra vía que puede ayudar a protegerse, al menos parcialmente, contra los eventos del cisne negro. Los contrafactuales son pensamientos sobre alternativas a eventos pasados, «pensamientos de lo que podría haber sido» (Epstude y Roese (2008)). Tal posición epistemológica puede proporcionar alguna forma de cobertura contra riesgos extremos (convertir cisnes negros en cisnes «grises») pero no hacerlos desaparecer. Desde una perspectiva de sistemas, las colas gordas en los mercados financieros sugieren una necesidad de regulación en sus operaciones (Bryan et al (2017), p 53).

Los cisnes verdes, o «cisnes negros climáticos», presentan muchas características de los cisnes negros típicos. Los riesgos relacionados con el clima suelen ajustarse a las distribuciones de cola gorda: tanto los riesgos físicos como los de transición se caracterizan por una profunda incertidumbre y no linealidad, sus posibilidades de ocurrencia no se reflejan en datos pasados y no se puede descartar la posibilidad de valores extremos (Weitzman (2009, 2011)). En este contexto, los enfoques tradicionales de la gestión de riesgos consistentes en extrapolar datos históricos y en supuestos de distribuciones normales son en gran medida irrelevantes para evaluar los riesgos futuros relacionados con el clima. Es decir, la evaluación de los riesgos relacionados con el clima requiere una «ruptura epistemológica» (Bachelard (1938)) con respecto a la gestión del riesgo, como se discute en este libro.

Sin embargo, los cisnes verdes son diferentes de los cisnes negros en tres aspectos. En primer lugar, aunque los impactos del cambio climático son altamente inciertos, «existe un alto grado de certeza de que alguna combinación de riesgos físicos y de transición se materializará en el futuro» (NGFS (2019a), p 4). Es decir, hay certeza sobre la necesidad de acciones ambiciosas a pesar de la incertidumbre prevaleciente con respecto al momento y la naturaleza de los impactos del cambio climático. En segundo lugar, las catástrofes climáticas son aún más graves que la mayoría de las crisis financieras sistémicas: podrían representar una amenaza existencial para la humanidad, como enfatizan cada vez más los científicos del clima (por ejemplo, Ripple et al (2019)). En tercer lugar, la complejidad relacionada con el cambio climático es de un orden superior al de los cisnes negros: las complejas reacciones en cadena y los efectos en cascada asociados con los riesgos físicos y de transición podrían generar dinámicas ambientales, geopolíticas, sociales y económicas fundamentalmente impredecibles, como se explora en el Capítulo 3.

1.-. INTRODUCCIÓN – «EL PLANETA TIERRA SE ENFRENTA A UNA EMERGENCIA CLIMÁTICA»

Los científicos tienen la obligación moral de advertir claramente a la humanidad de cualquier amenaza catastrófica y de «contarla como es». Sobre la base de esta obligación […] declaramos, con más de 11.000 científicos firmantes de todo el mundo, de forma clara e inequívoca que el planeta Tierra se enfrenta a una emergencia climática.

Ripple et al (2019)

El cambio climático plantea un desafío sin precedentes a la gobernanza de los sistemas socioeconómicos y financieros mundiales. Nuestros patrones actuales de producción y consumo causan emisiones insostenibles de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente dióxido de carbono (CO2): su concentración acumulada en la atmósfera por encima de los umbrales críticos se reconoce cada vez más como más allá de las capacidades de absorción y reciclaje de nuestro ecosistema. El aumento continuo de las temperaturas ya ha comenzado a afectar a los ecosistemas y sistemas socioeconómicos de todo el mundo (IPCC (2018), Mora et al (2018)) pero, de manera alarmante, la ciencia del clima indica que los peores impactos aún están por venir. Estos incluyen el aumento del nivel del mar, los aumentos en los extremos climáticos, las sequías e inundaciones, y la erosión del suelo. Los impactos asociados podrían incluir una extinción masiva de la vida silvestre, así como fuertes aumentos en la migración humana, los conflictos, la pobreza y la desigualdad (Consejo de Derechos Humanos (2019), IPCC (2018), Masson-Delmotte y Moufouma-Okia (2019), Ripple et al (2019)).

Los científicos recomiendan hoy reducir las emisiones de GEI, comenzando de inmediato (Lenton et al (2019), Ripple et al (2019)). En este sentido, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21) de 2015 y el acuerdo de París resultante entre 196 países para reducir las emisiones de GEI a escala mundial fue un logro político importante. En virtud del Acuerdo de París (CMNUCC (2015)), los signatarios acuerdan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero «lo antes posible» y hacer todo lo posible para mantener el calentamiento global «muy por debajo de 2 grados» Celsius (2°C), con el objetivo de limitar el aumento a 1,5°C.   Sin embargo, las emisiones globales han seguido aumentando desde entonces (Figueres et al (2018)),1 y nada indica que esta tendencia se esté revirtiendo.2 La producción ya planificada de carbón, petróleo y gas de los países es inconsistente con la limitación del calentamiento a 1.5°C o 2°C, creando así una «brecha de producción», una discrepancia entre los planes gubernamentales y las vías coherentes de descarbonización (SEI et al (2019)).

Cambiar nuestros patrones de producción y consumo y nuestros estilos de vida para la transición a una economía baja en carbono es un difícil problema de acción colectiva. Todavía existe una considerable incertidumbre sobre los efectos del cambio climático y sobre las prioridades más urgentes. Habrá ganadores y perdedores de la mitigación del cambio climático, exacerbando los problemas de los free riders. Y, quizás aún más problemático, hay grandes retrasos antes de que los daños climáticos se vuelvan evidentes e irreversibles (especialmente para los escépticos del cambio climático): los efectos más dañinos se sentirán más allá de los horizontes temporales tradicionales de los responsables de la formulación de políticas y otros responsables de la toma de decisiones económicas y financieras. Esto es a lo que Mark Carney (2015) se refirió como «la tragedia del horizonte»: mientras que los impactos físicos del cambio climático se sentirán en un horizonte a largo plazo, con costos masivos y posibles impactos civilizatorios en las generaciones futuras, el horizonte temporal en el que los actores financieros, económicos y políticos planifican y actúan es mucho más corto. Por ejemplo, el horizonte temporal de las agencias de calificación para evaluar los riesgos crediticios, y de los bancos centrales para realizar pruebas de resistencia, suele ser de alrededor de tres a cinco años.

Nuestro encuadre del problema es que el cambio climático representa un cisne verde (ver Recuadro A): es un nuevo tipo de riesgo sistémico que implica dinámicas interactivas, no lineales, fundamentalmente impredecibles, ambientales, sociales, económicas y geopolíticas, que se transforman irreversiblemente por la creciente concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Los riesgos relacionados con el clima no son simplemente cisnes negros, es decir, eventos de riesgo de cola. Con las complejas reacciones en cadena entre las condiciones ecológicas degradadas y las respuestas sociales, económicas y políticas impredecibles, con el riesgo de desencadenar puntos de inflexión,3 el cambio climático representa un riesgo colosal y potencialmente irreversible de complejidad asombrosa.

Fijación de precios del carbono y más allá

El cambio climático es ampliamente considerado por los economistas como una externalidad que, como tal, debe abordarse a través de impuestos al carbono pigovianos impuestos públicamente4 para internalizar las externalidades climáticas. De hecho, de acuerdo con la economía básica del bienestar, una buena política para combatir el cambio climático requiere que ese «precio» actúe como un incentivo para reducir las emisiones de GEI. Un impuesto al carbono, por ejemplo, crea un incentivo para que los agentes económicos reduzcan las emisiones al cambiar a procesos de producción y patrones de consumo más eficientes. El monto de este impuesto debe reflejar lo que ya sabemos sobre los costos adicionales a mediano y largo plazo del cambio climático. Desde la perspectiva de un economista convencional, un impuesto al carbono que refleje el costo social del carbono (SCC) haría explícito el «costo sombra» de las emisiones de carbono y sería suficiente para inducir a los actores económicos a reducir las emisiones en un mundo walrasiano perfecto.

Con este marco analítico, los bancos centrales, los reguladores y los supervisores tienen poco que hacer en el proceso de descarbonización del sistema económico. De hecho, la transición necesaria sería impulsada principalmente por empresas no financieras y hogares, cuyas decisiones descentralizadas estarían orientadas hacia tecnologías bajas en carbono gracias a la fijación de precios del carbono. Desde una perspectiva financiera, el uso de un impuesto al carbono para fijar correctamente el precio de la externalidad negativa sería suficiente para reasignar los activos de las instituciones financieras de intensivo en carbono hacia capital más verde. A lo sumo, los bancos centrales y los supervisores deben examinar cuidadosamente las imperfecciones de los mercados financieros, a fin de garantizar la estabilidad financiera a lo largo de la transición hacia una economía baja en carbono.

Sin embargo, la opinión de que la fijación del precio del carbono es la única respuesta al cambio climático, y su corolario en términos de políticas monetarias y prudenciales (es decir, que los bancos centrales, los reguladores y los supervisores no deberían preocuparse realmente por el cambio climático) sufre de tres limitaciones significativas, que contribuyen a pasar por alto los posibles eventos del «cisne verde».

En primer lugar, a pesar de que conceptualmente la fijación del precio del carbono ha sido reconocida como la primera mejor opción durante décadas, en la práctica no se ha implementado a un nivel suficiente para impulsar la reasignación de capital de activos «marrones» (o intensivos en carbono) a «verdes» (o bajos en carbono). La realidad es que los gobiernos no han actuado y continuarán haciéndolo a menos que una presión mucho más amplia de la sociedad civil y las empresas induzca un cambio significativo en las políticas. Dada la deficiencia actual en las respuestas de política global, es más probable que los impactos físicos del cambio climático afecten al sistema socioeconómico en un mundo que se calienta rápidamente. Dado que el aumento de las temperaturas desencadenará dinámicas complejas con puntos de inflexión, el impacto del calentamiento global afectará a nuestras economías de una manera desordenada pero acumulativa que, a su vez, podría desencadenar una dinámica financiera negativa imprevisible.

Estos llamados riesgos físicos tendrán consecuencias financieras que naturalmente preocupan a los banqueros centrales y supervisores. Pueden amenazar la estabilidad financiera al causar pérdidas irreversibles, ya que el capital se ve afectado por el cambio climático y los agentes financieros pueden ser incapaces de protegerse de tales choques climáticos. Estos riesgos también pueden amenazar la estabilidad de precios al desencadenar choques de oferta en varios productos básicos, lo que a su vez podría generar efectos inflacionarios o incluso anti inflacionarios (Villeroy de Galhau (2019a)). También debe tenerse en cuenta que los instrumentos de política tradicionales pueden ser menos efectivos para suavizar estos shocks, en la medida en que se trata de shocks biofísicos más o menos permanentes, en lugar de shocks económicos transitorios (Cœuré (2018)).

En segundo lugar, el cambio climático no es simplemente otra falla del mercado, sino presumiblemente «la mayor falla del mercado que el mundo haya visto jamás», como lo expresa el destacado economista climático Lord Nicholas Stern (Stern (2007)). Dado el tamaño del desafío que tenemos por delante, es posible que los precios del carbono deban dispararse en un lapso de tiempo muy corto hacia niveles mucho más altos de los que prevalecen actualmente. Además, tomar en serio los riesgos y la incertidumbre relacionados con el clima (por ejemplo, al incluir la posibilidad de puntos de inflexión que conduzcan a eventos catastróficos e irreversibles) debería conducir a aumentos aún más agudos en el SCC (Ackerman et al (2009), Cai y Lontzek (2019), Daniel et al (2019), Weitzman (2009)). Con esto en mente, la transición puede desencadenar una amplia gama de consecuencias no deseadas. Por ejemplo, es cada vez más evidente que las medidas de mitigación, como los ajustes del precio del carbono, podrían tener consecuencias distributivas dramáticas, tanto dentro como entre los países.

Más al punto de las acciones de los banqueros centrales y supervisores, las regulaciones ambientales recientemente aplicadas y más estrictas podrían producir o reforzar fallas financieras en los mercados de crédito (Campiglio (2016)) o reasignaciones abruptas de activos de actividades marrones a verdes motivadas por el cambio de precios de los riesgos en el mercado y / o los intentos de limitar los riesgos y litigios de reputación. Todo esto podría resultar en un «momento Minsky climático» (Carney (2018)), un severo endurecimiento financiero de las condiciones financieras para las empresas que dependen de actividades intensivas en carbono (los llamados «activos varados»; ver Recuadro 1), ya sea directa o indirectamente a través de sus cadenas de valor. Estos riesgos se clasifican como riesgos de transición; al igual que con los riesgos físicos, son motivo de preocupación para los banqueros centrales y los supervisores. Aquí, la «paradoja es que el éxito es el fracaso» (Carney (2016)): las medidas extremadamente rápidas y ambiciosas pueden ser las más deseables desde el punto de vista de la mitigación del clima, pero no necesariamente desde la perspectiva de la estabilidad financiera en un horizonte a corto plazo. Abordar esta tensión requiere una amplia gama de medidas, como se discute ampliamente en este libro.

En tercer lugar, la falla del mercado del cambio climático es de tal magnitud que sería prudente abordarla como algo más que una simple falla del mercado. Es un tema que combina, entre otras cosas, incertidumbre, riesgo, transformaciones potencialmente profundas en nuestros estilos de vida, priorizando las opciones éticas a largo plazo sobre las consideraciones económicas a corto plazo y la coordinación internacional para el bien común. Con esto en mente, el trabajo transdisciplinario reciente y creciente sugiere que nuestra incapacidad colectiva para revertir las catástrofes climáticas esperadas se origina en arreglos institucionales complejos y entrelazados, que podrían describirse como un sistema sociotécnico: «un grupo de elementos, que incluyen tecnología, regulaciones, prácticas de usuario y mercados, significados culturales, infraestructura, redes de mantenimiento y redes de suministro» (Geels et al (2004), p 3).

Dada esta inercia institucional o sociotécnica, los precios más altos del carbono por sí solos pueden no ser suficientes para impulsar los comportamientos individuales y el reemplazo del capital físico por parte de las empresas hacia alternativas bajas en carbono, como sugieren los libros de texto de economía. Por ejemplo, la política fiscal proactiva puede ser un primer paso esencial para construir una infraestructura adecuada (por ejemplo, ferrocarriles), antes de que la fijación del precio del carbono realmente pueda llevar a los agentes a modificar su comportamiento (por ejemplo, cambiando de automóvil a tren). Por lo tanto, abordar el cambio climático puede requerir encontrar combinaciones de políticas complejas que combinen instrumentos monetarios, prudenciales y fiscales (Krogstrup y Omán (2019)), así como muchas otras innovaciones sociales, como se discutió en el último capítulo. Yendo más allá, la lucha contra el cambio climático tiene lugar al mismo tiempo que el marco institucional global posterior a la Segunda Guerra Mundial está siendo objeto de crecientes críticas. Esto significa que el nivel sin precedentes de coordinación internacional requerido para abordar la difícil economía política (internacional) del cambio climático se ve seriamente comprometido.

Por lo tanto, para garantizar una transición exitosa hacia una baja emisión de carbono, deben surgir nuevas tecnologías, nuevos arreglos institucionales y nuevos marcos culturales (Beddoe et al (2009)) hacia una remodelación integral de las estructuras productivas y los patrones de consumo actuales. La analogía que uno puede usar para imaginar el cambio que se avecina es la de participar en un combate multidimensional contra el cambio climático (Stiglitz (2019)). Incluso para los escépticos que prefieren un enfoque de «esperar y ver», una estrategia de gestión de riesgos puramente interesada recomienda comprar el seguro adecuado de políticas climáticas ambiciosas (Weitzman (2009)) como una especie de principio de precaución5 (Aglietta y Espagne (2016)), «pari Pascalien»6 o «enlightenedsay dooming»7 (Dupuy (2012)), es decir, como una estrategia de cobertura contra la posibilidad de eventos de cisne verde.

Por todas estas razones, incluso si un aumento significativo en la fijación de precios del carbono a nivel mundial sigue siendo un paso esencial para combatir el cambio climático, se deben explorar otras opciones (segunda, tercera o cuarta mejor desde la perspectiva de un libro de texto), incluso con respecto al sistema financiero.

Revisar la estabilidad financiera en la era del cambio climático

Las reflexiones sobre la relación entre el cambio climático y el sistema financiero aún se encuentran en sus primeras etapas: a pesar de las raras advertencias sobre los riesgos significativos que el cambio climático podría representar para el sistema financiero (Carbon Tracker (2013)), el tema fue visto principalmente como un tema marginal hasta hace unos años (Chenet (2019a)). Pero la situación ha cambiado radicalmente en los últimos tiempos, ya que los impactos potencialmente disruptivos del cambio climático en el sistema financiero han comenzado a ser más evidentes, y se ha reconocido el papel del sistema financiero en la mitigación del cambio climático.

Esta creciente conciencia de los riesgos financieros que plantea el cambio climático puede estar relacionada con tres acontecimientos principales. En primer lugar, el artículo 2.1 c) del Acuerdo de París (CMNUCC (2015)) reconoció explícitamente la necesidad de «financiar flujos compatibles con un camino hacia bajas emisiones de gases de efecto invernadero y un desarrollo resiliente al clima», allanando así el camino hacia una reorientación radical de la asignación de capital. En segundo lugar, como se mencionó anteriormente, el Gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney (2015), sugirió la posibilidad de una crisis financiera sistémica causada por eventos relacionados con el clima. En tercer lugar, en diciembre de 2017, la Red de Bancos Centrales y Supervisores para la Ecologización del Sistema Financiero8 (NGFS) fue creada por un grupo de bancos centrales y supervisores dispuestos a contribuir al desarrollo de la gestión del riesgo ambiental y climático en el sector financiero, y a movilizar la financiación general para apoyar la transición hacia una economía sostenible.

El NGFS reconoció rápidamente que «los riesgos relacionados con el clima son una fuente de riesgo financiero. Por lo tanto, está dentro de los mandatos de los bancos centrales y supervisores garantizar que el sistema financiero sea resistente a estos riesgos» (NGFS (2018), p 3).9 El NGFS también reconoció que estos riesgos están vinculados a capas complejas de interacciones entre los sistemas macroeconómico, financiero y climático (NGFS (2019b)). Como se discutirá ampliamente en este libro, la evaluación de los riesgos relacionados con el clima implica lidiar con múltiples fuerzas que interactúan entre sí, causando dinámicas dinámicas, no lineales y disruptivas que pueden afectar la solvencia de las empresas financieras y no financieras, así como la solvencia de los hogares y los soberanos.

En el peor de los casos, los bancos centrales pueden tener que enfrentar una situación en la que sus electores locales los piden que intervengan como salvadores climáticos de último recurso Por ejemplo, una nueva crisis financiera causada por eventos de cisne verde que afectan gravemente la salud financiera de los sectores bancario y de seguros podría obligar a los bancos centrales a intervenir y comprar un gran conjunto de activos intensivos en carbono y / o activos afectados por impactos físicos.

Pero hay una diferencia clave entre los eventos del cisne verde y el cisne negro: dado que la acumulación de CO2 atmosférico más allá de ciertos umbrales puede conducir a impactos irreversibles, las causas biofísicas de la crisis serán difíciles, si no imposibles, de deshacer en una etapa posterior. Del mismo modo, en el caso de una crisis desencadenada por una rápida transición a una economía baja en carbono, habría poco terreno para que los bancos centrales rescataran a los titulares de activos en empresas intensivas en carbono. Si bien los bancos en dificultades financieras en una crisis ordinaria pueden resolverse, esto será mucho más difícil en el caso de las economías que ya no son viables debido al cambio climático. Por lo tanto, intervenir como salvadores climáticos de último recurso podría afectar la credibilidad del banco central y exponer crudamente la limitada sustituibilidad entre el capital financiero y el natural.

Dada la gravedad de estos riesgos, la incertidumbre involucrada y la conciencia de las intervenciones de los bancos centrales después de la Gran Crisis Financiera de 2007-08, la presión sociopolítica ya está aumentando para hacer de los bancos centrales (tal vez de nuevo) el «único juego en la ciudad» y para sustituir otras intervenciones gubernamentales, si no todas, esta vez para combatir el cambio climático. Por ejemplo, se ha sugerido que los bancos centrales podrían participar en la «flexibilización cuantitativa verde»10 para resolver los complejos problemas socioeconómicos relacionados con una transición baja en carbono.

Confiar demasiado en los bancos centrales sería equivocado por muchas razones (Villeroy de Galhau (2019a), Weidmann (2019)). En primer lugar, puede distorsionar aún más los mercados y crear desincentivos: los instrumentos que los bancos centrales y los supervisores tienen a su disposición no pueden sustituir las muchas áreas de intervención que se necesitan para la transición a una economía mundial baja en carbono. Eso incluye a las autoridades fiscales, reguladoras y de establecimiento de normas en el mundo real y financiero, cuyas acciones deberían reforzarse mutuamente. En segundo lugar, y quizás lo más importante, corre el riesgo de sobrecargar los mandatos existentes de los bancos centrales. Es cierto que los mandatos pueden evolucionar, pero estos cambios y arreglos institucionales son cuestiones muy complejas porque requieren la construcción de nuevos equilibrios sociopolíticos, reputación y credibilidad. Aunque los mandatos de los bancos centrales han evolucionado de vez en cuando, estos cambios han tenido lugar junto con ajustes sociopolíticos más amplios, no para reemplazarlos.

Contorno

Estas consideraciones sugieren que los bancos centrales pueden ser inevitablemente conducidos a aguas desconocidas en la era del cambio climático. Si bien no pueden ni deben reemplazar a los responsables políticos, tampoco pueden quedarse quietos, ya que esto podría colocarlos en la insostenible situación de rescate climático de último recurso discutida anteriormente. Este libro parte de esta premisa analítica y plantea la siguiente pregunta: ¿cuál debería ser, entonces, el papel de los bancos centrales, reguladores y supervisores en la preservación de la estabilidad financiera11 en la era del cambio climático? Está organizado de la siguiente manera.

El capítulo 2 ofrece una visión general de cómo los riesgos relacionados con el clima amenazan las actividades socioeconómicas, lo que afecta a la capacidad futura de los bancos centrales y supervisores para cumplir sus mandatos de estabilidad monetaria y financiera. Siguiendo el viejo adagio «lo que se mide puede ser gestionado» (Carney (2015)), la tarea obvia en términos de regulación y supervisión financiera es, por lo tanto, garantizar que los riesgos relacionados con el clima se integren en el monitoreo de la estabilidad financiera y la supervisión prudencial. Sin embargo, tal tarea presenta un desafío significativo: los enfoques tradicionales para la gestión de riesgos que consisten en extrapolar datos históricos basados en supuestos de distribuciones normales son en gran medida irrelevantes para evaluar los riesgos futuros relacionados con el clima. De hecho, tanto los riesgos físicos como los de transición se caracterizan por una profunda incertidumbre, no linealidad y distribuciones de cola gorda. Como tal, la evaluación de los riesgos relacionados con el clima requiere una «ruptura epistemológica» (Bachelard (1938)) con respecto a la gestión del riesgo. De hecho, tal ruptura ha comenzado a tener lugar en la comunidad financiera, con el desarrollo de metodologías de gestión de riesgos con visión de futuro y basadas en escenarios.

El capítulo 3 evalúa las fortalezas y limitaciones metodológicas de estas metodologías. Si bien su uso por parte de las instituciones financieras y los supervisores será crítico, debe tenerse en cuenta que el análisis basado en escenarios no será suficiente para preservar la estabilidad financiera en la era del cambio climático: la profunda incertidumbre en juego y la necesidad de una transformación estructural del sistema socioeconómico mundial significan que ningún modelo o escenario único puede proporcionar información suficiente a los responsables de la toma de decisiones privados y públicos (aunque los nuevos enfoques analíticos y de modelización serán  es fundamental para abarcar los patrones inciertos y no equilibrados involucrados). En particular, los enfoques prospectivos siguen siendo muy sensibles a un amplio conjunto de parámetros inciertos que implican: i) la elección de un escenario sobre cómo interactuarán las tecnologías, las políticas, los comportamientos, las variables macroeconómicas y los patrones climáticos en el futuro; ii) la traducción de tales escenarios en métricas granulares a nivel sectorial y de empresa en un entorno en evolución en el que todas las empresas se verán afectadas de manera impredecible; y iii) la tarea de hacer coincidir la identificación de un riesgo relacionado con el clima con la acción de mitigación adecuada.

Por lo tanto, el capítulo 4 argumenta que la integración de los riesgos relacionados con el clima en la regulación prudencial y (en la medida de lo posible) en los aspectos relevantes de la política monetaria no será suficiente para proteger al sistema financiero contra los eventos del cisne verde. Para hacer frente a este desafío, se necesita una segunda ruptura epistemológica: hay un papel adicional para que los bancos centrales sean más proactivos al pedir cambios más amplios. Esto no tiene por qué amenazar los mandatos existentes. Por el contrario, pedir una acción más amplia por parte de todos los actores solo puede contribuir a preservar los mandatos existentes sobre precios y estabilidad financiera. Como tal, y basado en el enfoque transdisciplinario que se requiere para abordar el cambio climático, este libro hace cuatro proposiciones (más allá de la necesidad obvia de fijación de precios del carbono) que se consideran esenciales para preservar la estabilidad financiera en la era del cambio climático, relacionadas con: el largo plazo y las finanzas sostenibles; la coordinación entre la política fiscal verde, la regulación prudencial y la política monetaria; la coordinación y las reformas monetarias y financieras internacionales; y la integración del capital natural en los sistemas nacionales y corporativos de contabilidad. Se discuten algunos obstáculos potenciales relacionados con cada proposición.

El capítulo 5 concluye discutiendo cómo la estabilidad financiera (y de precios) y la estabilidad climática pueden considerarse como dos bienes públicos, cuyo mantenimiento dependerá cada vez más el uno del otro. Además, la necesidad de garantizar alguna forma de sostenibilidad a largo plazo se aplica cada vez más para prevenir otras degradaciones ambientales causadas por el hombre, como la pérdida de biodiversidad, y podría requerir transformaciones profundas en la gobernanza de nuestros sistemas socio ecológicos. Todo esto requiere nuevos enfoques cuantitativos y cualitativos destinados a desarrollar la resiliencia del sistema (OCDE (2019a), Schoon y van der Leeuw (2015)). En un momento en que los responsables de la formulación de políticas se enfrentan a desafíos bien conocidos de la economía política y cuando el sector privado necesita más incentivos para la transición a una economía baja en carbono, una contribución importante de los bancos centrales es enmarcar adecuadamente el debate y, por lo tanto, ayudar a promover la movilización de todos los esfuerzos para combatir el cambio climático.

2. EL CAMBIO CLIMÁTICO ES UNA AMENAZA PARA LA ESTABILIDAD FINANCIERA Y DE PRECIOS

El cambio climático es la tragedia del horizonte. No necesitamos un ejército de actuarios que nos digan que los impactos catastróficos del cambio climático se sentirán más allá de los horizontes tradicionales de la mayoría de los actores, imponiendo un costo a las generaciones futuras que la generación actual no tiene ningún incentivo directo para solucionar.

Mark Carney (2015)

2.1 El cambio climático como grave amenaza para los ecosistemas, las sociedades y las economías

A 415 partes por millón (ppm),12 la concentración de CO2 en la Tierra al 11 de mayo de 2019 era más alta que nunca en la historia de la humanidad, y muy por encima de las 270-280 ppm que habían prevalecido durante milenios hasta la Revolución Industrial (Gráfico 1, panel de la izquierda), garantizando condiciones climáticas estables en las que las sociedades humanas pudieron desarrollar la agricultura (Feynman y Ruzmaikin (2007)) y volverse más complejas (Chaisson (2014)). Las últimas décadas, en particular, han mostrado un fuerte aumento en los niveles de CO2 atmosférico, de aproximadamente 315 ppm en 1959 a 370 ppm en 1970 y 400 ppm en 2016 (panel derecho).12

Estos niveles crecientes de concentración de CO2 atmosférico, causados por la actividad humana (IPCC (2018)), principalmente la quema de combustibles fósiles (Hansen et al (2013)) pero también la deforestación y la agricultura intensiva (Ripple et al (2017)), impiden que el ciclo de enfriamiento natural de la Tierra funcione y cause el calentamiento global. El calentamiento global ya ha aumentado cerca de 1.1°C desde mediados del siglo 19. Las temperaturas están aumentando actualmente a 0.2°C por década, y las temperaturas anuales promedio se encuentran cada vez más entre las más altas jamás registradas (IPCC (2018), Masson-Delmotte y Moufouma-Okia (2019), Millar et al (2017), Ripple et al (2017)).

Las tendencias actuales están en camino de conducir a trastornos sistémicos en los ecosistemas, las sociedades y las economías (Steffen et al (2018)). El aumento continuo de las temperaturas dará lugar a múltiples impactos (IPCC (2018)) como el aumento del nivel del mar, una mayor intensidad e incidencia de tormentas, más sequías e inundaciones, y cambios rápidos en los paisajes. Por ejemplo, el nivel medio del mar aumentó 15 centímetros en el siglo 20, y la tasa de aumento está aumentando. Los impactos en los ecosistemas serán significativos, lo que podría conducir a la pérdida de especies o incluso a una extinción masiva de la vida silvestre (Ripple et al (2017)). La erosión del suelo también podría acelerarse, disminuyendo así la seguridad alimentaria y la biodiversidad (IPCC (2019)). La biodiversidad marina, los ecosistemas marinos y sus funciones ecológicas también están amenazados (Masson-Delmotte y Moufouma-Okia (2019)).

Los efectos del cambio climático pueden ser catastróficos e irreversibles para las poblaciones humanas, lo que podría conducir a un «sufrimiento incalculable», según más de 11,000 científicos (Ripple et al (2019)). El nivel del mar podría aumentar en varios metros con impactos críticos para las islas pequeñas, las zonas costeras bajas, los deltas de los ríos y muchos sistemas ecológicos de los que depende la actividad humana. Por ejemplo, el aumento de la intrusión de agua salada podría provocar grandes pérdidas agrícolas, y las inundaciones podrían dañar la infraestructura existente (MassonDelmotte y Moufouma-Okia (2019)). Un aumento del nivel del mar de dos metros provocado por el posible derretimiento de las capas de hielo podría desplazar a casi 200 millones de personas para 2100 (Bamber et al (2019)). Aún más preocupante, los períodos pasados en la historia de la Tierra indican que incluso el calentamiento de entre 1,5°C y 2°C podría ser suficiente para desencadenar el derretimiento a largo plazo del hielo en Groenlandia y la Antártida y un aumento del nivel del mar de más de 6 metros (Fischer et al (2018)).

Los seres humanos pueden tener que abandonar muchas áreas en las que actualmente logran mantener una vida, y regiones enteras en América del Sur, América Central, África, India, el sur de Asia y Australia podrían volverse inhabitables debido a una mezcla de altas temperaturas y niveles de humedad (Im et al (2017), Mora et al (2018); ver Gráfico 2). Alrededor de 500 millones de personas viven en áreas ya afectadas por la desertificación, especialmente en el sur y el este de Asia, Oriente Medio y África subsahariana, que solo estarán bajo una mayor presión socioeconómica debido al cambio climático (IPCC (2019)).

El cambio climático no es solo un riesgo futuro: en realidad ya ha comenzado a transformar la vida humana y no humana en la Tierra,13 aunque los peores impactos aún están por venir. Los rendimientos de los cultivos y el suministro de alimentos ya se ven afectados por el cambio climático en muchos lugares del mundo (Ray et al (2019)). Partes de la India están experimentando crisis crónicas graves de agua (Subramanian (2019)). Las olas de calor son cada vez más frecuentes en la mayoría de las regiones terrestres, y las olas de calor marinas están aumentando tanto en frecuencia como en duración (MassonDelmotte y Moufouma-Okia (2019)). Los fenómenos meteorológicos extremos han aumentado significativamente en los últimos 40 años (Stott (2016)). Las pérdidas a gran escala de los arrecifes de coral han comenzado a ocurrir (Hughes et al (2018)). Incluso mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 ° C podría resultar en la destrucción del 70-90% de los corales constructores de arrecifes (IPCC (2018)), de los cuales depende el 25% de toda la vida marina (Gergis (2019)).

A su vez, evitar los peores impactos del cambio climático equivale a un desafío masivo y sin precedentes para la humanidad. El planeta está produciendo cerca de 40 gigatoneladas (Gt) de CO2 por año, y está en camino de duplicarse para 2050. Deberíamos reducir las emisiones a casi cero para entonces (Gráfico 3) para cumplir con el Acuerdo de París de la ONU de 2015 (CMNUCC (2015)), que estableció el objetivo de mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 ° C y lo más cerca posible de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales (definidos como las condiciones climáticas experimentadas durante 1850-1900).

Sin embargo, el informe especial del IPCC sobre el objetivo de 1,5°C (IPCC (2018)) muestra que la brecha entre las tendencias actuales y los objetivos de reducción de emisiones establecidos por los países a través de sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), que ya eran insuficientes para limitar el calentamiento global a 2°C, se está ampliando y llevando a algún lugar entre 3°C y 4°C de calentamiento que es consistente con una vía de «Tierra de invernadero» (Steffen et al (2018)).

Los impactos en la producción económica podrían ser significativos si no se toman medidas para reducir las emisiones de carbono. Algunos modelos climático-económicos indican que se podría perder hasta una cuarta parte del PIB mundial (Burke et al (2015a)), con un impacto particularmente fuerte en Asia, aunque estas predicciones deben tomarse con cautela dada la profunda incertidumbre involucrada (como se discute en el Capítulo 3). En cualquier caso, tanto el lado de la demanda como el lado de la oferta se ven afectados (ejemplos en la Tabla 1).

Los shocks del lado de la demanda son aquellos que afectan a la demanda agregada, como la demanda e inversión de consumo privado (hogar) o público (gobierno), la inversión empresarial y el comercio internacional. Los daños climáticos podrían disminuir el consumo, y las inversiones empresariales podrían reducirse debido a la incertidumbre sobre la demanda futura y las perspectivas de crecimiento (Hallegatte (2009)). También es probable que el cambio climático interrumpa los flujos comerciales (Gassebner et al (2010)) y reduzca la riqueza de los hogares. Incluso las economías menos expuestas pueden tener amplias interacciones con los mercados mundiales y verse afectadas por choques climáticos extremos.

Los choques del lado de la oferta podrían afectar la capacidad productiva de la economía, actuando a través de los componentes de la oferta potencial: trabajo, capital físico y tecnología. Por ejemplo, las temperaturas más altas tienden a reducir la productividad de los trabajadores y los cultivos agrícolas (IPCC (2019)). Además, el cambio climático puede desencadenar movimientos masivos de población (Opitz Stapleton et al (2017)), con efectos duraderos en la dinámica del mercado laboral y el crecimiento salarial. Los choques del lado de la oferta también pueden conducir a un desvío de recursos de la inversión en capital productivo y la innovación para la adaptación al cambio climático (Batten (2018)). Los daños a los activos afectan la longevidad del capital físico a través de una mayor velocidad de depreciación del capital (Fankhauser y Tol (2005)). Incluso si las reservas de capital relevantes pudieran sobrevivir, la eficiencia podría reducirse y algunas áreas podrían tener que ser abandonadas (Batten (2018)).

Estos choques económicos pueden tener un impacto importante en el precio y la inestabilidad financiera, como se explora a continuación, respectivamente.

2.2 Los efectos redistributivos del cambio climático

El cambio climático tiene importantes efectos distributivos tanto entre los países como dentro de ellos. La distribución geográfica de los riesgos físicos potenciales provocados por el aumento de las temperaturas (gráfico 2) muestra claramente que afectan principalmente a los países pobres y de ingresos medios. Además, los riesgos de transición también podrían afectar desproporcionadamente las dotaciones naturales, las industrias tradicionales intensivas en carbono y los hábitos de consumo de los países pobres y los hogares de bajos ingresos. El costo de la mitigación y la adaptación también podría ser prohibitivo para ambos grupos.

El grado de conciencia sobre los riesgos que plantea el cambio climático también se comparte de manera desigual dentro de las sociedades, siguiendo –y a veces reforzado por– las desigualdades de riqueza e ingresos. En algunos casos, la negación ha sido una respuesta demagógica conveniente a estas cuestiones, agravada por acusaciones de intrusión en la soberanía nacional. Otra postura política popular ha sido descartar los desafíos planteados por el cambio climático como una mera preocupación de los ricos y bien protegidos. El debate con los escépticos del cambio climático es un paso legítimo y necesario para mejorar la analítica sobre estos temas al tiempo que se crean las condiciones sociopolíticas para comenzar a implementar políticas para mitigar los riesgos. Existe una literatura relativamente antigua y extensa que pide equidad y justicia social al diseñar políticas de adaptación y mitigación (por ejemplo, Adger et al (2006), Cohen et al (2013)). Todo esto requerirá una mejor comprensión de los efectos redistributivos del cambio climático, de las políticas para adaptar nuestras economías y de los costos asociados de la mitigación. Sin un mapa claro de cómo se distribuirán los costos y beneficios de las estrategias de mitigación del cambio climático, es casi seguro, como hemos estado observando en muchos casos recientes, que las reacciones políticas aumentarán contra una sociedad baja en carbono. Por lo tanto, la viabilidad sociopolítica de la lucha contra el cambio climático depende de abordar sus consecuencias distributivas.

De hecho, los enormes desafíos descritos anteriormente significan que las políticas para combatir el cambio climático serán bastante invasivas y es probable que tengan efectos colaterales significativos en nuestras sociedades y nuestros procesos de producción y consumo, con los efectos distributivos asociados. Zachmann et al (2018) realizan un estudio de las consecuencias distributivas de las políticas de mitigación y señalan que la intensidad de estos efectos depende de la elección del instrumento de política utilizado, el sector objetivo, el diseño de la intervención y el grado de desarrollo y las condiciones socioeconómicas del país. Estudian el impacto de las políticas climáticas en hogares de diferentes niveles de ingresos (bajo a alto) y evalúan las políticas que abordan el cambio climático como regresivas, proporcionadas o progresivas. Tienen en cuenta el presupuesto de los hogares y las limitaciones de riqueza (por ejemplo, su incapacidad para cambiar rápidamente a canastas de consumo de carbono más bajas, así como la inversión en casas bajas en carbono y bienes duraderos). Concluyen que los efectos distributivos regresivos de muchas políticas climáticas requieren compensar a los hogares de bajos ingresos por sus efectos negativos en los ingresos, así como ser graduales y progresivos en la introducción de tales políticas.

Dennig et al (2015) también estudian los efectos regionales y distributivos de las políticas de cambio climático. Utilizan una variante del Modelo Integrado Regional de Clima y Economía (RICE), una versión regionalmente desagregada del Modelo Integrado Dinámico de Clima y Economía (DICE), e introducen desigualdades económicas en las regiones del modelo. Su estudio confirma que los impactos del cambio climático no se distribuyen uniformemente dentro de las regiones y que las personas más pobres son más vulnerables, lo que sugiere que esto debe tenerse en cuenta al establecer el costo social del carbono. Sin embargo, mejorar el modelado de pobreza y desigualdad en la investigación climática requiere más esfuerzos, ya que los enfoques actuales son limitados, como argumentan Rao et al (2017) porque los modelos actuales no capturan bien la heterogeneidad de los hogares y la representación adecuada de los segmentos sociales pobres y vulnerables.

Por último, existe una extensa bibliografía y numerosos estudios que apuntan al impacto distributivo del cambio climático en los países pobres y a la necesidad de ampliar los mecanismos internacionales para financiar su transición y reducir su vulnerabilidad a los acontecimientos relacionados con el cambio climático con implicaciones bien conocidas para la migración masiva. Esta ha sido una parte importante de las discusiones de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP) desde su inicio. Por ejemplo, el Fondo de Adaptación se estableció en la CP 7 en 2001, pero sólo se estableció en virtud del Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y se lanzó oficialmente en 2007. El mecanismo ha girado en torno a la necesidad de que los países ricos contribuyan al costo de la adaptación por parte de los países en desarrollo. En la COP 2015 en 2009, esto resultó en la promesa de las economías avanzadas de movilizar $ 100 mil millones en ayuda para 2020. Hasta ahora, la aplicación práctica ha seguido siendo limitada.

2.3 El cambio climático como fuente de inestabilidad monetaria

Aunque este libro se centra en la estabilidad financiera, cabe señalar que es probable que los choques relacionados con el clima afecten a la política monetaria a través de choques del lado de la oferta y la demanda, y por lo tanto afecten el mandato de estabilidad de precios de los bancos centrales. En cuanto a los shocks del lado de la oferta (McKibbin et al (2017)), las presiones sobre el suministro de productos agrícolas y energía son particularmente propensas a fuertes ajustes de precios y a una mayor volatilidad. La frecuencia y la gravedad de tales eventos podrían aumentar e impactar el suministro a través de canales más o menos complejos. Todavía hay relativamente pocos estudios que analicen el impacto de los choques relacionados con el clima en la inflación, pero algunos estudios indican que los precios de los alimentos tienden a aumentar a corto plazo después de los desastres naturales y los extremos climáticos (Parker (2018), Heinen et al (2018), Debelle (2019)).

Además de estas presiones a corto plazo sobre los precios, los choques de oferta también pueden reducir la capacidad productiva de las economías. Por ejemplo, el cambio climático podría tener impactos de larga data en los rendimientos agrícolas, conducir a una escasez frecuente de recursos o a una pérdida de horas trabajadas debido a las olas de calor. Estos efectos, a su vez, pueden reducir el stock de capital físico y humano, lo que podría resultar en una reducción de la producción (Batten (2018), McKibbin et al (2017)). Pero el cambio climático también puede traducirse en choques de demanda, por ejemplo, reduciendo la riqueza y el consumo de los hogares (Batten (2018)). Las políticas de mitigación del clima también podrían afectar la inversión en algunos sectores, con varios impactos indirectos que se discutirán más a fondo en el próximo capítulo.

En resumen, los impactos del cambio climático en la inflación no están claros, en parte porque los choques climáticos de oferta y demanda pueden arrastrar la inflación y la producción en direcciones opuestas, y generar una compensación para los bancos centrales entre estabilizar la inflación y estabilizar las fluctuaciones del producto (Debelle (2019)). Además, si los riesgos relacionados con el clima terminan afectando la productividad y el crecimiento, esto puede tener implicaciones para el nivel a largo plazo de la tasa de interés real, una consideración clave en la política monetaria (Brainard (2019)).

Tradicionalmente, las respuestas de política monetaria se determinan observando su impacto en los precios y las expectativas. Si existe la presunción de que el impacto es temporal, la respuesta puede ser esperar y ver o «mirar a través» del shock, ya que no afecta los precios y las expectativas de forma permanente. Sin embargo, si el shock tiene efectos más duraderos, podría haber motivos para considerar una reacción de política para ajustar las condiciones de la demanda agregada. En el caso de los riesgos relacionados con el clima, la irreversibilidad de ciertos patrones e impactos climáticos plantea al menos tres nuevos desafíos para la política monetaria (Olovsson (2018)):

  • Si bien el uso de instrumentos cíclicos tiene como objetivo estimular o moderar la actividad en la economía durante períodos relativamente cortos, se espera que el cambio climático mantenga su trayectoria durante largos períodos de tiempo (Cœuré (2018)). Esta situación puede conducir a shocks de oferta estanflacionarios que la política monetaria puede ser incapaz de revertir por completo (Villeroy de Galhau (2019a)).
  • El cambio climático es un problema global que exige una solución global, mientras que la política monetaria parece, actualmente, difícil de coordinar entre países (Pereira da Silva (2019a)). Como tal, el caso de que un solo país o incluso una zona monetaria reaccione a los choques inflacionarios relacionados con el clima podría ser irrelevante.
  • Incluso si los bancos centrales pudieran restablecer la estabilidad de precios después de un shock inflacionario relacionado con el clima, la pregunta sigue siendo si podrían tomar medidas preventivas para protegerse ex ante contra los riesgos climáticos de cola gorda, es decir, los eventos del cisne verde (Cœuré (2018)).

No obstante, debe admitirse que los estudios sobre el impacto del cambio climático en la estabilidad monetaria se encuentran todavía en una fase temprana y que se necesita mucha más investigación. Se ha recopilado mucha más evidencia sobre los posibles impactos financieros del cambio climático, como se discute en el resto de este libro.

2.4 El cambio climático como fuente de inestabilidad financiera

A pesar de que un número creciente de partes interesadas ha reconocido los riesgos socioeconómicos planteados por el cambio climático en las últimas décadas, gran parte del sector financiero parecía permanecer despreocupado hasta hace unos años. La situación ha cambiado radicalmente en los últimos años, a medida que los impactos potencialmente disruptivos del cambio climático en el sistema financiero comenzaron a hacerse más evidentes (Carney (2015)). Como se detalla con más detalle en el capítulo 4, algunos bancos centrales, reguladores y supervisores ya están tomando medidas para integrar los riesgos relacionados con el clima en las prácticas de supervisión, y podrían seguir más en un futuro próximo. El NGFS, creado en diciembre de 2017, reconoció rápidamente que «los riesgos relacionados con el clima son una fuente de riesgo financiero. Por lo tanto, está dentro de los mandatos de los bancos centrales y supervisores garantizar que el sistema financiero sea resistente a estos riesgos» (NGFS (2018), p 3).

Hay dos canales principales14 a través de los cuales el cambio climático puede afectar la estabilidad financiera:

Los riesgos físicos son «aquellos riesgos que surgen de la interacción de los peligros relacionados con el clima […] con la vulnerabilidad de la exposición a los sistemas humanos y naturales» (Batten et al (2016)). Representan los costos económicos y las pérdidas financieras debido al aumento de la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos relacionados con el clima (por ejemplo, tormentas, inundaciones u olas de calor) y los efectos de los cambios a largo plazo en los patrones climáticos (por ejemplo, la acidificación de los océanos, el aumento del nivel del mar o los cambios en las precipitaciones). Las pérdidas incurridas por las empresas en diferentes carteras financieras (por ejemplo, préstamos, acciones, bonos) pueden hacerlas más frágiles.

La destrucción de capital y la disminución de la rentabilidad de las empresas expuestas podrían inducir una reasignación de la riqueza financiera de los hogares. Por ejemplo, el aumento del nivel del mar podría conducir a un cambio abrupto de precios de los bienes raíces (Bunten y Kahn (2014)) en algunas regiones expuestas, causando grandes efectos negativos en la riqueza que pueden pesar sobre la demanda y los precios a través de efectos de segunda ronda. Los riesgos físicos relacionados con el clima también pueden afectar la expectativa de pérdidas futuras, lo que a su vez puede afectar las preferencias de riesgo actuales. Por ejemplo, las casas expuestas al aumento del nivel del mar ya se venden con un descuento en relación con las propiedades no expuestas equivalentes a la observación equidistantes de la playa (Bernstein et al (2019)).

A medida que aumentan las catástrofes naturales en todo el mundo (Gráfico 4), las pérdidas no aseguradas (que representan el 70% de las pérdidas relacionadas con el clima (IAIS (2018)) pueden amenazar la solvencia de los hogares, las empresas y los gobiernos, y por lo tanto de las instituciones financieras. Las pérdidas aseguradas, por su parte, pueden colocar a las aseguradoras y reaseguradoras en una situación de fragilidad a medida que aumentan las reclamaciones por daños y perjuicios (Finansinspektionen (2016)). En términos más generales, los daños a los activos afectan a la longevidad del capital físico a través de una mayor velocidad de depreciación del capital (Fankhauser y Tol (2005)).

Además, las distribuciones de probabilidad de cola gorda de muchos parámetros climáticos son tales que no se puede descartar la posibilidad de valores extremos (Weitzman (2009, 2011)). Esto podría colocar a las instituciones financieras en situaciones en las que podrían no tener suficiente capital para absorber las pérdidas relacionadas con el clima. A su vez, la exposición de las instituciones financieras a riesgos físicos puede desencadenar contagios y devaluaciones de activos que se propagan por todo el sistema financiero.

Los riesgos de transición están asociados con los impactos financieros inciertos que podrían resultar de una rápida transición baja en carbono, incluidos los cambios de política, los impactos en la reputación, los avances o limitaciones tecnológicas y los cambios en las preferencias del mercado y las normas sociales. En particular, una transición rápida y ambiciosa hacia vías de reducción de emisiones significa que no se puede extraer una gran fracción de las reservas probadas de combustibles fósiles (McGlade y Elkins (2015)), convirtiéndose en «activos varados», con consecuencias potencialmente sistémicas para el sistema financiero (véase el recuadro 1). Por ejemplo, una venta de incendio arquetípica podría resultar si estos activos varados pierden valor repentinamente, «potencialmente desencadenando una crisis financiera» (Pereira da Silva (2019a)). Como dice Mark Carney: «un movimiento demasiado rápido hacia una economía baja en carbono podría dañar materialmente la estabilidad financiera. Una reevaluación al por mayor de las perspectivas, a medida que se reevalúan los riesgos relacionados con el clima, podría desestabilizar los mercados, provocar una cristalización procíclica de las pérdidas y conducir a un endurecimiento persistente de las condiciones financieras: un momento Minsky climático» (Carney (2016), p 2).

Además, el valor añadido de muchos otros sectores económicos dependientes de las empresas de combustibles fósiles probablemente se verá afectado indirectamente por los riesgos de transición (Cahen-Fourot et al (2019a,b)). Por ejemplo, la industria del automóvil puede verse fuertemente afectada a medida que evolucionan las tecnologías, los precios y las preferencias individuales. Evaluar cómo toda la cadena de valor de muchos sectores podría verse afectada por choques en el suministro de combustibles fósiles es particularmente desafiante, como se discutirá más a fondo en el próximo capítulo.

Los riesgos físicos y de transición generalmente se evalúan por separado, dada la complejidad involucrada en cada caso (como se discute en el capítulo siguiente). Sin embargo, deben entenderse como parte del mismo marco y como interconectados (Gráfico 5). Una acción fuerte e inmediata para mitigar el cambio climático aumentaría los riesgos de transición y limitaría los riesgos físicos, pero esos seguirían existiendo (ya estamos experimentando algunos de los primeros riesgos físicos del cambio climático). Por el contrario, una acción tardía y débil para mitigar el cambio climático conduciría a riesgos físicos más altos y potencialmente catastróficos, sin necesariamente eliminar por completo los riesgos de transición (por ejemplo, algunas políticas climáticas ya están en vigor y podrían venir más). Las acciones retrasadas seguidas de acciones fuertes en un intento de ponerse al día probablemente conducirían a altos riesgos físicos y de transición (no representados en el Gráfico 5).

Los riesgos físicos y de transición pueden materializarse en términos de riesgo financiero de cinco maneras principales (DG Tesoro y otros (2017)), con muchos efectos de segunda ronda y efectos indirectos entre ellos (gráfico 6):

• Riesgo de crédito: los riesgos relacionados con el clima pueden inducir, a través de la exposición directa o indirecta, un deterioro en la capacidad de los prestatarios para pagar sus deudas, lo que conduce a mayores probabilidades de incumplimiento (PD) y un mayor incumplimiento por pérdida (LGD). Además, la posible depreciación de los activos utilizados para la garantía también puede contribuir a aumentar los riesgos de crédito.

• Riesgo de mercado: En un escenario de transición abrupta (por ejemplo, con activos varados significativos), los activos financieros podrían estar sujetos a un cambio en la percepción de rentabilidad de los inversores. Esta pérdida de valor de mercado puede conducir potencialmente a ventas incendiarias, lo que podría desencadenar una crisis financiera. El concepto de valor climático en riesgo (VaR) captura este riesgo y se discutirá más a fondo en el próximo capítulo.

• Riesgo de liquidez: aunque está menos cubierto en la literatura, el riesgo de liquidez también podría afectar a bancos e instituciones financieras no bancarias. Por ejemplo, los bancos cuyo balance se vería afectado por los riesgos crediticios y de mercado podrían no poder refinanciarse a corto plazo, lo que podría provocar tensiones en el mercado de préstamos interbancarios.

• Riesgo operacional: este riesgo parece menos significativo, pero las instituciones financieras también pueden verse afectadas por su exposición directa a los riesgos relacionados con el clima. Por ejemplo, un banco cuyas oficinas o centros de datos se ven afectados por riesgos físicos podría ver afectados sus procedimientos operativos y afectar a otras instituciones a lo largo de su cadena de valor.

• Riesgo de seguro: para los sectores de seguros y reaseguros, los pagos de reclamaciones de seguros más altos de lo esperado podrían resultar de riesgos físicos, y la posible subvaloración de los nuevos productos de seguros que cubren tecnologías ecológicas podría resultar de riesgos de transición (Cleary et al (2019)).

2.5 La naturaleza prospectiva de los riesgos relacionados con el clima: hacia una nueva epistemología del riesgo

Los riesgos potencialmente sistémicos que plantea el cambio climático explican por qué a los bancos centrales, reguladores y supervisores financieros les interesa garantizar que todos los actores comprendan adecuadamente los riesgos relacionados con el clima (NGFS (2019a)). Por lo tanto, no es sorprendente que la primera recomendación hecha por el NGFS en su primer informe exhaustivo pidiera «integrar los riesgos relacionados con el clima en el monitoreo de la estabilidad financiera y la microsupervisión» (NGFS (2019a), p 4). Esta integración ayuda a garantizar que las instituciones financieras y el sistema financiero en su conjunto sean resistentes a los riesgos relacionados con el clima (NGFS (2019a)).

Además, una integración sistemática de los riesgos relacionados con el clima por parte de las instituciones financieras podría actuar como una forma de fijación de precios en la sombra sobre el carbono y, por lo tanto, ayudar a cambiar los flujos financieros hacia los activos verdes. Es decir, si los inversores integran los riesgos relacionados con el clima en su evaluación de riesgos, los activos contaminantes se volverán más costosos. Esto desencadenaría una mayor inversión en activos verdes, ayudando a impulsar la transición a una economía baja en carbono (Pereira da Silva (2019a)) y romper la tragedia del horizonte al integrar mejor los riesgos a largo plazo (Aufauvre y Bourgey (2019)). Por lo tanto, una mejor comprensión de los riesgos relacionados con el clima es un componente clave del Artículo 2.1.c del Acuerdo de París, que tiene como objetivo «financiar flujos consistentes con un camino hacia bajas emisiones de gases de efecto invernadero y un desarrollo resiliente al clima» (NGFS (2015)).

Sin embargo, la integración de los riesgos relacionados con el clima en el monitoreo de la estabilidad financiera y la supervisión prudencial presenta un desafío significativo: los enfoques tradicionales de la gestión del riesgo se basan en datos históricos y suposiciones de que los shocks se distribuyen normalmente (Dépoues et al (2019)). El concepto financiero fundamental de valor en riesgo (VaR) captura pérdidas que se pueden esperar con un nivel de confianza del 95-99% y en un horizonte relativamente a corto plazo. Los requisitos de capital también suelen calcularse (a través de DP estimados, exposición al incumplimiento y LGD estimado) en un horizonte de un año y sobre la base de calificaciones crediticias que se basan en gran medida en los registros históricos de las contrapartes.

El problema es que extrapolar las tendencias históricas solo puede conducir a precios erróneos de los riesgos relacionados con el clima, ya que estos riesgos apenas han comenzado a materializarse: los riesgos físicos empeorarán a medida que avance el calentamiento global, y los riesgos de transición son actualmente bajos dada la falta de políticas ambiciosas a escala global. Además, los riesgos relacionados con el clima generalmente se ajustan a las distribuciones de cola grasa y se concentran precisamente en el 1% no considerado por VaR. Por último, el cambio climático se caracteriza por una profunda incertidumbre: la evaluación de los riesgos físicos del cambio climático está sujeta a incertidumbres relacionadas con los propios patrones climáticos, sus impactos potencialmente de gran alcance en todos los agentes de la economía y los canales de transmisión complejos (NGFS (2019a, b)), especialmente en el contexto de las cadenas de valor globalizadas; Los riesgos de transición también están sujetos a una incertidumbre profunda o radical con respecto a cuestiones como las políticas que se implementarán (por ejemplo, la fijación de precios del carbono frente a las regulaciones de comando y control), su momento, la aparición impredecible de nuevas tecnologías bajas en carbono o los cambios en las preferencias y estilos de vida que podrían tener lugar. Todas estas cuestiones se examinan con más detalle en el capítulo 3.

Como resultado, el enfoque estándar para modelar el riesgo financiero que consiste en extrapolar valores históricos (por ejemplo, PD, precios de mercado) ya no es válido en un mundo que está fundamentalmente remodelado por el cambio climático (Weitzman (2011), Kunreuther et al (2013)). En otras palabras, los eventos de cisne verde no pueden ser capturados por la gestión de riesgos tradicional.

La situación actual puede caracterizarse como un «obstáculo epistemológico» (Bachelard (1938)). Este último se refiere a cómo los métodos científicos y los «hábitos intelectuales que eran útiles y saludables» bajo ciertas circunstancias, pueden convertirse progresivamente en problemáticos y obstaculizar la investigación científica. Los obstáculos epistemológicos no se refieren a la dificultad o complejidad inherente al objeto estudiado (por ejemplo, la medición de los riesgos relacionados con el clima) sino a la dificultad relacionada con la necesidad de redefinir el problema. Por ejemplo, como resultado de la incompatibilidad entre los enfoques de gestión de riesgos probabilísticos y retrospectivos y la naturaleza incierta y prospectiva de los riesgos relacionados con el clima, «los inversores, en esta etapa, se enfrentan a una tarea difícil para evaluar estos riesgos: por ejemplo, no existe un equivalente de calificaciones crediticias para los riesgos financieros relacionados con el clima» (Pereira da Silva (2019a)).

Como el conocimiento científico no progresa de manera continua y lineal, sino a través de una serie de saltos discontinuos con cambios en el significado de los conceptos, hoy se necesita nada menos que una ruptura epistemológica (Bachelard, 1938) o un «cambio de paradigma» (Kuhn (1962)) para superar este obstáculo y abordar más adecuadamente los riesgos relacionados con el clima (Pereira da Silva (2019a)).

De hecho, precisamente puede estar produciéndose una ruptura epistemológica en el sector financiero: las metodologías recientemente surgidas tienen como objetivo evaluar los riesgos relacionados con el clima, apoyándose en la hipótesis fundamental de que, dada la falta de datos financieros históricos relacionados con el cambio climático y la profunda incertidumbre que implica, se necesitan nuevos enfoques basados en el análisis de escenarios prospectivos.17 A diferencia de los enfoques probabilísticos para la gestión del riesgo financiero,   buscan establecer hipótesis plausibles para el futuro. Esto puede ayudar a las instituciones financieras a integrar los riesgos relacionados con el clima en sus procedimientos estratégicos y operativos (por ejemplo, con el fin de la asignación de activos, la calificación crediticia o la suscripción de seguros) y a los supervisores financieros a evaluar la vulnerabilidad de instituciones específicas o del sistema financiero en su conjunto.

Está surgiendo un consenso entre los bancos centrales, los supervisores y los profesionales involucrados en los riesgos relacionados con el clima sobre la necesidad de utilizar tales metodologías prospectivas basadas en escenarios (Batten et al (2016), DG Treasury et al (2017), TCFD (2017), NGFS (2019a), Regelink et al (2017)). Como lo muestra el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima18 (TCFD; Gráfico 7), la gestión de los riesgos relacionados con el clima a través de un enfoque prospectivo puede llevar a las instituciones financieras a probar la resiliencia de las empresas en sus carteras a las posibles materializaciones de los riesgos físicos y de transición, su impacto en los indicadores clave de rendimiento y las capacidades de adaptación de estas empresas.

Estas metodologías ya pueden estar facilitando una integración más sistemática de los riesgos relacionados con el clima en el sector financiero: algunas compañías de seguros están reevaluando su costo de asegurar el riesgo físico; algunas agencias de calificación están reevaluando cada vez más los riesgos crediticios a la luz de los crecientes riesgos relacionados con el clima; y algunos gestores de activos se están volviendo más selectivos e inclinados a comenzar a elegir activos verdes y / o deshacerse de los activos marrones en su asignación de cartera (Bernardini et al (2019), Pereira da Silva (2019a)).

Por lo tanto, es fundamental que los bancos centrales, los reguladores y los supervisores evalúen hasta qué punto estas metodologías prospectivas y basadas en escenarios pueden garantizar que el sistema financiero sea resistente a los riesgos relacionados con el clima y los eventos del cisne verde. El siguiente capítulo lleva a cabo una evaluación crítica de estas metodologías.

3. MEDICIÓN DE LOS RIESGOS RELACIONADOS CON EL CLIMA CON ENFOQUES BASADOS EN ESCENARIOS: CONOCIMIENTOS METODOLÓGICOS Y DESAFÍOS

Pensar en la incertidumbre futura en términos de múltiples futuros plausibles, en lugar de distribuciones de probabilidad, tiene implicaciones en términos de la forma en que se cuantifica o describe la incertidumbre, la forma en que se mide el rendimiento del sistema y la forma en que se desarrollan las estrategias, diseños o planes futuros.

Maier et al (2016)

En este capítulo se examinan algunos de los desafíos metodológicos a los que se enfrentan las instituciones financieras y los supervisores al realizar análisis prospectivos basados en escenarios destinados a identificar y gestionar los riesgos relacionados con el clima. Se centra en las principales cuestiones conceptuales; una discusión detallada de las características técnicas de cada metodología existente está más allá del alcance de este libro (para revisiones más exhaustivas ver, por ejemplo, Hubert et al (2018), UNEP-FI (2018a, b, 2019)). Además, nuestra discusión se centra principalmente en metodologías destinadas a medir los riesgos de transición,19 aunque se mencionan algunos desafíos relacionados con los riesgos físicos.

Nuestra conclusión clave es que, a pesar de su potencial prometedor, los análisis prospectivos no pueden superar completamente las limitaciones de los enfoques probabilísticos discutidos en el capítulo anterior y proporcionar una cobertura suficiente contra los eventos de «cisne verde». Es decir, aunque el uso generalizado de metodologías prospectivas basadas en escenarios puede ayudar a los agentes financieros y económicos a lidiar mejor con los riesgos a largo plazo que plantea el cambio climático, no será suficiente para «romper la tragedia del horizonte» e inducir un cambio significativo en la asignación de capital hacia actividades bajas en carbono. Existen dos limitaciones principales.

En primer lugar, la materialización de los riesgos físicos y de transición depende de múltiples dinámicas no lineales (naturales, tecnológicas, sociales, regulatorias y culturales, entre otras) que interactúan entre sí de manera compleja y están sujetas a una profunda incertidumbre. Los modelos climático-económicos son intrínsecamente incapaces de representar todas estas interacciones y, por lo tanto, pasan por alto muchas fuerzas sociales y políticas que influirán fuertemente en la forma en que evoluciona el mundo. Con esto en mente, los resultados de un análisis basado en escenarios deben evaluarse con mucha cautela y no pueden ser suficientes para guiar la toma de decisiones. La amplia gama de resultados relativos al valor monetario de los activos varados –uno de los riesgos de transición más destacados– son sintomáticos de la complejidad y la incertidumbre en juego (véase el recuadro 2 infra).

En particular, las complejas y múltiples interacciones entre el clima y los sistemas socioeconómicos son tales que la tarea de identificar y medir los riesgos relacionados con el clima presenta importantes desafíos metodológicos relacionados con:

  • La elección de escenarios que describan cómo las tecnologías, las políticas, los comportamientos, la dinámica macroeconómica e incluso geopolítica y los patrones climáticos pueden interactuar en el futuro (Capítulo 3.2), especialmente dadas las limitaciones intrínsecas de la mayoría de los modelos climático-económicos de equilibrio (Capítulo 3.1);
  • La traducción de esos escenarios en métricas sectoriales y corporativas granulares en un entorno en evolución en el que todas las empresas y cadenas de valor se verán afectadas de manera en gran medida impredecible (capítulo 3.3).

En segundo lugar, y más fundamentalmente, los riesgos relacionados con el clima seguirán siendo en gran medida inasegurables o no susceptibles de vigilancia mientras no se tomen medidas en todo el sistema (capítulo 3.4). A diferencia de áreas específicas donde el análisis de escenarios puede ayudar a las instituciones financieras a evitar resultados indeseables (por ejemplo, evitar el colapso de una presa para un proyecto hidroeléctrico), el análisis de escenarios relacionados con el clima no puede por sí solo permitir que una institución financiera o el sistema financiero en su conjunto eviten y resistan los eventos de «cisne verde». Por ejemplo, una institución financiera dispuesta a protegerse contra un riesgo de transición extremo (por ejemplo, un aumento repentino y brusco en la fijación de precios del carbono) en el contexto actual de políticas climáticas débiles puede simplemente ser incapaz de encontrar activos adecuados libres de riesgo climático si estos no son viables en el entorno actual (los activos y tecnologías «verdes» aún son incipientes y también presentan riesgos significativos).

La primera limitación puede resolverse parcialmente a través de mejores datos (Caldecott (2019), NGFS (2019a)) y mediante el desarrollo de nuevos modelos, en particular modelos de no equilibrio que puedan explicar mejor la no linealidad, la incertidumbre, las consideraciones de economía política y el papel del dinero y las finanzas (Mercure et al (2019), Monasterolo et al (2019)). Sin embargo, la segunda limitación es un recordatorio de que solo una transformación estructural de nuestro sistema socioeconómico global puede realmente proteger al sistema financiero contra los eventos del «cisne verde». Esto requiere posiciones epistemológicas alternativas que puedan abarcar plenamente la incertidumbre y la necesidad de transformaciones estructurales, incluso a través de enfoques más cualitativos y políticamente fundamentados (Aglietta y Espagne (2016), Chenet et al (2019a, 2019b), Ryan-Collins (2019)).

Esto no significa que el desarrollo de metodologías con visión de futuro no sea útil. Por el contrario, tanto las empresas no financieras como las financieras tendrán que confiar cada vez más en ellas para explorar sus posibles vulnerabilidades. Pero para los bancos centrales, los reguladores y los supervisores preocupados por la resiliencia del sistema en su conjunto, el desarrollo de metodologías prospectivas basadas en escenarios debe evaluarse con una postura más crítica. Al igual que un precio del carbono y otras políticas, son un paso crítico que puede llegar a ser plenamente operativo sólo si se lleva a cabo una transición en todo el sistema, como se discute más adelante en el Capítulo 4.

3.1 Modelos climático-económicos frente a la incertidumbre profunda: una visión general

El primer paso para llevar a cabo un análisis de escenarios es determinar una narrativa de cómo interactuarán los factores climáticos y socioeconómicos, de modo que puedan traducirse en un escenario sectorial y a nivel de empresa. Por ejemplo, para incorporar un shock relacionado con el clima en las metodologías de pruebas de resistencia existentes (véase Borio et al (2014)), el primer paso es evaluar cómo un shock de este tipo afectaría a la economía (por ejemplo, a través de variables como el PIB o las tasas de interés), lo que a su vez se traduce en impactos en el sistema financiero. En el caso de los riesgos de transición, algunos elementos críticos de la narrativa de un escenario se refieren a:

− Qué objetivo climático se busca: a partir de hoy, la mayoría de los escenarios de transición se basan en limitar el calentamiento global a 2°C por encima de las temperaturas preindustriales para 2100, pero pueden surgir más escenarios basados en un límite de 1,5°C, ya que este último objetivo se entiende cada vez más como el límite superior más «aceptable» (por ejemplo, IPCC (2018));

− Cuando se inician las medidas de mitigación (por ejemplo, de forma inmediata y relativamente fluida, o con retraso y de forma más abrupta) y en qué horizonte temporal tienen lugar;

− Qué tipo de «shock» se aplica: por ejemplo, un shock de política (como un impuesto al carbono, pero también se pueden utilizar otras regulaciones) o un shock tecnológico (por ejemplo, un avance tecnológico que conduce a la disminución del costo de la energía renovable, o, por el contrario, una situación en la que la sustitución entre tecnologías intensivas en carbono y bajas en carbono es limitada).

Estos insumos iniciales pueden traducirse en productos macroeconómicos y/o sectoriales. Para ello, la mayoría de las metodologías se basan en modelos climático-económicos como los Modelos Integrados de Evaluación (IAM). Por ejemplo, los respectivos escenarios de transición de Oliver Wyman (2019) y Carbon Delta (2019)21 aplican datos de IAM como REMIND22, GCAM23 e IMAGE24, y Battiston (2019) se basa en IAM para realizar pruebas de estrés climático en todo el sistema.

Los IAM cubren una amplia gama de enfoques metodológicos y desagregación sectorial y regional, pero en su núcleo generalmente combinan un módulo de ciencia climática que vincula las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) con el aumento de la temperatura, y un módulo económico que vincula los aumentos de las temperaturas con los resultados económicos y políticos. Algunas variables clave sirven para vincular los módulos climáticos y económicos, tales como: la acumulación de GEI en la atmósfera; la evolución de las temperaturas medias; una medida del bienestar (PIB); una función de daños que vincula el aumento de las temperaturas globales con las pérdidas del PIB; y una función de costos generada por las políticas destinadas a reducir las emisiones de GEI (por ejemplo, un impuesto al carbono).

Aunque los IAM son utilizados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas25 para explorar algunas de las relaciones entre la sociedad y el mundo natural, sus limitaciones con respecto a la modelización económica son cada vez más reconocidas. En particular, las suposiciones críticas sobre las funciones de daño (impactos del cambio climático en la economía) y las tasas de descuento (cómo ajustar el riesgo relacionado con el clima) han sido objeto de numerosos debates (Ackerman et al (2009), Pindyck (2013), Stern (2016)), como se discute más adelante. Otras limitaciones mencionadas a menudo incluyen: la ausencia de una evolución endógena de las estructuras de producción26 (Acemoğlu et al (2012, 2015), Pottier et al (2014)); la elección de modelos de equilibrio general con supuestos poco realistas sobre el buen funcionamiento de los mercados de capitales y las expectativas racionales (Keen (2019)); el énfasis en las transiciones relativamente suaves a una economía baja en carbono y el rápido retorno al estado estacionario después de un choque climático (Campiglio et al (2018)); y la supresión del papel crítico de los mercados financieros (Espagne (2018); Mercure et al (2019)).

Por todas estas razones, se reconoce cada vez más que «los modelos macroeconómicos actuales pueden no ser capaces de predecir con precisión el impacto económico y financiero del cambio climático» (NGFS (2019a, p 4), Weyant (2017)). Esto no significa que las IAM y los modelos climático-económicos en general no sean útiles para fines específicos y en condiciones específicas (Espagne (2018)). En particular, una nueva ola de modelos que abarcan la incertidumbre y la complejidad parece ser más capaz de explicar la heterogeneidad y las no linealidades, así como los efectos en cascada, la dependencia de la trayectoria de las políticas y las interacciones entre la dinámica macroeconómica y financiera (véase Dafermos et al (2017), Espagne (2017), Mercure et al (2019), Monasterolo et al (2019)). La comunidad de bancos centrales podría beneficiarse de la exploración de estos nuevos enfoques de modelización, como se analiza en el Capítulo 3.5.

Sin embargo, la profunda incertidumbre relacionada con los riesgos físicos y de transición significa que tanto el enfoque neoclásico de la mayoría de los IAM como los enfoques alternativos, como los modelos basados en la demanda y los modelos de no equilibrio, seguirán siendo incapaces de capturar muchas fuerzas desencadenadas por el cambio climático. Un corolario es que los resultados de tales modelos deben ser interpretados con cautela tanto por los profesionales financieros como por los reguladores y supervisores financieros. Algunas de las principales fuentes de incertidumbre con respecto a los riesgos físicos y de transición relacionados con el clima se describen a continuación y se detallan con más detalle en los anexos 1 y 2.

Con respecto a los riesgos físicos (véase el anexo 1), algunas de las principales fuentes de incertidumbre de la modelización se refieren a las siguientes características:

− Existe una profunda incertidumbre con respecto a los procesos biogeoquímicos potencialmente desencadenados por el cambio climático. Los científicos del clima han demostrado no solo que los puntos de inflexión existen, sino que siguen siendo difíciles de estimar con precisión, sino que también podrían generar cascadas de vuelco en otros procesos biogeoquímicos, como se muestra en el Gráfico 8 a continuación. Ahora aumenta la evidencia de que los puntos de inflexión en el sistema de la Tierra, como la pérdida de la selva amazónica o la capa de hielo de la Antártida Occidental, podrían ocurrir más rápidamente de lo que se pensaba (Lenton et al (2019));

− Los impactos de tales procesos biogeoquímicos en los sistemas socioeconómicos pueden ser altamente no lineales, lo que significa que pequeños cambios en una parte del sistema pueden conducir a grandes cambios en otras partes del sistema (Smith (2014)) y a dinámicas caóticas que se vuelven imposibles de modelar con altos niveles de confianza. Por ejemplo, parece que el cambio climático afectará principalmente a las economías en desarrollo, lo que podría aumentar la desigualdad global (Diffenbaugh y Burke (2019)) y generar migraciones masivas y conflictos (Abel et al (2019), Bamber et al (2019), Kelley et al (2015)). Estos podrían tener implicaciones importantes para el desarrollo en todo el mundo (Consejo de Derechos Humanos (2019)), pero su probabilidad de ocurrencia y grados de impacto siguen siendo en gran medida imposibles de integrar adecuadamente en los modelos existentes. Sin embargo, las economías avanzadas tampoco están exentas de impactos significativos. Por ejemplo, Dantec y Roux (2019) evalúan cómo el cambio climático puede afectar a diferentes territorios franceses y demandan múltiples estrategias de adaptación en áreas como la planificación urbana, la gestión del agua o las prácticas agrícolas;

− A la luz de estas consideraciones, se ha argumentado que las funciones de daño utilizadas por los IAM no pueden explicar los riesgos de cola relacionados con el cambio climático (Calel et al (2015)), y en algunos casos conducen estudios para sugerir escenarios de calentamiento «óptimos» que en realidad corresponderían a condiciones catastróficas para el futuro de la vida humana y no humana en la Tierra:   por ejemplo, mientras que los modeladores de DICE (Dynamic Integrated Climate-Economy) encuentran que un calentamiento de 6 ° C en el siglo 22 significaría una disminución de menos del 0,1% anual en el PIB durante los próximos 130 años, en la práctica tal aumento de las temperaturas globales podría significar la extinción de una gran parte de la humanidad (Keen (2019)). Del mismo modo, el costo social del carbono (que suma en términos monetarios todos los costos y beneficios de agregar una tonelada adicional de CO2) y la elección de una tasa de descuento de daños futuros pueden proporcionar «casi cualquier resultado que uno desee» (Pindyck (2013, p 5)) y conducir a resultados y recomendaciones de políticas que son «extremadamente engañosas» (Stern (2016)). Los modeladores climáticos suelen aceptar la incertidumbre mostrando la gran gama de resultados que pueden resultar de un evento o patrón específico (por ejemplo, una concentración atmosférica específica de CO2 puede traducirse en diferentes aumentos en la temperatura global y diferentes aumentos del nivel del mar, con los respectivos intervalos de confianza), pero esta dimensión tiende a perderse en los modelos climático-económicos basados en el análisis beneficio-costo (Giampietro et al (2013),   Martin y Pindyck (2015)).

Con respecto a los riesgos de transición (véase el anexo 2), una de las principales fuentes de incertidumbre de la modelización se relaciona con el uso general de los precios del carbono en toda la economía como sustituto de la política climática en las IAM. Esta suposición tiende a pasar por alto muchas fuerzas sociales y políticas que pueden influir en la forma en que evoluciona el mundo, como lo reconoce el propio IPCC (IPCC (2014, p 422)). Como muestra la historia de la energía y los sistemas sociales (Bonneuil y Fressoz (2016), Global Energy Assessment (2012), Pearson y Foxon (2012), Smil (2010, 2017a)), la evolución de los usos de la energía primaria está profundamente influenciada por factores estructurales y requiere profundas transformaciones de los sistemas socioeconómicos existentes (Gráfico 9, panel de la izquierda). Las transformaciones pasadas han respondido a una variedad de estímulos, incluidos los precios relativos, pero también a muchas otras consideraciones, como las geopolíticas (por ejemplo, la elección de la energía nuclear por parte de ciertos países para garantizar la independencia energética) e institucionales (por ejemplo, las políticas proactivas que apoyan la expansión urbana y su dependencia automotriz relacionada). Los intentos de revertir estas inercias a través de mecanismos de fijación de precios por sí solos podrían ser insuficientes.

Además, todas las principales transiciones energéticas en el pasado (Gráfico 9, panel de la derecha) han tomado la forma de adiciones de energía en términos absolutos (Gráfico 9, panel de la izquierda). Es decir, eran adiciones energéticas más que transiciones energéticas. Por ejemplo, la biomasa (en verde) ha disminuido en términos relativos, pero no en términos absolutos. Esto pone de relieve la aleccionadora realidad de que lograr una transición baja en carbono de una manera fluida representa un desafío sin precedentes con implicaciones en todo el sistema. Con esto en mente, estimar el costo social del carbono con confianza es aún más difícil «debido a las considerables incertidumbres […] y [resultados que] dependen de un gran número de supuestos normativos y empíricos que no se conocen con certeza» (IPCC (2007, p 173)).

Para explicar esta complejidad, los enfoques transdisciplinarios en torno a conceptos como los sistemas sociotécnicos y las transiciones (Geels et al (2017)) parecen más apropiados para abarcar las múltiples dimensiones involucradas en cualquier transición de mitigación del cambio climático (Recuadro 3). Estos enfoques se refieren a «comprender los mecanismos a través de los cuales los sistemas socioeconómicos, biológicos y tecnológicos se adaptan a los cambios en sus entornos internos o externos» (Lawhon y Murphy (2011, pp 356-7)). En particular, los académicos de transición sociotécnica proporcionan un marco para enfoques cualitativos y cuantitativos más sofisticados de tres parámetros que son esenciales para una transición baja en carbono: nichos tecnológicos, régimen sociotécnico y panorama sociotécnico (Gráfico 10).

En definitiva, los riesgos físicos y de transición del cambio climático están sujetos a múltiples fuerzas (naturales, tecnológicas, sociales, regulatorias y culturales, entre otras) que interactúan entre sí y están sujetas a incertidumbre, irreversibilidad, no linealidad y distribuciones de cola gorda. Además, los riesgos físicos y de transición interactuarán cada vez más entre sí, lo que podría generar nuevos efectos en cascada que aún no se han contabilizado (anexo 3).

En el resto de este capítulo, discutimos cómo ir más allá de las limitaciones de los modelos climático-económicos como se discutió anteriormente para evaluar mejor los riesgos relacionados con el clima, especialmente con respecto a: (i) la elección de escenarios con respecto a cómo las tecnologías, las políticas, los comportamientos y la dinámica macroeconómica, e incluso geopolítica, interactuarán en el futuro (Capítulo 3.2); ii) la traducción de esos escenarios en métricas sectoriales y corporativas granulares en un entorno en evolución en el que todas las empresas y cadenas de valor se verán afectadas de manera impredecible (capítulo 3.3); y iii) la correspondencia de las evaluaciones de riesgos relacionadas con el clima con la adopción de decisiones financieras apropiadas (capítulo 3.4). Una conclusión clave es que se necesitan enfoques alternativos para abarcar plenamente la incertidumbre y la necesidad de transformación estructural en juego (capítulo 3.5).

3.2 Incertidumbres relacionadas con el clima y la elección de escenarios

Los enfoques prospectivos que se construyen alrededor de un IAM inevitablemente heredan todas las limitaciones de los modelos climático-económicos mencionados en el capítulo anterior. Aquí nos centramos principalmente en las incertidumbres tecnológicas, dada la dificultad de contabilizar las otras fuentes de incertidumbre discutidas anteriormente (por ejemplo, las incertidumbres de la economía política internacional asociadas con la transición). Cabe señalar también que algunos proveedores de metodologías no se basan en IAM, sino más bien en modelos «basados en la tecnología». Por ejemplo, el ET Risk Project,28 desarrollado por un consorcio de partes interesadas, utiliza escenarios proporcionados por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y los adapta en función de análisis de mercado ascendentes. La AIE produce escenarios sobre el desarrollo de tecnologías energéticas y las inversiones necesarias para ampliarlas bajo diferentes vías climáticas y vías de política (regulaciones, fijación de precios del carbono, etc.).29 Por ejemplo, el informe Energy Technology Perspectives (ETP) 2017 de la AIE (Gráfico 11) busca ofrecer un «análisis rico en tecnología y ascendente del sistema energético global» (IEA (2017)).

Ya sea que se basen en IAM o modelos «basados en tecnología», es fundamental evaluar qué opciones informan la vía tecnológica seleccionada (por ejemplo, desarrollo de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CAC), energía nuclear, precio de la energía renovable, ganancias obtenidas de la eficiencia energética, etc.), ya que determinan fuertemente qué sectores y empresas podrían beneficiarse de ella. Sin embargo, la representación de las tasas de difusión de tecnologías limpias en los modelos de sistemas energéticos está inherentemente sujeta a mucha incertidumbre (Barreto y Kemp (2008)). Algunos escenarios se basan en el rápido desarrollo de las tecnologías existentes para responder a la creciente demanda de energía (por ejemplo, IEA (2017)), mientras que otros se centran en la reducción potencial de la demanda de energía que se logrará a través de la eficiencia energética y la modificación de los comportamientos existentes (por ejemplo, Negawatt (2018)). Otros escenarios basados en la tecnología incluyen el escenario de transición rápida de BP, el escenario REmap de IRENA, el escenario de revolución energética avanzada de Greenpeace (para una revisión exhaustiva de los escenarios, véase Colin et al (2019), The Shift Project e IFPEN (2019)) o, con un enfoque diferente, la Iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia.

Una fuente importante de incertidumbre tecnológica tiene que ver con el papel asignado a las emisiones negativas y a las tecnologías de CAC.31 Su importancia relativa varía ampliamente entre los modelos: en un subconjunto de escenarios de 2 ° C, entre 400 y 1.600 gigatoneladas de dióxido de carbono (GtCO2) pueden compensarse a través de emisiones negativas y CAC, correspondientes a 10-40 años de emisiones actuales (Carbon Brief (2018)). Esto aumenta el tamaño del presupuesto de carbono restante entre un 72 y un 290%, en comparación con escenarios en los que no se producen emisiones negativas y CAC. En la práctica, sin embargo, existe una incertidumbre significativa con respecto a las tecnologías de CAC debido a las limitaciones tecnológicas, los costos potencialmente altos y los riesgos ambientales y para la salud (IPCC (2014)).

Como resultado, un escenario con un gran papel para las emisiones negativas y la CAC reducirá naturalmente la cantidad de activos que están varados (por ejemplo, el modelo GCAM en el gráfico a continuación, para un escenario de 2 ° C), mientras que un escenario con menos espacio para emisiones negativas requerirá un desarrollo más masivo de energías renovables (como en el MENSAJE,   Modelos REMIND y WITCH) o mejoras considerables en la eficiencia energética (como en IMAGE). Esto significa que los impactos financieros de una cartera financiera específica serán completamente diferentes dependiendo del escenario elegido.

En parte como resultado de estas fuentes de incertidumbre tecnológica, el volumen de inversiones necesarias (un elemento crítico para evaluar el riesgo y las oportunidades relacionadas con una transición baja en carbono) puede variar significativamente. La encuesta de seis modelos que estiman el promedio anual adicional de inversiones relacionadas con la energía necesarias para limitar el calentamiento global a 1.5 ° C (durante el período 2016 a 2050, en comparación con la línea de base) encuentra variaciones significativas, con valores que van desde $ 150 mil millones ($ 2010) a $ 1,700 mil millones ($ 2010). Las inversiones totales (es decir, no solo las adicionales) en energía baja en carbono también varían mucho, de $ 0.8 billones ($ 2010) a $ 2.9 billones ($ 2010; IPCC (2018, p 153)). Las inversiones necesarias estimadas varían incluso en horizontes temporales más cortos. Por ejemplo, las inversiones globales necesarias en infraestructura sostenible para el período 2015-30 oscilan entre menos de $ 20 billones y cerca de $ 100 billones (Bhattacharya et al (2016, p 27)).

Estas estimaciones dependen significativamente de los supuestos iniciales y las opciones metodológicas. Por ejemplo, en MESSAGE (el núcleo energético del marco IAM 32 de IIASA), las inversiones en reducción de emisiones se producen en las regiones de los modelos y en el momento en que son más baratas de implementar (asumiendo una flexibilidad temporal y espacial completa), basadas en los supuestos de costos de 10 tecnologías de generación representativas (Zhou et al (2019)). En contraste, el proyecto Nueva Economía Climática estima las inversiones necesarias en infraestructura mediante el uso de tecnologías y patrones de inversión existentes, asumiendo una tasa de crecimiento exógena del 3% y sin ganancias de productividad (Bhattacharya et al (2016)). Otros supuestos también son críticos, por ejemplo, las inversiones del lado de la oferta podrían reducirse hasta en un 50% según algunos estudios si se implementan políticas sólidas para limitar el crecimiento de la demanda de energía (Grubler et al (2018), en IPCC (2018)).

Por lo tanto, los escenarios «deben considerarse ilustrativos y exploratorios, en lugar de definitivos […]. Es importante recordar que los escenarios representan caminos futuros plausibles bajo incertidumbre. Los escenarios no están asociados con probabilidades, ni representan un conjunto colectivamente exhaustivo de resultados potenciales o pronósticos reales» (Trucost ESG Analysis (2019, p 39)). Sus «resultados están sujetos a un alto grado de incertidumbre» (Zhou et al (2019, p 3)) y no se les pueden asignar probabilidades de ocurrencia, es decir, deben ser evaluados con extrema precaución por los supervisores financieros involucrados en el monitoreo de la estabilidad financiera.

3.3 Traducir un escenario climático-económico en evaluaciones de riesgos a nivel sectorial y empresarial

Para incorporar los riesgos relacionados con el clima en los procedimientos de gestión de riesgos y el seguimiento de la estabilidad financiera de las instituciones financieras, el principal desafío para determinar un escenario razonable consiste en traducirlo en métricas granulares a nivel sectorial (véase el recuadro 4 infra) y de empresa. Una evaluación a nivel de empresa es fundamental, ya que puede distinguir cómo las empresas con una exposición similar a escenarios climáticos tienen diferentes capacidades de adaptación, lo que las hace más o menos vulnerables. De hecho, la vulnerabilidad climática de una empresa no depende solo de su exposición a los riesgos relacionados con el clima (que pueden ser relativamente similares para diferentes empresas del mismo sector), sino también de su sensibilidad y su capacidad de adaptación a un escenario específico (por ejemplo, su capacidad para desarrollar nuevas tecnologías bajas en carbono en respuesta a los riesgos relacionados con el clima, o para pasar por costos adicionales a sus proveedores o clientes). Por ejemplo, dos compañías de petróleo y gas pueden caer bajo la misma clasificación de la industria, pero estar expuestas a riesgos de transición de maneras muy diferentes, dependiendo de factores como la probabilidad de poseer activos varados (como se discutió anteriormente) o su grado de diversificación hacia la energía renovable.

La mitigación y adaptación al cambio climático también brinda oportunidades relacionadas con el desarrollo de tecnologías bajas en carbono y políticas respetuosas con el clima (véase el gráfico 13), que son capturadas por varias metodologías de evaluación de riesgos relacionadas con el clima (por ejemplo, Mercer, Oliver Wyman y Carbon Delta). UNEP-FI (2019) estima que las ganancias generadas por un universo de 30,000 empresas en la transición a un mundo de 2 ° C podrían ascender a $ 2.1 billones, aunque este número debe tomarse con cautela dadas las muchas fuentes de incertidumbre discutidas anteriormente. Por lo tanto, es importante evaluar cómo los riesgos y oportunidades relacionados con el clima afectarán los indicadores clave de rendimiento (KPI) específicos de una empresa, como sus costos de ventas, operativos y de mantenimiento, gastos de capital, gastos de I + D y posible deterioro de activos fijos.

Una de las principales dificultades en esta etapa es determinar cómo una empresa está expuesta a los riesgos relacionados con el clima a lo largo de su cadena de valor. Una empresa puede estar expuesta a estos riesgos a través de: (i) emisiones directas, llamadas de «alcance 1» (particularmente importantes en sectores como la minería, la aviación o la industria química); ii) las emisiones indirectas, denominadas de «alcance 2», resultantes de la energía comprada (por ejemplo, bienes raíces o industrias intensivas en energía); y iii) otras emisiones indirectas relacionadas con toda su cadena de valor ascendente y descendente, las denominadas emisiones de «alcance 3».35 Un ejemplo de ello es la industria del automóvil, donde la exposición principal no radica tanto en las propias emisiones del sector (alcance 1) o sus fuentes de energía (alcance 2), sino en la combustión de carbono por parte de los usuarios finales (alcance 3). Para los edificios, las emisiones de alcance 3 son dos veces más altas que las emisiones directas (Hertwich y Wood (2018)). Esto no quiere decir que las emisiones relacionadas con los ámbitos 1, 2 y 3 sean suficientes para evaluar la exposición de una empresa. Por ejemplo, una empresa con altas emisiones hoy en día podría descarbonizarse y aprovechar muchas oportunidades bajo caminos de transición específicos. Aun así, centrarse en los alcances 1, 2 y 3 significa que una evaluación integral del riesgo debe considerar las vulnerabilidades potenciales a lo largo de toda la cadena de valor.

La evaluación de la exposición de una empresa a sus emisiones de alcance 1, 2 y 3 y su traducción en métricas de riesgo pueden llevarse a cabo de manera cuantitativa o cualitativa. El modelo de prueba de resistencia PACTA,36 basado en vías tecnológicas de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) hasta 2050 compatibles con un escenario climático específico (por ejemplo, un aumento de las temperaturas de 2 °C o 1,75 °C) y en bases de datos propietarias que incluyen planes de inversión existentes a nivel de empresa, determina cómo cada empresa dentro de sectores específicos puede alinearse o desalinearse con el escenario. Esta información informa a una herramienta de prueba de estrés retrasada que calcula los shocks en función de los flujos de efectivo alternativos, descontados en un modelo de valoración o riesgo de crédito. La evaluación de la materialidad del riesgo por sector es una dimensión clave de esta metodología, que implica consideraciones tecnológicas, de mercado y de política.

Otra metodología, desarrollada por Carbon Delta (2019), procede desglosando el compromiso de reducción de emisiones de cada país (como lo indica su Contribución Determinada a Nivel Nacional, o NDC) en objetivos a nivel sectorial, y luego asignando cantidades de reducción de emisiones a las instalaciones de producción de una empresa en función de su perfil de emisiones dentro de cada sector, utilizando una base de datos de ubicación de activos patentada. Los costos relativos a la transición se obtienen multiplicando la cantidad de reducción de GEI requerida por el precio por tonelada de dióxido de carbono (tCO2) obtenido a través de IAM para el escenario bajo análisis (por ejemplo, para un aumento de temperaturas de 3°C, 2°C y 1,5°C). Para estimar los ingresos que cada empresa podría obtener de una transición baja en carbono, Carbon Delta (2019) utiliza una base de datos que cubre millones de patentes bajas en carbono otorgadas por autoridades de todo el mundo, y una evaluación cualitativa de cada cartera de patentes bajas en carbono como un indicador de la capacidad de adaptación de las empresas.

Otros enfoques se basan más ampliamente en juicios cualitativos sobre la capacidad de adaptación de las empresas en cada sector. Por ejemplo, Oliver Wyman (2019) recurre a los juicios de expertos para pronosticar cómo las empresas específicas de la cartera pueden adaptarse a los riesgos relacionados con el clima, aunque también incluye herramientas cuantitativas para estimar los impactos de los escenarios en los precios, volúmenes, costos, deterioro y gastos de capital de las contrapartes. La evaluación ascendente de Carbone 4 (2016) considera las capacidades de adaptación de las empresas a una transición baja en carbono, basándose en una combinación de indicadores cualitativos y cuantitativos, como las inversiones realizadas en I + D y los objetivos de reducción de CO2 de la empresa relacionados con sus emisiones de alcance 1, 2 y 3. Allianz Global Investor integra cualitativamente consideraciones tecnológicas, regulatorias y físicas en sus procedimientos de asignación de activos (IIGCC (2018)).

También han surgido otros enfoques para tener en cuenta mejor las exposiciones indirectas a los riesgos relacionados con el clima, sin depender necesariamente de los ámbitos 1, 2 y 3. Por ejemplo, Battiston et al (2017) clasifican las actividades económicas en seis sectores (combustibles fósiles, servicios públicos, intensivos en energía, transporte, vivienda y finanzas) y veinte subsectores en función de su vulnerabilidad relativa a los riesgos de transición climática (en función de sus emisiones). Además, trazan un mapa de la exposición de las instituciones financieras (a través del capital y la deuda) a estos diferentes sectores, lo que les permite capturar los posibles efectos en cadena dentro de las redes financieras. Al aplicar un shock sectorial (por ejemplo, un impuesto al carbono), las empresas de sectores que no han adaptado su modelo de negocio a la transición energética se enfrentan a mayores costes y reducción de los ingresos, mientras que las empresas que han invertido en tecnologías alternativas pueden aumentar sus beneficios. Esta metodología se puede aplicar al sistema financiero en su conjunto o a instituciones financieras específicas (Battiston et al (2017)), y a diferentes clases de activos como acciones, bonos corporativos y soberanos (Battiston y Monasterolo (2019)), al tiempo que captura los efectos de segunda ronda relacionados con la tenencia de activos financieros.

Otra forma de estimar las exposiciones indirectas es observar las redes de producción, como sugieren Cahen-Fourot et al (2019a, b). Utilizando tablas de insumo-producto para 10 economías europeas y basadas en el valor monetario de las existencias de capital productivo (Cahen-Fourot et al (2019b)), los autores buscan proporcionar una perspectiva sistémica sobre cómo la reducción de la producción en un sector puede caer en cascada a las existencias físicas que apoyan el resto de la actividad económica a través de cadenas de intercambio intermedio. Es decir, a medida que los insumos físicos dejan de fluir de un sector a otro, más sectores a lo largo de las cadenas de valor también se ven afectados. Por ejemplo, el sector de las minas y canteras (incluida la extracción de combustibles fósiles), aunque representa una proporción relativamente baja del valor añadido, tiende a proporcionar insumos cruciales para muchas otras actividades económicas posteriores, como la construcción, la electricidad y el gas, el coque y los productos refinados del petróleo o el transporte terrestre; a su vez, estos sectores son críticos para el correcto funcionamiento de la administración pública, maquinaria y equipo y actividades inmobiliarias; y así sucesivamente. En resumen, varar un activo en un sector específico puede desencadenar una «cascada de activos varados» que afecta a muchos otros sectores de la economía.

Si bien estos dos enfoques aportan información crítica sobre la interconexión entre los sectores y los posibles canales de transmisión de las perturbaciones de transición y podrían beneficiarse enormemente de su combinación (véase el gráfico 14), su aplicación a escenarios futuros no está exenta de desafíos. De hecho, no se puede suponer que confiar en las clasificaciones e interconexiones sectoriales existentes sirva como un buen indicador de la interconexión futura, dada la necesidad de cambiar las estructuras productivas mismas de la economía. En este sentido, probablemente estén más adaptados a la realización de una prueba de estrés climático con un horizonte relativamente cortoplacista (asumiendo una cartera estática) que como una herramienta para ser utilizada por las instituciones financieras en un entorno dinámico.

Independientemente del enfoque elegido, algunas fuentes críticas de incertidumbre a tener en cuenta al realizar evaluaciones de riesgos prospectivas se refieren a la capacidad de predecir:

− El desarrollo y la difusión de nuevas tecnologías: A medida que aparecen y amplían nuevas tecnologías que aún no existen o que aún no están muy extendidas, pueden remodelar las estructuras de mercado existentes de manera impredecible. Por ejemplo, la distribución mayorista en línea habría sido impredecible hace unas décadas. Con esto en mente, es difícil predecir cómo se desempeñará una empresa específica en un nuevo entorno que estará determinado no solo por su propia estrategia sino también por múltiples elementos en su cadena de valor;

− El poder de mercado de cada empresa: En respuesta a las regulaciones climáticas, algunas empresas pueden compensar un aumento en los costos operativos a través de sus clientes (aumentando los precios finales) o proveedores (disminuyendo los precios de compra), mientras que otras pueden no tener este poder de mercado. Por ejemplo, después de la introducción del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE) de la UE en 2005, algunos generadores de electricidad pudieron pasar por más del 100% del aumento de costos a los consumidores (UNEP-FI (2019)). Determinar la posición y el poder de mercado de cada empresa y su capacidad de transferencia relacionada en un entorno dinámico sigue siendo una tarea considerable. Algunas metodologías (por ejemplo, Oliver Wyman) tienen como objetivo evaluar la capacidad de las empresas para soportar una disminución de la demanda debido a posibles sustituciones de productos y transferencia de costos (basadas, entre otras cosas, en la elasticidad precio estimada de la demanda); otros examinan la capacidad de adaptación de las empresas sobre la base del desarrollo potencial de tecnologías hipocarbónicas y de reducción de emisiones (por ejemplo, Carbone 4; Riesgo ET).

− La exposición a riesgos de responsabilidad que aún no han surgido: Las metodologías existentes se centran en los riesgos físicos y de transición, pero los riesgos de responsabilidad37 pueden ser cada vez más importantes en el futuro. Un ejemplo de ello es PG&E (Baker y Roston (2019), Gold (2019)), el propietario de la empresa eléctrica más grande de California, que se declaró en bancarrota a principios de 2019 después de que las víctimas de incendios forestales demandaron a la compañía por no ajustar su red a los riesgos planteados por las condiciones climáticas cada vez más secas. También se están llevando a cabo varias acciones legales contra compañías de energía y petróleo y gas (por ejemplo, Drugmand (2019)), a menudo presentadas por ciudades u organizaciones de la sociedad civil que buscan una compensación por desastres relacionados con el clima o el incumplimiento de sus planes de negocios con el Acuerdo de París (Mark (2018)). Estos ejemplos muestran cómo en el futuro, las empresas pueden estar expuestas no solo a los riesgos físicos y de transición del cambio climático, sino también a los riesgos legales. Sin embargo, la evaluación de los riesgos de responsabilidad es un desafío importante no solo debido a su incertidumbre inherente (por ejemplo, predecir qué demandas se desencadenarán por eventos inciertos futuros), sino también debido a las variaciones en el marco legal de cada jurisdicción. Por ejemplo, en algunas jurisdicciones el gobierno actúa como reasegurador «de último recurso» en caso de desastres naturales; en este caso, los riesgos terminan siendo asumidos por el gobierno en lugar de la empresa o aseguradora.

En general, los resultados proporcionados por cada metodología son, por lo tanto, muy sensibles a las formas en que representan escenarios específicos y cómo los traducen en métricas corporativas estáticas o dinámicas que tienen en cuenta las emisiones de alcance 1, 2 y 3. Aunque la falta de datos se invoca común y correctamente como una barrera para el desarrollo de la evaluación de riesgos relacionada con el clima, también es importante enfatizar que cerrar la brecha de datos no «resolverá» completamente las fuentes de incertidumbre discutidas anteriormente.

3.4 De la identificación del riesgo relacionado con el clima a una evaluación exhaustiva del riesgo financiero

Una vez que un escenario se ha traducido en métricas específicas a nivel de empresa o sector, sigue existiendo la difícil tarea de integrar dicho análisis en los procedimientos internos de gestión de riesgos de una institución financiera / las prácticas de un supervisor. En este sentido, algunas metodologías proporcionan un cuadro de mando o calificación de riesgo climático y estimaciones del impacto de carbono de una cartera (por ejemplo, Carbone 4). Otras metodologías tienen como objetivo calcular el impacto específico en la fijación de precios de los activos o los riesgos crediticios, por ejemplo, a través del concepto de valor climático en riesgo (VaR climático), que compara un escenario de desastre climático con un escenario de referencia. Por ejemplo, Carbon Delta estima los flujos de efectivo futuros generados por cada empresa y los descuenta para medir los valores actuales que pueden informar los modelos de riesgo de crédito (por ejemplo, un modelo de Merton).

Independientemente del método elegido, se deben tener en cuenta al menos tres desafíos metodológicos principales al realizar dicho ejercicio.

En primer lugar, es posible que los inversores vean los riesgos a largo plazo que plantea el cambio climático, mientras permanecen expuestos a los combustibles fósiles a corto plazo (Christophers (2019)), especialmente si creen que no se implementarán regulaciones estrictas en el corto plazo. La identificación del riesgo es una cosa; la mitigación es totalmente otra. Por ejemplo, Lenton et al (2019) encuentran que la emergencia para actuar no es solo un factor del riesgo en juego sino también de la urgencia (definida como el tiempo de reacción a una alerta dividido por el tiempo de intervención restante para evitar un mal resultado). En otras palabras, incluso identificar todos los riesgos (si es posible) no sería necesariamente suficiente para «romper la tragedia del horizonte». En consecuencia, pueden ser necesarios nuevos enfoques del riesgo, como las reglas MinMax (Battiston (2019)), donde el agente económico toma una decisión basada en el objetivo de minimizar las pérdidas (o los arrepentimientos futuros) en el peor de los casos. Otros enfoques de la gestión de riesgos, como los análisis de opciones reales, las vías de adaptación o el análisis de decisiones sólidos, también se utilizan para proyectos específicos como infraestructuras y grandes proyectos industriales (Dépoues et al (2019)).

Sin embargo, no hay indicios de que las instituciones financieras elijan naturalmente este enfoque (excepto en casos específicos como la financiación de proyectos), y no está claro cómo los reguladores podrían promover su uso por parte de las instituciones financieras. En otras palabras, la cuestión de cómo ajustar los enfoques de modelización de riesgos para permitir horizontes de tiempo más largos sigue siendo un desafío (Cleary (2019, p 28)).

En segundo lugar, es posible que las instituciones financieras se cubran individualmente contra el cambio climático, sin reducir la exposición del sistema en su conjunto, siempre y cuando no se tomen medidas en todo el sistema. Por ejemplo, Kling et al (2018) encuentran que los países vulnerables al clima exhiben un mayor costo de la deuda en promedio. Esto significa que a medida que los mercados se protegen contra los riesgos relacionados con el clima mediante el aumento de las primas de riesgo, el riesgo se transfiere a otros actores, como los soberanos vulnerables al clima, que también son países más pobres en promedio. Carney (2015) también había señalado que las respuestas racionales de las aseguradoras a los riesgos físicos pueden, paradójicamente, desencadenar nuevos riesgos: por ejemplo, los patrones de tormentas en el Caribe han dejado a muchos hogares incapaces de obtener cobertura privada, lo que ha provocado que «los préstamos hipotecarios se agoten, los valores colapsen y los vecindarios se abandonen» (Carney (2015, p 6)). Otro riesgo puede tener que ver con el desarrollo de productos financieros en respuesta a los riesgos relacionados con el clima, como los derivados climáticos: estos pueden ayudar a las instituciones individuales a protegerse contra riesgos específicos relacionados con el clima, pero también pueden amplificar el riesgo sistémico (NGFS (2019b, p 14)). En resumen, el cálculo de los riesgos relacionados con el clima puede llevar a las instituciones financieras a tomar medidas racionales que, si bien las protegen individualmente de un shock específico, no se protegen contra los riesgos sistémicos planteados por el cambio climático. Para los bancos centrales, los reguladores y los supervisores, esto plantea cuestiones difíciles, como la regulación prudencial adecuada que debe desplegarse en respuesta.

En tercer lugar, para apreciar plenamente la dimensión sistémica potencial de los eventos de «cisne verde» o los «momentos Minsky climáticos», aún se necesita más trabajo sobre cómo un shock de precios de activos relacionado con el clima (por ejemplo, activos varados) podría desencadenar otras pérdidas dentro de una red financiera dinámica, incluidos los efectos de contagio hacia sectores no relacionados con el clima. La Gran Crisis Financiera de 2007-08 ha demostrado cómo un shock en un sector, las hipotecas de alto riesgo, puede dar lugar a múltiples shocks en diferentes regiones y sectores con poca exposición directa a las hipotecas de alto riesgo (por ejemplo, afectando a los sistemas bancarios alemanes del Landesbanken y del sur de Europa y a los riesgos de crédito soberano). En este sentido, los cambios abruptos en el sentimiento del mercado relacionados con el cambio climático podrían afectar a todos los actores, incluidos aquellos que estaban protegidos contra riesgos específicos relacionados con el clima (Reynolds (2015)).

Estos desafíos contribuyen en gran medida a explicar la «disonancia cognitiva» (Lepetit (2019)) entre la mayor aceptación de la materialidad de los riesgos relacionados con el clima por parte de las instituciones financieras y la debilidad relativa de sus acciones en respuesta. En resumen, tener en cuenta los múltiples canales de transmisión de los riesgos relacionados con el clima entre empresas, sectores y contratos financieros, al tiempo que se refleja un cambio estructural de las estructuras económicas, sigue siendo una tarea llena de incertidumbre. Como resultado, la cuestión de cuánto se ven afectados los valores de los activos y cuánto deberían verse afectadas las calificaciones crediticias hoy ante futuros eventos inciertos sigue sin estar clara por razones más profundas que las puramente metodológicas. A pesar de estas limitaciones, el análisis basado en escenarios seguirá siendo fundamental para las empresas financieras y no financieras que buscan aumentar sus posibilidades de adaptarse a los riesgos futuros. Es decir, estos obstáculos metodológicos no deben ser un pretexto para la inacción, ya que los riesgos relacionados con el clima siguen siendo reales.

3.5 Del riesgo relacionado con el clima a la plena aceptación de la incertidumbre climática: hacia una segunda «ruptura epistemológica»

Los análisis anteriores han puesto de relieve que, independientemente del enfoque adoptado, la medida esencial de medir los riesgos relacionados con el clima presenta importantes desafíos metodológicos relacionados con: i) la incapacidad de los escenarios macroeconómicos y climáticos para captar de manera holística una amplia gama de factores climáticos, sociales y económicos; ii) su traducción en métricas corporativas dentro de un entorno económico dinámico; y iii) la dificultad de hacer coincidir la identificación de un riesgo relacionado con el clima con la acción de mitigación adecuada. Los modelos climático-económicos y el análisis de riesgos prospectivos son importantes y aún pueden mejorarse, pero no serán suficientes para proporcionar toda la información necesaria para protegerse contra los eventos del «cisne verde».

Como resultado de estas limitaciones, se han propuesto dos vías principales de acción. Sostenemos que deben llevarse a cabo en paralelo y no de manera exclusiva. En primer lugar, los bancos centrales y los supervisores podrían explorar diferentes enfoques que puedan explicar mejor las características inciertas y no lineales de los riesgos relacionados con el clima. Tres vías de investigación particulares (véase el recuadro 5 infra) consisten en: i) trabajar con modelos de no equilibrio; ii) la realización de análisis de sensibilidad; y iii) la realización de estudios de casos centrados en riesgos específicos y/o canales de transmisión. Sin embargo, el poder descriptivo y normativo de estos enfoques alternativos sigue estando limitado por las fuentes de incertidumbre profunda y radical relacionadas con el cambio climático discutidas anteriormente. Es decir, el poder catalítico del análisis basado en escenarios, incluso cuando se basa en enfoques como los modelos de no equilibrio, no será suficiente para guiar la toma de decisiones hacia una transición baja en carbono.

Como resultado de esto, la segunda vía desde la perspectiva de mantener la estabilidad del sistema consiste en «ir más allá de los modelos» y en desarrollar enfoques más holísticos que puedan abarcar mejor la incertidumbre profunda o radical del cambio climático, así como la necesidad de una acción en todo el sistema (Aglietta y Espagne (2016), Barmes (2019), Chenet et al (2019a),   Ryan-Collins (2019), Svartzman et al (2019)). El concepto de «riesgo» se refiere a algo que tiene una probabilidad calculable, mientras que la incertidumbre se refiere a la posibilidad de resultados que no se prestan a la medición de probabilidad (Knight (2009) [1921], Keynes (1936)), como los eventos de «cisne verde». La cuestión de la toma de decisiones bajo una incertidumbre profunda o radical está regresando después de la Gran Crisis Financiera de 2007-08 (Webb et al (2017)). Según el ex gobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King, abrazar la incertidumbre radical requiere que las personas superen la creencia de que «la incertidumbre puede limitarse a la manipulación matemática de probabilidades conocidas» (King (2017, p 87)) con estrategias alternativas y, a menudo, cualitativas destinadas a fortalecer la resiliencia y la robustez del sistema (ver también Kay y King (2020)).

Como tal, se necesita una segunda «ruptura epistemológica» para abordar el papel de los bancos centrales, los reguladores y los supervisores frente a una incertidumbre profunda o radical. Esto exige un paso de una posición epistemológica de gestión de riesgos a una que busque construir la resiliencia de sistemas adaptativos complejos que se verán afectados de una manera u otra por el cambio climático. ¿Cuál debería ser entonces el papel de los bancos centrales, los reguladores y los supervisores en este enfoque? En el siguiente capítulo, argumentamos que los esfuerzos actuales dirigidos a medir, gestionar y supervisar los riesgos relacionados con el clima solo tendrán sentido si tienen lugar dentro de un entorno institucional que implique la coordinación con las autoridades monetarias y fiscales, así como cambios sociales más amplios, como una integración más sistemática de las consideraciones de sostenibilidad en la toma de decisiones financieras y económicas.

4. RESPUESTAS POLÍTICAS: LOS BANCOS CENTRALES COMO AGENTES COORDINADORES EN LA ERA DE LA INCERTIDUMBRE CLIMÁTICA

Rien n’est plus puissant qu’une idée don’t l’heure est venue («No hay nada más poderoso que una idea cuyo momento ha llegado»).

Atribuido a Victor Hugo

Reconocer las limitaciones de los enfoques basados en el riesgo y abrazar la profunda incertidumbre en juego sugiere que los bancos centrales pueden inevitablemente ser conducidos a aguas desconocidas en la era del cambio climático. Por un lado, no pueden recurrir simplemente a medir los riesgos (con la esperanza de que esto catalice suficiente acción de todos los actores) y esperar a que otras agencias gubernamentales entren en acción: esto podría exponer a los bancos centrales al riesgo real de que no puedan cumplir con sus mandatos de estabilidad financiera y de precios. En el peor de los casos, los bancos centrales pueden tener que intervenir como rescatistas climáticos de último recurso o como algún tipo de aseguradora colectiva de daños climáticos. Por ejemplo, una nueva crisis financiera causada por tales eventos de «cisne verde» que afecten gravemente la salud financiera de los sectores bancario y de seguros podría poner a los bancos centrales bajo presión para comprar su gran conjunto de activos devaluados por impactos físicos o de transición.

Pero hay una diferencia clave con respecto a una crisis financiera ordinaria, porque la acumulación de CO2 atmosférico más allá de ciertos umbrales puede conducir a impactos irreversibles, lo que significa que las causas biofísicas de la crisis serán difíciles, si no imposibles, de deshacer en una etapa posterior. Si bien los bancos en dificultades financieras en una crisis ordinaria pueden resolverse, esto será mucho más difícil en el caso de las economías que ya no son viables debido al cambio climático. Una posible intervención como rescatador climático de último recurso expondría de manera dolorosa la limitada sustituibilidad entre el capital financiero y el natural y, por lo tanto, afectaría la credibilidad de los bancos centrales.

Por otro lado, los bancos centrales no pueden sucumbir a la creciente demanda social argumentando que, dada la gravedad de los riesgos relacionados con el clima y el papel desempeñado por los bancos centrales después de la Gran Crisis Financiera de 2007-08, los bancos centrales ahora podrían sustituir a muchas (si no todas) las intervenciones gubernamentales. Por ejemplo, las presiones han crecido para que los bancos centrales participen en diferentes versiones de «flexibilización cuantitativa verde» para «resolver» los complejos problemas socioeconómicos relacionados con una transición baja en carbono. Sin embargo, el uso proactivo de los balances de los bancos centrales es muy controvertido políticamente y al menos requeriría repensar el papel de los bancos centrales con una perspectiva histórica. Goodhart (2010) sostiene que los bancos centrales han tenido roles funcionales cambiantes a lo largo de la historia, alternando entre la estabilidad de precios, la estabilidad financiera y el apoyo a la financiación del Estado en tiempos de crisis. Los banqueros centrales de las economías avanzadas han basado sus acciones en torno al primer papel (estabilidad de precios) en las últimas décadas, y cada vez más en torno al segundo papel (estabilidad financiera) desde la Gran Crisis Financiera de 2007-08. Las propuestas relativas a la «flexibilización cuantitativa verde» podrían verse como un intento de definir un tercer papel a través de un apoyo más explícito y activo a la política fiscal verde.

Sin negar la realidad de las perspectivas evolutivas sobre la banca central (por ejemplo, Aglietta et al (2016), Goodhart (2010), Johnson (2016), Monnet (2014)) y el hecho de que el cambio climático podría ser quizás el catalizador de nuevas evoluciones, el enfoque en los bancos centrales como los principales agentes de la transición es arriesgado por muchas razones, incluidas las posibles distorsiones del mercado y el riesgo de sobrecargar los mandatos existentes de los bancos centrales (Villeroy de Galhau (2019a),   Weidmann (2019)). Más fundamentalmente, los mandatos pueden evolucionar, pero estos cambios en los mandatos y los arreglos institucionales también son cuestiones muy complejas porque requieren nuevos equilibrios sociopolíticos, reputación y credibilidad. Los banqueros centrales no son funcionarios electos y no deben reemplazar o eludir los debates necesarios en la sociedad civil (Volz (2017)). Desde una perspectiva mucho más pragmática, la mitigación del cambio climático requiere una combinación de políticas fiscales, industriales y de planificación territorial (por nombrar solo algunas) en las que los bancos centrales no tienen experiencia.

Para superar este punto muerto, abogamos por una tercera posición: sin pretender reemplazar a los responsables de la formulación de políticas y otras instituciones, los bancos centrales también deben ser más proactivos al pedir un cambio más amplio y coordinado, a fin de continuar cumpliendo sus propios mandatos de estabilidad financiera y de precios en horizontes de tiempo más largos que los tradicionalmente considerados. Los riesgos que plantea el cambio climático ofrecen a los bancos centrales una perspectiva especial que los actores privados y los responsables de la formulación de políticas no necesariamente pueden adoptar dados sus respectivos intereses y horizontes temporales. En ese contexto, los bancos centrales tienen una ventaja en términos de proponer nuevas políticas asociadas a nuevas acciones, con el fin de contribuir a los debates sociales que se necesitan. Creemos que pueden contribuir mejor a esta tarea en un papel que llamamos las cinco C: contribuir a la coordinación para combatir el cambio climático. Este papel de coordinación requeriría pensar concomitantemente dentro de tres enfoques paradigmáticos del cambio climático y la estabilidad financiera: los enfoques de «riesgo», «horizonte temporal» y «resiliencia del sistema» (véase el cuadro 3).

Por lo tanto, abrazar la incertidumbre profunda o radical requiere una segunda «ruptura epistemológica» para pasar de un enfoque de gestión de riesgos a uno que busque asegurar la resiliencia de los sistemas adaptativos complejos frente a dicha incertidumbre (Fath et al (2015), Schoon y van der Leeuw (2015)).38 Desde este punto de vista, los esfuerzos actuales apuntan a,  Medir la gestión y supervisión de los riesgos relacionados con el clima solo tendrá sentido si tienen lugar dentro de una evolución mucho más amplia que implique la coordinación con las autoridades monetarias y fiscales, así como cambios sociales más amplios, como una mejor integración de la sostenibilidad en la toma de decisiones financieras y económicas.

Es importante destacar que los bancos centrales pueden participar en este debate no abandonando su papel, sino precisamente con el objetivo de preservarlo. En otras palabras, aunque algunas de las acciones requeridas no son competencia de los bancos centrales y los supervisores, son de interés directo para ellos en la medida en que pueden permitirles cumplir sus mandatos en una era de incertidumbre relacionada con el clima.

Este capítulo explora algunas acciones potenciales que se necesitan precisamente para preservar el mandato y la credibilidad de los bancos centrales, reguladores y supervisores a largo plazo. El propósito aquí no es proporcionar una combinación óptima de políticas, sino más bien contribuir al campo emergente del clima y la estabilidad financiera desde la perspectiva de una incertidumbre profunda o radical. Sugerimos dos amplias gamas de medidas. En primer lugar, como se detalla en el capítulo 4.1, recordamos que los bancos centrales, los supervisores y los reguladores tienen un papel que desempeñar mediante la regulación prudencial relacionada con su mandato de estabilidad financiera. Sin embargo, si bien la evaluación y supervisión de los riesgos relacionados con el clima es esencial, debería formar parte de una respuesta política mucho más amplia destinada a eliminar la dependencia de la economía de las actividades intensivas en carbono, donde los bancos centrales no pueden ni deben convertirse en los únicos actores que den un paso adelante.

A continuación, sugerimos y discutimos críticamente cuatro proposiciones no exhaustivas que podrían contribuir a garantizar la resiliencia del sistema y, por lo tanto, la estabilidad financiera frente a la incertidumbre climática:

  • Más allá de la gestión de riesgos relacionada con el clima, los bancos centrales pueden ellos mismos y a través de su relación con sus sectores financieros promover proactivamente el largo plazo apoyando los valores o ideales de las finanzas sostenibles para «romper la tragedia del horizonte» (Capítulo 4.2);
  • Una mejor coordinación de las reglamentaciones fiscales, monetarias y prudenciales y del carbono es esencial para apoyar con éxito una transición ambiental, especialmente en el límite inferior cero (capítulo 4.3);
  • Será esencial aumentar la cooperación internacional entre las autoridades monetarias y financieras en cuestiones ambientales (capítulo 4.4);
  • Una integración más sistemática de las dimensiones climática y de sostenibilidad en los marcos contables corporativos y nacionales también puede ayudar a los agentes privados y públicos a gestionar los riesgos ambientales (capítulo 4.5). También se discuten algunos obstáculos potenciales relacionados con cada proposición.

No tocamos la fijación de precios del carbono no porque pensemos que no es importante. Por el contrario, damos por hecho que una tarificación del carbono más alta y más amplia es una parte esencial de la combinación de políticas en el futuro, y que será más aceptada políticamente y más eficiente económicamente si se implementan las otras medidas descritas aquí.

4.1 Integración de los riesgos relacionados con el clima en la supervisión prudencial: conocimientos y desafíos

Si bien reconocen los desafíos metodológicos asociados con la medición de los riesgos relacionados con el clima y la necesidad de enfoques alternativos (capítulo 3.5), los bancos centrales y los supervisores deben seguir presionando para que los riesgos relacionados con el clima se integren tanto en el monitoreo de la estabilidad financiera como en la micro supervisión (NGFS (2019a, p 4)).

La primera tarea, evaluar el tamaño de los riesgos relacionados con el clima en el sistema financiero, requiere desarrollar nuevas herramientas analíticas, por ejemplo, integrando escenarios climáticos en pruebas de resistencia periódicas. De la misma manera que las autoridades reguladoras realizan pruebas de resistencia para evaluar la resiliencia de las instituciones bancarias en un escenario macro financiero adverso (Borio et al (2014)), en los últimos años se han realizado propuestas para desarrollar las llamadas «pruebas de resistencia climática» (por ejemplo, JERS (2016), Regelink et al (2017), Schoenmaker y Tilburg (2016), UNEP-FI (2019)). Algunos bancos centrales, reguladores y supervisores ya han comenzado a considerar o desarrollar análisis de escenarios de riesgo climático para las pruebas de resistencia (Vermeulen et al (2018, 2019), EBA (2019), EIOPA (2019), PRA (2019a), Allen et al (2020)).

En la práctica, una prueba de resistencia centrada en los riesgos físicos del cambio climático (escenario inferior derecho en el gráfico 15), que normalmente implica proyecciones a lo largo de varias décadas, parece particularmente difícil de conciliar con el período relativamente a corto plazo considerado en las pruebas de resistencia tradicionales (DG Tesoro et al (2017, p. 19)). Por el contrario, una prueba de resistencia climática parece más adaptada para gestionar los riesgos de transición abrupta (escenario superior izquierdo en el gráfico 15) que pueden ocurrir en un horizonte relativamente corto plazo compatible con las pruebas de resistencia tradicionales.

En teoría, si las pruebas de resistencia climática encuentran que los riesgos relacionados con el clima son materiales, se podrían aplicar colchones de capital sistémicos para mitigar la exposición a los riesgos relacionados con el clima (JERS (2016)). En la práctica, el uso principal de estos escenarios en esta etapa es ayudar a las instituciones financieras a familiarizarse con tales ejercicios (Cleary (2019)) y potencialmente crear un cambio catalítico, así como adquirir experiencia a través del «aprender haciendo». Una tarea clave para los supervisores es establecer un conjunto de escenarios de referencia que podrían utilizarse para las pruebas de resistencia climática, al tiempo que se identifican y divulgan las fuentes clave de incertidumbre asociadas a cada escenario, así como dejar flexibilidad a los usuarios para modificar los supuestos y parámetros del escenario según se considere apropiado para su contexto nacional y regional.

La segunda tarea de los bancos centrales y los supervisores consiste en garantizar que los riesgos relacionados con el clima se incorporen adecuadamente en las estrategias y los procedimientos de gestión de riesgos de las instituciones financieras individuales. Además de las iniciativas basadas en la divulgación voluntaria de los riesgos relacionados con el clima, como el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD), se acepta cada vez más que la divulgación obligatoria debe implementarse para fortalecer y sistematizar la integración de los riesgos relacionados con el clima. Las instituciones financieras deben comprender mejor los riesgos relacionados con el clima y tenerlos en cuenta en sus procedimientos de gestión de riesgos y decisiones de inversión, así como en sus estrategias a más largo plazo (NGFS (2019a)).

Han surgido debates sobre cómo los tres pilares del Marco de Basilea podrían integrar los riesgos relacionados con el clima:

− Pilar 1 sobre requisitos mínimos de capital: Si la exposición a riesgos relacionados con el clima se considera parte de los riesgos financieros, entonces podría ser apropiado considerar los requisitos de capital para reflejar dichos riesgos. A este respecto, han surgido propuestas a favor de un «factor de apoyo verde» (que reduciría los requisitos de capital para los bancos con menor exposición a los riesgos relacionados con el clima) o un «factor penalizador marrón», que aumentaría los requisitos de capital para los bancos con mayor exposición a sectores expuestos (Thöma y Hilke (2018)). Aunque se necesita investigación adicional, parece que las discusiones están evolucionando hacia favorecer un «factor penalizador marrón» como más apropiado. La exposición a activos «marrones» puede aumentar los riesgos financieros, pero no es obvio por qué estar expuesto a sectores «verdes» necesariamente reduciría los riesgos financieros no relacionados con el clima y, por lo tanto, justificaría menores requisitos de capital. En cualquier caso, las regulaciones basadas en distinguir los activos «verdes» de los «marrones» requieren trabajar en una «taxonomía» acordada, definiendo qué activos pueden considerarse «verdes» (o «marrones» si el objetivo es penalizar la exposición a los combustibles fósiles). China ya ha establecido una definición para los préstamos verdes y la Comisión Europea ha presentado una propuesta legislativa para desarrollar dicha taxonomía (NGFS (2019a)). Cabe destacar que tal clasificación no está exenta de puntos de vista contradictorios sobre lo que es «verde» (Husson-Traoré (2019)), y que las clasificaciones podrían diferir significativamente de un país o región a otro.41 Aún más fundamentalmente, debe recordarse que la «verdor» o «marrón» de los activos no corresponde necesariamente a su vulnerabilidad a los riesgos relacionados con el clima. Por ejemplo, los activos «verdes» están sujetos tanto a riesgos de transición (por ejemplo, debido a la incertidumbre tecnológica y regulatoria42 relacionada con la transición) como a riesgos físicos (por ejemplo, una planta de energía renovable podría verse afectada por eventos climáticos extremos);

− Pilar 2 sobre la supervisión de la gestión de riesgos de las entidades: Los reguladores podrían prescribir capital adicional caso por caso, por ejemplo, si una entidad financiera no supervisa y gestiona adecuadamente los riesgos relacionados con el clima. Esto requeriría en primer lugar que se establecieran nuevas expectativas a este respecto. Por ejemplo, los bancos y las aseguradoras en el Reino Unido ahora deben asignar la responsabilidad de identificar y gestionar los riesgos relacionados con el clima a las funciones de alta dirección (PRA (2019b)). Y el banco central de Brasil requiere que los bancos comerciales incorporen los riesgos ambientales en su marco de gobernanza (FEBRABAN (2014));

− Pilar 3 sobre los requisitos de divulgación: las autoridades de supervisión pueden contribuir a mejorar la fijación de precios de los riesgos relacionados con el clima y a una asignación más eficiente del capital exigiendo una divulgación más sistematizada de los riesgos relacionados con el clima. Como se indica en el primer informe exhaustivo de NGFS, «las autoridades pueden establecer sus expectativas cuando se trata de la transparencia de las empresas financieras en cuestiones relacionadas con el clima» (NGFS (2019a, p 27)). Para que esto suceda, se necesita orientación para garantizar una divulgación más sistemática, consistente y transparente de los riesgos relacionados con el clima. Algunos reguladores y supervisores ya han allanado el camino para dicha divulgación sistemática. El artículo 173 de la Ley francesa sobre la transición energética para el crecimiento verde (loi relative à la transition énergétique pour la croissance verte, 2015) exige que las empresas financieras y no financieras divulguen los riesgos relacionados con el clima a los que están expuestas y cómo tratan de gestionarlos.43 Al hacerlo, el artículo 173 alienta a las empresas del sector financiero a ser cada vez más conscientes de cómo el cambio climático puede afectar a sus procesos de gestión de riesgos y a las autoridades supervisoras a seguir de cerca estos desarrollos.  (ACPR (2019)). Y la Comisión Europea ha establecido un Grupo de Expertos Técnicos (TEG) sobre finanzas sostenibles que busca, entre otras cosas, proporcionar orientación sobre cómo mejorar la divulgación corporativa de los riesgos relacionados con el clima (UNEP-FI (2019)).

Algunas economías en desarrollo y emergentes ya han comenzado a desarrollar regulaciones relacionadas con el clima (ver D’Orazio y Popoyan (2019)), aunque aún no se han implementado medidas sobre los requisitos de capital. Se pueden encontrar diferentes categorías de intervención en las economías en desarrollo y emergentes (Dikau y Ryan-Collins (2017)), como la orientación crediticia (Bezemer et al (2018)), que refleja el mandato a menudo más amplio de los bancos centrales en estos países. Por ejemplo, los bancos comerciales y las instituciones financieras no bancarias en Bangladesh están obligados a asignar el 5% de su cartera total de préstamos a sectores verdes (Dikau y Ryan-Collins (2017)). Otros países como China y el Líbano han establecido (o están en proceso de establecer) requisitos de reservas diferenciados en proporción a los préstamos de los bancos locales a los sectores verdes (D’Orazio y Popoyan (2019)).

Los posibles impactos de la regulación prudencial relacionada con el clima siguen sin estar claros. La mayoría de las propuestas discutidas anteriormente siguen estando sujetas a una evaluación precisa de los riesgos relacionados con el clima, como se discute en el Capítulo 3. Más fundamentalmente, el papel de la política prudencial es mitigar los riesgos financieros excesivos a nivel de las instituciones financieras individuales y del sistema financiero en su conjunto, no reconfigurar las estructuras productivas de la economía (JERS (2016)); sin embargo, esto último es precisamente lo que se necesita para mitigar los riesgos relacionados con el clima. El Factor de Apoyo a las Pymes introducido en la Unión Europea en 2014 (reducción de los requisitos de capital para préstamos a pequeñas y medianas empresas) no parece haber generado grandes cambios en los préstamos bancarios a las pymes (EBA (2016), Mayordomo y Rodríguez-Moreno (2017)), aunque exigió una transformación mucho menos estructural que la descarbonización de nuestro sistema económico global. Por lo tanto, la adopción de regulaciones prudenciales relacionadas con el clima, como los colchones de capital adicionales, solo puede contribuir muy parcialmente a proteger a las instituciones financieras de los eventos del «cisne verde».

Quizás aún más problemático, podrían aparecer compensaciones entre la estabilidad financiera a corto y largo plazo en el caso de vías de transición ambiciosas. Como afirma el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney (Carney (2016)), la «paradoja es que el éxito es el fracaso»: las medidas extremadamente rápidas y ambiciosas pueden ser las más deseables desde el punto de vista de la mitigación del cambio climático, pero no desde la perspectiva de la estabilidad financiera en un horizonte a corto plazo. Por lo tanto, minimizar la ocurrencia de eventos de «cisne verde» requiere un enfoque más holístico de los riesgos relacionados con el clima, como se discutió en el resto de este capítulo.

4.2 Promover la sostenibilidad como herramienta para romper la tragedia del horizonte: el papel de los valores

Más allá de los enfoques basados estrictamente en los riesgos, los bancos centrales y los supervisores pueden ayudar a difundir la adopción de las llamadas normas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en el sector financiero, especialmente entre los fondos de pensiones y otros gestores de activos.44 La definición de los criterios ASG y su integración en las decisiones de inversión puede variar mucho de una institución a otra, pero generalmente implica estructurar una cartera (de préstamos,   bonos, acciones, etc.) de una manera que tiene como objetivo ofrecer una combinación de beneficios financieros, sociales y ambientales (Emerson y Freundlich (2012)). La asignación de activos basada en ESG ha crecido constantemente en los últimos años, y ahora los fondos que consideran ESG de una forma u otra suman un total de $ 30.7 billones de activos bajo administración.45

Algunos bancos centrales también han comenzado a predicar con el ejemplo al integrar factores de sostenibilidad en su propia gestión de cartera. Por ejemplo, el Banco de Francia y el Banco Central de los Países Bajos han adoptado una Carta de Inversión Responsable para la gestión de fondos propios y carteras de pensiones, y están en proceso de integrar criterios ASG en su gestión de activos. Además, los bancos centrales están considerando cada vez más los instrumentos financieros «verdes» como una herramienta adicional para su gestión de reservas de divisas (FX). En un contexto de un período prolongado de bajos rendimientos de los activos seguros tradicionales (por ejemplo, rendimientos negativos en una parte significativa de los instrumentos de renta fija del gobierno), los requisitos de liquidez, rendimiento y sostenibilidad / seguridad deben medirse en función de las propiedades de estos nuevos instrumentos. La elegibilidad de los bonos verdes como activo de reserva dependerá de varios factores en evolución, como su importe pendiente (aun relativamente pequeño) y su perfil de riesgo-rentabilidad. Fender et al (2019) sugieren que los resultados de un ejercicio ilustrativo de construcción de carteras muestran que la inclusión de bonos verdes y convencionales puede ayudar a generar beneficios de diversificación y, por lo tanto, mejorar los rendimientos ajustados al riesgo de las carteras tradicionales de bonos del gobierno.

Dicho esto, no se debe confundir las carteras ESG o con inclinación verde con la cobertura de los riesgos relacionados con el clima. Como cuestión general, los filtros ESG y verdes consideran el impacto de una empresa en su medio ambiente en lugar de los impactos potenciales del cambio climático en el perfil de riesgo de la empresa (UNEP-FI (2019)). Además, la integración de las métricas ESG con consideraciones puras de riesgo-rentabilidad está lejos de ser sencilla. Algunos estudios encuentran que esg y la inversión socialmente responsable (ISR) pueden mejorar el rendimiento financiero y / o reducir la volatilidad (por ejemplo, Friede et al (2015)), mientras que otros encuentran que la desinversión de acciones controvertidas reduce el rendimiento financiero (por ejemplo, Trinks y Scholtens (2017)). El metaanálisis de Revelli y Viviani (2015) de 85 artículos encuentra que la consideración de criterios de sostenibilidad en las carteras bursátiles «no es ni una debilidad ni una fortaleza en comparación con las inversiones convencionales», y que los resultados varían considerablemente dependiendo del enfoque temático o el horizonte de inversión, entre otros factores.

El principal beneficio de promover un enfoque financiero sostenible, incluso a través de ESG, puede no residir en el mayor impulso para que los gestores de activos reduzcan su exposición a los riesgos relacionados con el clima, sino más bien en la ampliación del conjunto de valores que impulsan el sector financiero. En las últimas décadas, la industria financiera se ha centrado principalmente en los riesgos y rendimientos financieros, y a menudo ha sido criticada por su mayor corto plazo. Al aceptar rendimientos financieros potencialmente más bajos a corto plazo para mejorar los resultados sociales y ambientales a largo plazo, el tiempo puede valorarse de una manera que corresponda mejor a los «patrones propios de secuencias de tiempo de los sistemas ambientales para las interacciones entre las partes, las capacidades para absorber insumos o producir más recursos» (Fullwiler (2015, p 14)). Esto puede promover el largo plazo en el sector financiero y, por lo tanto, contribuir a superar la «tragedia del horizonte» (y, por lo tanto, reducir indirectamente los riesgos relacionados con el clima). Como tal, el reciente aumento en el movimiento de finanzas sostenibles puede ofrecer «una oportunidad para construir una teoría más general de las finanzas» (Fullwiler (2015)) que buscaría equilibrar las consideraciones de retorno de riesgo con resultados sociales y ambientales a más largo plazo.

Otra propuesta ambiciosa y controvertida es aplicar consideraciones relacionadas con el clima al marco de garantías de los bancos centrales. El objetivo de esta propuesta no es que los bancos centrales deban abandonar su papel tradicional al implementar políticas monetarias, sino más bien reconocer que la implementación actual de la neutralidad del mercado, debido a su sesgo implícito a favor de las industrias intensivas en carbono (Matikainen et al (2017), Jourdan y Kalinowski (2019)) podría terminar afectando los propios mandatos de los bancos centrales a medio y largo plazo. Honohan (2019) argumenta que la independencia de los bancos centrales se verá más amenazada al mantenerse alejado de la ecologización de sus intervenciones que al prestar atención cuidadosamente a sus mandatos secundarios, como el cambio climático. Por lo tanto, y sujeto a salvaguardar la capacidad de implementar la política monetaria, una inclinación sostenible en el marco de garantías podría contribuir realmente a reducir el riesgo financiero, es decir, favorecería la neutralidad del mercado en un horizonte temporal más largo (van Lerven y Ryan-Collins (2017)).

En este espíritu, han comenzado a surgir varias propuestas e iniciativas. Por ejemplo, Monnin (2018) se basa en una metodología específica de riesgos relacionados con el clima para medir cómo el programa de compras del sector corporativo del Banco Central Europeo (CSPP, que se situó en 176.000 millones de euros en noviembre de 2018) podría haber diferido del modelo actual si se hubiera realizado una evaluación de los riesgos relacionados con el clima. El estudio concluye que alrededor del 5% de los emisores dentro de la cartera CSPP del BCE caerían fuera de la categoría de grado de inversión si se tuvieran en cuenta los riesgos relacionados con el clima. El autor sugiere que el BCE podría integrar tales procedimientos no solo en sus políticas monetarias no convencionales, sino también en su marco de garantías. Siguiendo un enfoque más simple para la gestión de sus reservas de divisas, el banco central sueco decidió recientemente rechazar a los emisores con una «gran huella climática» (Flodén (2019)), por ejemplo, vendiendo bonos emitidos por una provincia canadiense y dos estados australianos.

Aunque aún no se han emitido dictámenes jurídicos sobre este asunto, parece que en muchos casos los bancos centrales ya tienen un mandato legal para considerar el tipo de activos que se utilizarán como garantía al implementar la política monetaria. Por ejemplo, en el caso del Eurosistema, la responsabilidad principal de los bancos centrales es mantener la estabilidad de precios, con una responsabilidad secundaria de apoyar el crecimiento económico. A su vez, la definición de crecimiento económico por parte de la Unión Europea incluye el desarrollo sostenible de Europa (Schoenmaker (2019)). Los mandatos de varios bancos centrales distintos del BCE también incluyen objetivos socioeconómicos más amplios que la estabilidad de precios (Dikau y Volz (2019)).

Sin embargo, el impacto potencial de tales acciones todavía está en debate y necesita un enfoque cauteloso. Es cierto que es probable que una reponderación de las garantías admisibles hacia activos con bajas emisiones de carbono reduzca el diferencial crediticio de las nuevas empresas elegibles (Mésonnier et al (2017)) y proporcione un poderoso efecto de señalización a otros participantes en los mercados financieros (Braun (2018), Schoenmaker (2019)). Sin embargo, el principal desafío a corto plazo con respecto al cambio climático no es el costo del crédito de los proyectos verdes, sino su número insuficiente en primer lugar. Por lo tanto, no es del todo obvio cuán grande podría ser el efecto de la ecologización del marco de garantías de los bancos centrales. De hecho, el BCE ya ha comprado casi una cuarta parte de los bonos verdes elegibles del sector público y una quinta parte de los bonos verdes corporativos elegibles (Cœuré (2018)). Esto puede haber alentado ya a más emisores a vender deuda verde (Stubbington y Arnold (2019)), sin embargo, las operaciones monetarias del banco central son claramente insuficientes y ni siquiera buscan desencadenar cambios estructurales en la «economía real». Incluso si las acciones de los bancos centrales pudieran conducir a la degradación del precio de los activos intensivos en carbono que no son compatibles con una trayectoria baja en carbono, solo la política climática puede garantizar que simplemente desaparezcan.

Los gobiernos podrían desempeñar un papel mucho más importante en el apoyo a las inversiones sostenibles. En este sentido, cabe destacar que el plan de acción de la Comisión Europea (2018) sobre finanzas sostenibles también busca incorporar la sostenibilidad en las decisiones de inversión y promover el «largo plazo» entre las instituciones financieras. Se podrían tomar muchas medidas a este respecto. Por ejemplo, el Consejo Económico, Social y Ambiental de Francia (ESEC (2019)) recomienda que el ahorro de los hogares se canalice hacia inversiones sostenibles a largo plazo a través de incentivos fiscales (véase también Aussilloux y Espagne (2017)). Y Lepetit et al (2019) recomiendan además ofrecer una garantía pública sobre todos los ahorros de los hogares canalizados a vehículos SRI a largo plazo (y certificados como tales). Por lo tanto, incluso si las inversiones en una economía baja en carbono proporcionaran rendimientos y/o rendimientos más bajos en un horizonte temporal más largo que las expectativas actuales del mercado (Grandjean y Martini (2016)), esos podrían ser parcialmente compensados por un menor riesgo para los hogares.

4.3 Coordinación de la regulación prudencial y la política monetaria con la política fiscal – Green New Deal y más allá

Además de promover inversiones sostenibles, los gastos directos del gobierno también serán una oportunidad para desarrollar nuevas tecnologías de manera oportuna y regular su uso de manera que garanticen patrones de producción y consumo con menos emisiones de carbono (por ejemplo, evitando los efectos de rebote en el sector del transporte, como se discutió anteriormente). Esta no es una razón para que los bancos centrales no aborden el cambio climático; más bien, es una simple observación del hecho de que las políticas fiscales son clave para la mitigación del cambio climático y que las herramientas prudenciales y monetarias solo pueden complementar estas políticas (Krogstrup y Omán (2019)). De hecho, el sector público suele estar en una mejor posición para financiar inversiones en I + D para tecnologías en etapa inicial con rendimientos inciertos y a largo plazo. En una serie de estudios de caso en diferentes sectores (por ejemplo, nanotecnología y biotecnología), Mazzucato (2015) ha demostrado cómo la inversión gubernamental en proyectos de alto riesgo ha demostrado ser esencial para crear las condiciones para que las inversiones privadas sigan.

Las inversiones en infraestructura pública sostenible también son fundamentales, ya que bloquean las emisiones de carbono durante mucho tiempo (Arezki et al (2016), Krogstrup y Omán (2019)). Pueden proporcionar medios alternativos de producción y consumo, lo que permitiría a los agentes económicos cambiar su comportamiento de manera más efectiva en respuesta a un precio del carbono (Fay et al (2015), Krogstrup y Omán (2019)). De hecho, los precios del carbono por sí solos pueden no ser suficientes para cambiar el comportamiento individual y la sustitución del capital físico por parte de las empresas hacia alternativas bajas en carbono hasta que existan infraestructuras adecuadas para las energías alternativas. Por ejemplo, la construcción de un sistema de transporte público eficiente puede ser una condición previa para una tributación efectiva del uso individual del automóvil en las zonas urbanas.

Cabe destacar que, bajo este enfoque, la acción del gobierno no buscaría gestionar los riesgos relacionados con el clima de manera óptima, sino más bien dirigir los mercados «en general en la dirección correcta» (Ryan-Collins (2019)). A su vez, un cambio tan proactivo en la formulación de políticas podría llevar a los actores del mercado a reevaluar los riesgos relacionados con el cambio climático. Las inversiones públicas en la transición baja en carbono podrían «convertirse en la próxima gran oportunidad tecnológica y de mercado, estimulando y liderando la inversión privada y pública» (Mazzucato y Pérez (2015)), y potencialmente crear millones de empleos que podrían compensar los que podrían perderse debido a los cambios en los mercados laborales causados por el progreso tecnológico (Pereira da Silva (2019a)).

A pesar de una literatura en rápido crecimiento que apunta hacia una mejor coordinación entre la regulación fiscal, monetaria y prudencial, los argumentos sobre la combinación óptima de políticas climáticas siguen siendo escasos. Sin embargo, y como cuestión general, las herramientas fiscales son fundamentales para acelerar la transición, mientras que las herramientas prudenciales y monetarias pueden apoyarlas y complementarlas principalmente (Krogstrup y Omán (2019)). Los bancos públicos también pueden tener un papel importante que desempeñar a la hora de proporcionar una parte significativa de la financiación a largo plazo necesaria para la transición (Aglietta y Espagne (2016), Campiglio (2016), Marois y Güngen (2019)). En este sentido, el anuncio del Banco Europeo de Inversiones (BEI (2019)) de que dejará de financiar proyectos de energía de combustibles fósiles para finales de 2021 podría ser un hito importante.

La pregunta clave que ha surgido con respecto a la política fiscal es la de cómo los gobiernos podrían financiar tales inversiones, y qué tipo de combinación de políticas podría implicar esto. Revisar la naturaleza de las interacciones entre la política fiscal y monetaria (y la regulación prudencial) es precisamente lo que han sugerido algunos defensores de un Green New Deal en los Estados Unidos (por ejemplo, Kelton (2019), Macquarie (2019)), que en parte se basa en la Teoría Monetaria Moderna (MMT), también conocida como Neo-Chartalismo. Un argumento clave de la TMM es que la moneda es un monopolio público para cualquier gobierno, siempre y cuando emita deudas en su propia moneda y mantenga tipos de cambio flotantes. Siguiendo ese razonamiento, el soberano podría utilizar la creación de dinero para lograr el pleno empleo (o un objetivo relacionado con el clima) mediante una financiación directa de la actividad económica. El riesgo obvio de inflación puede abordarse posteriormente aumentando los impuestos y emitiendo bonos a medida que la política va para eliminar el exceso de liquidez del sistema. Un gobierno que, por definición, emite su propio dinero no puede verse obligado a incumplir con la deuda denominada en su propia moneda. El principal supuesto subyacente es, por lo tanto, el del «señoreaje sin límites»: los gobiernos pueden incurrir en gasto deficitario «sin» límites distintos de los impuestos por la escasez biofísica, sin generar automáticamente inflación (Wray (2012)). Los académicos de MMT generalmente se consideran valores atípicos en la escuela postkeynesiana más amplia, y algunas de sus afirmaciones relacionadas con el poder adquisitivo ilimitado de los gobiernos han sido criticadas por otros autores postkeynesianos o estrechamente relacionados (Lavoie (2013), Palley (2019)). Algunos de ellos han sugerido una política fiscal y monetaria anticíclica verde más tradicional (Harris (2013), Jackson (2017)). Otros comentaristas han señalado (Summers (2019a), Krugman (desde 2011, pero más recientemente 2019)), que la TMM plantea problemas significativos. Socavaría el complejo conjunto de acuerdos institucionales y contractuales que han mantenido la estabilidad financiera y de precios en nuestras sociedades. Además, numerosos experimentos en la historia de la hiperinflación en las economías avanzadas y principalmente en los países en desarrollo muestran que, si bien se podría evitar el incumplimiento total de la moneda del propio banco central de un país, el valor de los activos nacionales, incluido el dinero, podría reducirse a casi cero.

Desde una perspectiva muy diferente, y sin compartir las premisas conceptuales de la TMM, varios economistas han argumentado recientemente que financiar la transición baja en carbono con deuda pública es políticamente más factible que a través de la tributación del carbono y económicamente más sostenible en el entorno actual de bajas tasas de interés, lo que proporciona a varios países un margen de maniobra fiscal mayor de lo previsto anteriormente (Bernanke (2017),   Borio y Song Shin (2019), DeLong y Summers (2012), Blanchard (2019), Summers (2019b)). McCulley y Pozsar (2013) sugieren que lo que importa en tiempos de crisis no es el estímulo monetario per se, sino si la política monetaria ayuda a la autoridad fiscal a mantener el estímulo. A este respecto, el hecho de que los bancos centrales de las economías avanzadas estén fijando tipos de interés a nivel mundial cerca o incluso por debajo de cero en un momento en que se necesitan inversiones masivas es probablemente la mayor contribución de los bancos centrales a la capacidad de los gobiernos para desempeñar su papel en la lucha contra el cambio climático.

Como las tasas de interés cero o negativas pueden permanecer vigentes durante un largo período (Turner (2019)), financiar la transición a una economía baja en carbono a través de la deuda pública presenta menos riesgos y no amenazaría el mandato de los bancos centrales, siempre y cuando el crecimiento de la deuda privada y pública continúe siendo monitoreado y regulado de cerca (Adrian y Natalucci (2019)) y haya espacio fiscal. Cuando se mide por el costo del servicio de la deuda (R) menos la tasa de crecimiento de la producción (G) o (R – G) para evaluar la sostenibilidad de la deuda en relación con el PIB, hay espacio en muchas economías avanzadas. En los últimos 25 años ha habido una tendencia secular a la baja en los costos de financiamiento del gobierno en relación con el crecimiento nominal. El gráfico 16 muestra que la diferencia entre los costos efectivos de financiamiento del gobierno y el crecimiento nominal se volvió negativa para la mediana de la economía avanzada alrededor de 2013 (panel izquierdo) y desde entonces se ha profundizado cada vez más en el territorio negativo. Y, según los datos más recientes disponibles (2018), casi todas las economías avanzadas ahora pagan un costo de interés efectivo de la deuda que está por debajo de su tasa de crecimiento del PIB nominal. En particular, los menores costos de financiamiento para el gobierno significan que las deudas acumuladas anteriormente serán más baratas de refinanciar de lo que se esperaba anteriormente. Es decir, los menores costos de financiamiento del gobierno significan que el saldo primario requerido para estabilizar la deuda pública como proporción del PIB también cae, hasta el punto en que los gobiernos podrían incluso tener déficits primarios mientras mantienen constante la deuda pública (como proporción del PIB).

Combatir el cambio climático y financiar el conjunto de políticas con deuda pública podría ser quizás la salida del enigma existente para los responsables de la formulación de políticas en las economías avanzadas (Pereira da Silva (2019b)): bajo desempleo que coexiste con baja inflación durante un período prolongado de tiempo a pesar de las bajas tasas de interés. Reactivar el crecimiento a través de la inversión en tecnologías bajas en carbono es probablemente más sostenible desde una perspectiva macroeconómica y ambiental que cualquiera de las recuperaciones anteriores impulsadas por el consumo y basadas en la deuda de los hogares (Pereira da Silva (2016)). Algunas de las inversiones que podrían fomentar la productividad a largo plazo incluyen el gasto en infraestructura largamente atrasado, incluso en proyectos que son necesarios para desarrollar una economía baja en carbono. Por ejemplo, este tipo de estímulo fiscal puede ayudar a crear los nuevos empleos necesarios en ciencia/tecnología/ingeniería/matemáticas (STEM) en nuevas industrias, servicios e infraestructura verdes. Estos empleos podrían ser capaces de compensar los puestos de trabajo que es muy probable que se vean significativamente reducidos por el progreso tecnológico en la nueva economía digital. Finalmente, donde hay espacio fiscal disponible, financiar la transición a una economía baja en carbono con deuda pública podría construir un mayor consenso social para eventualmente aceptar los impuestos al carbono.

Todo esto no debe llevarnos a considerar que hay una «bala de plata» y que la transición a una economía baja en carbono puede, en las circunstancias financieras actuales, financiarse fácilmente a través de la política fiscal, como si tuviéramos un «almuerzo gratis». Podría haber un riesgo de un retroceso del rendimiento. Pero también hay otras cuestiones. En particular, la mayor parte de la literatura que pide medidas de política fiscal asume de manera más o menos explícita que tendrá un impacto positivo en el crecimiento económico, el empleo y los resultados ambientales, sin prestar atención a las posibles limitaciones técnicas e institucionales y las compensaciones entre esos objetivos. Por ejemplo, la fuerte dependencia de una economía baja en carbono de las actividades intensivas en mano de obra puede fortalecer el efecto de la «enfermedad de costos de Baumol» y contribuir a desacelerar la productividad y el crecimiento económico (Jackson (2017)). Además, la desaceleración de las ganancias de productividad podría ser estructural (Gordon (2012), Cette et al (2016)) y está lejos de estar claro cómo la transición baja en carbono la revertirá: la mayoría de las inversiones bajas en carbono necesarias en las economías avanzadas tienen como objetivo reemplazar las inversiones esperadas de negocios como de costumbre (más intensivas en carbono), sin necesariamente crear las condiciones para un nuevo impulso en la productividad. Algunos han ido más allá al poner en duda si es técnicamente posible desvincular el crecimiento económico del daño ambiental, incluidas, entre otras, las emisiones de CO2 (Jackson (2017), Hickel (2019), Macquarie (2019), OCDE (2019b), Parrique et al (2019)).

Estas limitaciones potenciales, a su vez, plantean preguntas importantes para la teoría macroeconómica, como estimar el tamaño del multiplicador de inversión en una transición baja en carbono. Por ejemplo, una mejora de la eficiencia energética podría conducir a una fuerte disminución de las inversiones del lado de la oferta necesarias para la transición (Grubler et al (2018), en IPCC (2018)), y esto último podría, paradójicamente, conducir (en igualdad de condiciones) a una disminución del PIB, especialmente si nos basamos en modelos en los que la energía desempeña un papel crítico y no sustituible en la producción (véase el recuadro 5 del capítulo 3.5). Con esto en mente, argumentar que las inversiones públicas naturalmente atraerán inversiones privadas parece basarse en suposiciones optimistas (o al menos inciertas) con respecto a la naturaleza de la transición. Además, un efecto de «hacinamiento» podría paradójicamente conducir a efectos de rebote indeseables (y aún mal contabilizados) (por ejemplo, Gillingham et al (2016), Ruzzenenti et al (2019)): los ahorros relacionados con las mejoras de la eficiencia energética pueden conducir a un aumento en el consumo de otros bienes y servicios intensivos en fósiles. De hecho, las suposiciones sobre el desplazamiento (en los modelos de equilibrio dirigidos por la oferta) o el hacinamiento (en los modelos de no equilibrio dirigidos por la demanda) pueden no discutir los supuestos tecnológicos, institucionales y de comportamiento específicos que implican las rutas de transición específicas.

Estas consideraciones sugieren que la transición baja en carbono consiste en mucho más que un plan de inversión, y que la transición sociotécnica necesaria implica consideraciones más amplias que una combinación óptima de políticas, incluidas otras formas de medir la resiliencia y el rendimiento del sistema en el contexto de una transición baja en carbono (Fath et al (2015), Ripple et al (2019), Svartzman et al (2019), PNUMA (2019)). Sin pretender exhaustividad, a continuación, discutimos dos de estas consideraciones más amplias: las posibles reformas del sistema monetario y financiero internacional a la luz de las consideraciones climáticas y la integración de la sostenibilidad en la contabilidad corporativa y nacional.

4.4 Llamamiento a la cooperación monetaria y financiera internacional

La estabilidad climática es un bien público mundial, lo que plantea cuestiones difíciles con respecto a la coordinación de las políticas internacionales y la distribución de la carga entre países en diferentes etapas de desarrollo económico. Una acción internacional injusta o mal coordinada puede simplemente incentivar a algunos países a viajar libremente (Krogstrup y Obstfeld (2018)). Lograr una transición sin tropiezos en la que todos los países hagan lo que les corresponde significa que se debe acordar un mecanismo de compensación significativo entre las economías desarrolladas, en desarrollo y emergentes. Como se mencionó anteriormente, estas economías deben ver que su apoyo a la acción de lucha contra el cambio climático tenga en cuenta su etapa de industrialización.

Por lo tanto, las medidas de mitigación del cambio climático deben basarse en la cooperación internacional entre los países avanzados y en desarrollo (Villeroy de Galhau (2019b)) y el reconocimiento de la necesidad de transferencias de tecnología y aumentos de la asistencia oficial para el desarrollo a los países en desarrollo. Hasta ahora, los países desarrollados se han comprometido a movilizar conjuntamente $ 100 mil millones por año para 2020 para la acción climática en los países en desarrollo (CMNUCC (2015)). Pero, ¿se cumplirá este compromiso, ya que las promesas actuales aún están lejos de esta cantidad (OCDE (2019c))? ¿Y serán suficientes para desencadenar las inversiones masivas necesarias en las economías en desarrollo? Si no es así, ¿cuáles son las implicaciones y las probables repercusiones?

Una evaluación sobria de la cooperación internacional es que hasta ahora ha habido un progreso desigual en la mitigación del cambio climático. Por un lado, la acción colectiva y los compromisos declarados han florecido en conferencias multilaterales y compromisos acordados internacionalmente como el Acuerdo de París (CMNUCC (2015)). Por ejemplo, la recientemente creada Coalición de ministros de Finanzas para la Acción Climática y la firma de los «Principios de Helsinki»46 podrían convertirse en una plataforma crítica para articular la necesidad de una política fiscal y el uso del público con la acción prudencial y monetaria y la coordinación internacional. La creación de la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS) es otro éxito de dicha cooperación, posiblemente en el espíritu mismo de Bretton Woods (Villeroy de Galhau (2019c)). Por otro lado, los recientes debates mundiales han estado dominados por una reacción contra el multilateralismo (BIS (2017)). Esta mentalidad obviamente no ayuda a combatir el cambio climático y retrasa la acción colectiva sobre los problemas reales. Por ejemplo, aunque el carbón, el petróleo y el gas son los principales impulsores del cambio climático, rara vez son objeto de políticas y negociaciones climáticas internacionales ad hoc (SEI et al (2019)).

La inspiración para superar estas limitaciones se puede encontrar en la literatura sobre los bienes comunes y, más precisamente, en los principios de Elinor Ostrom (1990, 2010) para la gobernanza de los recursos comunes (CPR). Los RCP son «sistemas que generan cantidades finitas de unidades de recursos para que el uso de una persona reste de la cantidad de unidades de recursos disponibles para otros» (Ostrom (2002)). En este sentido, el stock restante de carbono que se puede utilizar sin dejar de tener una buena probabilidad de permanecer por debajo de 1,5°C o 2°C puede considerarse como una RCP: la quema de combustibles fósiles en un lugar disminuye el presupuesto de carbono disponible para otros. Una de las ideas clave de Ostrom fue mostrar que la sobreexplotación de los CPR se debe no tanto a la falta de derechos de propiedad, como a menudo se cree (Hardin (1968)), sino a la falta de un régimen de gobernanza adecuado que regule el uso de LOS RCP.

Sobre la base de las ideas de Ostrom, que se están adoptando cada vez más tanto en las comunidades climáticas como económicas,47 los bancos centrales junto con otras partes interesadas podrían implementar un régimen de gobernanza basado en LOS RCP mediante: (i) identificar aún más los riesgos para estos recursos (por ejemplo, la sobreexplotación del presupuesto de carbono); ii) encontrar medidas que reduzcan los riesgos relacionados con el clima a nivel mundial y local; y iii) supervisar estos acuerdos mediante el diseño y la aplicación de normas para la estabilidad del sistema. Esto implica coordinación, participación local, cierto sentido de equidad en el reparto de la carga, incentivos y sanciones, entre otros.

Dada la dificultad de gestionar los bienes comunes mundiales (Ostrom et al (1999)), una forma concreta de avanzar hacia una gobernanza conjunta global de la estabilidad climática y financiera sería establecer una nueva agencia internacional (Bolton et al (2018)) que desempeñaría un papel en dos niveles con: (i) un mecanismo de apoyo financiero entre países en caso de eventos climáticos severos; y ii) la supervisión de las políticas climáticas que se están aplicando. La justificación teórica de tal agencia radica en el hecho de que, de manera similar a la creación de un marco institucional internacional después de la Segunda Guerra Mundial para enfrentar los principales desafíos globales de la época (como la reconstrucción de la posguerra), ahora existe la necesidad de instituciones ad hoc para abordar los nuevos desafíos globales planteados por el cambio climático. En un espíritu similar, Rogoff (2019) pide la creación de un Banco Mundial del Carbono, que constituiría un vehículo para que las economías avanzadas coordinen la ayuda y las transferencias técnicas a los países en desarrollo.

En lugar de crear nuevas instituciones ad hoc, otras propuestas se han centrado en incorporar las preocupaciones climáticas dentro de las instituciones internacionales existentes, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), como parte de sus responsabilidades de administrar el sistema monetario y financiero internacional. En particular, se han hecho propuestas para emitir Derechos Especiales de Giro (DEG) «verdes» a través del FMI para financiar fondos verdes (Aglietta y Coudert (2019), Bredenkamp y Pattillo (2010), Ferron y Morel (2014), Ocampo (2019)). Por ejemplo, Aglietta y Coudert (2019, p 9) sugieren crear «Fondos Fiduciarios en los que se podrían invertir DEG no utilizados para financiar el programa de inversión garantizado bajo en carbono. Un método más ambicioso consiste en que se comprometan préstamos en DEG a bancos públicos de desarrollo nacionales e internacionales para financiar las intenciones nacionales de reducción de las emisiones de carbono en virtud del Acuerdo de París».48 La ampliación de estos mecanismos «basados en los bienes comunes» puede requerir una revisión importante del sistema de gobernanza mundial; sin embargo, podrían llegar a ser esenciales para construir un sistema financiero «verde» y multilateral capaz de canalizar los ahorros de todas las partes del mundo para financiar la transición baja en carbono (Aglietta y Coudert (2019), Aglietta y Espagne (2018)).

4.5 Integración de la sostenibilidad en los marcos contables corporativos y nacionales

Más allá de los mecanismos destinados a financiar la transición hacia una economía baja en carbono, la gravedad de las crisis climáticas y otras crisis ambientales ha llevado a una floreciente corriente de investigación a reconsiderar cómo contabilizar el valor económico en una era de creciente degradación ecológica. En particular, las normas contables a nivel corporativo y nacional han sido cada vez más criticadas por su incapacidad para valorar el papel del capital natural en el apoyo a la actividad económica (véase Costanza et al (1997)).

El concepto de capital natural se refiere a «la reserva de ecosistemas naturales en la Tierra, incluyendo el aire, la tierra, el suelo, la biodiversidad y los recursos geológicos … (que) sustenta nuestra economía y sociedad produciendo valor para las personas, tanto directa como indirectamente» (Natural Capital Coalition49). A su vez, este stock de ecosistemas naturales proporciona un flujo de servicios, llamados servicios ecosistémicos. Consisten en servicios de aprovisionamiento, regulación, culturales y de apoyo (gráfico 18). Por ejemplo, un bosque es un componente del capital natural; la madera asociada (servicio de aprovisionamiento), la regulación del clima (servicio de regulación) y las actividades turísticas (servicio cultural) son ejemplos de los servicios ecosistémicos que proporciona; y el ciclo de nutrientes forestales es un servicio de apoyo que permite todo lo anterior.

El capital natural y los servicios ecosistémicos son esenciales para la actividad económica en muchas formas y su degradación (por ejemplo, la erosión del suelo debido al cambio climático) puede tener un gran impacto en el capital humano y producido (ONU Medio Ambiente (2018)). En los últimos años han surgido importantes esfuerzos y nuevos marcos para integrar el capital natural en las normas de contabilidad a nivel corporativo y en las cuentas nacionales, como se indica a continuación, respectivamente.

Con respecto a la contabilidad corporativa, algunos sugieren que un paso clave para lograr que las empresas logren un mejor equilibrio entre sus objetivos financieros y su impacto ambiental y social es transformar la contabilidad corporativa, es decir, cómo las empresas informan su desempeño a los inversores (de Cambourg (2019), Rambaud y Richard (2015)). Un primer desarrollo alentador es la notificación más sistemática de las emisiones de carbono por parte de las empresas en virtud del protocolo normalizado sobre gases de efecto invernadero.50 Otro desarrollo alentador es la creación del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD), que (como se discutió anteriormente) busca coordinar y estandarizar la notificación de las exposiciones de las empresas a los riesgos relacionados con el clima para permitir a los inversores gestionar mejor sus exposiciones a estos riesgos. Un tercer acontecimiento alentador es el auge del movimiento de presentación de informes integrados (véase Eccles et al (2015), ONU Medio Ambiente (2018)), que busca ampliar los estados contables estandarizados para incluir el rendimiento financiero y no financiero en un único informe anual integrado. Una iniciativa particularmente importante en este sentido es la creación del Consejo de Normas de Contabilidad de Sostenibilidad (SASB),51 que ya propone estándares para la presentación de informes de métricas ESG no financieras.

A fin de sistematizar los enfoques integrados de presentación de informes, será necesario adoptar medidas reglamentarias para inducir u obligar a las empresas a informar sistemáticamente sobre su desempeño ambiental y social de acuerdo con las normas de presentación de informes específicas de la industria. Existen pocos ejemplos, pero se pueden encontrar algunas excepciones, por ejemplo, en el caso del artículo 173 de la Ley francesa sobre transición energética para el crecimiento verde (discutido anteriormente) y el reciente apoyo de las autoridades públicas francesas para el desarrollo de informes ambientales y sociales (de Cambourg (2019)). También será necesario un mayor debate para racionalizar los requisitos de presentación de informes. Por ejemplo, una pregunta específica se refiere a si el capital natural debe permanecer limitado a consideraciones extra financieras o conducir a cambios en las normas contables existentes, como en el modelo CARE/TDL (véase Rambaud (2015)).

Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer, ya que los deberes fiduciarios de los CEOs y los gestores de activos deben redefinirse y las métricas de rendimiento no financiero de las empresas deben equipararse con las medidas contables del rendimiento financiero. Un esfuerzo coordinado internacionalmente para alentar la adopción de estas normas aceleraría significativamente la transición hacia la presentación de informes integrados y/o nuevas formas de contabilizar el capital natural. Tales esfuerzos beneficiarían a los bancos centrales y supervisores, ya que las medidas contables estandarizadas pueden permitir a los inversores realizar comparaciones relativas entre la exposición respectiva de las empresas a los riesgos ambientales y sociales.

Con respecto a la integración del capital natural en las cuentas nacionales, uno de los principales argumentos esgrimidos tiene que ver con el hecho de que el PIB representa sólo una parte del desempeño económico de un país. No proporciona ninguna indicación de la riqueza y los recursos que respaldan estos ingresos. Por ejemplo, cuando un país explota sus bosques, los recursos madereros se identifican en las cuentas nacionales, pero otros servicios relacionados con los bosques, como la pérdida de secuestro de carbono y la filtración de aire, se ignoran por completo. Se han dado varios pasos hacia una mejor integración del capital natural en las cuentas nacionales. El Informe sobre la Riqueza Inclusiva (ONU Medio Ambiente (2018)) evalúa las capacidades y el desempeño de las economías nacionales de todo el mundo, basándose en el reconocimiento de que los sistemas estadísticos existentes están orientados a medir los flujos de ingresos y en gran medida pasan por alto el hecho de que estos dependen de la salud y la resiliencia de los activos de capital como el capital natural. El Grupo del Banco Mundial también ha encabezado una asociación para avanzar en la contabilidad de la riqueza natural y los servicios de los ecosistemas52.

Se necesitan mejores sistemas de contabilidad del capital natural para internalizar las externalidades climáticas, pero debe reconocerse que los conceptos de capital natural y servicios ecosistémicos son difíciles de definir con precisión. Por ejemplo, los mecanismos de fijación de precios y pago para los servicios de los ecosistemas difícilmente pueden explicar la complejidad inherente de un ecosistema dado (por ejemplo, todos los servicios proporcionados por un bosque) y, a menudo, conducen a compensaciones al valorar solo un subconjunto de servicios, a veces en detrimento de otros (Muradian y Rival (2012)). También pueden no proporcionar los incentivos deseados si no están diseñados de manera que reconozcan la complejidad de los sistemas socio ecológicos (Muradian et al (2013)) y la necesidad de fortalecer la cooperación en el gobierno de los bienes comunes locales y globales (Ostrom (1990, 2010), Ostrom et al (1999)). Por lo tanto, en lugar de concebirlo como una solución fácil, la contabilidad del capital natural y sus servicios ecosistémicos relacionados debería constituir solo una entre un conjunto diverso de soluciones potenciales (Muradian et al (2013)).

Otra limitación significativa del concepto de capital natural tiene que ver con la suposición común de que es sustituible por otras formas de capital (Barker y Mayer (2017)). De acuerdo con este supuesto, lo que importa es que el capital en su conjunto aumente, no qué componentes componen el aumento. Si, por ejemplo, un aumento en el capital manufacturado (por ejemplo, máquinas y carreteras) excede el agotamiento del capital natural, entonces la conclusión sería que la sociedad está mejor. Este punto de vista ha sido acuñado como el enfoque de «sostenibilidad débil». En contraste, los defensores de una alternativa de «sostenibilidad fuerte» argumentan que las reservas existentes de capital natural y el flujo de servicios ecosistémicos que proporcionan deben mantenerse porque su pérdida no puede compensarse con un aumento en el capital manufacturado o humano (Daly y Farley (2011)). Por ejemplo, el agotamiento del capital natural en un mundo en calentamiento no puede ser compensado por mayores ingresos. Desde este punto de vista, la economía está integrada en los sistemas sociales y biofísicos (gráfico 19, panel de la derecha); no es una entidad separada como se enmarca el enfoque tradicional del desarrollo sostenible (Gráfico 19, panel de la izquierda).

En lugar de tratar de «internalizar» los costos externos para corregir las fallas del mercado, los defensores del enfoque de «sostenibilidad fuerte», incluidos los economistas ecológicos, sugieren «una explicación más fundamental» (OCDE (2019b, p 13)) de la dependencia de los sistemas económicos del mantenimiento de los servicios ecosistémicos de soporte vital (como la regulación del clima). Por lo tanto, devolver el sistema económico dentro de los «límites de sostenibilidad» de la Tierra implica mucho más que cambios marginales en los sistemas de fijación de precios y contabilidad, y podría implicar reevaluar la noción de crecimiento económico sin fin en sí misma (Georgescu-Roegen (1971), Martinez-Alier (1987), Daly y Farley (2011), Jackson (2017), Spash (2017)). Repensar los sistemas macroeconómicos y financieros a la luz de estas consideraciones sigue siendo un área de investigación subdesarrollada en la mayor parte de la disciplina económica, aunque en los últimos tiempos se han logrado grandes avances hacia la integración de esta cuestión (por ejemplo, OCDE (2019b)).

Se necesitarán nuevos enfoques en el proceso de integración de estas cuestiones (véase el anexo 4). En particular, el desarrollo del análisis de sistemas se ha identificado como un área prometedora de investigación que debería informar las políticas económicas en la búsqueda de sistemas socio ecológicos justos y resilientes en el siglo XXI (Schoon y van der Leeuw (2015), OCDE (2019a)). A diferencia de la gestión de riesgos, un enfoque de resiliencia del sistema «acepta que las transiciones a nuevas fases son parte de su naturaleza y que el sistema no volverá a algún equilibrio anterior. Las nuevas normalidades son normales» (OCDE (2019a, p 3)). También puede ser necesario prestar mayor atención a los enfoques institucionales y evolutivos y a las consideraciones de la economía política (Gowdy y Erickson (2005), Vatn (2007)), ya que superar los obstáculos a la sostenibilidad puede considerarse que requiere un rediseño evolutivo de las cosmovisiones, las instituciones y las tecnologías (Beddoe et al (2009)).

A pesar de estas importantes limitaciones, las formas en que las normas contables incorporan (o no) dimensiones ambientales siguen siendo críticas: las normas contables reflejan visiones más amplias de lo que se valora en una sociedad (Jourdain (2019)), tanto a nivel microeconómico como macroeconómico. Desde una perspectiva de estabilidad financiera, por lo tanto, sigue siendo fundamental integrar los indicadores biofísicos en los marcos contables existentes para garantizar que los responsables de la formulación de políticas y los gerentes de las empresas los incluyan sistemáticamente en sus prácticas de gestión de riesgos en diferentes horizontes temporales.

5. CONCLUSIÓN – BANCA CENTRAL Y RESILIENCIA DEL SISTEMA

Mitigar y adaptarse al cambio climático al tiempo que se honra la diversidad de los seres humanos implica grandes transformaciones en las formas en que nuestra sociedad global funciona e interactúa con los ecosistemas naturales.

Ripple et al (2019)

El cambio climático plantea un desafío sin precedentes a la gobernanza de los sistemas socioeconómicos. Las posibles implicaciones económicas de los riesgos físicos y de transición relacionados con el cambio climático se han debatido durante décadas (no sin desafíos metodológicos), sin embargo, las implicaciones financieras del cambio climático se han ignorado en gran medida.

En los últimos años, los bancos centrales, los reguladores y los supervisores han reconocido cada vez más que el cambio climático es una fuente de importantes riesgos financieros sistémicos. En ausencia de políticas climáticas bien coordinadas y ambiciosas, ha habido una creciente conciencia de la materialidad de los riesgos físicos y de transición que afectarían la estabilidad del sector financiero. Seguir las tendencias actuales podría dejar a los bancos centrales en la posición de «rescatadores climáticos de último recurso», lo que se volvería insostenible dado que hay poco que los flujos monetarios y financieros puedan hacer contra los impactos irreversibles del cambio climático. En otras palabras, una nueva crisis financiera mundial provocada por el cambio climático dejaría impotentes a los bancos centrales y a los supervisores financieros.

Integrar los riesgos relacionados con el clima en la regulación prudencial e identificar y medir estos riesgos no es una tarea fácil. La gestión de riesgos tradicional basada en la extrapolación de datos históricos, a pesar de su relevancia para otras cuestiones relacionadas con la estabilidad financiera, no puede utilizarse para identificar y gestionar los riesgos relacionados con el clima dada la profunda incertidumbre que conlleva. De hecho, los riesgos relacionados con el clima presentan muchas características distintivas. Los riesgos físicos están sujetos a la no linealidad y la incertidumbre no solo debido a los patrones climáticos, sino también debido a los patrones socioeconómicos que se desencadenan por los climáticos. Los riesgos de transición requieren incluir problemas complejos de acción colectiva entrelazados y abordar consideraciones bien conocidas de economía política a nivel mundial y local. Se necesitan enfoques transdisciplinarios para captar las múltiples dimensiones (por ejemplo, geopolíticas, culturales, tecnológicas y regulatorias) que deben movilizarse para garantizar la transición a un sistema sociotécnico bajo en carbono.

Estas características requieren una ruptura epistemológica (Bachelard (1938)) con respecto a la regulación financiera, es decir, una redefinición del problema en juego cuando se trata de identificar y abordar los riesgos relacionados con el clima. Parte de esta ruptura ya está teniendo lugar, ya que las instituciones financieras y los supervisores confían cada vez más en el análisis basado en escenarios y los enfoques prospectivos en lugar de los probabilísticos para evaluar los riesgos relacionados con el clima. Esto quizás está agravando una nueva conciencia que está comenzando a producir un cambio de precios de los riesgos relacionados con el clima. Eso, a su vez, puede contribuir a inclinar las preferencias hacia proyectos con menos emisiones de carbono y, por lo tanto, podría actuar, hasta cierto punto, como un «precio sombra» para las emisiones de carbono.

Si bien acoge con beneplácito este desarrollo y apoya firmemente la necesidad de llenar las lagunas metodológicas, taxonómicas y de datos, el paso esencial de identificar y medir los riesgos relacionados con el clima presenta importantes desafíos metodológicos relacionados con:

  • La elección de un escenario sobre cómo las tecnologías, las políticas, los comportamientos, la dinámica geopolítica, las variables macroeconómicas y los patrones climáticos interactuarán en el futuro, especialmente dadas las limitaciones de los modelos climático-económicos.
  • La traducción de esos escenarios en métricas corporativas granulares en un entorno en evolución en el que todas las empresas y cadenas de valor se verán afectadas de manera impredecible.
  • La tarea de hacer coincidir la identificación de un riesgo relacionado con el clima con la acción de mitigación adecuada.

En resumen, el desarrollo y la mejora de la evaluación de riesgos prospectiva y la regulación relacionada con el clima serán esenciales, pero no serán suficientes para preservar la estabilidad financiera en la era del cambio climático: la profunda incertidumbre involucrada y la necesidad de una transformación estructural del sistema socioeconómico global significan que ningún modelo o escenario único puede proporcionar información suficiente a los responsables de la toma de decisiones privados y públicos. Un corolario es que la integración de los riesgos relacionados con el clima en la regulación prudencial y (en la medida de lo posible) en la política monetaria no sería suficiente para desencadenar un cambio capaz de cubrir todo el sistema nuevamente contra los eventos del cisne verde.

Debido a estas limitaciones, la política de gestión de riesgos del cambio climático podría arrastrar a los bancos centrales a aguas desconocidas: por un lado, no pueden simplemente quedarse quietos hasta que otras ramas del gobierno entren en acción; por otro lado, el precedente de las políticas monetarias no convencionales de la última década (después de la Gran Crisis Financiera de 2007-08), puede ejercer una fuerte presión sociopolítica sobre los bancos centrales para que asuman nuevos roles, como abordar el cambio climático. Tales llamamientos son excesivos e injustos en la medida en que los instrumentos que los bancos centrales y los supervisores tienen a su disposición no pueden sustituir las muchas áreas de intervención que son necesarias para lograr una transición mundial baja en carbono. Pero estos llamados podrían expresarse de todos modos, precisamente debido a la dilación que ha sido el modus operandi dominante de muchos gobiernos durante bastante tiempo. La responsabilidad principal de garantizar una transición exitosa con bajas emisiones de carbono recae en otras ramas del gobierno, y la acción insuficiente por su parte pone a los bancos centrales en riesgo de ya no poder cumplir con sus mandatos de estabilidad financiera (y de precios).

Para abordar este último problema, se necesita una segunda ruptura epistemológica. También hay un papel para que los bancos centrales sean más proactivos al pedir un cambio más amplio. En este espíritu, y basado en el enfoque transdisciplinario que se requiere para abordar el cambio climático, este libro pide acciones más allá de los bancos centrales que son esenciales para garantizar la estabilidad financiera (y de precios).

Los bancos centrales también pueden desempeñar un papel como defensores de cambios socioeconómicos más amplios, sin los cuales sus políticas actuales y el mantenimiento de la estabilidad financiera tendrán posibilidades limitadas de éxito. Hacia este objetivo, hemos identificado cuatro propuestas (no exhaustivas) más allá de la fijación del precio del carbono:

  • Los bancos centrales pueden ayudar a promover proactivamente el largo plazo apoyando los valores o ideales de las finanzas sostenibles.
  • Los bancos centrales pueden pedir un mayor papel de la política fiscal en apoyo de la transición ecológica, especialmente en el límite inferior cero.
  • Los bancos centrales pueden aumentar la cooperación en cuestiones ecológicas entre las autoridades monetarias y financieras internacionales.
  • Los bancos centrales pueden apoyar iniciativas que promuevan una mayor integración de las dimensiones climática y de sostenibilidad en los marcos contables corporativos y nacionales.

La estabilidad financiera y climática son dos bienes públicos cada vez más interdependientes. Pero, a medida que entramos en el Antropoceno (Anexo 4), la sostenibilidad a largo plazo se extiende a otras degradaciones ambientales causadas por el hombre, como la pérdida de biodiversidad, que podría plantear nuevos tipos de riesgos financieros (Schellekens y van Toor (2019)). Por desgracia, puede ser aún más difícil abordar estos desafíos ecológicos. Por ejemplo, preservar la biodiversidad (a menudo ocupa el segundo lugar en términos de desafíos ambientales) es un problema mucho más complejo desde una perspectiva de estabilidad financiera, entre otras cosas porque se basa en múltiples indicadores locales a pesar de ser un problema global (Chenet (2019b)).

Las posibles ramificaciones de estos riesgos ambientales para la estabilidad financiera están mucho más allá del alcance de este libro. Sin embargo, abordarlos podría ser crítico para los bancos centrales, los reguladores y los supervisores en la medida en que la estabilidad del sistema de la Tierra es un requisito previo para la estabilidad financiera y de precios. En particular, el desarrollo del análisis de sistemas se ha identificado como un área prometedora de investigación que debería informar las políticas económicas y financieras en la búsqueda de sistemas adaptativos complejos justos y resilientes en el siglo XXI (Schoon y van der Leeuw (2015), OCDE (2019a)). La investigación futura basada en enfoques institucionales, evolutivos y de economía política también puede resultar fundamental para abordar la estabilidad financiera en la era de los riesgos relacionados con el clima y el medio ambiente.

Frente a estos enormes desafíos, una contribución clave de los bancos centrales y los supervisores puede ser simplemente enmarcar adecuadamente el debate. En particular, pueden desempeñar este papel mediante: i) proporcionar una imagen científicamente intransigente de los riesgos futuros, asumiendo una sustituibilidad limitada entre el capital natural y otras formas de capital; ii) pedir acciones más audaces de los sectores público y privado destinadas a preservar la resiliencia de los complejos sistemas socioecológicos de la Tierra; y iii) contribuir, en la medida de lo posible y dentro del ámbito de los mandatos evolutivos proporcionados por la sociedad, a la gestión de estos riesgos.

6. ANEXO – Incertidumbres relacionadas con los riesgos físicos: el clima de la Tierra como sistema complejo y no lineal

El sistema climático de la Tierra es un sistema complejo, con múltiples subsistemas que interactúan y que pueden dar lugar a las llamadas propiedades emergentes, que se refieren a nuevas respuestas colectivas endógenas. Una fuente fundamental (para el propósito de este libro) de propiedades emergentes vinculadas al cambio climático es la irreversibilidad, es decir, los cambios que persisten incluso cuando se restaura el forzamiento original (por ejemplo, la cantidad de CO2 atmosférico) (Schneider (2003)). Además, los efectos del cambio climático en el planeta son «altamente no lineales, lo que significa que pequeños cambios en una parte pueden conducir a cambios mucho más grandes en otros lugares» (Smith (2014)).

Los sistemas altamente no lineales pueden conducir a dinámicas caóticas, que son extremadamente difíciles de modelar con precisión y confianza. A medida que el calentamiento global continúa, nos enfrentamos a una situación de profunda incertidumbre relacionada con los procesos biogeoquímicos que pueden desencadenarse por el cambio climático. El Informe Especial del IPCC sobre el Calentamiento Global de 1,5 ° C (IPCC (2018)) indica que más allá de los 2 ° C de calentamiento global, las posibilidades de alcanzar puntos de inflexión (como un derretimiento del permafrost) se vuelven mucho más probables, lo que a su vez podría desencadenar múltiples reacciones en cadena entre diferentes ecosistemas.

Como se muestra en el gráfico a continuación, es más probable que ocurran algunas cascadas de inclinación potenciales si hay un calentamiento global de entre 1°C y 3°C, mientras que otras son más propensas a ocurrir si el calentamiento global excede los 3°C o 5°C.   Cabe destacar que muchos puntos de inflexión pueden ocurrir incluso si logramos mantener el calentamiento global por debajo de 2°C (Steffen et al (2018)). De hecho, los modelos de cambio climático predicen diferencias significativas y sólidas entre un mundo de 1,5 ° C y un mundo de 2°C. Estos incluyen aumentos en la intensidad de los eventos de temperatura extrema en la mayoría de las áreas habitadas, con una mayor frecuencia e intensidad de fuertes precipitaciones y eventos de sequía de una región a otra (Masson-Delmotte y Moufouma-Okia (2019)).

Las estimaciones de cuándo podrían desencadenarse ciertas cascadas de puntos de inflexión son reevaluadas regularmente por la comunidad científica. Por ejemplo, un estudio reciente (Bamber et al (2019)) encontró que debido al derretimiento acelerado en Groenlandia y la Antártida, los niveles globales del mar podrían aumentar mucho más de lo previsto por la mayoría de los estudios hasta ahora, lo que podría conducir a otras cascadas de inclinación que no se han anticipado. Otros estudios encuentran que las selvas tropicales, que actúan como un estabilizador climático crítico al absorber y almacenar CO2, pueden estar perdiendo su capacidad de hacerlo más rápido de lo esperado (por ejemplo, Fleischer et al (2019)), lo que podría desencadenar aumentos importantes en el calentamiento global y otras cascadas.

A la luz de estos desafíos, a menudo se ha argumentado que las funciones de daño utilizadas por los IAM no pueden captar toda la incertidumbre y complejidad de los efectos del cambio climático. En particular, no incorporan las altas probabilidades de riesgos extremos (o distribución de riesgos de cola gorda) en relación con las distribuciones normales (Calel et al (2015), Thomä y Chenet (2017)), especialmente las resultantes del cruce de puntos de inflexión que desencadenan efectos en cadena en otros subsistemas biofísicos (Curran et al (2019)). Por ejemplo, el modelo DICE (uno de los IAM más famosos) asume que los daños son una función cuadrática del cambio de temperatura, es decir, que no hay discontinuidades ni puntos de inflexión (Keen (2019)). Esto puede conducir a predicciones en desacuerdo con toda la evidencia científica: mientras que los modeladores de DICE encuentran que un calentamiento de 6 ° C en el siglo 22 significaría una disminución de menos del 0,1% por año en el PIB durante los próximos 130 años, en la práctica tal aumento de las temperaturas globales podría significar la extinción de una gran parte de la humanidad (Keen (2019)).

Los impactos físicos del cambio climático también conducirán a dinámicas sociales complejas que no solo son difíciles de predecir sino también problemáticas de abordar desde una perspectiva ética, especialmente cuando se trata de traducirlas en términos económicos. El cambio climático plantea problemas críticos de equidad intergeneracional, ya que los daños tenderán a aumentar con el tiempo, afectando así a las personas que aún no han nacido. De particular importancia para la modelización macroeconómica del cambio climático es la elección de la tasa de descuento aplicada a los daños futuros, que se supone que reflejan nuestra valoración económica actual del bienestar de estas generaciones futuras (Heal y Millner (2014)). Pero encontrar la tasa de descuento «precisa» de daños futuros está sujeto a muchas interpretaciones. Por ejemplo, Nordhaus (2007) encuentra un aumento óptimo de las temperaturas de 3,4 ° C mediante el uso de tasas de descuento basadas en el mercado. Más recientemente, los estudios basados en las finanzas que tienen en cuenta la fijación de precios del riesgo y separan la aversión al riesgo de la sustitución intertemporal (por ejemplo, Daniel et al (2019)) encuentran tasas de descuento ajustadas al riesgo más bajas, lo que significa que se necesita una acción inmediata y drástica para evitar daños físicos derivados del cambio climático.

Independientemente de la tasa de descuento elegida, los modelos climático-económicos difícilmente pueden proporcionar respuestas precisas a muchos problemas éticos intergeneracionales planteados por el cambio climático. El cambio climático podría conducir a un aumento de las migraciones humanas (ver imagen a continuación), conflictos (Abel et al (2019), Bamber et al (2019), Burke et al (2015b), Kelley et al (2015)) y muertes. Por ejemplo, el Banco Mundial (2018) estima que podría haber al menos 143 millones de migrantes debido al cambio climático para 2050 (teniendo en cuenta solo América del Sur, África e India). Estas tendencias también podrían ampliar la desigualdad global (Burke et al (2015a), Diffenbaugh y Burke (2019)). Aunque el 10% de los individuos más ricos generan el 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el 50% de los individuos menos ricos generan el 13% de ellos (Chancel (2017)), es muy probable que los choques relacionados con el clima tengan consecuencias adversas concentradas en países con climas relativamente cálidos, que incluyen la mayoría de los países de bajos ingresos (FMI (2017)). Un informe reciente encargado por las Naciones Unidas (Consejo de Derechos Humanos (2019)) estima que el cambio climático podría llevar a la reversión de todos los avances realizados en los últimos 50 años en términos de reducción de la pobreza.

Si bien estos desarrollos hablan por sí mismos desde una perspectiva ética, su traducción en variables económicas no es obvia y puede ser peligrosamente engañosa. Desde una perspectiva económica convencional, las pérdidas incurridas debido a los impactos físicos relacionados con el clima en las economías de bajos ingresos podrían compensarse, por ejemplo, si los agentes económicos en las economías de altos ingresos muestran una fuerte disposición a pagar por la adaptación. Sin embargo, esto está en desacuerdo con la evidencia científica: el cambio climático puede conducir a patrones e impactos irreversibles, que pueden ser compensados solo muy parcialmente por transferencias de efectivo, independientemente de su monto.

Como resultado de estas fuentes de incertidumbre, el costo social del carbono (que intenta cuantificar en términos monetarios los costos y beneficios de emitir una tonelada adicional de CO2) varía considerablemente de un modelo a otro (Pindyck (2013)). La selección de los valores de los parámetros que informan las funciones de daño, así como la tasa de descuento, se basan en elecciones arbitrarias, y los IAM «se pueden usar para obtener casi cualquier resultado que uno desee» (Pindyck (2013), p 5). Yendo más allá, Lord Nicholas Stern ahora argumenta que los IAM son «extremadamente engañosos» (Stern (2016)). En lugar de simplemente rechazarlos, necesitamos al menos un apoyo más matizado y contextualizado a las IAM (España (2018)).

En cualquier caso, abordar adecuadamente el cambio climático requiere que lo consideremos una cuestión moral (al igual que evitar una guerra o cualquier otra amenaza importante para las vidas humanas y no humanas), no puramente económica. Evaluar estas tendencias simplemente a través de preferencias individuales descontadas y / o funciones de daño, tanto más cuanto que se utiliza el análisis de costo-beneficio, difícilmente puede proporcionar una visión significativa de lo que más importa: encontrar soluciones socialmente justas para garantizar que la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero permanezca lo más lejos posible de cualquier punto de inflexión. Por lo tanto, la lucha contra el cambio climático es una cuestión ética primordial que no puede reducirse a un ejercicio de calibración de una IAM.


Publicado originalmente: https://www.bis.org/publ/othp31.pdf

Dinámica del mercado de finanzas sostenibles – Una visión general de marzo de 2021


Red para la ecologización del sistema financiero

Documento técnico

Dinámica del mercado de finanzas sostenibles: una visión general de marzo de 2021

Este informe ha sido coordinado por la Secretaría del NGFS/Banque de France.

Para obtener más detalles, vaya a www.ngfs.net

y a la cuenta de Twitter de NGFS @NGFS_, o comuníquese con la Secretaría de NGFS

sec.ngfs@banque-france.fr

Resumen Ejecutivo

Este breve informe presenta una visión general de la dinámica del mercado para movilizar finanzas sostenibles. Identifica tres canales principales a través de los cuales los mercados financieros pueden ayudar a dirigir la transformación necesaria de la economía real hacia niveles más altos de sostenibilidad:1 divulgación, gestión de riesgos y movilización de capital. El informe también proporciona ejemplos de políticas, regulaciones y orientación dirigidas a los participantes del mercado sobre estos tres temas. Por último, contiene un conjunto de conclusiones clave para su posterior consideración por parte de los responsables de la formulación de políticas y los participantes en el mercado por igual.

Divulgación: Las divulgaciones apropiadas de sostenibilidad por parte de instituciones financieras y no financieras ayudan a identificar las exposiciones a riesgos climáticos, ambientales y sociales. Los participantes en el mercado son cada vez más conscientes de cómo los riesgos y oportunidades de sostenibilidad pueden afectar el valor a largo plazo de los activos y, por lo tanto, piden una mejor divulgación de la sostenibilidad. En los últimos años han surgido varios marcos, normas y principios de presentación de informes de finanzas sostenibles para satisfacer esta demanda. Sin embargo, sigue siendo necesario mejorar la calidad, la comparabilidad y la fiabilidad de las divulgaciones y la presentación de informes sobre sostenibilidad, por un lado, y reducir su costo, por el otro. Por lo tanto, los principales organismos mundiales de normalización han comenzado a colaborar con miras a establecer una norma única, coherente y mundial de divulgación de la sostenibilidad, alineada con las recomendaciones del TCFD.2 Más allá de eso, los riesgos de sostenibilidad también deben integrarse en los marcos contables mundiales. A la luz de esto, el desarrollo de un conjunto global de estándares de informes de sostenibilidad, como lo proponen los fideicomisarios de la Fundación NIIF, es alentador.

Gestión de riesgos: Las instituciones financieras están incorporando cada vez más factores climáticos y de sostenibilidad en sus metodologías de evaluación de riesgos y procesos de toma de decisiones. La identificación de los riesgos climáticos y de sostenibilidad refuerza la opinión de que estos riesgos son una fuente de riesgos financieros y facilita la fijación adecuada de precios de los activos. Esto incentiva cambios a largo plazo en la orientación estratégica de las empresas y una asignación más eficiente de los recursos. Los gestores de activos, por ejemplo, están cada vez más de acuerdo en que los riesgos materiales de sostenibilidad son parte de su deber fiduciario. Las instituciones financieras, a su vez, están incorporando factores climáticos y de sostenibilidad en sus procesos de toma de decisiones. Están desarrollando capacidades internas de sostenibilidad y pidiendo a terceros que proporcionen calificaciones y puntajes de sostenibilidad. Además, los bancos y los inversores institucionales han comenzado a evaluar los riesgos físicos y de transición utilizando análisis de escenarios climáticos con el apoyo de organizaciones internacionales. Hasta que dichas capacidades no se desarrollen plenamente y se generalicen en las instituciones financieras, el riesgo de los activos contaminantes no se comprenderá ni incorporará plenamente en los procesos de riesgo y valoración. Para abordar esta brecha, los proveedores de datos privados ofrecen cada vez más datos y puntajes de sostenibilidad para empresas y soberanos. Además, las agencias de calificación crediticia están comenzando a incorporar los riesgos de sostenibilidad en sus calificaciones crediticias y a proporcionar calificaciones especializadas de sostenibilidad. Sin embargo, tanto los proveedores de datos/calificaciones ESG como las agencias de calificación crediticia aún carecen de transparencia en cuanto a cómo se incorporan estos riesgos en sus metodologías.

Movilización de capital: La movilización de capital hacia actividades y tecnologías respetuosas con el medio ambiente está respaldada por iniciativas de divulgación y presentación de informes, mejores prácticas de gestión de riesgos, una mayor demanda de activos verdes y oportunidades en el espacio bajo en carbono cada vez más visibles. La evidencia de que las «inversiones de valor» no necesariamente tienen rendimientos más bajos e incluso pueden ofrecer rendimientos adicionales también está respaldando la demanda. Cada vez más inversores ven que los índices de sostenibilidad funcionan tan bien como los índices convencionales y, a veces, incluso los superan. En respuesta, el suministro de índices de sostenibilidad y ETF que rastrean estos índices ha crecido a un ritmo más rápido en los últimos tiempos. El crecimiento del mercado de bonos y préstamos verdes/sostenibles, por otro lado, se ha respaldado aún más por principios y normas de presentación de informes. Estos tienen como objetivo abordar las preocupaciones de los inversores sobre el lavado verde y facilitar la comparabilidad. Aunque los mercados de bonos y préstamos verdes/sostenibles siguen siendo relativamente pequeños en tamaño, estos instrumentos pueden desempeñar un papel transformador al crear conciencia e impulsar la rendición de cuentas y la transparencia.

Conclusiones clave:

Los desarrollos del mercado presentados en este informe deben ser apoyados por la sociedad, los reguladores y las organizaciones internacionales para catalizar la transición a una economía baja en carbono / sostenible. Por lo tanto, el informe proporciona conclusiones clave para su posterior consideración por parte de los responsables políticos y los participantes del mercado:

1. Es necesario que las autoridades financieras apoyen: i) los marcos mundiales de divulgación de información y los esfuerzos para establecer una norma global de divulgación de información corporativa alineada con las recomendaciones del TCFD; y ii) la elaboración de un conjunto mundial de normas de presentación de informes sobre sostenibilidad.

2. Es necesario que las instituciones financieras multinacionales adopten y promuevan normas de sostenibilidad voluntarias mundiales y marcos de divulgación en las diferentes jurisdicciones en las que operan.

3. Existe la necesidad de que los proveedores de calificación crediticia y ESG mejoren la transparencia en torno a sus metodologías, divulgando los criterios que utilizan para evaluar la materialidad de los factores climáticos y de sostenibilidad, la forma en que estos se miden e incorporan en las calificaciones, y las ponderaciones que les asignan.

4. Es necesario que los reguladores exijan a las instituciones financieras que consideren los factores materiales climáticos y de sostenibilidad como factores financieros. Los factores climáticos y de sostenibilidad financieramente materiales deben formar parte del deber fiduciario de los gestores de activos.

5. Es necesario que los bancos de desarrollo nacionales y multilaterales refuercen su apoyo para movilizar capital hacia proyectos de inversión verde, en particular en los mercados en desarrollo y emergentes.

1.        Introducción

Este informe presenta una visión general de la dinámica del mercado para movilizar finanzas verdes y sostenibles. Llega en un momento de creciente reconocimiento y acción internacional sobre los riesgos y oportunidades relacionados con el cambio climático y la degradación ambiental y de una mayor demanda de activos verdes. Casi todas las diez principales economías se han comprometido a cero emisiones netas para mediados de siglo. Este informe destaca los principales impulsores y desafíos para dicha movilización y ampliación, al tiempo que proporciona un conjunto de conclusiones clave para su posterior consideración por parte de los responsables de la formulación de políticas y los participantes del mercado. Se centra en analizar el progreso realizado hasta la fecha en la ecologización de segmentos clave del mercado del sistema financiero, principalmente la banca, la inversión institucional y los mercados de capitales.

El informe identifica tres canales principales que pueden afectar a la economía real. En primer lugar, la divulgación y los informes consistentes, comparables y confiables relacionados con el clima y el medio ambiente fomentan mayores niveles de conciencia entre las empresas informantes, los inversores, los soberanos y otras partes interesadas, como los empleados, los consumidores y la sociedad en general. Las iniciativas de divulgación y presentación de informes respaldadas por bancos, inversores y mercados de capitales pueden arrojar luz sobre las buenas y malas prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) e incentivar los cambios a largo plazo en las empresas. En segundo lugar, las metodologías de evaluación de riesgos prospectivas, como el análisis de escenarios, permiten la integración de los riesgos relacionados con el clima en la toma de decisiones financieras, lo que lleva a precios de activos menos distorsionados y a una asignación de recursos más eficiente. En tercer lugar, la movilización de capital hacia actividades y tecnologías respetuosas con el medio ambiente está respaldada por iniciativas de divulgación y presentación de informes, mejores prácticas de gestión de riesgos, una mayor demanda de activos verdes y oportunidades en el espacio bajo en carbono que se hacen más visibles mediante taxonomías verdes. Los tres canales se cubrirán en cada sección del informe.

El informe reconoce los problemas derivados de la heterogeneidad de las definiciones de finanzas verdes y sostenibles y la amplia variedad de enfoques ASG adoptados por muchos inversores e instituciones financieras. En línea con publicaciones anteriores de NGFS, el informe aborda específicamente los desarrollos del mercado con respecto a los problemas relacionados con el clima, al tiempo que reconoce que los desarrollos de sostenibilidad van más allá de los temas relacionados con el clima. De hecho, algunos participantes/iniciativas del mercado abordan específicamente cuestiones relacionadas con el clima, pero muchos otros adoptan un enfoque de sostenibilidad más amplio.

2.        Divulgación y presentación de informes relacionados con el clima y la sostenibilidad

La conciencia de que los factores climáticos y de sostenibilidad pueden afectar materialmente el rendimiento financiero de las inversiones ha estimulado la demanda de datos y la divulgación asociados con estos riesgos. La industria de proveedores de datos privados está respondiendo a esta creciente demanda y aprovechando las nuevas tecnologías para aumentar el suministro de datos y calificaciones ESG para empresas y soberanos. También han proliferado los marcos de presentación de informes voluntarios adaptados a las diferentes necesidades de las partes interesadas. Los esfuerzos recientes para lograr una mayor alineación entre los marcos y un consenso emergente entre los que establecen normas sobre la necesidad de un marco aceptado a nivel mundial son prometedores.

2.1.      Mercados de suministro de datos

A medida que los inversores y otras partes interesadas reconocen la materialidad financiera de algunos factores ESG y el efecto que la gestión de los riesgos de sostenibilidad puede tener en el valor a largo plazo de los activos, ha habido un aumento en el interés por las divulgaciones relacionadas con el clima o ESG. Este aumento en la demanda de datos climáticos y de sostenibilidad ha visto surgir un gran mercado privado para apoyar a los inversores y las instituciones financieras. Según Environmental Finance (2019), hay unos 150 proveedores de datos ESG, aunque el mercado se ha ido consolidando y está dominado por un puñado de jugadores. Los productos ofrecidos incluyen datos climáticos, análisis, servicios de asesoramiento, investigación y puntuaciones ESG corporativas y nacionales, datos alternativos sobre controversias, monitoreo de cartera ESG, segundas opiniones sobre el cumplimiento de los principios de bonos, garantía, certificación y verificación de terceros, y servicios de asesoramiento de voto por poder. Según algunas estimaciones (Opimas, 2020), el gasto anual en datos ESG ha crecido a tasas de dos dígitos desde 2016 y se espera que alcance los 1.000 millones de dólares en 2021. Al mismo tiempo, las organizaciones multilaterales e internacionales también están ayudando a poner a disposición del público más datos ESG.3

Los proveedores de datos relacionados con el clima y ESG se están beneficiando del uso de innovaciones tecnológicas. Muchos recopilan, analizan y verifican datos ambientales utilizando tecnologías digitales de vanguardia como la inteligencia artificial, la tecnología de contabilidad distribuida y las técnicas de aprendizaje automático basadas en el procesamiento del lenguaje natural. Además, también se recopilan datos de dispositivos de teleobservación y satélites.

Estas tecnologías ofrecen a los inversores y corporaciones datos adicionales y contribuyen a una mayor transparencia, pero requieren inversiones y conocimientos técnicos adicionales. Un próximo informe de NGFS realizado por el flujo de trabajo Bridging the Data Gaps analizará el uso de nuevas herramientas de datos y análisis, para facilitar la recopilación de datos y hacerla más transparente.

2.2. Armonización de las normas y marcos de divulgación

El aumento resultante en la disponibilidad de datos relacionados con el clima y la sostenibilidad de proveedores de datos de terceros puede incentivar a las empresas y los soberanos a aumentar sus propias divulgaciones, dado que les ofrece la oportunidad de proporcionar su propia narrativa al involucrar a los inversores y otras partes interesadas. Si no lo hicieran, los inversores evaluarían a los emisores no informantes únicamente sobre la base de la información proporcionada por terceros.

La divulgación de información ESG «útil para la decisión» por parte de empresas y otros emisores ofrece muchos beneficios. Es una forma de señalar a los inversores y otras partes interesadas que son conscientes de los riesgos y oportunidades climáticos y de sostenibilidad y que los toman en serio. Las divulgaciones útiles para la toma de decisiones permiten a los mercados financieros comprender la huella ambiental y la trayectoria de las empresas, los soberanos y los activos. Los inversores pueden asignar recursos en consecuencia, en función de sus preferencias y tolerancia al riesgo. Sin embargo, en ausencia de divulgaciones coherentes, comparables y fiables, es difícil para las instituciones financieras hacer tales evaluaciones.

Takeaway 1

Es necesario que las autoridades financieras apoyen:

  • marcos mundiales de divulgación y esfuerzos para establecer un estándar integral de divulgación corporativa alineado con las recomendaciones del TCFD;
  • el desarrollo de un conjunto mundial de normas de información sobre sostenibilidad.

En los últimos años han surgido varios marcos, estándares y principios de informes de finanzas verdes y sostenibles para atender a las diferentes partes interesadas. Estos han sido promovidos por entidades privadas y públicas a nivel global, regional y nacional. El número promedio de tales nuevas iniciativas se ha multiplicado por más de cinco en la última década (en comparación con la anterior), según el análisis de la Red FC4S (UNEP Inquiry y FC4S, 2020).

El marco del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD), por sus siglas en inglés), liderado por el sector privado, se está convirtiendo en el marco preeminente para las divulgaciones relacionadas con el clima. Sus recomendaciones sobre el análisis de escenarios y el énfasis en la materialidad financiera están teniendo un impacto significativo en las instituciones financieras y los reguladores (NGFS, 2020a). El número de instituciones financieras que apoyan el marco de TCFD continúa aumentando, lo que representa US $ 150 billones en activos a partir de septiembre de 2020 (TCFD, 2020). Sin embargo, la divulgación real del impacto financiero potencial de los riesgos climáticos y de sostenibilidad en las actividades de las empresas sigue siendo baja y de calidad variable. Una pequeña proporción de las divulgaciones recomendadas de TCFD se hacen públicas y la información es difícil de comparar y verificar.4 Es probable que la necesidad de acelerar la divulgación de TCFD sea un tema principal de discusión en las reuniones de la COP26 en 2021.

El gran número de normas y marcos de divulgación para la sostenibilidad corporativa y las cuestiones relacionadas con el clima, así como las diferentes definiciones y taxonomías para los activos verdes, dificultan la comparación de la información relacionada con el clima, ecológica y de sostenibilidad disponible para los participantes en el mercado. Esta multiplicidad de marcos y estándares de presentación de informes puede ser agotadora para las empresas, algunas de las cuales terminan informando bajo diferentes marcos. Cuando las empresas hacen pública la información, a menudo lo hacen a través de diferentes informes (informes anuales, informes de sostenibilidad e informes de responsabilidad social corporativa), lo que dificulta su localización.

Los principales marcos mundiales de presentación de informes voluntarios y organismos de normalización colaboran cada vez más con el objetivo de establecer una norma única, coherente y global de divulgación y presentación de informes ASG, alineada con las recomendaciones del TCFD. Este desarrollo prometedor ayudaría, entre otros beneficios, a las empresas a recopilar información una vez, al tiempo que la proporcionaría a diferentes usuarios. Los marcos de presentación de informes y los organismos normativos que están colaborando incluyen CDP, climate Disclosure Standards Board (CDSB), Global Reporting Initiative (GRI), International Integrated Reporting Council (IIRC) y Sustainability Accounting Standards Board (SASB).5 Recientemente publicaron un prototipo de informes de sostenibilidad basado en TCFD (CDP et al., 2021).

Takeaway 2

Es necesario que las instituciones financieras multinacionales adopten y promuevan normas de sostenibilidad voluntarias mundiales y marcos de divulgación en las diferentes jurisdicciones en las que operan.

La creciente importancia de la sostenibilidad también está llegando a la atención de los organismos de normalización contable. La iniciativa lanzada por la Fundación de normas internacionales de información financiera (NIIF) para establecer una Junta de Normas de Sostenibilidad es alentadora. Las NIIF publicaron un documento de consulta en octubre de 2020 para evaluar la demanda de una junta de establecimiento de normas de sostenibilidad mundial y explorar mecanismos para contribuir al desarrollo de dichas normas para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas (NIIF, 2020). Las NIIF han concluido que existe una demanda creciente y urgente para mejorar la consistencia global y la comparabilidad en los informes de sostenibilidad, así como la necesidad de que la Fundación NIIF desempeñe un papel en esto (NIIF, 2021). Si los fideicomisarios de la Fundación NIIF proponen normas de información financiera relacionadas con la sostenibilidad, estas serán distintas, pero conceptualmente integradas con las normas de contabilidad desarrolladas por el Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB). La Federación Internacional de Contadores (IFAC, 2020) y la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) respaldan esta iniciativa. IOSCO se compromete a trabajar con los fideicomisarios de la Fundación IFRS a medida que desarrollan un plan para el establecimiento de una Junta de Estándares de Sostenibilidad (IOSCO, 2021).

Es importante ampliar los esfuerzos para aplicar normas mundiales comunes y comparables a los mercados emergentes. Al evaluar e informar sobre los riesgos y oportunidades a nivel subsidiario en los mercados emergentes y menos desarrollados, las instituciones financieras internacionales y las empresas de la economía real tienen la oportunidad de ayudar a acelerar la adopción de normas voluntarias mundiales a través de sus propios informes locales.

No existen estándares para que los soberanos informen sobre consideraciones climáticas y ambientales, por lo que los inversores desarrollan sus propios marcos a medida para comprometerse con los soberanos en estos temas. Un marco de información soberana basado en las lecciones aprendidas de las normas voluntarias y los marcos de divulgación mencionados anteriormente podría ayudar a alinear los intereses de los inversores y emisores soberanos y mejorar la transparencia. El Banco Mundial está desarrollando un marco y una guía de «TCFD para los soberanos» que se publicarán a finales de este año (Banco Mundial, 2021).

2.3. Marcos de gestión de impacto

En una nota relacionada, grupos de inversores están desarrollando instrumentos para ayudar a identificar métricas de desempeño ambiental y climático específicas del sector que podrían guiar las decisiones de cartera de los inversores para tener un impacto en la economía real (Instituto de Liderazgo en Sostenibilidad de la Universidad de Cambridge, 2019). Algunos de estos instrumentos se centran en medir la alineación de las carteras con el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Los ejemplos incluyen el trabajo realizado por los miembros del Proyecto de Gestión de Impacto fundado en 2016, los estándares de impacto de los ODS del PNUD para emisores de bonos, fondos de capital privado y empresas de 2020, y los Principios Operativos para la Gestión del Impacto de la Corporación Financiera Internacional (IFC, 2019). Además, se han desarrollado varias herramientas para evaluar el impacto de las operaciones comerciales en la biodiversidad (Berger et al., 2018).

En respuesta a la demanda de los inversores de herramientas de medición de impacto, la Organización Internacional de Normalización (ISO) está desarrollando un estándar para evaluar e informar el impacto relacionado con el clima de las actividades de financiamiento. Esta norma aborda cómo el cambio climático afecta el valor de una empresa y cómo las actividades de las empresas tienen un impacto en el clima (doble materialidad) (2nd Investing Initiative, 2017). LA norma ISO/FDIS 14097 entrará en vigor en 2021.

Recuadro 1

Ejemplos de políticas, regulaciones y orientación sobre divulgación y presentación de informes

El número de medidas de información y divulgación de información sobre finanzas verdes y sostenibles aumentó de 76 (60 obligatorias y 16 no obligatorias) en 2016 a 98 (77 obligatorias y 21 no obligatorias) en 2019 (Plataforma de Finanzas Verdes, sin fecha). La mayoría de las medidas se dieron en los países desarrollados y prevalecieron más en la inversión institucional y los mercados de capitales que en la banca. Entre los ejemplos se incluyen los siguientes:

• el informe de Sustainable Stock Exchanges (SSE) de que, a partir de marzo de 2021, 56 de las bolsas de valores de 106 miembros habían publicado una guía de informes ESG para sus empresas que cotizan en bolsa. Estas bolsas de valores cubren 40.155 empresas que cotizan en bolsa con UNA CAPITALIZACIÓN BURSÁTIL DE US$56,45 BILLONES (SSE, s.F.);

• la Unión Europea aplicó requisitos de divulgación de información que abarcan a las grandes empresas no financieras, así como a una serie de instituciones financieras, incluidos los fondos de inversión, los fondos de pensiones, la gestión de carteras individuales y el asesoramiento en materia de inversión (Comisión Europea, 2020a, 2020b, 2020c);

• el Comité Asesor de Inversores de la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC) recomienda que la SEC promulgue políticas de divulgación específicas de ESG y las incorpore al régimen integrado de divulgación (SEC, 2020). A nivel estatal, el Estado de Illinois emitió una Ley de Inversión Sostenible que requiere fondos públicos para implementar políticas de inversión sostenible (Asamblea General de Illinois, sin fecha);

• la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido (FCA) requiere que las empresas comerciales con una cotización premium del Reino Unido realicen divulgaciones relacionadas con el clima, en línea con el marco TCFD, sobre una base de «cumplimiento o explicación», a partir de enero de 2021. Las empresas están obligadas a guiar a los inversores sobre dónde pueden encontrar estas divulgaciones en sus informes anuales. El gobierno del Reino Unido también ha apuntado a una adopción obligatoria gradual de divulgaciones alineadas con TCFD en toda la economía del Reino Unido para 2025 (HM Treasury, 2020);

• El Grupo Directivo Interinstitucional de Finanzas Verdes y Sostenibles de Hong Kong ha anunciado la divulgación obligatoria alineada con TCFD en todos los sectores relevantes de Hong Kong para 2025 (HKMA, 2020a);

• China ha ordenado la presentación de datos de préstamos verdes y disposiciones obligatorias sobre la presentación de informes y la divulgación de información relacionada con el uso de los ingresos de los bonos verdes (Zhang, 2020);

• el Reglamento de la Autoridad de Servicios Financieros de Indonesia (OJK) sobre finanzas sostenibles exige que los bancos grandes y extranjeros informen sobre los planes de acción anuales que implementan la iniciativa de finanzas sostenibles (SBN, 2019); y

• El Informe King de Sudáfrica sobre Gobierno Corporativo recomendó que los informes de las empresas estuvieran en línea con el Marco Internacional del IIRC (Instituto de directores, África del Sur, 2016).

3.        Integración de las consideraciones climáticas y de sostenibilidad en la toma de decisiones financieras

Las instituciones financieras, respondiendo al reconocimiento de que algunos factores relacionados con el clima y la sostenibilidad son materiales y a la demanda de las partes interesadas, están incorporando estos factores en sus procesos de toma de decisiones. Esto se refleja en el aumento de especialistas esg en los gestores de activos globales. Una estimación (Opimas, 2020) muestra que el número de especialistas en ESG ha crecido en promedio cerca del 230% entre 2017 y 2020 entre los 30 principales gestores de activos globales. No obstante, es probable que los inversores sigan confiando en proveedores externos de calificación ESG. Esto se debe a la falta de disponibilidad de datos consistentes, comparables y confiables, y porque la recopilación e interpretación de dichos datos requiere experiencia, capacidad y tiempo significativo cada vez más específicos. Un próximo informe de NGFS realizado por el flujo de trabajo Bridging the Data Gaps analizará la disponibilidad de datos comparables y confiables relacionados con el clima con más profundidad y propondrá soluciones.

3.1. Puntuaciones y calificaciones ESG

En este espacio de rápido movimiento, ya había más de 600 calificaciones DE EG (productos de datos) en oferta en 2018 (SustainAbility Institute, 2020). La cobertura en los principales proveedores de calificación ESG oscila entre aproximadamente 4,000 y 22,000 empresas (Escrig-Olmedo et al., 2019). Sin embargo, las calificaciones ESG y de sostenibilidad aún carecen de transparencia y enfrentan desafíos metodológicos. La falta de datos consistentes, comparables y confiables, y las diferencias en las metodologías entre los proveedores, incluida la importancia relativa asignada a las categorías ‘E’, ‘S’ y ‘G’ del total de calificaciones ESG asignadas a las empresas, ha llevado a la dispersión y la baja correlación de las calificaciones ESG corporativas (OCDE, 2020).

En respuesta a la creciente demanda de datos y calificaciones ESG, los proveedores de big data y las agencias de calificación crediticia han entrado en estos mercados, principalmente a través de adquisiciones de actores especializados existentes. Las agencias de calificación crediticia también han comenzado a integrar los riesgos relacionados con el clima y los riesgos ESG en sus calificaciones. Sin embargo, todavía hay poca claridad sobre cómo se están incorporando estos riesgos en las calificaciones (Subcomité de Riesgo de Mercado Relacionado con el Clima, 2020). La Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM) publicó directrices para proporcionar una mayor claridad, pidiendo a las agencias de calificación crediticia que emitan una calificación crediticia o una perspectiva de calificación que divulguen si los factores ASG se consideraron factores impulsores clave y que expliquen por qué estos factores ASG fueron importantes para la calificación crediticia (AEVM, 2019).

Takeaway 3

Existe la necesidad de que los proveedores de crédito y de calificación ESG mejoren la transparencia en torno a sus metodologías, divulgando los criterios que utilizan para evaluar la materialidad de los factores climáticos y de sostenibilidad, la forma en que estos se miden e incorporan en las calificaciones, y las ponderaciones que les asignan.

En el caso de los puntajes ESG soberanos, la investigación del Banco Mundial muestra que existe una alta correlación entre los puntajes generados por los principales proveedores, a excepción de la categoría ‘E’ (Banco Mundial, 2020). La investigación del Banco Mundial también destaca que un factor clave de una mayor convergencia entre los puntajes ESG soberanos frente a los puntajes ESG corporativos es una relación sólida y estadísticamente significativa entre los puntajes ESG soberanos y el nivel de riqueza de un país. Esta misma investigación advierte que, sin ajustar los datos por riqueza, la integración de estos puntajes en la toma de decisiones de inversión puede tener los incentivos perversos de alejar el capital de los países de menores ingresos hacia los países más ricos, ampliando las brechas de financiamiento de los ODS (Gratcheva y Emery, 2021).

3.2. Integración del riesgo climático

Varios bancos están integrando sistemas de gestión de riesgos ambientales y sociales (ESRMS) en sus principales procesos de crédito. Estos sistemas implican un conjunto de procedimientos, políticas y manuales de análisis de riesgos ESG, incluida la categorización de los proyectos según la exposición al riesgo, el uso de listas de exclusión y el uso de herramientas específicas proporcionadas por terceros. La adopción de los Principios de Ecuador para la financiación de proyectos por 116 bancos en 37 países es una señal de progreso (Principios de Ecuador, sin fecha). Una actualización reciente de los principios requiere una evaluación de los riesgos relacionados con los impactos físicos y de transición del cambio climático para proyectos con un riesgo ambiental adverso significativo. Todos los proyectos que superen los umbrales de emisiones de carbono deben evaluar los riesgos de transición (Principios de Ecuador, 2020).

En el futuro, es importante que los gestores de riesgos de los bancos y los inversores institucionales tengan una idea clara de cómo los riesgos relacionados con el clima pueden afectar los flujos de efectivo y los resultados financieros. A tal efecto, y en línea con el Pilar Estratégico de las recomendaciones del TCFD, los administradores de riesgos de las instituciones financieras han comenzado a aplicar análisis de escenarios prospectivos.6 Desde 2018, la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP-FI) ha desarrollado una serie de proyectos piloto de TCFD para que bancos, inversores y aseguradoras desarrollen enfoques prácticos para evaluar los riesgos físicos y de transición utilizando análisis de escenarios climáticos. Los pilotos han sido apoyados por modeladores climáticos y expertos en riesgos. Sin embargo, esto aún no es una práctica común. En ausencia de capacidad interna, las instituciones financieras dependen principalmente de los servicios de asesoramiento. Hasta que tales capacidades no se hayan desarrollado y se generalicen en las instituciones financieras, el riesgo de los activos contaminantes no se comprenderá adecuadamente ni se incorporará en los cálculos de riesgo y valoración utilizados para suscribir deuda y capital. Incluso pueden estar subestimados en industrias altamente expuestas, dejando los balances deteriorados y en riesgo.

Existe un creciente consenso de que la materialidad financiera de los riesgos relacionados con el clima y la sostenibilidad es parte del deber fiduciario de los gestores de activos. Esa es la posición adoptada en el Informe Final sobre el Deber Fiduciario en el Siglo 21 (UNEP-FI, 2019a) y en los Principios de Administración Global de la Red Internacional de Gobierno Corporativo (ICGN, 2016). Los reguladores en países como Canadá, Sudáfrica, Suecia y el Reino Unido, apoyan estos puntos de vista y han indicado que la no consideración de los factores de riesgo ambientales y climáticos financieramente materiales en la toma de decisiones de inversión podría ser una violación del deber fiduciario (PRI, 2017).

Takeaway 4

Es necesario que los reguladores exijan a las instituciones financieras que consideren los factores climáticos materiales y de sostenibilidad como factores financieros. Los factores climáticos y de sostenibilidad financieramente materiales deben formar parte del deber fiduciario de los gestores de activos.

Alrededor del 40% de los miembros del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea han emitido, o están en proceso de emitir, una guía de supervisión más basada en principios con respecto a los riesgos financieros relacionados con el clima (BIS, 2020a).7 Dentro de los bancos centrales, el riesgo reputacional y el deseo de dar un buen ejemplo son motivaciones clave para adoptar consideraciones de Inversión Sostenible y Responsable en la gestión de su cartera (NGFS, 2020b).

La Organización Internacional de Supervisores de Pensiones (IOPS) ha publicado directrices de supervisión no vinculantes sobre la integración de los factores ASG en la inversión y la gestión de riesgos de los fondos de pensiones (IOPS, 2019). En una encuesta reciente de reguladores de valores realizada por IOSCO, el 41% de los miembros creían que deberían involucrarse en la definición de los riesgos relacionados con ESG como riesgos financieros, además de proporcionar transparencia y evitar el lavado verde (IOSCO, 2020). La Asociación Internacional de Supervisores de Seguros (IAIS) recomienda que los supervisores de seguros aborden los riesgos que surgen del cambio climático de manera integral y consideren los riesgos físicos y de transición además de los riesgos de reputación (IAIS, 2020).

Recuadro 2

Ejemplos de políticas y reglamentos sobre gestión de riesgos

El número de medidas relacionadas con las finanzas verdes y sostenibles por parte de las autoridades en la gestión de riesgos aumentó de 17 (7 obligatorias y 10 no obligatorias) en 2016 a 40 (11 obligatorias y 29 no obligatorias) en 2019 (Plataforma de Finanzas Verdes, sin fecha). Si bien existe un consenso cada vez mayor de que estas medidas deben centrarse en la materialidad financiera y ambiental, muchas de las iniciativas regulatorias que abordan la gestión de riesgos aún se encuentran en una etapa relativamente temprana de desarrollo. Entre los ejemplos se incluyen los siguientes:

• el Banco Central Europeo (BCE) publicó en 2020 una guía sobre los riesgos climáticos y medioambientales para las entidades de crédito. La guía explica cómo espera el BCE que las entidades gestionen prudentemente y divulguen de forma transparente dichos riesgos con arreglo a las normas prudenciales actuales (BCE, 2020);

• el Comisionado de Seguros de California en 2016 emitió un llamado a las compañías de seguros para que desinviertan del carbón y exigió a las compañías de seguros con US $ 100 millones en primas anuales que divulguen las inversiones en combustibles fósiles (Business Insurance, 2017);

• la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos de los Estados Unidos (CFTC) ha instado a todas las agencias reguladoras financieras federales relevantes y al Consejo de Supervisión de la Estabilidad Financiera (FSOC) a incorporar los riesgos relacionados con el clima en sus mandatos y funciones de supervisión y a desarrollar una estrategia para integrar estos riesgos en su trabajo (CFTC, 2020);

• la Autoridad de Regulación Prudencial del Reino Unido (PRA) emitió una declaración de supervisión para bancos y aseguradoras en 2019 con respecto a su consideración del riesgo climático en cuatro áreas: acuerdos de gobernanza, gestión de riesgos, pruebas de resistencia y análisis de escenarios, y divulgación (PRA, 2019);

• la Autoridad Federal de Supervisión Financiera de Alemania (BaFin) emitió un aviso de orientación supervisora centrado en la gestión de los riesgos de sostenibilidad para las instituciones financieras (BaFin, 2020); y

• la Autoridad Monetaria de Hong Kong (HKMA) emitió en 2020 principios rectores para los bancos sobre cuestiones relacionadas con el clima, incluida la gobernanza, la estrategia, la gestión de riesgos y la divulgación, y llevará a cabo pruebas piloto de estrés por riesgo climático para que los bancos evalúen la resiliencia climática del sector (HKMA, 2020b).

4.        Movilización de capital

Varios factores están contribuyendo a movilizar capital hacia actividades y tecnologías relacionadas con el clima y favorables a las redes sociales: mejores prácticas de divulgación y presentación de informes; la consideración en la toma de decisiones de los factores materiales ASG y las prácticas de gestión de riesgos prospectivas; una mayor visibilidad de las oportunidades sostenibles que ofrecen las taxonomías verdes; y también importante, la demanda de activos verdes.

La demanda de inversiones ambientales y sostenibles es grande y va en aumento. Los fondos de pensiones orientados a largo plazo, los inversores institucionales y los inversores minoristas, en particular los millennials, están mostrando un creciente interés en estas inversiones. La demanda también está siendo impulsada por la creciente evidencia y el reconocimiento de que las «inversiones de valor» no tienen rendimientos más bajos e incluso pueden producir rendimientos adicionales cuando se combinan con ciertas estrategias ESG. La oferta de productos financieros verdes o sostenibles está aumentando, pero sigue siendo insuficiente para satisfacer la demanda de los inversores. En algunos países en particular, parece haber una escasez de oportunidades de inversión sostenible. Es probable que la oferta de oportunidades de inversión sostenible se recupere una vez que se hayan corregido los precios insuficientes de las emisiones de carbono, el sesgo a corto plazo en las políticas y la subestimación del riesgo de activos con alto contenido de carbono.

4.1. Iniciativas dirigidas por inversores/bancos

Los inversores institucionales están desempeñando un papel clave en la movilización de capital verde. Individualmente y a través de asociaciones, están utilizando cada vez más su influencia para acelerar la transición a prácticas comerciales corporativas bajas en carbono. A partir de febrero de 2021, más de 3.300 propietarios de activos y administradores de inversiones eran signatarios de la iniciativa de Principios para la Inversión Responsable (PRI) y sus activos colectivos bajo gestión (AUM) representaban US $ 100 billones (PRI, 2021). PRI apoya a su red global de inversores signatarios en la incorporación de factores ESG en sus decisiones de inversión y propiedad. A nivel regional, el Grupo Europeo de Inversores Institucionales sobre el Cambio Climático (IIGCC) es una plataforma para la colaboración de inversores sobre el cambio climático con 250 miembros y 33 billones de euros en AUM.

Los bancos también están participando a través de otras iniciativas centradas en la movilización de capital verde/sostenible. Después de reconocer que las necesidades y demandas de sus clientes y partes interesadas habían cambiado, casi 200 bancos se unieron a los Principios de Banca Responsable (PRB) con miras a alinear las carteras con los ODS.8

Existen varias iniciativas de múltiples partes interesadas para descarbonizar las carteras, que incluyen: (i) la Net-Zero Asset Owner Alliance, un grupo de inversores institucionales que representan casi US $ 5 billones en AUM que se comprometen a hacer la transición de sus carteras de inversión a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 (UNEP-FI, 2019b); ii) la Coalición de Descarbonización de Carteras (sin fecha) de 32 inversores que representan más de 800.000 millones de dólares EE.UU., que se han comprometido a descarbonizar gradualmente sus carteras; iii) la Iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia, que apoya a las instituciones financieras en el establecimiento de objetivos basados en la ciencia y la alineación de sus actividades de préstamo e inversión con el Acuerdo de París (Iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia, sin fecha); (iv) el Marco de Inversión Neta Cero del IIGCC lanzado en diciembre de 2020, que proporciona metodologías recomendadas para que los inversores evalúen e implementen la alineación de sus carteras hacia el cero neto, con el fin de maximizar su contribución a la descarbonización de la economía real (IIGCC, s.f.).

Los inversores institucionales han estado cambiando su enfoque de participación accionaria y compromiso hacia las inversiones verdes. Están pasando de recomendar que las empresas en las que invierten adopten acciones o políticas específicas, como la divulgación y la supervisión de riesgos, a entablar una discusión más amplia sobre el impacto de los riesgos ambientales y sociales en el valor a largo plazo de una empresa. Ejemplos de organizaciones lideradas por inversores que se centran en la propiedad activa incluyen la iniciativa Climate Action 100+, creada por 450 inversores con más de US $ 40 billones en AUM. Los signatarios de esta iniciativa se han comprometido a involucrar a las empresas objetivo para fortalecer las divulgaciones financieras relacionadas con el clima, mejorar la gobernanza y frenar las emisiones. El PRI, a través de su iniciativa Active Ownership 2.0, apoya el compromiso de los inversores impulsados por los resultados con las empresas.9 Los anuncios10 de algunos de los mayores gestores de activos para asumir la propiedad activa de los problemas ESG y los riesgos relacionados con el clima probablemente impulsarán compromisos más fuertes relacionados con el clima por parte de las empresas participadas. A pesar de su impacto prometedor, estas iniciativas lideradas por inversores están llegando principalmente a las grandes empresas y, por lo tanto, su impacto en las pequeñas y medianas entidades es limitado.

La propiedad activa también se está llevando a cabo a través del uso de los derechos de los accionistas, como muestran las tendencias de voto por poder ESG. Según Morningstar (2020), de 2005 a 2019 el apoyo promedio a las resoluciones que abordan problemas ambientales y sociales aumentó del 10% a casi el 30%.

4.2. Evolución de los bonos y préstamos sostenibles

El crecimiento de los bonos y préstamos verdes/sostenibles se ha sustentado en principios y marcos. Los marcos de bonos emitidos por la Asociación Internacional del Mercado de Capitales (ICMA) incluyen los Principios de Bonos Verdes en 2014, actualizados en 2018 (ICMA, 2018a); las Directrices sobre bonos sostenibles de 2018 (ICMA, 2018b); y los Principios de Bonos SustainabilityLinked (ICMA, 2020). Los Principios de Bonos Verdes de ICMA se complementan con los Estándares de Bonos Climáticos de la Iniciativa de Bonos Climáticos, que brindan seguridad a los tenedores de bonos. Juntos, estos abordan las preocupaciones de los inversores sobre el lavado verde y proporcionan comparabilidad para los bonos compatibles. El uso de revisiones externas (opiniones de segunda parte) se ha convertido en una práctica de mercado que proporciona credibilidad y valor a la etiqueta. Sin embargo, los bonos verdes y sostenibles también se perciben como altos costos de transacción asociados con la verificación y el cumplimiento de los principios. En cuanto a los marcos de préstamos globales, la Asociación de Sindicaciones y Comercio de Préstamos emitió los Principios de Préstamos Verdes en 2018 (LSTA, 2021) y los Principios de Préstamos Vinculados a la Sostenibilidad en 2019 (LSTA, 2020).

Además, existen iniciativas para los bonos verdes regionales y nacionales y también para establecer principios de préstamos verdes, incluso de los países en desarrollo.11

A septiembre de 2020, el valor total de los bonos verdes en circulación (US$ 1,06 billones), la sostenibilidad (US $ 0,12 billones) y los bonos vinculados a la sostenibilidad (US $ 0,01 billones) era equivalente al 1% del total de bonos en circulación (BloombergNEF, 2020). En 2019, los listados se concentraron en Europa (46%), América del Norte (26%) y Asia (20%). Los países en desarrollo y emergentes también han sido cada vez más activos en los mercados de bonos verdes/sostenibles.12 En el contexto de la volatilidad relacionada con la COVID-19, la emisión de bonos verdes/sostenibles aumentó en los primeros nueve meses de 2020. En el caso de los bonos vinculados a la sostenibilidad, las tasas de crecimiento alcanzaron los tres dígitos, aunque desde un nivel bajo. Dado el tamaño relativamente pequeño de los mercados de bonos verdes y la falta de liquidez percibida en este instrumento, las soluciones que ofrecen a los inversores la posibilidad de intercambiar bonos verdes por bonos gubernamentales convencionales proporcionan liquidez y podrían ayudar a que surja una estructura a plazo para los bonos verdes. Un ejemplo de esto son los bonos gemelos soberanos de Alemania (Ministerio Federal de Finanzas de Alemania, 2019).

Los productos de bonos relacionados, como los bonos catastróficos (bonos cat), aunque no son nuevos, también podrían contribuir a la movilización de capital verde. Los bonos Cat pueden transferir el riesgo físico de eventos climáticos extremos de un emisor a los mercados de capitales. México ha emitido bonos soberanos para cubrir los riesgos de terremotos y huracanes. La emisión acumulada de este tipo de instrumentos alcanzó los US$135.000 millones en 2020 (Artemis, 2021). Los productos innovadores más recientes incluyen bonos de rendimiento de la naturaleza, creados por la Iniciativa de Financiamiento para la Biodiversidad en septiembre de 2020, que tienen como objetivo alentar a los países en desarrollo a proteger los ecosistemas y la biodiversidad (Financiamiento para la Biodiversidad, 2020).

Cabe señalar que una parte de la emisión de bonos verdes y sostenibles a veces puede resultar de bonos de vainilla que satisfacen los principios de bonos verdes y, por lo tanto, pueden reetiquetarse como bonos verdes. Si bien el reetiquetado como este no moviliza inversión verde adicional per se (BIS, 2020b), puede ayudar a satisfacer la creciente demanda del mercado de activos verdes y ser beneficioso a través de un menor costo de financiamiento cuando se lleva a cabo la refinanciación. En términos más generales, aunque el tamaño de los mercados de bonos verdes/sostenibles sigue siendo pequeño en comparación con el mercado general, estos instrumentos pueden desempeñar un papel transformador al generar una mayor responsabilidad y transparencia de su impacto previsto.

Los mercados corporativos de bonos verdes siguen dominados por empresas con alto contenido de carbono o contaminantes. Por lo tanto, los inversores deben comprender cómo los proyectos verdes financiados por un bono verde encajan en las estrategias generales de transición de las empresas a la baja emisión de carbono. Para preservar la credibilidad de los mercados de bonos verdes y las inversiones ESG, es importante que se implementen estándares sólidos. Los inversores minoristas deben tener en cuenta que las narrativas climáticas y de sostenibilidad de algunos inversores institucionales no siempre están respaldadas por los datos, y que los préstamos de algunos bancos a actividades con alto contenido de carbono / contaminantes han aumentado, como lo demuestran los informes de transparencia de los grupos de partes interesadas (BankTrack, 2020).

Los volúmenes globales de préstamos verdes y vinculados a la sostenibilidad aumentaron de US $ 38 mil millones en 2016 a US $ 232 mil millones en 2019. En 2019, la emisión de préstamos se concentró en Europa (64%) y Asia (20%), con Canadá y Estados Unidos en tercer lugar (15%). La emisión de préstamos tuvo lugar predominantemente en el sector corporativo (86% del total) (BloombergNEF, 2020). La titulización verde puede movilizar aún más capital verde / sostenible. Como señala la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos de los Estados Unidos, «al aislar y asignar el riesgo climático a los inversores dispuestos a aceptarlo, [la titulización] puede resultar de importancia crítica para financiar la transición» a una economía baja en carbono (Subcomité de Riesgo de Mercado Relacionado con el Clima, 2020).13 Según la Asociación para los Mercados Financieros en Europa (AFME), la «titulización verde» debe reservarse exclusivamente para las transacciones garantizadas por activos verdes,   basado en taxonomías establecidas (AFME, 2019). Además, los bancos con amplia experiencia en el comercio y productos derivados podrían apoyar el desarrollo de créditos de carbono y herramientas comerciales para ayudar a los clientes y países a cumplir con sus compromisos netos cero.14

Takeaway 5

Es necesario que los bancos de desarrollo nacionales y multilaterales refuercen su apoyo para movilizar capital hacia proyectos de inversión verde, en particular en los mercados en desarrollo y emergentes.

Alinear las estrategias, inversiones y operaciones de los bancos públicos de desarrollo con los objetivos climáticos podría ser una forma poderosa de redirigir los flujos financieros (Finance in Common, 2020). Particularmente en los mercados en desarrollo y emergentes, la movilización hacia el clima / inversiones sostenibles sigue siendo limitada. Esto se debe principalmente a la falta de proyectos, la información insuficiente relacionada con sus impactos ambientales y sociales, así como la posible subestimación del riesgo de las inversiones con alto contenido de carbono. Dada la capacidad limitada y el enfoque a corto plazo de los bancos comerciales, los bancos de desarrollo nacionales y multilaterales son muy adecuados para recaudar apoyo para movilizar proyectos de inversión sostenible (ODI 2020). Muchos ya tienen la capacidad de analizar oportunidades de inversión sostenible, proporcionar asistencia técnica, ofrecer vehículos combinados del mercado de capitales y eliminar el riesgo en forma de garantías de riesgo. Además, los bancos de desarrollo pueden apoyar la titulización verde como una forma de reutilizar el capital bancario existente y desbloquear nuevos préstamos privados verdes / sostenibles.

4.3. Evolución de los índices ESG y de los fondos cotizados en bolsa (ETF)

Los grandes proveedores de índices han estado ofreciendo índices de renta variable ESG desde 1990 e índices esg de renta fija desde 2013. Los inversores han notado cada vez más que los ETF que rastrean estos índices están funcionando bien y, a veces, incluso mejor que los índices convencionales. El aumento resultante en la demanda de ETF que comparan estos índices es una de las principales razones de la creciente variedad de índices ESG que se ofrecen. Estos incluyen índices de bonos verdes y sostenibles, acciones y transición, así como índices basados en criterios de sostenibilidad y, más recientemente, también índices de cambio climático. El número de ndices ESG aumentó a nivel mundial en un 40,2% de septiembre de 2019 a septiembre de 2020, tras un aumento del 13,9% con respecto a un período similar un año antes (IIA, 2020).

Recuadro 3

Ejemplos de políticas y reglamentos sobre movilización de capital

Las medidas relacionadas con las finanzas verdes y sostenibles en el campo de la movilización de capital incluyen, entre otras, orientaciones supervisoras sobre préstamos verdes, hojas de ruta y protocolos para finanzas sostenibles y regulaciones sobre factores ESG. Estos aumentaron de 58 (19 obligatorios y 39 no obligatorios) en 2016 a 106 (30 obligatorios y 76 no obligatorios) en 2019 (Plataforma de Finanzas Verdes, s.f.). Algunos ejemplos específicos incluyen los siguientes:

• la UE publicó en 2019 un Reglamento sobre los índices de referencia de transición climática de la UE, los índices de referencia alineados con la UE con París y la divulgación de información relacionada con la sostenibilidad para los índices de referencia (Comisión Europea, 2019);

• el Banco de Pagos Internacionales lanzó en 2019 un fondo abierto para inversiones del banco central en bonos verdes, ayudándoles así a integrar los objetivos de sostenibilidad ambiental en su gestión de reservas (BIS, 2019);

• el Banco de la Reserva de la India revisó en 2019 sus directrices sobre préstamos para sectores prioritarios. Estas directrices definen el sector de las energías renovables como un sector de préstamos prioritarios (Banco de la Reserva de la India, 2019);

• La Autoridad Monetaria de Singapur lanzó en 2019 un programa de inversiones verdes de US $ 2 mil millones para invertir en estrategias de inversión en el mercado público con un fuerte enfoque verde. Esto es parte del Plan de Acción de Finanzas Verdes de MAS para ampliar las soluciones y los mercados de financiamiento verde (MAS, 2019);

• Luxemburgo estableció en 2018 un marco jurídico para los bonos garantizados verdes para financiar la generación de energía renovable (Journal Officiel du Grand-Duché de Luxembourg, 2020); y

• Bank Negara Malaysia, junto con la industria financiera, introdujo en 2020 un marco de evaluación de impacto ESG para los sectores de energía renovable, eficiencia energética y aceite de palma para facilitar los flujos financieros (Bank Negara Malaysia, 2020).

Los inversores que eligen ETF ESG responden a diferentes impulsores: estrategias generales para mitigar los riesgos y mejorar los rendimientos, identificar las empresas o líderes con mejor rendimiento en una industria específica o centrarse en temas particulares de sostenibilidad (es decir, bajos en carbono). Los ETF ESG se están convirtiendo rápidamente en un producto de inversión convencional. La inversión en ETFs creció un 157% de 2018 a 2019 (de US$22.100 millones a US$56.800 millones) (Indexology Blog, 2020). El aumento de la transparencia en torno a las metodologías de índices ESG, los datos que son comparables, consistentes y confiables, así como el sólido apoyo de los proveedores independientes de índices ESG son condiciones para una adopción masiva de esta clase de activos.

En este capítulo se han descrito acontecimientos financieros prometedores que contribuyen a la movilización de capital sostenible. Sin embargo, estos acontecimientos no son suficientes para movilizar capital a la escala necesaria. En ausencia de un precio del carbono que refleje su costo social, algunos activos contaminantes continuarán utilizándose incluso cuando sea económicamente eficiente cambiar hacia activos más ecológicos. La sustitución insuficiente de activos contaminantes ineficientes limita la oferta de oportunidades de inversión verde y también podría explicar el desajuste entre la oferta y la demanda de inversiones verdes.

5. Observaciones finales

Este informe examina los principales desarrollos de los mercados financieros que pueden ayudar a la transición de la economía real en línea con los objetivos de cero emisiones netas que están siendo adoptados cada vez más por los países. La transformación estructural de las economías necesaria para alcanzar estos ambiciosos objetivos representa una gran oportunidad de inversión para el sistema financiero mundial.

Este informe identificó tres desarrollos en los mercados financieros que son críticos para apoyar esta transformación.

En primer lugar, la divulgación de información ambiental y relacionada con el clima por parte de las instituciones financieras y no financieras está aumentando a buen ritmo. Este desarrollo está siendo impulsado por normas y marcos de divulgación tanto voluntarios como obligatorios. La aparición de marcos de medición de impacto y herramientas para medir y alinear las carteras con el Acuerdo de París está ayudando a identificar las métricas de desempeño ambientales y climáticas y el impacto de las inversiones en la economía real.

En segundo lugar, las instituciones financieras están incorporando factores relacionados con el clima y la sostenibilidad en sus procesos de toma de decisiones. Esto se produce en respuesta a la creciente relevancia de los riesgos relacionados con el clima, las nuevas metodologías de riesgo prospectivas, las divulgaciones voluntarias y obligatorias de riesgos ambientales y las llamadas de inversores minoristas, accionistas, empleados y otras partes interesadas. Esta tendencia está siendo respaldada por grandes proveedores de datos y calificaciones ESG. Las agencias de calificación crediticia también han comenzado a incorporar los riesgos relacionados con el clima en sus métodos de calificación.

En tercer lugar, las instituciones financieras se están moviendo para apoyar la transición a prácticas comerciales corporativas bajas en carbono. Los inversores institucionales, individualmente y a través de asociaciones, están desempeñando un papel clave en la movilización de capital verde, utilizando cada vez más su influencia. Las atractivas oportunidades de inversión sostenible y una mejor comprensión de los riesgos de las inversiones contaminantes están apoyando la movilización. Los bancos centrales y los supervisores pueden reforzar estos avances respaldando las normas contables y de presentación de informes relacionadas con el clima/ASG, al tiempo que continúan promoviendo herramientas y metodologías para la evaluación de riesgos.

Si bien los desarrollos relacionados con el clima / ESG en la presentación de informes de información, la gestión de riesgos y la innovación de productos son prometedores, queda mucho por hacer. Iniciativas como la Iniciativa de Finanzas Privadas COP26 pueden desempeñar un papel importante en la aceleración de estos desarrollos. Los gobiernos del Reino Unido e Italia, al establecer esta iniciativa, han identificado una serie de áreas prioritarias, la mayoría de las cuales se abordan en este informe: informes, gestión de riesgos, retornos y movilización (Carney, 2020).

En el futuro, las emisiones de carbono deben reflejar sus verdaderos costos para la sociedad. Esto permitirá a los mercados financieros movilizar recursos a una escala que se necesita para lograr cero emisiones netas a mediados de siglo. De lo contrario, los riesgos de transición prospectivos, así como los riesgos físicos, podrían subestimarse, retrasando aún más la sustitución requerida de activos contaminantes ineficientes por activos eficientes más ecológicos. En última instancia, el objetivo de la sociedad, los reguladores y las organizaciones internacionales debe ser que los mercados financieros fomenten la transformación de la economía global hacia cero emisiones netas.

1. A los efectos de este informe, la sostenibilidad es un concepto íntimamente relacionado con las consideraciones relacionadas con el clima y el medio ambiente, pero que también incluye aspectos sociales y de gobernanza comúnmente conocidos como ESG.

2. El Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD) ha desarrollado recomendaciones aplicables a organizaciones de todos los sectores y jurisdicciones para la divulgación voluntaria de riesgos financieros relacionados con el clima.

3. Por ejemplo, el Banco Mundial lanzó recientemente su Marco Soberano ESG y el Portal Soberano de Datos ESG (https://datatopics.worldbank.org/esg/ ).

4. El bajo nivel de divulgación de los riesgos climáticos y de sostenibilidad por parte de las empresas no se limita al TCFD.

5. En noviembre de 2020, IIRC y SASB anunciaron que se fusionarían en la «Value Reporting Foundation» (International Integrated Reporting Council, 2020).

6. El mercado también ha visto el desarrollo de algunas herramientas que se centran en los riesgos asociados con la transición a un escenario alineado con París. Estos incluyen el análisis de escenarios por 2DII, la herramienta Transition Pathway Initiative (TPI), el marco de 2 grados de separación de Carbon Tracker y GeoAsset (Eccles y Klimenko, 2019).

7. Las respuestas al balance procedían de 27 miembros y observadores en total, incluidos el Banco Central Europeo (BCE) y la Autoridad Bancaria Europea (ABE).

8. Dieciocho meses después de la firma, los bancos deben informar sobre su impacto, cómo están implementando los principios, los objetivos que han establecido y el progreso que han logrado. Se les hace rendir cuentas de sus compromisos mediante un examen anual de sus progresos individuales (UNEP-FI, s.f.).

9. La herramienta Transition Pathway Initiative es una iniciativa global en asociación con PRI. Es una plataforma de acceso abierto que evalúa la preparación de las empresas para la transición a una economía baja en carbono, y puede utilizarse como base para la toma de decisiones y el compromiso con las empresas sobre su progreso hacia objetivos específicos (TPI, s.f.).

10. Como las realizadas por BlackRock (2020), State Street (2020), Vanguard (2019), Amundi (s.f.) y GPIF (2020).

11. Los ejemplos incluyen el Estándar de Bonos Verdes de la UE (TEG, 2019), las Directrices de Bonos Verdes de la Autoridad Reguladora Financiera de Egipto de 2018 (Autoridad Reguladora Financiera, sin fecha); Las Directrices de Bonos Verdes de Japón 2020, las Directrices de Préstamos Verdes 2020 y las Directrices de Préstamos Vinculados a la Sostenibilidad 2020 (Ministerio del Medio Ambiente, 2020) y los Principios de Bonos Verdes de México 2018 (Climate Finance Advisory Group, 2018).

12. Por ejemplo, Bangladesh, Brasil, Colombia, Kenia, México, Mongolia, Marruecos, Nigeria, Sudáfrica y Vietnam han introducido marcos soberanos de bonos verdes y han participado en el desarrollo de capacidades en instituciones financieras (SBN, 2019 e IFC, 2019).

13. Además de las clases de activos tradicionales, las nuevas clases de activos adecuadas para la titulización ecológica podrían incluir arrendamientos de activos solares y eólicos, préstamos para mejoras de eficiencia energética y préstamos para proyectos de baterías y almacenamiento (Climate Bonds Initiative, 2017).

14. El desarrollo de los mercados voluntarios de carbono ha sido asumido por el Grupo de Trabajo sobre la Ampliación de los Mercados Voluntarios de Carbono, que publicó recientemente un documento de consulta para la ampliación de los mercados voluntarios de carbono (IIF, 2020).

6. Referencias

2° Iniciativa de Inversión (2017)

Norma ISO para Inversión, Financiación y Cambio Climático (ISO 14097) – Documento de Alcance del Grupo de Trabajo. http://degreesilz.cluster023.hosting.ovh.net/wp-content//01/2018/iso14097_scoping_report_v0.pdf

AFME (2019) – AFME dice que el potencial para la titulización verde es enorme.  https://www.afme.eu/Portals/0/globalassets/downloads/press-releases/2019/20190911%20Press%20release%20AFME%20says%20potential%20for%20green%20securitisation%20is%20huge.pdf?ver=2019-09-11-143624-120

Amundi (s.f.) – ESG: Plan de acción de Amundi para 2021. Consultado el 26 de febrero de 2021. https://www.amundi.com/int/ESG/ESG-Amundi-s-action-plan-for-2021

Artemisa (2021)

Bonos catastróficos y emisión acumulativa de ILS por año. Consultado el 01 de marzo de 2021. https://www.artemis.bm/dashboard/cat-bonds-ils-cumulative-issuance/

BaFin (2020)

Aviso de orientación sobre cómo hacer frente a los riesgos de sostenibilidad. Consultado el 01 de marzo de 2021. https://www.bafin.de/SharedDocs/Downloads/EN/Merkblatt/dl_mb_Nachhaltigkeitsrisiken_en.html

Banco Negara Malasia (2019)

Marco de Evaluación del Impacto de la Inversión y Financiación de la Intermediación Basada en el Valor – Documento de Orientación. https://www.bnm.gov.my/documents/20124/761679/VBIAF_Final+guidance+1.11.2019.pdf

BankTrack (2020) – Banking on Climate Change – Fossil Fuel Finance Report 2020.  www.banktrack.org/download/banking_on_climate_ change_fossil_fuel_finance_report_2020/banking_on_ climate_change__2020_vf_2.pdf

Berger, J., MJ Goedkoop, W. Broer, R. Nozeman, CD Grosscurt, M. Bertram y F. Cachia (2018)

Terreno común en las metodologías de huella de biodiversidad para el sector financiero. Consultado el 01 de marzo de 2021. https://www.asnbank.nl/over-asn-bank/duurzaamheid/biodiversiteit/biodiversity-in-2030.html

BIS (2019) – BIS lanza fondo de bonos verdes para bancos centrales. Consultado el 01 de marzo de 2021. https://www.bis.org/press/p190926.htm

Carney, M. (2020) – Construyendo un Sistema de Financiamiento Privado para Net Zero – Prioridades para el financiamiento privado para la COP26. https://ukcop26.org/wp-content/uploads/2020/11/COP26-Private-Finance-Hub-Strategy_Nov-2020v4.1.pdf

Grupo Asesor de Financiamiento Climático (2018) – Principios de Bonos Verdes MX. https://www.bmv.com.mx/docs-pub/MI_EMPRESA_EN_ BOLSA/CTEN_MINGE/GREEN_BONDS_PRIN_MX2.pdf

BCE (2020) – El BCE publica una guía final sobre los riesgos climáticos y medioambientales para las entidades de crédito. Consultado el 01 de marzo de 2021. https://www.bankingsupervision.europa.eu/press/pr/date/2020/html/ssm.pr201127~5642b6e68d.en.html

AEVM (2019) – Directrices sobre los requisitos de divulgación aplicables a las calificaciones crediticias.  https://www.esma.europa.eu/sites/default/files/library/esma33-9-320_final_report_guidelines_on_disclosure_requirements_applicable_to_credit_rating_agencies.pdf

Financiamiento para la Biodiversidad (2020) – Recapitalización de la Deuda Soberana.  https://a1be08a4-d8fb-4c22-9e4a-2b2f4cb7e41d.filesusr.com/ugd/643e85_422bbded7a034d86ab4074fdaa4fe86b.pdf

HM Treasury (2020) – Una hoja de ruta hacia divulgaciones obligatorias relacionadas con el clima.  https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/933783/FINAL_TCFD_ROADMAP.pdf

IOSCO (2021) – IOSCO ve una necesidad urgente de estándares de divulgación de sostenibilidad globalmente consistentes, comparables y confiables y anuncia sus prioridades y visión para una Junta de Estándares de Sostenibilidad bajo la Fundación IFRS. Consultado el 04 de marzo de 2021. https://www.iosco.org/news/pdf/IOSCONEWS594.pdf

NGFS (2020a) – Guía para el análisis de escenarios climáticos para bancos centrales y supervisores.  https://www.ngfs.net/sites/default/files/medias/documents/ngfs_guide_scenario_analysis_final.pdf

TCFD (2020) – Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima – Informe de Estado 2020.  https://assets.bbhub.io/company/sites/60/2020/09/2020 TCFD_Status informe.pdf

UNEP-FI (s.f.) – Principios para la Banca Responsable.  https://www.unepfi.org/banking/bankingprinciples/

Banco Mundial (2020)

Riding the Wave: Navegando por el panorama ESG para los gestores de deuda soberana. http://documents1.worldbank.org/curated/en/186931603441706045/pdf/Riding-the-Wave-Navigating-the-ESG-Landscape-for-Sovereign-Debt-Managers.pdf

Banco Mundial (2021) – Marco y orientación del TCFD para los soberanos. Manuscrito en preparación.

Zhang, H. (2020)

Regulación de los bonos verdes en la República Popular China: divergencia de definición e implicaciones para la formulación de políticas. Instituto del Banco Asiático de Desarrollo, Serie de documentos de trabajo Nº 1072, enero. https://www.adb.org/sites/default/files/publication/562076/adbi-wp1072.pdf


Publicado originalmente: https://www.ngfs.net/sites/default/files/media/2021/06/17/ngfs_report_sustainable_finance_market_dynamics.pdf

Informe final sobre cómo cerrar las brechas de datos – julio de 2022


Prefacio

Abordar el cambio climático y construir un sistema financiero sostenible requiere una arquitectura de información climática sólida basada en datos climáticos de alta calidad, confiables y comparables. En su último informe de evaluación publicado en abril de 2022, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) subrayó el papel fundamental de los datos climáticos para alinear efectivamente el sector financiero con los objetivos de descarbonización y adaptación basados en la ciencia. En particular, la disponibilidad de datos comparables útiles para la toma de decisiones es primordial para alinear los flujos de capital con una trayectoria baja en carbono compatible con el objetivo de cero emisiones netas del Acuerdo de París y gestionar de manera eficiente los riesgos relacionados con el clima. Los datos confiables también son cruciales para prevenir las prácticas de lavado verde, establecer estrategias confiables y efectivas de cero emisiones netas y garantizar la protección de los inversores.

La Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS) comenzó un flujo de trabajo sobre la reducción de las brechas de datos en julio de 2020, siendo pionera en un diálogo constructivo con las partes interesadas financieras sobre importantes cuestiones de datos climáticos. Un informe de progreso (mayo de 2021) subrayó cómo las persistentes brechas de datos climáticos obstaculizaban el logro de los objetivos climáticos e identificó tres bloques de construcción para cerrarlos bajo el tríptico «divulgaciones / taxonomías y enfoques / métricas de alineación».

Este Informe Final logra dos objetivos importantes. En primer lugar, hace recomendaciones prácticas, basándose en iniciativas, regulaciones y políticas que han surgido en los últimos meses bajo el paraguas de la COP26. Sin embargo, también deja en claro que se necesitan urgentemente más medidas para mejorar la calidad, la disponibilidad y la comparabilidad de los datos relacionados con el clima a través de mayores requisitos de presentación de informes, metodologías sectoriales, innovación tecnológica e intensificación de la cooperación entre los reguladores financieros, las instituciones financieras y las partes interesadas del sector no financiero. Todas estas recomendaciones están estrechamente relacionadas con el «directorio» (véase infra la definición de «directorio»), lo que ayudará a su implementación exitosa en el futuro.

En segundo lugar, el Informe Final promueve una arquitectura robusta de información climática al establecer la justificación, la organización, el contenido y la descripción del «directorio». El directorio es una solución práctica para ayudar a cerrar las brechas de datos, ya que ayuda a las partes interesadas del sector financiero a identificar fuentes de datos importantes y relevantes relacionadas con el clima para satisfacer sus necesidades y facilitar el acceso a estos datos. También facilita la identificación de posibles brechas de datos (donde los elementos de datos brutos necesarios para construir una métrica no están disponibles) y crea incentivos para cerrar dichas brechas. Como un catálogo vivo de fuentes de datos relacionadas con el clima disponibles para las partes interesadas del sector financiero, el directorio es un bien público. Además, al fomentar el establecimiento de datos climáticos comparables y consistentes, el directorio puede apoyar la implementación de los estándares globales de la Junta Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB). Por lo tanto, el NGFS espera que sea ampliamente utilizado por las partes interesadas del sector financiero y el público a nivel mundial, ya que una adopción generalizada permitirá a su vez a los usuarios retroalimentar a NGFS sobre las últimas fuentes de datos y mantener la relevancia del directorio. Instamos a todos los participantes interesados a que aprovechen esta nueva herramienta y la aprovechen para ecologizar eficazmente el sistema financiero.

Apreciamos genuinamente la dedicación de todos los miembros del flujo de trabajo que han contribuido al Informe Final y al diseño y configuración del directorio, así como el valioso compromiso de los participantes del mercado financiero y otras partes interesadas a quienes hemos consultado en los últimos dos años.

Resumen ejecutivo

En mayo de 2021, la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS) publicó su informe de progreso sobre la reducción de las brechas de datos. Este informe sentó las bases para una evaluación exhaustiva de las necesidades, la disponibilidad y las lagunas de datos relacionados con el clima, e identificó tres componentes básicos necesarios para garantizar la disponibilidad de datos fiables y comparables relacionados con el clima: i) una convergencia rápida hacia un conjunto común y coherente de normas mundiales de divulgación; ii) los esfuerzos encaminados a lograr una taxonomía mundial mínimamente aceptada/principios compartidos para las clasificaciones de las finanzas sostenibles; iii) el desarrollo y el uso transparente de métricas, etiquetas de certificación y normas metodológicas bien definidas y útiles para la toma de decisiones.

Las brechas en los datos relacionados con el clima abarcan varias dimensiones: 1 disponibilidad (por ejemplo, cobertura, granularidad, accesibilidad), confiabilidad (por ejemplo, calidad, auditabilidad, transparencia) y comparabilidad. De hecho, en algunos casos no se dispone de datos pertinentes. En otros casos, los datos existen, pero carecen de la granularidad adecuada, no se pueden verificar o son de mala calidad. Por último, en algunos casos las fuentes de datos disponibles no se pueden comparar o no son coherentes. Sin embargo, las incertidumbres relacionadas con la evolución de las necesidades de datos relacionadas con el clima dificultan la obtención de conclusiones definitivas sobre las brechas de datos.

A pesar de los notables progresos realizados durante el último año y medio en la arquitectura de la información climática que abarca estos tres bloques de construcción, la necesidad de seguir avanzando en el frente de los datos relacionados con el clima es apremiante, y sigue habiendo desafíos significativos. En este contexto, este informe final proporciona recomendaciones específicas de políticas de NGFS para mejorar la disponibilidad, la calidad y la comparabilidad de los datos relacionados con el clima, avanzando así aún más en el progreso en los tres bloques de construcción.

Desde la publicación de su informe de progreso, el NGFS ha trabajado en la finalización de su directorio2 con el fin de proporcionar una evaluación integral de las necesidades y disponibilidad de datos útiles para la toma de decisiones relacionadas con el clima, extrayendo conclusiones basadas en evidencia sobre las principales brechas de datos y los desafíos clave para cerrar esas brechas. Las brechas identificadas en este informe a partir del análisis del directorio se basan en nuestras observaciones.3 El objetivo del directorio es ser un catálogo vivo de fuentes de datos disponibles relacionadas con el clima para que las partes interesadas del sector financiero las utilicen. Por lo tanto, nuevas actualizaciones del directorio podrían ayudar a cerrar algunas de las brechas mediante la incorporación de fuentes de datos existentes, mientras que muchas de ellas probablemente deberán ser abordadas por los responsables de la formulación de políticas. Al identificar las principales brechas de datos relacionadas con el clima, este informe proporciona recomendaciones de políticas concretas que los responsables de la formulación de políticas y otras partes interesadas pueden adoptar para abordar con urgencia los desafíos de datos relacionados con el clima, y destaca en áreas particulares donde el directorio puede resultar útil para enfrentar estos desafíos.

A pesar de los avances en términos de bloques de construcción, siguen existiendo desafíos

Nueva urgencia y una necesidad apremiante de mejorar la disponibilidad, comparabilidad y fiabilidad de los datos relacionados con el clima

A raíz de la COP26, una serie de iniciativas se han centrado en los datos relacionados con el clima. Se han desarrollado herramientas analíticas y metodologías conexas (por ejemplo, medir y notificar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), lo que ha aumentado la calidad y la disponibilidad de los datos. Estas iniciativas incluyen el desarrollo de indicadores amplios e intersectoriales relacionados con el clima (por ejemplo, el Panel de Indicadores de Cambio Climático del Fondo Monetario Internacional (FMI), estrechamente vinculado con la Iniciativa de Nuevas Brechas de Datos, o la Iniciativa del Índice Mundial de Resiliencia4) e indicadores sectoriales (por ejemplo, el Compromiso Mundial de Metano, la Alianza Más Allá del Gas y el Carbón, el Global Coal to Clean Power). En el tema específico de los indicadores clave de rendimiento y las metodologías, el Sistema Europeo de Bancos Centrales está coordinando esfuerzos para desarrollar metodologías e indicadores de referencia para estimar la huella de carbono de las carteras de las instituciones financieras y su exposición a riesgos físicos.5 Además, las instituciones financieras han comenzado a implementar compromisos de datos relacionados con el clima, las iniciativas más notables desde una perspectiva de datos son la Alianza Financiera de Glasgow para Net-Zero y el  Iniciativa One Planet Data Hub. Por último, la disponibilidad de datos también ha sido un foco de algunos movimientos políticos / regulatorios desde el informe de progreso, incluida la Hoja de Ruta de Finanzas Sostenibles de octubre de 2021 del G20 y el Punto de Acceso Único Europeo (PAAS) en la Unión Europea (UE).

Los desafíos de disponibilidad de datos se ven agravados por problemas de confiabilidad de los datos. Los recientes acontecimientos con respecto a las calificaciones y los proveedores de datos han ayudado a poner de relieve la necesidad de abordar la disponibilidad y la fiabilidad en paralelo. En su informe de julio de 2021 sobre La disponibilidad de datos con los que monitorear y evaluar los riesgos relacionados con el clima para la estabilidad financiera, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) señala que «las diferencias en la construcción de calificaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) entre los proveedores les impiden proporcionar información coherente y comparable sobre los riesgos de transición entre empresas y jurisdicciones».6 La fiabilidad de los datos es uno de los principales avances destacados en la revisión de la UE de julio de 2021 sobre los riesgos de transición entre empresas y jurisdicciones».6 La fiabilidad de los datos es uno de los principales avances destacados en la revisión de la UE de julio de 2021.  estrategia financiera,7 cuyo objetivo es mejorar la fiabilidad y la comparabilidad de las calificaciones ESG y evaluar determinados aspectos de la investigación ESG. En este sentido, la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) publicó un informe en noviembre de 2021 que ofrece una serie de recomendaciones sobre los proveedores de calificaciones y productos de datos.8

Las iniciativas políticas y reglamentarias centradas en la armonización de las clasificaciones/taxonomías de las finanzas sostenibles y el desarrollo de normas mundiales de divulgación desde la publicación del informe de situación se han centrado en tres ámbitos:

• el diseño de clasificaciones y taxonomías de finanzas sostenibles (por ejemplo, el despliegue de la taxonomía de la UE y los desarrollos relacionados, la taxonomía basada en el cambio climático y los principios de Malasia, la taxonomía de la ASEAN para las finanzas sostenibles, la taxonomía de finanzas verdes de Sudáfrica);

• divulgaciones corporativas y de inversores (por ejemplo, la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) de la UE y el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFRD), la revisión del Código de Gobierno Corporativo de Japón, la regla de divulgación climática revisada de China, la regla de divulgación climática de la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC), etc.).

• la estandarización de la información sobre sostenibilidad (por ejemplo, el prototipo de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) para los requisitos de divulgación relacionados con el clima, la formación del Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB), el Borrador de Exposición del ISSB sobre Divulgaciones relacionadas con el Clima, las Normas de Información de Sostenibilidad del Grupo Consultivo Europeo de Información Financiera (EFRAG), la versión beta del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD) de su gestión de riesgos y  marco de divulgación de oportunidades).

Los recientes desarrollos e iniciativas de políticas ponen de relieve los desafíos para lograr una mayor disponibilidad, comparabilidad y confiabilidad de los datos relacionados con el clima Los datos de alta calidad, comparables y consistentes son una base necesaria para lograr la convergencia hacia un conjunto común y consistente de estándares de divulgación global y una taxonomía global mínimamente aceptada / principios compartidos para las clasificaciones de finanzas sostenibles. Sin embargo, a pesar de los progresos recientes, siguen existiendo una serie de desafíos, que aumentan el sentido de urgencia. Tales desafíos incluyen: la interoperabilidad de las clasificaciones y los marcos de presentación de informes, la creciente preocupación por los riesgos de lavado verde en todo el mundo, la necesidad de tener en cuenta cuestiones específicas de los mercados emergentes y las economías en desarrollo (EMDE), la escasa disponibilidad de datos para las empresas privadas y las pequeñas y medianas empresas (PYME) y la divulgación limitada de información prospectiva.

El directorio

El flujo de trabajo de NGFS sobre la reducción de las brechas de datos se encargó de mapear sistemáticamente las brechas de datos relacionadas con el clima y proponer recomendaciones de políticas y soluciones destinadas a cerrar dichas brechas. Para ello, y aplicando un enfoque centrado en el usuario, el NGFS ha desarrollado una clasificación en siete categorías principales de partes interesadas9 y en ocho casos de uso principales10 que definen la aplicación de datos relacionados con el clima para estas partes interesadas clave. Sobre la base de esto, los resultados detallados para casos de uso, métricas y elementos de datos sin procesar se han registrado en el directorio NGFS. El directorio tiene una estructura de tres capas, bajo la cual los casos de uso, las métricas y los elementos de datos sin procesar se registran y describen en conexión entre sí (consulte la Figura 1).

Figura 1 Interconexión de las partes interesadas, casos de uso, métricas y tipos de elementos de datos sin procesar en el directorio

Haciendo un balance de los datos disponibles, el directorio final hace referencia a 329 combinaciones únicas de métricas/metodologías, 1 262 elementos de datos brutos y 748 enlaces a fuentes de datos basadas en las necesidades de los casos de uso del sector financiero y las partes interesadas.11 El contenido de la versión final puede utilizarse para extraer conclusiones basadas en pruebas sobre las principales brechas de datos relacionadas con el clima y resaltar los desafíos clave para cerrar dichas brechas.

Principales brechas y desafíos clave en los datos relacionados con el clima

Al vincular las necesidades de datos relacionados con el clima con las fuentes, el directorio nos permite identificar brechas: si los elementos de datos sin procesar no se pueden vincular a una fuente, pueden considerarse como brechas en el directorio. En el directorio final, hay 514 líneas de elementos de datos sin procesar (de un total de 1 262) para las cuales no se pudo informar de ningún vínculo a una fuente de datos. Esto no significa necesariamente que en realidad haya 514 lagunas, sino más bien que la información no era observable para estos elementos de datos en bruto en el momento de escribir este informe. De hecho, otras extensiones del directorio podrían mostrar que algunas de estas brechas se pueden cerrar con las fuentes de datos existentes. Del mismo modo, el NGFS ha observado que las fuentes de datos a las que se hace referencia en el directorio aún podrían sufrir brechas en las tres dimensiones siguientes: disponibilidad, confiabilidad y comparabilidad. Además, dada la amplitud de las necesidades y fuentes de datos, persisten las incertidumbres y las conclusiones son provisionales. Se necesitan extensiones, mejoras y actualizaciones continuas del directorio en el futuro para asegurarse de que esta herramienta pública siga siendo relevante dada la impresionante velocidad de los avances en el campo del cambio climático.

Sobre la base de los hallazgos de este informe, las mayores brechas son para el impacto biofísico12, las emisiones y los tipos de datos geoespaciales, lo que limita la usabilidad de los tipos de métricas «Vulnerabilidad física» y «Sensibilidad de transición», que son los principales tipos de métricas que se benefician de estos tres elementos de datos en bruto. Las decisiones de inversión y préstamos y la cuantificación de la exposición son las categorías de casos de uso más afectadas por estas brechas.

El directorio señala una serie de desafíos clave para cerrar las brechas de datos climáticos (ver Figura 2):

• La auditabilidad es necesaria para generar confianza y mejorar la calidad de los datos. Además, la información actualmente disponible en el directorio dificulta que una entidad financiera o no financiera realice una evaluación adecuada de sus exposiciones relacionadas con el clima, especialmente dada la falta de puntos de referencia relevantes, lo que limita la capacidad de comparación con pares.

• El análisis del directorio muestra que los datos relacionados con el clima a menudo se basan en estimaciones y modelos. Dado que estos métodos a menudo requieren experiencia técnica detallada o específica y/o son el conocimiento exclusivo de los proveedores privados, es necesario que las partes interesadas desarrollen la capacidad para comprender las ventajas y desventajas de los métodos de los diferentes proveedores.

• El directorio apunta a problemas de granularidad (los datos geográficos a nivel de entidad y activo, en particular, carecen de información de ubicación específica) y, cuando se dispone de datos granulares, a menudo tienen un costo, lo que limita la accesibilidad.

• El análisis del directorio mostró que los datos prospectivos13 son limitados para el riesgo de transición, mientras que las métricas de «riesgo físico» se basan en una combinación de datos prospectivos, biofísicos y geoespaciales. Las métricas prospectivas siguen siendo un desafío dado que los elementos de datos sobre el impacto biofísico y la información geoespacial a menudo no están disponibles (véase supra).

• Comprender las métricas basadas en la ciencia requiere el desarrollo de capacidades.

• Por último, la información sobre los datos relacionados con el clima que figuran en el directorio es, a veces, incompleta y podría beneficiarse de nuevas ampliaciones, armonización y esfuerzos de limpieza (véase el anexo).

Figura 2 Desafíos clave para los datos relacionados con el clima

Lecciones aprendidas del directorio y cómo podría usarse para abordar algunos de los desafíos de datos relacionados con el clima

El directorio puede ser pensado y utilizado como un catálogo de métricas y fuentes de datos disponibles relacionadas con el clima basadas en casos de uso específicos de las partes interesadas. De hecho, una vez que se ha identificado un caso de uso específico, el directorio se puede utilizar para elegir entre múltiples métricas y metodologías adecuadas para un propósito determinado en los seis tipos de métricas. Una vez que se ha seleccionado una métrica o metodología específica, el directorio muestra todos los elementos de datos sin procesar que se necesitan para construirla. A continuación, el directorio puede dirigir a los usuarios a los elementos de datos sin procesar para los que se conocen o están disponibles los orígenes.

El directorio puede ayudar a las partes interesadas del sector financiero a identificar fuentes de datos importantes y relevantes relacionadas con el clima para satisfacer sus necesidades, facilitar el acceso a los datos y, por lo tanto, mejorar la difusión más amplia de los datos existentes relacionados con el clima. Del mismo modo, al vincular las necesidades de datos relacionados con el clima con las fuentes disponibles, el directorio puede mejorar el conocimiento más amplio de los elementos de datos relacionados con el clima que faltan, señalando posibles brechas de datos que no se han identificado hasta ahora y creando incentivos para cerrar dichas brechas.

El directorio NGFS como bien público

El directorio se publicó para consulta pública14 con el fin de (i) recabar comentarios sobre el formato y las funcionalidades de la interfaz web del directorio (un prototipo en esa etapa), (ii) obtener comentarios sobre el contenido del directorio (en términos de fuentes de datos relacionadas con el clima y las brechas identificadas) y (iii) recopilar sugerencias sobre el futuro del directorio. El papel potencial del directorio como un bien público fue destacado por varios encuestados en la consulta pública de NGFS, quienes encontraron que la herramienta era un «recurso vital para coordinar los datos y el desarrollo de herramientas para las finanzas alineadas con el clima».

El NGFS ve el directorio como un bien público, una herramienta viva destinada a fomentar una mejor difusión de los datos relacionados con el clima y ofrecer una solución práctica para cerrar las brechas de datos relacionadas con el clima.

Teniendo en cuenta los comentarios de la consulta pública, el NGFS está trabajando actualmente para desarrollar un nuevo sitio web e identificar una posible solución a largo plazo para la vivienda y la actualización del directorio. La actualización del directorio podría administrarse de forma centralizada o ser un esfuerzo de colaboración (los usuarios podrían hacer referencia a nuevas métricas, elementos de datos sin procesar y fuentes, y proporcionar comentarios de expertos sobre los elementos ya referenciados y los elementos recién agregados). Con respecto al futuro alojamiento del directorio, la elección se guiará por el principio de que el directorio debe ser un bien público y ser amplia y fácilmente accesible para las partes interesadas del sector financiero y el público en general, tanto en las economías avanzadas como en las de mercados emergentes.

Abordar las brechas persistentes en la disponibilidad y consistencia de los datos, al tiempo que se garantiza una mayor confiabilidad y desarrollo de capacidades: nuestras recomendaciones de políticas

A pesar de las medidas adoptadas por los responsables de la formulación de políticas y las partes interesadas del sector financiero, el análisis del directorio mostró que algunos desafíos obstaculizan el objetivo final de cerrar las brechas de datos relacionadas con el clima. Por lo tanto, la necesidad de seguir avanzando en el frente de los datos relacionados con el clima sigue siendo apremiante. En este contexto, este informe final proporciona recomendaciones específicas de políticas de NGFS para mejorar la calidad, disponibilidad y comparabilidad de los datos relacionados con el clima. Estas recomendaciones también ayudarán a fomentar el progreso en los tres bloques de construcción (ver Figura 10: Nuestras recomendaciones adicionales para avanzar en los bloques de construcción y abordar las brechas de datos). A la luz de esto, el directorio podría desempeñar un papel importante en el avance de esta agenda de políticas, como se destaca a continuación (ver Figura 11: Cómo el directorio puede desempeñar un papel en el logro de los bloques de construcción).

Recomendación 1: Fomentar la convergencia hacia un conjunto común y coherente de normas mundiales de divulgación

Para avanzar aún más en este objetivo, incluido el esfuerzo de las NIIF a través de la creación del ISSB, es necesario aumentar sustancialmente la disponibilidad de datos granulares útiles para la toma de decisiones sobre las emisiones, y mejorar la confiabilidad de los datos reportados relacionados con el clima, mediante:

i. Intensificar el diálogo entre los organismos normativos, los reguladores y supervisores, la industria financiera y las entidades no financieras, y otras partes interesadas (es decir, agencias de medio ambiente y energía, académicos, científicos del clima, etc.) para identificar las limitaciones existentes en la calidad de los informes.

ii. Fomentar el debate a nivel mundial, incluso a través del ISSB, para desarrollar metodologías más granulares y sectoriales para las divulgaciones relacionadas con el clima.

iii. Aumento de los requisitos de información para las empresas no financieras.

iv. Generar confianza en los datos reportados relacionados con el clima.

El directorio puede desempeñar un papel en el logro / fomento de este objetivo al:

• Mejorar la disponibilidad de los datos.

• Documentar las brechas persistentes para satisfacer las necesidades de los casos de uso del sector financiero.

• Fomentar el establecimiento de datos comparables y coherentes.

Recomendación 2: Intensificar los esfuerzos hacia principios mutuamente compartidos y operacionalizados para las taxonomías y las clasificaciones de finanzas sostenibles

Es necesario armonizar las taxonomías y las clasificaciones de las finanzas sostenibles en todo el mundo y fomentar la interoperabilidad. La disponibilidad de datos comparables y coherentes puede ayudar a lograr este objetivo. Para avanzar aún más en este objetivo, es esencial:

i. Intensificar la cooperación y la coordinación sobre las taxonomías existentes y los enfoques de alineación de las finanzas sostenibles.

ii. Fomentar el desarrollo de casos de uso en colaboración con el sector privado.

iii. Mejorar la usabilidad de las clasificaciones estadísticas en el despliegue de enfoques de alineación de finanzas sostenibles, a fin de mejorar la recopilación de datos.

iv. Aumentar la vinculación entre los enfoques de alineación de las finanzas sostenibles (por ejemplo, taxonomías y otras clasificaciones) y las medidas de divulgación y/o relacionadas con los datos, a fin de mejorar la disponibilidad de datos y allanar el camino para clasificaciones interoperables y más coherentes a nivel mundial.

Recomendación 3: Desarrollar métricas bien definidas y útiles para la toma de decisiones, y estándares metodológicos

Para avanzar aún más en este objetivo, existe la necesidad de aumentar sustancialmente la armonización de las métricas prospectivas, mediante:

i. Recopilar datos más granulares, en particular mejorando la disponibilidad de datos geográficos a nivel de activos.

ii. Evaluar la calidad de las métricas prospectivas con el fin de aumentar la confiabilidad y fomentar la cooperación público-privada para armonizar las metodologías para diseñar métricas prospectivas.

iii. Fomentar las asociaciones con instituciones no financieras, y más particularmente con aquellas que diseñan escenarios de energía y clima a nivel mundial y regional (por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía (AIE), el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), etc.).

El directorio puede desempeñar un papel en el logro / fomento de este objetivo en:

• Destacar tendencias en el uso de métricas y metodologías.

• Destacar nuevas métricas y metodologías.

Recomendación 4: Aprovechar mejor las fuentes de datos, los enfoques y los instrumentos disponibles

Muchas fuentes de datos, enfoques y herramientas existentes ya han mejorado la disponibilidad de los datos. El intercambio de conocimientos y la creación de capacidad son fundamentales para mejorar su uso y desarrollo, mediante:

i. Intensificar los esfuerzos entre los bancos centrales y los supervisores para desarrollar cuadros de mando, repositorios y otras estructuras/herramientas disponibles al público para automatizar la recopilación de datos, centralizar los datos en un único punto de acceso y facilitar el acceso a los datos y su uso.

ii. Aprovechar las plataformas mundiales existentes y los organismos normativos, como el NGFS, la Plataforma Internacional sobre Finanzas Sostenibles (IPSF) y el ISSB para mejorar la creación de capacidad y el intercambio de conocimientos en esta área.

iii. Proporcionar capacitación suficiente a los profesionales de aseguramiento sobre datos e indicadores decisivos relacionados con el clima.

iv. Hacer un uso mejor y más amplio de las nuevas tecnologías (como la inteligencia artificial, el aprendizaje automático, los datos satelitales o las plataformas de código abierto).

El propio directorio NGFS, como herramienta pública destinada a mejorar la accesibilidad a los datos y fomentar la calidad, comparabilidad y coherencia de los datos relacionados con el clima, es un paso importante hacia el logro de este objetivo.

Mirando hacia el futuro, las necesidades de datos relacionados con el clima continuarán creciendo a medida que tanto el sector público como el privado aborden los desafíos planteados por el cambio climático. A pesar de los recientes progresos, existe una necesidad urgente de tomar más medidas en el frente de los datos relacionados con el clima. Esta es la razón por la que el programa de trabajo NGFS para 2022-2024 prevé que el flujo de trabajo para cerrar las brechas de datos evolucione, después de la publicación de este informe final, en una red interna de expertos en datos.


1. Para obtener más información, consulte el Informe de progreso sobre la reducción de las brechas de datos, NGFS, mayo de 2021

2. La terminología «repositorio» utilizada anteriormente en el informe sobre la marcha de los trabajos para colmar las lagunas de datos se ha sustituido por «directorio» en el informe final para aclarar que no se puede acceder directamente a los datos climáticos reales a través del directorio. En particular, el repositorio puede considerarse y utilizarse como un directorio de métricas y fuentes de datos disponibles relacionadas con el clima basadas en casos de uso específicos de las partes interesadas (véase infra).

3. Esto no significa necesariamente que todas sean lagunas reales, sino más bien que no se disponía de información en el momento de redactar el presente informe.

4. Para obtener más información, consulte Global Resilience Index Initiative – Greening Finance and Investment

5. Véase: El BCE presenta un plan de acción para incluir consideraciones sobre el cambio climático en su estrategia de política monetaria (europa.eu)

6. The Availability of Data with Which to Monitor and Assess Climate-Related Risks to Financial Stability, Consejo de Estabilidad Financiera, Basilea, julio de 2021, p. 23.

7. Véase Estrategia para financiar la transición hacia una economía sostenible, sitio web de la Comisión Europea.

8. «Environmental, Social and Governance (ESG) Ratings and Data Products Providers», FR09/21, Organización Internacional de Comisiones de Valores, Madrid, noviembre de 2021.

9. El informe de progreso sobre la reducción de las brechas de datos, NGFS, mayo de 2021, ofrece una primera clasificación en seis categorías principales de partes interesadas, a saber: bancos centrales, supervisores prudenciales, instituciones de crédito, aseguradoras, fondos de pensiones y otras entidades compradoras. El informe final añade a los gestores de activos como séptima categoría.

10. El informe de progreso sobre la reducción de las brechas de datos, NGFS, mayo de 2021, ofrece una primera clasificación en seis casos de uso principales, a saber: cuantificación de la exposición, decisiones de inversión y préstamos, modelización macroeconómica, monitoreo de la estabilidad financiera, divulgaciones relacionadas con el clima, análisis de escenarios y pruebas de resistencia. El informe final agrega la prueba de estrés (distinta de la prueba de estrés de análisis de escenarios) y el análisis de crecimiento económico (distinta de la modelización macroeconómica).

11. Pero, como tal, no ofrece acceso directo a los datos reales.

12. El tipo de datos biofísicos consideraría tanto los datos abióticos (por ejemplo, inundaciones, sequías, tormentas, etc.) como bióticos (por ejemplo, biodiversidad, agotamiento de bosques, etc.).

13. El término datos prospectivos se refiere a los datos/información que ofrecen una apreciación prospectiva. Estos datos incluyen objetivos, compromisos, vías de emisión y proyecciones. En muchos casos, estos datos pueden consistir en datos modelados o estimaciones.

14. Para más información, véase el recuadro 6 y el NGFS lanza una consulta sobre su repositorio de necesidades de datos relacionados con el clima y fuentes disponibles, Banque de France, París, 26 de abril de 2022.


Publicado originalmente: https://www.ngfs.net/sites/default/files/medias/documents/final_report_on_bridging_data_gaps.pdf

Gordon Bennett de ICE imparte una clase magistral de carbonomics


Septiembre 14, 2020

No hay una bala de plata para mover al mundo hacia la energía limpia renovable, según Gordon Bennett, director general de Mercados de Servicios Públicos de ICE Futures Europe. La transición energética exitosa y eficiente será posible gracias al tipo de transparencia de precios y liquidez que proporcionan los mercados energéticos y financieros bien administrados. Gordon entró en la Casa de ICE para desglosar los muchos impulsores del sector energético y exponer cómo los mercados financieros ponen un costo a la contaminación.

Lectura adicional: Como operador global de los mercados de energía, ICE entiende cómo los mercados pueden facilitar la transición energética de la manera más eficiente posible. Lea lo último de Gordon Bennett, en el que examina el impacto de la transición energética en varios usos de la energía a través de la lente de un operador de mercado y proveedor de datos. El papel de los mercados en la transición energética: uso de señales de precios para navegar por el riesgo climático

Ponente 1:

Desde la biblioteca de la Bolsa de Valores de Nueva York en la esquina de las calles Wall y Broad en la ciudad de Nueva York, estás dentro de la Casa de ICE. Nuestro podcast de Intercontinental Exchange son mercados, liderazgo y visión en los negocios globales. Los impulsores de ensueño que han hecho de la NYSE una institución indispensable de crecimiento global durante más de 225 años. Cada semana presentamos historias de aquellos que traman planes, crean empleos y aprovechan el motor del capitalismo, aquí mismo, ahora mismo en la NYSE y en las bolsas y cámaras de compensación de ICE en todo el mundo. Y ahora bienvenido Inside the ICE House, aquí está su anfitrión Josh King de Intercontinental Exchange.

Josh King:

Retrocedamos el reloj, digamos 500 años. La fecha es el 8 de septiembre de 1522. A bordo del Victoria, el último de los cinco barcos del viaje de circunnavegación de Fernando de Magallanes, la tripulación de Magallanes dirigida por Juan Elcano llegó a su destino final en Sevilla, España. Después de tres años de viajes cansados y tumultuosos, podrían afirmar por fin ser los primeros en abarcar realmente el mundo. Ahora, medio milenio después, trotar por el mundo para nosotros no es gran cosa. Antes de que llegara la pandemia nos subimos a un avión, reservamos un crucero y salimos al mundo a algún lugar exótico. Pero el logro de la tripulación de Magallanes fue trascendental. Esos cinco barcos fueron impulsados por nada más que el viento y cuando miras los mapas que trotan su viaje, ves una línea roja que envuelve el mundo uniendo países como un hilo que se abre paso a través de un pedazo de tela.

Josh King:

Los viajes y la exploración todavía nos unían, pero los tiempos han cambiado. Con la aparición de la nueva tecnología, estamos a solo un clic de distancia de alguien en otro continente. Con mi iPhone, mi hijo, a quien acabo de dejar en la escuela a cientos de kilómetros de distancia, aparece ante mí como el Capitán Kirk convocando al Sr. Spark con su comunicador. Si nos detenemos un segundo y damos un paso atrás, notamos que el viaje, ya sea en el siglo 16 o ahora, incluso virtual desde mi apartamento hasta la escuela de mi hijo, no sería posible sin energía. Ese asiento de avión consume mucho carbono yendo de un lugar a otro, al igual que ese iPhone que se fabrica en el ensamblaje o que llega a la tienda de Apple a través de un recipiente portacontenedores. La energía y nuestra dependencia de ella nos une, sin ella la raza humana tal como la conocemos no existiría. E incluso con él nos preguntamos cuánto tiempo durará, así como las externalidades de simplemente usarlo.

Josh King:

Lo que nos lleva al invitado de hoy, Gordon Bennett, director gerente de Mercados de Servicios Públicos en ICE. Cuya experiencia radica en su conocimiento de todas aquellas cosas que alimentan nuestras vidas, el gas natural, el carbón, la electricidad y las formas cruciales de energía del mercado ambiental que han formado la base de nuestra civilización durante siglos al proporcionarnos calefacción, transporte y bienes industriales. Nuestra conversación con Gordon sobre la transición energética carbonomica y el futuro de los mercados y, por supuesto, el coronavirus, comenzará justo después de esto.

Ponente 1:

Navegar por mercados dinámicos requiere una búsqueda incesante del conocimiento. Ahora, únase a expertos del mercado para aprender con ICE Education en vivo. Asista a la capacitación en video en vivo con lecciones prácticas en todas las clases de activos globales, los módulos a pedido proporcionan conocimientos básicos. Los participantes pueden asistir a sesiones de capacitación en vivo que incluyen revisión grupal y pruebas para la certificación. También adaptamos la formación a sus necesidades y proyectos internos. Cursos en vivo de ICE Education, continúe su educación hoy.

Josh King:

Nuestro invitado de hoy es Gordon Bennet, director general de Mercados de Servicios Públicos de ICE Futures Europe. Gordon es responsable de las ventas y el desarrollo comercial de la franquicia europea de gas natural y energía de ICE, junto con sus carteras internacionales de emisiones y carbón. Antes de unirse a ICE, Gordon pasó más de 12 años en los corredores de energía Spectron, trabajando en Londres y Nueva York. Antes de unirse a Spectron, Gordon fue gerente senior en la división de Energía, Infraestructura y Servicios Públicos de Arthur Andersen. Bienvenido, Gordon Bennett, Dentro de la Casa de ICE.

Gordon Bennett:

Muchas gracias, Josh. Encantado de estar aquí.

Josh King:

Hemos querido tenerte en el programa durante mucho tiempo Gordon. Aquí estoy, estoy sentado en la biblioteca virtual de la Bolsa de Nueva York, que se encuentra en una ciudad que una vez llamaste hogar. Danos una pequeña miniatura de tu carrera y cómo te llevó a dirigir los mercados de servicios públicos en ICE Futures Europe. ¿Cómo desarrolló su interés en los mercados de energía?

Gordon Bennett:

Está bien, así que podría ser una larga historia, pero déjame intentarlo.

Josh King:

Tenemos mucho tiempo.

Gordon Bennett:

Permítanme tratar de comenzar con el último paso primero. Cuando trabajé en Spectron, el corredor de energía, es un negocio de personas y obtienes mucha experiencia en la gestión de personas, pero también en la contratación. Y mi jefe allí Andrew Stevens siempre me decía: «Tienes que marcar dos de cada tres casillas para que alguien deje su trabajo». Y las tres cajas eran ambición, desencanto, aunque usaba un término o frase diferente, y dinero. Entonces, si te digo que no obtuve un aumento salarial para venir a ICE, entonces sabes qué casillas estaban marcadas. Creo que, también mirando hacia atrás, aprendí mucho durante los 12 años que estuve en Spectron y siempre necesité un nuevo comienzo para ponerlos en práctica. Eso llevó a una llamada con Dave Goone. Finalmente llamé a Dave Goone y le dije que estaba buscando mudarme a Mardice como organización y básicamente dije: «si surge algo, entonces voy a meter la mano en el ring». Y básicamente dijo: «Tengo algo para ti ahora», y el resto es historia realmente.

Josh King:

Y si piensas en la casa Bennett, dondequiera que estuviera, cuando fuera, Gordon. ¿Tus padres eran ingenieros, maestros en los campos científicos?

Gordon Bennett:

Mirando hacia atrás, probablemente obtendría mi ADN de energía de mi padre. Era ingeniero jefe en la Marina Mercante, trabajó en Exxon como ustedes lo llaman. Estaba moviendo petróleo crudo y productos refinados por todo el mundo y eso parecía un trabajo bastante genial para un niño. Entiendes que realmente más tarde es un trabajo bastante difícil estar lejos de tu familia, pero creo que ahí es donde el primero, más o menos … Empecé a pensar en la energía, estaba allí porque mi padre estaba en ese negocio. No puedo dejar de mencionar a mi mamá si menciono a mi papá, pero creo que, en términos de mi ADN, obtengo mi valor de mi madre. La desventaja de tu padre en la Marina Mercante es que está fuera por largos períodos de tiempo. Y así, yo como hija única, mi madre tenía que ser ferozmente independiente, así que ese tipo de determinación ciertamente, creo, viene del lado de mi madre.

Josh King:

Sospecho que tu padre pasó la mayor parte de su tiempo a bordo de embarcaciones versus plataformas versus campos, ¿pasaste algún tiempo en el mar?

Gordon Bennett:

No, no lo hice. Pero tienes razón, él estaba en barcos, pero yo me subía a los petroleros cuando llegaba a puerto. Nunca llegué a ir al mar, pero lo hice, a mi madre se le permitió viajar en el mar con él de vez en cuando, así que eso fue genial. Creo que, como muchos niños, al principio, quería desesperadamente hacer algo en el deporte más que cualquier otra cosa, pero eso no funcionó. Creo que desde mis últimos años de escuela secundaria se trataba de construir la opcionalidad desde una perspectiva profesional. Aunque podría estar dándome demasiado crédito para pensar que un chico de 16, 17 años estaba pensando en la opcionalidad, pero elegí la química en la Universidad de Edimburgo. Curiosamente, no era mi mejor asignatura en la escuela, mis mejores asignaturas eran matemáticas y estudios modernos, que es una especie de ciencia política en el plan de estudios escocés. Pero sentí que la química me dio la opción de entrar en la industria o en las finanzas.

Josh King:

Hablando de la industria en las finanzas donde todos se unen, Gordon. La energía está inextricablemente ligada a las políticas públicas, ESG que ocupa un lugar destacado en la agenda de los gobiernos, así como de las empresas de todo el mundo, grandes y pequeñas. De hecho, la ciudad de Nueva York está organizando la semana del clima del 21 al 27 de septiembre, es esta cumbre anual en la que los líderes empresariales y gubernamentales se reúnen para discutir el cambio climático, el progreso hasta la fecha, así como nuevas ideas. ¿Qué papel juega ICE en la discusión ESG teniendo en cuenta que ICE es este intercambio clave de comercio de energía?

Gordon Bennett:

He comenzado a pensar en esto de manera diferente en los últimos meses desde que comencé a copresidir nuestro grupo de trabajo de finanzas sostenibles. Antes de comenzar a pensar en cuál es nuestro papel en los mercados de energía y las finanzas sostenibles, he dado un paso atrás para pensar en cuál es el papel de las finanzas, los mercados financieros y el papel de ICE en ellos. Y creo que es importante, ¿cómo se vincula con la economía real? Entonces, cuando pienso en esas cosas, el núcleo de los mercados financieros es asignar capital de manera efectiva y administrar el riesgo y la valoración es fundamental para ambos. Volviendo un poco a mis raíces en términos de… Soy contador público de profesión. En la contabilidad, y en particular en la contabilidad del valor razonable, hay una jerarquía de tres niveles con los mercados cotizados en la parte superior. Por lo tanto, pienso en ICE como este gran motor de valoración realmente, con nuestros mercados cotizados, ya sea la NYSE o nuestras bolsas de derivados, ubicadas en la parte superior de la jerarquía y complementadas por nuestros servicios de datos. Así que ICE para mí ahora es realmente este gran motor de valoración.

Gordon Bennett:

¿Por qué los mercados cotizados están en la parte superior de la jerarquía? Es porque son ejecutables, por lo que son la fuente de valor más confiable y también le permiten arriesgarse a la transferencia. Y como dije antes, ¿cómo vincular eso a la economía real? Las empresas requieren acceso a la financiación para crecer y aquí es donde me gustaría introducir el concepto de spreads y spread relationships que creo que será un tema común cuando hablemos de energía. Para mí, cada negocio es un negocio de spread porque las ganancias y pérdidas son el diferencial entre ingresos y costos. Las empresas con ganancias volátiles son más difíciles de valorar, perciben un mayor riesgo, por lo que el acceso a la gestión de riesgos y la cobertura les permite suavizar las ganancias.

Gordon Bennett:

Las ganancias más suaves le permiten más opcionalidad a la financiación y un acceso más barato a la financiación. Acceso a la deuda para pagar su principio, para pagar sus intereses. El acceso al capital para pagar dividendos a sus accionistas y la transición energética necesita acceso al capital. Por lo tanto, los mercados financieros son fundamentales para permitir que las empresas crezcan e inviertan en infraestructura.

Josh King:

Invertir en infraestructura y en lo que esa infraestructura va a tener lugar décadas más adelante, nos lleva a este punto crucial de la transición energética, Gordon. ICE es uno de los lugares más líquidos del mundo para que los clientes intercambien y cubran productos ambientales, cuéntenos cómo está ayudando ICE a sus clientes a navegar e involucrarse con la transición energética. También podríamos comenzar diciéndoles a nuestros oyentes lo que entendemos por transición energética.

Gordon Bennett:

Muy a menudo, ciertamente si estás en un país desarrollado como tú y yo, tal vez damos por sentada la energía para no pensar en lo que es o de dónde viene. Tiendo a pensar en la energía como en lo que la usas. Así que pude ser cuatro pilares de la energía. Esos cuatro pilares son la calefacción, la generación de electricidad, el transporte y la industria, por lo que si tuviera que ser una materia prima para hacer las cosas. Y luego cada uno de esos cuatro pilares tiene un orden de mérito, entonces, qué formas de energía usa. Me ceñiré a la electricidad porque ese es uno de los principales enfoques de mi trabajo. Puede generar electricidad quemando petróleo, quemando carbón, quemando gas natural o puede usar formas renovables, ya sea hidroeléctrica, eólica o solar. Así que eso es energía, tienes estos cuatro pilares y un orden de mérito en cada uno de ellos. Y realmente la transición energética es efectivamente el cambio de esas órdenes de mérito a lo largo del tiempo.

Josh King:

Mencionamos las externalidades del uso de electricidad o energía en la introducción. Usted es un firme creyente Gordon en que la economía es una de las fuerzas impulsoras que va a determinar el éxito y el ritmo de la transición energética. Siento que usted cree que la economía ha jugado un papel importante en el progreso logrado hasta ahora en las personas que cambian de la quema de carbón al uso de gas donde se hace esta orden de mérito. Díganos cómo los mercados transparentes pueden ayudar a las decisiones sobre el cambio de combustible.

Gordon Bennett:

Lo que vemos ahora es algo que se llama Carbonomics por lo que se está internalizando un costo externo y el costo externo en este caso es la contaminación. Me temo que vamos a volver a la generación de electricidad, pero creo que este es el mejor ejemplo de carbonomics en funcionamiento. De hecho, esto ha estado sucediendo durante mucho tiempo en Europa, donde se inició el Régimen Europeo de Comercio de Derechos de Emisión en 2005. Y así, el ETS europeo, el papel del programa de límites máximos y comercio fue efectivamente poner un costo a la contaminación. Bajo un modelo económico estándar, se vería, por ejemplo, el margen de beneficio de generar electricidad por gas frente al margen de beneficio de generar electricidad por carbón. El resultado bajo un modelo económico estándar, ciertamente durante los años anteriores al RCDE, fue que era más barato quemar carbón. Usted ganó más dinero al tener una planta de carbón que en una planta de gas natural.

Gordon Bennett:

Ahora, cuando se agrega el costo de la contaminación, se obtiene una respuesta diferente y depende del precio del carbono y el precio del gas natural y el carbón. En efecto, esa es una de las respuestas a sus preguntas es que necesita saber el costo de todas las entradas y salidas para que esto funcione, ¿verdad? No se trata solo del costo del carbono, debe conocer el costo del gas natural, el carbón y la electricidad. Pero lo que agrega el costo de la dosis de carbono es cambiar el orden de mérito, ahora es mejor para las personas quemar gas natural que carbón, por lo que incentiva la quema de la menor cantidad de carbono de combustible intensivo, que en última instancia es el objetivo de los comerciantes de carbono para incentivar la reducción de las emisiones.

Josh King:

Gordon, usted escribió recientemente que, voy a citarlo aquí, «El camino hacia una economía de cero carbono será una transición larga y compleja que abordará el doble desafío de proporcionar energía asequible para los 1.200 millones de personas sin ella, al tiempo que detiene el cambio climático». Entonces, dado que algunos de estos combustibles renovables permanecen intermitentes en la naturaleza, no podemos tener energía hidroeléctrica o eólica en todos los lugares y que muchos aún no son competitivos en costos. Si queremos molinos de viento en todo el país, vamos a necesitar que la industria de los combustibles fósiles lo financie. ¿Cómo crees que se va a desarrollar el camino de la transición energética?

Gordon Bennett:

Bueno, creo que me gustaría citar al economista John Kenneth Galbraith en este caso donde dijo: «Hay dos tipos de pronosticadores, los que no saben y los que no saben que no saben». Y aún no he conocido a nadie que pueda predecir el futuro, así que es un poco policía, pero creo que lo que puedes decir es que va a ser complejo y va a ser impredecible para algunas de las cosas que ya has mencionado. Cosas en las que ni siquiera hemos pensado todavía es probable que entren en la ecuación. La historia muestra que habrá grandes avances tecnológicos que pueden cambiar significativamente el resultado. No creo que haya balas de plata y creo que es importante que todas ellas deban ser comprometidas. Creo que es importante que la opinión no se vuelva demasiado porosa en algo tan complejo como la transición energética y el cambio climático. Lo que quiero decir con eso es que tienes, más o menos, negaciones climáticas por un lado y aquellos que lo retratan como fácil. Como dijiste al principio sobre que hay casi mil millones de personas que no tienen acceso a la electricidad, no es una simple recompensa de reducir las emisiones.

Gordon Bennett:

La gente está en pobreza energética, así que ¿quieres decirles: «No puedes tener electricidad porque proviene del carbón?» Definitivamente hay una recompensa allí, así que creo que el compromiso es clave. Creo que la gente necesita ser pragmática y no descartar nada, definitivamente hay victorias rápidas allí. Europa ha demostrado que se puede sacar el carbón del orden estrecho. Otros países van a tener que seguir su ejemplo, Estados Unidos también ha tenido éxito en mover el carbón hacia abajo en el orden de mérito impulsado principalmente por el acceso a muchos gases naturales baratos. Creo que lo que se puede ver es que la orden de mérito va a cambiar y si hubiera indicadores que miraran lo que está sucediendo hoy, el uso del carbón tendrá que disminuir particularmente en Asia. Necesitaremos más energías renovables en la combinación energética, electricidad más prominente, pero tendrá que provenir de recursos menos intensivos en carbono.

Gordon Bennett:

Soy un firme creyente de que los hidrocarburos permanecerán en la combinación energética. Hay demasiadas cosas que son demasiado difíciles de descarbonizar o tan dependientes de los hidrocarburos que los hidrocarburos permanecerán en el futuro. Puede ser que más de ella necesite ser capturada o tendrá que ser compensada. En muchas de las declaraciones que provienen de muchas de las grandes compañías de energía es que están lidiando con las emisiones de Alcance 3, es decir, la huella de emisiones de los productos que están vendiendo a los clientes. Va a haber un movimiento para tener que lidiar con las emisiones de Alcance 3, ya no está bien preocuparse por su Alcance 1 y 2. Entonces, sí, como dije, es complejo, pero esos son algunos pensamientos sobre cómo va a resultar.

Josh King:

Demos un pequeño giro alrededor de la otra parte del mundo a la que hacemos referencia en el viaje de Magallanes, los mercados financieros han avanzado en los desarrollos en la transición energética con el crecimiento y el desarrollo en mercados más liberalizados, especialmente en el uso de gas natural en lugares como Europa, los Estados Unidos que acaba de hablar de Gordon. Pero escribiendo para el Instituto de Estudios de Energía de Oxford, usted explicó cómo la interacción entre el punto de referencia global de gas de ICE TTF y el punto de referencia de gas asiático de ICE, el Marcador Japón-Corea que se conoce como JKM, estaba transformando los mercados de gas. ¿Cómo pueden los mercados liberalizados ayudar a los clientes a facilitar la transición energética? Y podría, más o menos, explicar a los oyentes cómo las cosas son poco diferentes en Asia de lo que son en Europa o los Estados Unidos.

Gordon Bennett:

Creo que los mercados liberalizados se remontan realmente al punto del que hablábamos antes y conociendo el precio de algo. Y la economía impulsada en última instancia en los mercados liberalizados, el precio es fijado por los mercados en lugar del gobierno. Si usted es un creyente en los mercados libres, entonces usted cree que el mercado está asignando mejor el capital. Creo que, con respecto al riesgo climático y la transmisión de energía, no es uno u otro. Creo que los gobiernos y el comercio deben trabajar juntos y creo que un gran ejemplo de eso fue en realidad en el Reino Unido, cuando era una combinación de política y fuerza de mercado. ¿Qué quiero decir con eso? Hay un momento en que el ETS después del colapso financiero, debido a la destrucción de la demanda, hubo un gran exceso de oferta de carbonos, por lo que la señal del precio del carbono no fue lo suficientemente fuerte como para producir el resultado previsto del comercio de carbono.

Gordon Bennett:

El gobierno del Reino Unido en 2013 introdujo un sistema de apoyo al precio del carbono que era básicamente un complemento. Y si miras un gráfico de lo que sucedió con el carbón en 2013 hasta ahora y ves que el carbón efectivamente sale de la orden de mérito. Eso no habría sucedido sin la intervención política y se puede comparar y contrastar eso para decir, lo que sucedió en Alemania, donde no hubo apoyo al precio del carbono y en realidad se tiene esta marginación del hidrocarburo menos intensivo en carbono, es decir, el gas natural. Y así, las energías renovables estaban fuertemente subsidiadas, por lo que se obtuvo este gran aumento de la generación renovable que entró en la orden de mérito y el precio del carbono no fue lo suficientemente fuerte como para eliminar el carbón. La gente estaba cerrando plantas de gas, lo que no tenía sentido en términos de cuál era la intención de la política.

Gordon Bennett:

Y así, creo que los mercados, ese orden en particular merece cambiar, y ouches la regeneración en Europa es un gran ejemplo de mercados que funcionan en contraste con Asia. No creo que haya buenos ejemplos de una especie de estructura de mercado totalmente liberalizada. Y entonces hay mucha intervención del gobierno allí. Así que ciertamente creo firmemente que el mercado es una de las mejores maneras de determinar el valor y crear buenos resultados.

Josh King:

El mercado, una de las mejores maneras de determinar el valor y crear buenos resultados, el gobierno y el comercio trabajando juntos, la intención de la política merece el orden y los mercados funcionando sin problemas y de manera ordenada. Entraremos en todo eso más con Gordon Bennett en la segunda mitad del programa, eso es justo después de esto.

Ponente 1:

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Josh King:

Bienvenido. Antes del descanso, Gordon y yo estábamos discutiendo la transición energética, un trabajo clave para nosotros aquí en Intercontinental Exchange. Gordon, mientras pensaba en esa introducción que leí sobre un Fernando de Magallanes, tú y yo estábamos hablando por separado sobre este libro, Energía y civilización de Vaclav Smil, quiero decir, la transición energética no es algo que esté sucediendo puramente en la segunda década del siglo 21. Esto ha estado sucediendo durante mucho tiempo, ¿no?

Gordon Bennett:

Sí, absolutamente. Sí. Lo recomendaría a cualquiera que quiera entender la energía. Y de hecho, se lo recomiendo a todo el mundo. Tal vez no debería leerlo, pero ciertamente debería obtener el audiolibro. Y aquí, Vaclav Smil es un científico y un analista de políticas. No voy a hacerle justicia, pero efectivamente, te dice que no han estado ocurriendo transiciones energéticas desde el comienzo de la civilización. Así que desde la biomasa hasta la bobina, pasando por el petróleo y el gas natural hasta las energías renovables. Y es la forma más simple, básicamente está hablando de que la comida es energía, ¿verdad? Y así no puedes sobrevivir sin comida. Y casi la primera forma de energía fue la potencia muscular. Y así todos sabemos acerca de las calorías. Y así las calorías te dan potencia muscular.

Gordon Bennett:

Y luego realmente habla de la conversión de la energía, la ciencia de la misma. Se refiere a algo llamado energía. Y eso es realmente acerca de la densidad de energía y la conversión de una energía a otra. Y luego entrará en la economía. Y así habla de cómo la evolución de la civilización y la tecnología y el avance. Nos ha permitido acceder a más fuentes de energía y cambiar la forma en que usamos la energía. Y les daré algunos ejemplos. Hay demasiados para realmente, como digo, darle justicia, pero habla de que, al principio para el calor, los humanos usaban ramitas y las ramas en lugar de los árboles mismos. Y entonces, ¿por qué hicieron eso? Porque no tenía acceso a las herramientas que les permitían llegar al maletero.

Gordon Bennett:

Y así, a medida que una civilización evoluciona, eres capaz de construir herramientas. De repente tienes un nuevo acceso, este nuevo acceso a la energía, y ese es realmente el tronco de la biomasa. Otro gran ejemplo es que habla sobre la transición de la biomasa al carbón en el Reino Unido. Y esto fue realmente impulsado por la economía más que por cualquier otra cosa. Así que el Reino Unido se estaba quedando sin biomasa. Se estaba quedando sin árboles, por lo que tuvo que importar árboles. Y el costo de eso estaba aumentando. Y, por lo tanto, era más rentable extraer carbón. Y así, la economía de la biomasa frente al carbón significó que el Reino Unido hizo la transición al carbón. Y luego hay otro realmente interesante, que nunca había considerado mucho sobre el petróleo. Y habla de cómo realmente el petróleo y el gas asociado, se encontraron al mismo tiempo, pero nadie hizo nada con los gases. No podías hacer nada con él.

Gordon Bennett:

Y la razón por la que el petróleo era el hidrocarburo más frecuente es porque era el más fácil de transportar y almacenar. Así que el gas natural, necesita compresores y tuberías de acero, y eso no llegó hasta mucho tiempo después. Por lo tanto, es un libro fascinante que le habla a través de todos estos avances tecnológicos y lo que eso significa para nuestro consumo y suministro de energía.

Josh King:

Y si avanzas rápidamente todo eso hasta el presente, Gordon, quiero decir, lo que todos hemos estado viviendo en los últimos seis meses, la pandemia de coronavirus y su impacto en los mercados de energía, ¿cómo ves que la evolución de la oferta y la demanda cambia como resultado de COVID-19 en relación con la trayectoria en la que todos estábamos antes, digamos ¿febrero o marzo?

Gordon Bennett:

Oh, guau. Entonces, creo que lo interesante de COVID-19 es que ha estado sucediendo el tiempo suficiente ahora que las personas han desarrollado nuevos hábitos, ¿verdad? Así que va a ser interesante ver si realmente volvemos a lo que era la normalidad, o si habrá una nueva normalidad, pero creo que da una idea fascinante del cambio de comportamiento y cuál es el impacto del cambio de comportamiento en particular la demanda de energía. Si nos fijamos en los detalles de lo que sucedió, creo que sorprenderá a cualquiera que, al igual que vimos en toda la clase de activos energéticos. Hubo mucha demanda, destrucción en el poder, especialmente alrededor del confinamiento. Creo que osciló entre aproximadamente el 25, el 30 por ciento. La demanda bajó en lugares como Italia y España.

Gordon Bennett:

Creo que, en el Reino Unido, en Alemania y Francia es un poco menos, tal vez una especie de marca del 10 al 20 por ciento. Estados Unidos es un poco difícil de resolver porque, dependía de cómo los estados estaban aplicando el confinamiento, pero leí algo al respecto fue un mínimo de 16 años en términos de demanda de elegibilidad en los Estados Unidos, un cinco o 10 por ciento. Así que hubo mucha destrucción de la demanda. Y creo que da un punto realmente interesante o para el futuro, porque la otra tendencia fue, hubo un aumento en la cantidad de energías renovables en la mezcla. Así que hubo un aumento dramático en las energías renovables en términos de la electricidad total generada. Y de eso se ha hablado mucho en el Reino Unido porque… y iba a decir, no soy científico, pero tengo un título en química, pero este no es mi fuerte, pero esencialmente, sin electricidad, no puedes almacenarla. Así que tienes que equilibrar la entrada y la salida, cierto, lo que produces necesita ser consumido o regalado.

Gordon Bennett:

Y, por lo tanto, necesita inercia para equilibrar la red. Y la inercia proviene de la generación de hidrocarburos. Viene de la generación de gas natural, y viene del carbón, y viene del núcleo que las partes giratorias de esas generaciones térmicas que proporcionan la inercia. Debido a que las energías renovables eran una parte tan alta de la mezcla de generación, casi no había suficiente inercia para equilibrar la red. Así que hemos visto recientemente que la red nacional anunció que había 718 millones de libras en cargos de rebote en el período de seis meses. Y eso es enorme. Subió algo así como un 40%.

Gordon Bennett:

Entonces, en un mundo en el que estamos tratando de llegar a cero netos, y prevemos tener más energías renovables en la mezcla, hay algunos desafíos reales para poder equilibrar la red en su forma actual, no parece que pueda hacer eso. Así que eso va a requerir inversión para cambiar la estructura de la red desde una perspectiva de equilibrio.

Josh King:

Entonces, si pudiera dirigir el dinero para esta inversión, ¿qué tendría que suceder para que el hidrógeno se convierta en una alternativa realista para el gas y la electrificación?

Gordon Bennett:

Así que el hidrógeno es interesante. Hay tres tipos de hidrógeno; hay gris, azul y verde. El gris y el azul provienen del reformado a vapor de hidrocarburos. La diferencia entre los dos está en azul, capturas el CO2. Así que es efectivamente carbono cero. Mientras que el verde, proviene de la electrólisis de las energías renovables. Entonces, cuando la gente habla de hidrógeno en la mezcla, realmente están hablando del hidrógeno verde, o tal vez del azul. Tiene mucho apoyo político en este momento. Así que la gente está hablando mucho sobre el hidrógeno, pero en términos de su competitividad de costos, no es donde debe estar. Una vez más, no soy un experto en hidrógeno, pero leí un estudio interesante sobre él, y he visto rangos de algo como que necesitas que un carbono sea de $ 50 por tonelada antes de que un hidrógeno sea competitivo en ese sector del transporte, por ejemplo, automóviles y camiones.

Gordon Bennett:

Si desea ingresar a un transporte más grande, como el envío y la aviación, cuesta cerca de $ 100 por tonelada. Y finalmente, si querías entrar en la mezcla térmica, IE, degeneración de la electricidad, entonces estás hablando de más de $ 100 por tonelada. Así que esos están muy por encima de donde está el carbono en este momento. El carbono es digamos $ 30 por tonelada en Europa. Entonces, como dije, el hidrógeno parece estar recibiendo mucho apoyo político, pero necesitamos una señal de precio más alto en el carbono para que eso realmente alcance el orden de mérito, si eso tiene sentido.

Josh King:

Así que seamos un poco ambiciosos que, quiero decir, pensando en tu padre en los barcos para SO. Hemos visto a ciertas industrias recurrir a diferentes combustibles para su energía. Pensemos en el envío. El GNL ha crecido como un combustible alternativo para alimentar a los barcos, a diferencia del petróleo. ¿Es esta una solución para ayudar a cumplir los objetivos climáticos?

Gordon Bennett:

Sí, creo que sí. Como dije, no hay una bala de plata. Va a requerir muchas soluciones diferentes. Ciertamente ve que el GNL se utiliza cada vez más en el transporte de GNL. Por lo tanto, los propios buques de GNL son propulsados por GNL. Como anécdota, también escucho que el GNL es más frecuente en los cruceros. Pero para darles una anécdota, cuando estuve en Singapur el año pasado, y estaba hablando con alguien en la industria naviera. Esto tampoco está relacionado únicamente con la industria naviera. Es un poco el caso de que hay un debate en torno a que algunas personas piensan que los hidrocarburos no son parte del futuro, y el gas natural no es un combustible futuro, y ni siquiera es un combustible de transición, pero si eres propietario de un barco, ¿qué se supone que debes hacer?

Gordon Bennett:

Estos son intensivos en capital, pero ¿invierte en su barco de GNL solo para descubrir más tarde que nadie los quiere? ¿O esperas otra cosa? Y definitivamente es un caso en el que necesitas esperar otra cosa, porque no hay nada. Y si esperas, ¿llegará? Así que tal vez te pierdas algunas de esas victorias fáciles de las que hablaba antes al no hacer la inversión. Así que el GNL en el transporte marítimo parece ser parte de la solución, pero habrá muchos otros.

Josh King:

Hay victorias fáciles, Gordon, y esos vientos duros. Leí un artículo la semana pasada en el Financial Times diciendo que, voy a citar, «Hay una afirmación de que los defensores de ESG afirman que los rendimientos de los accionistas siempre pueden alinearse con el bien social, pero en realidad, el punto de partida de los inversores ESG es diferente a la mitigación del riesgo». ¿Cuál es su opinión sobre esa declaración?

Gordon Bennett:

Bueno, creo que son las dos cosas, de verdad. Es el caso de la mitigación de riesgos, así como del bien social. Desde mi perspectiva y la ambiental es probablemente la más avanzada en cuanto a medición debido a la existencia de Carbonomics. Y como dije, ha existido en la práctica desde el ETS en 2005. Así que tiene 15 años y específicamente, el componente climático o la E se trata de evitar los riesgos del cambio climático. El riesgo climático físico, es decir, el impacto de los fenómenos meteorológicos, por ejemplo, creo que es claramente un impacto desproporcionado en los más desfavorecidos socialmente. Entonces, se trata de mitigar el riesgo y tener un impacto social. Los ODS, sé menos sobre eso. Los médicos de cabecera, me parecen un poco extraños a veces porque como plan de cuentas, cosas como Sarbanes-Oxley y el Código Combinado en el Reino Unido han existido desde que tengo memoria.

Gordon Bennett:

Así que, para mí, el buen gobierno es algo a lo que no es como aspiras. Debes tenerlo. Así que encuentro a G un poco extraño, pero tal vez G se trata de garantizar la implementación del ENS, cuando lo pienso. Y las piezas as son claramente importantes. No estoy seguro de cómo se mide de una manera objetiva. Creo que la S y la G son un poco más subjetivas que la E, por lo que tiene desafíos. Pero mira, creo que las finanzas sostenibles han llegado para quedarse. Ya no creo que se pueda adoptar una visión tradicional de los mercados financieros. Tendrá que superponer nuevas entradas y tener una visión sobre los diferentes tipos de riesgo para asignar su capital en el futuro.

Josh King:

Permaneciendo en las finanzas sostenibles por un minuto, Gordon, escuchamos este término greenwashing. Se usa bastante donde la gente solía etiquetar a una empresa o una institución, lo que parece estar dando una impresión falsa o afirmaciones sin fundamento sobre cómo sus productos o negocios son respetuosos con el medio ambiente. ¿Cómo, en su opinión, pueden las empresas evitar esa etiqueta?

Gordon Bennett:

Sí, creo que es difícil porque siento que estamos en el comienzo del viaje hacia ESG y las finanzas sostenibles. Así que creo que la gente todavía está tratando de averiguar lo que eso significa para ellos, y cómo establecer metas, y luego medirlo. Creo que, como dije en la discusión anterior, es un poco subjetivo. Pero ciertamente hay muchos desafíos porque si nos fijamos, por ejemplo, en el mercado de compensación voluntaria, en particular, se obtiene una gama de … puede comprar una compensación por 50 centavos, y puede comprar una compensación por 6 dólares, y luego el carbono se negocia a, digamos, $ 17 en California y $ 30 en la UE. Así que tiene que haber algunos signos de interrogación en términos de cuáles de estas compensaciones realmente están reduciendo mi huella de carbono.

Gordon Bennett:

Así que vas a necesitar más estándares. Tendrá que haber más estandarización, ya sea en un mercado de compensación voluntaria o simplemente ESG en general. Creo que cosas como las normas de contabilidad del carbono van a ser críticas y cosas como el grupo de trabajo para las divulgaciones financieras relacionadas con el clima van a ser críticas, pero son algo voluntarias en este momento. Cuanto más obligatorios se vuelvan permitirá a las personas establecer sus objetivos y puntos de referencia en el futuro.

Josh King:

Mirando hacia el futuro, Gordon, hacia las personas, a medida que establecen sus objetivos, el FT publicó recientemente la gran característica sobre el comercio de carbono, analizando cómo el mercado se está haciendo cada vez más grande con más personas que desean involucrarse, para expresar su convicción, de que el costo de la contaminación reflejada en el precio del carbono va a seguir aumentando. ¿Qué piensas al respecto y cómo crees que va a impactar en las agendas de sostenibilidad en Europa y otros continentes?

Gordon Bennett:

Sí. Y me alegro de que hayas mencionado este artículo porque me pareció realmente interesante, y es algo de lo que hablamos mucho en mi equipo porque creo que el quid del artículo parece ser sobre los fundamentos de la oferta y la demanda a corto plazo frente a la tendencia a largo plazo para la fijación de precios del carbono. Y así, personalmente, no he pasado mucho tiempo pensando en los fundamentos a corto plazo. Creo que más carbono como activo a largo plazo porque estos derechos de emisión son financiables. Así que el tema para mí dice que el costo de la contaminación debe ser mayor para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. Y el ejemplo de higiene del que hablábamos antes, decíamos de 50 a 100 dólares la tonelada. Así que hay un punto de referencia para que el hidrógeno entre en el orden de mérito. Y luego, si miro una especie de documentos de política pública, vea, el precio sombra del carbono en el Reino Unido para 2030, en algún lugar en el rango de 40 a 120 libras por tonelada, y el precio sombra de fábrica del carbono en los bancos multilaterales de desarrollo.

Gordon Bennett:

De nuevo, se ven oscilaciones entre los 25 y los 80 dólares en 2020, y al norte de los 200 dólares y en 2050. Por lo tanto, si queremos cumplir los objetivos del Acuerdo de París, y ciertamente hablando desde una perspectiva europea, hay algunas señales muy fuertes que salen de la comisión de que quieren ser neto cero en 2050. Por lo tanto, los precios del carbono deberían tener que subir para cumplir con ese objetivo.

Josh King:

Dime, Gordon, mientras terminamos, ¿qué te va a mantener personalmente ocupado en los próximos meses? ¿Hay algún proyecto importante que te entusiasme especialmente?

Gordon Bennett:

Sí. Vamos a seguir centrándonos en la creación de liquidez para crear más puntos de referencia en toda nuestra cartera existente. Mencionaste TTF, y JKM anteriormente es definitivamente un objetivo clave para mí y para el equipo. Creo que TTF está haciendo la transición al punto de referencia de gas más relevante a nivel mundial. Y ciertamente buscamos ayudar a construir la liquidez allí. Estamos trabajando arduamente para asegurarnos de que JKM consolide su posición como el punto de referencia del gas natural asiático, como hablamos, la liberalización de los mercados en Asia tal vez no esté tan avanzada. Por lo tanto, creemos que eso es fundamental para el tipo de estructura de mercado futura de los mercados energéticos asiáticos. Definitivamente también estamos mirando un poco lo que sigue. ¿Qué van a necesitar nuestros clientes a continuación en términos de construir los puntos de referencia del mañana, permitiéndoles gestionar el riesgo de manera más efectiva aquellos puntos de referencia que van a permitir la facilitación de la transición energética, creo que va a ser importante?

Gordon Bennett:

Y finalmente, creo que estoy pasando mucho tiempo pensando en construir y comunicar cuál es nuestra estrategia de finanzas sostenibles. Ya tenemos algunos excelentes productos y servicios en toda la franquicia de ICE. Así que creo que aspiro a liberar realmente el potencial de nuestro motor de valoración del que hablábamos antes.

Josh King:

Construyendo los puntos de referencia del mañana, el trabajo de Gordon Bennett y su equipo en Intercontinental Exchange. Gordon, muchas gracias por pasar un poco de tiempo con nosotros hoy Dentro de la Casa de ICE.

Gordon Bennett:

Gracias, Josh. De nada. Me alegro de haberlo probado. Creo que fue divertido.

Josh King:

De hecho, lo fue. Y lo volveremos a hacer, amigo mío. Y esa es nuestra conversación para esta semana. Nuestro invitado fue Gordon Bennett, director general de mercados de servicios públicos, ICE features Europe. Si te gusta lo que escuchaste, por favor puntúanos en iTunes para que otras personas sepan dónde encontrarnos. Y si tiene un comentario o una pregunta que le gustaría que uno de nuestros expertos como Gordon abordara en un programa futuro, envíenos un correo electrónico a icehouse@theice.com o envíenos un tweet en ICE House Podcast. Nuestro espectáculo es producido por Pete Asch y Verónica Slumka con la asistencia de producción de Stephen Romanchic, Andean Woolf. Soy Josh King, su anfitrión firmando desde la biblioteca remota de la Bolsa de Nueva York, gracias por escuchar. Hable con usted la próxima semana.

Ponente 1:

La información contenida en este podcast se obtuvo en parte de fuentes disponibles públicamente y no se verificó de forma independiente. Ni ICE ni sus afiliados hacen ninguna representación o garantía expresa o implícita en cuanto a la exactitud o integridad de la información y no patrocinan, aprueban ni respaldan ninguno de los contenidos del presente documento. Todo lo cual se presenta únicamente con fines informativos y educativos. Nada en este documento constituye una oferta de venta, una solicitud de una oferta para comprar cualquier valor o una recomendación de cualquier valor o práctica comercial. Algunas partes de la conversación en curso pueden haber sido editadas con el propósito de longitud o claridad.


Publicado originalmente: https://www.theice.com/insights/conversations/inside-the-ice-house/ice-gordon-bennett-teaches-a-masterclass-in-carbonomics#top

El camino hacia los estándares globales de sostenibilidad


Erkki Liikanen, presidente de los fideicomisarios de la Fundación IFRS, pronunció un discurso de apertura en el Simposio de Regulación Financiera Global del CFA Institute el 29 de junio de 2021. Habló sobre el trabajo de la Fundación para satisfacer las necesidades de información de los inversores y otros participantes del mercado de capitales mediante la creación de una nueva junta propuesta. que desarrollaría una línea de base global de divulgaciones relacionadas con la sostenibilidad centradas en el valor de la empresa.


Introducción

Es un placer estar con ustedes hoy. Ambos servimos a los inversionistas: usted, como la voz de Chartered Financial Analysts en todo el mundo, y la Fundación IFRS, responsable de los estándares globales de alta calidad que ayudan a los inversionistas a tomar decisiones de inversión informadas.

Hoy estamos aquí para hablar sobre estándares de sustentabilidad, en particular para preguntarnos si existe un camino hacia los estándares globales. Responder a esta pregunta ha ocupado gran parte de nuestro tiempo como fideicomisarios de la Fundación IFRS.

La elaboración de informes de sostenibilidad es una disciplina muy amplia, que va desde los requisitos jurisdiccionales para que las empresas informen sobre objetivos de política pública específicos hasta la necesidad de los inversores de una comparabilidad global de las divulgaciones financieras relacionadas con la sostenibilidad.

Todos estos son importantesEl enfoque de las NIIF es satisfacer las necesidades de información de los inversionistas. Hay un camino hacia los estándares globales de sustentabilidad si, por un lado, podemos crear una base global de divulgaciones relacionadas con la sustentabilidad para facilitar la comparabilidad para la toma de decisiones de inversión y, por otro lado, trabajar con jurisdicciones para garantizar la compatibilidad entre esta base global y sus propias iniciativas.

El enfoque de referencia global ha sido bienvenido y ha recibido un amplio apoyo de los ministros de Finanzas del G7 , de los reguladores globales como IOSCO , de inversores y empresas de todo el mundo, y de otras organizaciones normativas. Dicho esto, queda mucho trabajo por delante.

Acción coordinada

El cambio climático y la sustentabilidad son desafíos globales. Plantean dificultades particulares para nuestras sociedades debido a los diferentes incentivos entre los individuos y la sociedad en general. Revertir este dilema requiere cooperación global. Un esfuerzo famoso fue el Protocolo de Kioto en 1997. El último acuerdo global fue el Acuerdo de París firmado en 2015. Estados Unidos se reincorporó al Acuerdo en febrero. Ahora, el mundo se está preparando para la reunión COP26 de noviembre en Glasgow. 

Con los problemas climáticos, este dilema se complica aún más por lo que Mark Carney llama la tragedia del horizonte, donde las acciones requeridas hoy tienen una retribución mucho más allá del horizonte de tiempo normal. En su libro reciente, define tres pilares para la solución: 1) políticas públicas, 2) planes de transición de la empresa y 3) divulgación de riesgos y oportunidades relacionados con el clima.

Alcanzar los objetivos establecidos por las sucesivas cumbres climáticas requerirá la acción coordinada de múltiples actores, donde cada uno tiene un papel distinto que desempeñar. 

Los gobiernos están obligados a establecer marcos normativos claros. Los inversores valoran el capital de inversión en función de cómo esas políticas afectarán a las empresas a largo plazo. Esto, a su vez, brinda a las empresas un incentivo para adoptar modelos comerciales sostenibles. La eficiencia de esta cadena de suministro depende de información de alta calidad comparable a nivel mundial en la que los inversores puedan evaluar los riesgos de sostenibilidad y tomar decisiones informadas. Este es el papel de los emisores de normas internacionales centrados en los inversores, como la Fundación IFRS. El papel es permitir el logro de los objetivos de política determinados por jurisdicciones y acuerdos internacionales mediante el desarrollo de estándares que brinden consistencia y transparencia para los mercados de capitales globales.

Esta separación de roles y responsabilidades queda clara en el libro del Premio Nobel Jean Tirole, quien enfatiza que la economía es una ciencia de medios, no de fines. Los objetivos comunes de la sociedad se basan en gran medida en los valores. Los gobiernos determinan los objetivos. La economía y el mercado, a su vez, pueden proporcionar medios para alcanzar los objetivos al menor costo posible. Tirole continúa diciendo que el mercado es un instrumento, no un objetivo en sí mismo. De manera similar, los estándares de divulgación no establecen los objetivos de la política, pero pueden ser un instrumento valioso para apoyar el cumplimiento de esos objetivos de la política.

Consulta impulsada por la demanda

Existe un amplio interés en ESG, y las inversiones relacionadas con ESG han crecido sustancialmente.

Sin embargo, la investigación también muestra que los flujos de capital hacia inversiones sostenibles se ven obstaculizados por la mala calidad de los datos. Los datos carecen de rigor y no se pueden comparar fácilmente. Muchas iniciativas intentan mejorar la comparabilidad, pero su número ha llevado a una mayor diversidad.

Cuando se puede pedir a los informes de sostenibilidad que promuevan objetivos amplios de política pública, la responsabilidad pertenece a los órganos e instituciones electos y con razón.

Se ha planteado una pregunta adicional: si se necesitarían estándares globales en la tarea más limitada de brindar información relacionada con la sustentabilidad a los inversionistas. Esta pregunta se planteaba a menudo a la Fundación IFRS debido a su experiencia en información financiera. Los estándares IFRS son requeridos para su uso por más de 140 países. 

Cuando la Fundación IFRS y el Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad se fundaron con el fuerte apoyo de IOSCO hace 20 años , la información financiera y el cambio climático no coincidían. Ahora, en 2021, todo ha cambiado.

Para preparar nuestra respuesta a las preguntas planteadas, los fideicomisarios iniciaron una revisión de la estrategia, en la que la atención se centró en los informes de sostenibilidad. Las dos primeras preguntas del documento de consulta de septiembre de 2020 fueron: ¿hay demanda de estándares globales? Si es así, ¿debería la Fundación IFRS desempeñar un papel en el desarrollo de dichas normas?

Dejamos muy claro que este es un ejercicio impulsado por la demanda. Estamos listos para servir solo si es necesario.

Recibimos un gran número de cartas de comentarios a la consulta . Están todos en nuestro sitio web. De manera abrumadora, las respuestas a nuestra consulta inicial muestran una demanda creciente y urgente de un conjunto único de estándares de divulgación relacionados con la sustentabilidad global. Un gran número de comentaristas también escribieron que la Fundación IFRS debería desempeñar un papel en el desarrollo de estas normas.

Conciliación de los requisitos jurisdiccionales e internacionales

Después de la consulta, la Fundación IFRS reiteró que no juega un papel en la determinación de los requisitos de información de sustentabilidad requeridos para objetivos de política pública más amplios.

A nivel jurisdiccional, las políticas públicas determinan las prioridades relacionadas con la sostenibilidad y determinan qué información deben reportar las empresas dentro de cada jurisdicción. Por ejemplo, la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa propuesta por la UE es un elemento clave del marco de políticas Green Deal de la UE. Parece probable que diferentes jurisdicciones (Estados Unidos y Asia) establezcan cada una diferentes enfoques de políticas y, por lo tanto, sus requisitos de informes de sostenibilidad también serán diferentes.

A nivel internacional, existen estándares de múltiples partes interesadas, siendo los Estándares GRI el estándar voluntario más conocido, y varias iniciativas de sostenibilidad enfocadas en los inversores y los mercados de capitales. Estas iniciativas centradas en los inversores incluyen el trabajo del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras relacionadas con el Clima, la Fundación de Informes de Valor (que incorpora SASB y el IIRC) y la Junta de Divulgación Climática.

Las organizaciones detrás de estas iniciativas afirman que se requiere consolidación . Han dado la bienvenida a las propuestas de la Fundación IFRS para establecer un nuevo Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad dentro de la estructura de gobierno de la Fundación IFRS. Ellos también están involucrados en los preparativos.  

Nuestra ambición compartida es introducir una base global de estándares para divulgaciones relacionadas con la sostenibilidad que se centren en satisfacer las necesidades de información de los inversores a nivel mundial al evaluar el valor de la empresa. El valor empresarial es un concepto clave, diseñado para captar la creación de valor esperada para los inversores a corto, medio y largo plazo, y es interdependiente con la creación de valor para la sociedad y el medio ambiente. 

Por ejemplo, la línea de base global podría describir cómo las empresas deben divulgar el impacto de los riesgos y oportunidades relacionados con el clima y, para cada riesgo y oportunidad identificados, el impacto en su desempeño financiero. Esto podría incluir planes de asignación de capital, innovación en la cadena de suministro o inversiones en tecnología o nuevas áreas comerciales. 

La nueva junta comenzaría con el clima. Se esperaría que su trabajo avance con el ritmo para considerar otros temas relacionados con la sustentabilidad importantes para el valor de la empresa.

Este enfoque del inversionista en el valor de la empresa es donde la Fundación IFRS puede contribuir más. Si bien la junta propuesta trabajaría en estándares de divulgación relacionados con la sustentabilidad, su trabajo sería complementario al trabajo del IASB. Los factores relacionados con la sostenibilidad ya están conectados en los estados financieros. Los inversores están interesados ​​en la información sobre sostenibilidad, independientemente de su ubicación en los estados financieros o en informes más amplios. 

Nuestro enfoque de los estándares globales está dirigido por el mercado y la demanda. La Fundación proporciona un entorno en el que inversores, reguladores, empresas, académicos y emisores de normas de todo el mundo pueden trabajar y resolver problemas juntos. 

Este trabajo sigue un debido proceso transparente e inclusivo que se utiliza como punto de referencia para otras organizaciones de establecimiento de estándares. El proceso es supervisado por los Síndicos, que a su vez son responsables ante un Consejo de Supervisión de las autoridades públicas. Entre sus miembros se encuentran IOSCO, la Comisión Europea, la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. y otros. 

El Consejo de Supervisión cumple un papel clave en nuestros arreglos de gobernanza, ya que proporciona un vínculo importante con muchas de las autoridades públicas clave de todo el mundo. Además, mientras que la Fundación es responsable de la producción de los estándares IFRS, las jurisdicciones individuales conservan el derecho de elegir si incorporar el nuevo estándar en sus propios requisitos y cómo hacerlo.

Estos acuerdos de gobernanza han evolucionado con el tiempo. Los fideicomisarios actualmente están consultando sobre nuevas enmiendas a los arreglos constitucionales y de gobierno para acomodar a la nueva junta. Damos la bienvenida a comentarios y sugerencias para futuras mejoras. El período de comentarios está abierto hasta el 29 de julio de 2021.

Si el futuro son los estándares jurisdiccionales e internacionales, la pregunta clave es cómo se puede conciliar esto.

El enfoque defendido por IOSCO y otros es establecer una base global de estándares de divulgación relacionados con la sostenibilidad para satisfacer las necesidades de los inversores, que estaría disponible para su uso por las jurisdicciones como base para las necesidades de políticas públicas. Hemos establecido un grupo de trabajo para trazar cómo podría funcionar esto en la práctica. 

Cerca

Este enfoque proporcionaría comparabilidad global para los inversores de una manera que permita a las jurisdicciones combinar los estándares globales con sus propios requisitos adicionales.

Para que esto funcione, se requerirá voluntad política, compromiso y flexibilidad de todas las partes, incluida la Fundación IFRS. El éxito no es seguro, pero si desea divulgaciones relacionadas con la sostenibilidad global para los inversores, esto ofrece un camino.


Publicado originalmente: https://www.ifrs.org/news-and-events/news/2021/06/is-there-a-path-to-global-sustainability-standards/

Comunicado de los ministros de Finanzas y Gobernadores de Los Bancos Centrales del G7


5 de junio de 2021, Londres, Reino Unido

Nosotros, los ministros de Finanzas y los Gobernadores de bancos centrales del G7, nos reunimos virtualmente el 28 de mayo de 2021, y los ministros de Finanzas nos reunimos en Londres los días 4 y 5 de junio de 2021, junto con los jefes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Grupo del Banco Mundial, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el Eurogrupo y (el 28 de mayo) el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB). Acordamos medidas concretas para abordar los desafíos históricos de hoy y como parte de nuestro esfuerzo renovado y urgente hacia una cooperación económica multilateral más profunda.

Construir una recuperación económica mundial fuerte, sostenible, equilibrada e inclusiva

1. Seguiremos trabajando juntos para garantizar una recuperación mundial sólida, sostenible, equilibrada e inclusiva que se recupere mejor y más ecológicamente de la pandemia de Covid-19, reconociendo el impacto desproporcionado de la pandemia en determinados grupos, incluidas las mujeres, los jóvenes y las poblaciones vulnerables. Nos comprometemos a mantener el apoyo político todo el tiempo que sea necesario e invertimos para promover el crecimiento, crear empleos de alta calidad y abordar el cambio climático y las desigualdades. A medida que nuestras economías vuelvan a abrir, continuaremos tomando medidas para limitar el impacto desigual de la crisis dirigiendo el apoyo a donde más se necesita. Una vez que la recuperación esté firmemente establecida, debemos garantizar la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas para que podamos responder a futuras crisis y abordar los desafíos estructurales a más largo plazo, incluso en beneficio de las generaciones futuras. La política monetaria seguirá apoyando la recuperación económica de la pandemia y garantizando la estabilidad de precios, en consonancia con los mandatos de los bancos centrales. Reafirmamos nuestros compromisos cambiarios tal como se elaboraron en mayo de 2017. Trabajaremos para construir un sistema económico global seguro, resiliente y abierto.

2. La pandemia de Covid-19 solo puede superarse cuando se controla en todas partes. Existe un abrumador argumento moral, científico y económico para garantizar un acceso equitativo, seguro, efectivo y asequible a las vacunas, terapias y diagnósticos contra la Covid-19 en todo el mundo. Acelerar el fin de la pandemia agregaría billones de dólares al PIB mundial. Ya hemos brindado un apoyo significativo, incluso a todos los pilares del Acelerador ACT. Acogemos con beneplácito el aumento de los compromisos financieros de algunos miembros del G7 y esperamos con interés nuevos compromisos para ayudar a cerrar el déficit de financiación. Acogemos con beneplácito los esfuerzos del Banco Mundial en materia de salud mundial y vacunas, y los instamos a que intensifiquen el uso de su considerable poder de convocatoria y de fuego financiero para abordar los desafíos financieros y operacionales para un acceso más oportuno a las vacunas por parte de los países en desarrollo, incluso a través de COVAX. También pedimos al FMI que estudie la posibilidad de adaptar los servicios existentes para apoyar el financiamiento de las vacunas. Alentamos encarecidamente a los actores del sector privado, incluida la industria farmacéutica, a que intensifiquen sus contribuciones a la lucha contra la pandemia actual.

Esfuerzo transformador para abordar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad

3. Nos comprometemos a realizar un esfuerzo plurianual para lograr el cambio estructural significativo necesario para cumplir nuestros compromisos netos cero y nuestros objetivos medioambientales de una manera positiva para el empleo, el crecimiento, la competitividad y la equidad. Nos comprometemos a integrar adecuadamente las consideraciones sobre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad en la toma de decisiones económicas y financieras, incluido el abordaje de los impactos macroeconómicos y el uso óptimo de la gama de palancas de política para fijar el precio del carbono.

4. Hacemos hincapié en la necesidad de ecologizar el sistema financiero mundial para que las decisiones financieras tengan en cuenta las consideraciones climáticas. Esto ayudará a movilizar los billones de dólares de financiamiento del sector privado necesarios y reforzará la política gubernamental para cumplir con nuestros compromisos netos cero. Apoyamos avanzar hacia divulgaciones financieras obligatorias relacionadas con el clima que proporcionen información consistente y útil para la toma de decisiones para los participantes del mercado y que se basen en el marco del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD), en línea con los marcos regulatorios nacionales. Los inversores necesitan información de alta calidad, comparable y fiable sobre los riesgos climáticos. Por lo tanto, estamos de acuerdo en la necesidad de un estándar de referencia de presentación de informes globales para la sostenibilidad, que las jurisdicciones pueden complementar aún más. Acogemos con beneplácito el programa de trabajo de la Fundación Internacional de Normas de Información Financiera para desarrollar esta norma de referencia bajo una gobernanza sólida y supervisión pública, basada en el marco del TCFD y el trabajo de los creadores de normas de sostenibilidad, involucrándolos a ellos y a una gama más amplia de partes interesadas para fomentar las mejores prácticas mundiales y acelerar la convergencia. Alentamos a que se celebren más consultas sobre una propuesta final que conduzca al establecimiento de una Junta Internacional de Normas de Sostenibilidad antes de la COP26.

5. In, además, reconocemos la creciente demanda de más información sobre el impacto que las empresas tienen en el clima y el medio ambiente. Reconocemos que muchas jurisdicciones y organizaciones ya están desarrollando iniciativas de informes de impacto, que incluyen, entre otras, informes sobre la alineación neta cero y métricas de sostenibilidad más amplias. Trabajaremos en estrecha colaboración y con nuestros socios internacionales para determinar el mejor enfoque para garantizar la coherencia mundial.

6. Esperamos con interés el establecimiento del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras relacionadas con la Naturaleza y sus recomendaciones. Acogemos con beneplácito el Examen Dasgupta sobre la Economía de la Diversidad Biológica y la Correspondiente Guía de Políticas de la OCDE sobre Diversidad Biológica. En términos más generales, acogemos con beneplácito los compromisos continuos de las empresas financieras de todo el mundo para hacer frente al cambio climático, incluso a través de su participación activa en la Alianza Financiera de Glasgow para el Cero Neto.

7. Reconocemos que el cambio climático plantea riesgos físicos y de transición cada vez mayores para las instituciones financieras reguladas y para la estabilidad financiera, y que estos riesgos tienen características distintas que debemos tener en cuenta. Las autoridades del G7 consideran importante que las empresas financieras gestionen los riesgos financieros del cambio climático utilizando los mismos estándares de gestión de riesgos que se aplican a otros riesgos financieros. Los bancos centrales del G7 evaluarán los riesgos para la estabilidad financiera planteados por el cambio climático y considerarán la posibilidad de aprovechar, según proceda, los escenarios publicados por la Red para la Ecologización del Sistema Financiero. Los bancos centrales compartirán aprendizajes sobre cómo tener en cuenta los riesgos relacionados con el clima en sus propias operaciones y balances, según corresponda, y esperan discutir más adelante en el año cómo podrían hacer sus propias divulgaciones basadas en las recomendaciones del TCFD. Apoyamos plenamente al FSB en el desarrollo de una hoja de ruta ambiciosa que identifique y aborde los riesgos financieros relacionados con el clima, incluso a través de medidas para promover divulgaciones comparables, abordar las brechas de datos, mejorar las evaluaciones de vulnerabilidades y promover prácticas regulatorias y de supervisión consistentes. También apoyamos al Grupo de Trabajo de Finanzas Sostenibles en el desarrollo de su hoja de ruta de finanzas sostenibles del G20, con un enfoque climático inicial.

8. La financiación internacional del clima es fundamental para apoyar los esfuerzos de adaptación y mitigación del cambio climático de los países en desarrollo. Reafirmamos el objetivo colectivo de los países desarrollados de movilizar 100.000 millones de dólares anuales para los países en desarrollo de fuentes públicas y privadas, en el contexto de acciones de mitigación significativas y transparencia en la implementación. Nos comprometemos a aumentar y mejorar nuestras contribuciones de financiamiento climático hasta 2025, incluido el aumento de la financiación de la adaptación y el financiamiento para soluciones basadas en la naturaleza. Acogemos con beneplácito los compromisos ya asumidos por algunos países del G7 para aumentar la financiación climática. Esperamos con interés nuevos compromisos en la Cumbre de Líderes del G7 o antes de la COP26. Hacemos un llamamiento a todos los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) para que fijen fechas ambiciosas para la Alineación de París antes de la COP26, y acogemos con beneplácito su trabajo de apoyo a los países clientes. Instamos a los BMD a movilizar una mayor financiación climática, incluso del sector privado, y a aumentar su apoyo a una transición hacia una energía limpia, la adaptación y la resiliencia, y la naturaleza. Acogemos con beneplácito el papel cada vez más importante del FMI en el apoyo a la gestión de los riesgos climáticos por parte de los países miembros y las transiciones a cero emisiones netas, incluso mediante la supervisión. Nos comprometemos a incluir la cobertura climática en los informes de supervisión bilateral del FMI de nuestros países, y pedimos a otros que hagan lo mismo.

9. Los delitos ambientales tienen un grave impacto en la biodiversidad del planeta, generan miles de millones de dólares en finanzas ilícitas y permiten la corrupción y el crimen organizado transnacional. Estamos de acuerdo en que los registros de beneficiarios reales son una herramienta eficaz para hacer frente a las finanzas ilícitas. Estamos implementando y fortaleciendo los registros de información de beneficiarios reales de la compañía para proporcionar acceso oportuno, directo y eficiente para las autoridades policiales y competentes a información adecuada, precisa y actualizada, incluso a través de registros centrales. Tomamos nota además de los beneficios de poner a disposición del público la información sobre los beneficiarios reales siempre que sea posible. Hacemos un llamamiento a todos los países para que apliquen plenamente las Normas del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y las fortalezcan.

Apoyo continuo a los países de bajos ingresos y vulnerables

10. El FMI estima que, de aquí a 2025, los países de bajo ingreso necesitarán alrededor de US$200.000 millones para intensificar la respuesta a la pandemia y construir amortiguadores externos y US$250.000 millones adicionales en gastos de inversión para reanudar y acelerar su convergencia de ingresos con las economías avanzadas. Seguimos comprometidos a apoyar a los países más pobres y vulnerables a medida que abordan los desafíos sanitarios y económicos asociados con covid-19. Apoyamos firmemente la nueva asignación general de Derechos Especiales de Giro (DEG) de US$650 mil millones para ayudar a satisfacer la necesidad mundial a largo plazo de activos de reserva. Instamos a la implementación de esta asignación para fines de agosto de 2021, acompañada de medidas de transparencia y rendición de cuentas, incluida la orientación actualizada del FMI sobre cómo los países pueden utilizar adecuadamente una asignación de DEG.

11. Los países del G7 están considerando activamente la posibilidad de canalizar voluntariamente una proporción de sus DEG asignados para magnificar significativamente el impacto de esta asignación general. Alentamos al FMI a que trabaje rápidamente con todas las partes interesadas pertinentes para explorar un menú de opciones para canalizar los DEG a fin de seguir apoyando las necesidades de salud, incluidas las vacunas, y ayudar a permitir recuperaciones económicas más ecológicas y sólidas en los países más afectados. Trabajaremos para ampliar el financiamiento al Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza y acogemos con beneplácito el examen por el FMI del financiamiento en condiciones concesionarias y las políticas para fortalecer su capacidad de apoyar a los países de bajo ingreso.

12. Abordar las vulnerabilidades de la deuda y promover la transparencia de la deuda, incluso mediante la conciliación periódica de los datos de los deudores y los acreedores, es esencial para desbloquear un crecimiento sostenible e integrador en los países en desarrollo. Reiteramos nuestro compromiso de aplicar el Marco Común para el Tratamiento de la Deuda del G20 y el Club de París más allá de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda y pedimos a todos los acreedores bilaterales oficiales que hagan lo mismo. Acogemos con beneplácito el establecimiento del Comité de Acreedores para el Chad y esperamos con interés un tratamiento rápido y exitoso de la deuda para este y futuros casos. Se espera que el sector privado proporcione al menos un trato favorable de la deuda en consonancia con el Marco Común. Nos comprometemos a publicar nuestras propias carteras de acreedores préstamo por préstamo para futuros préstamos directos antes de finales de 2021, e instamos a todos los demás miembros del G20 a hacer lo mismo y a realizar la autoevaluación en línea con las Directrices Operativas para el Financiamiento Sostenible del G20.

13. Alentamos al sector privado a adherirse a los Principios Voluntarios para la Transparencia de la Deuda del Instituto de Finanzas Internacionales y a presentar información sobre sus préstamos soberanos al portal de datos de transparencia de la OCDE una vez que esté operativo este año. Acogemos con beneplácito el establecimiento de un Grupo de Trabajo del Sector Privado del G7 para reunir a las Instituciones Financieras Internacionales (IFI), los participantes en el mercado y la profesión jurídica y los expertos de los países para explorar posibles mejoras en el enfoque contractual.

14. Acogemos con beneplácito el progreso constante del Sudán hacia el punto de decisión de los países pobres muy endeudados (PPME), que lo coloca en el camino de saldar sus deudas históricas y volver a comprometerse con las instituciones financieras internacionales. Hemos trabajado con socios internacionales para acordar un ambicioso paquete de financiamiento para liquidar el monto total de los atrasos de Sudán con el FMI, con los miembros del G7 prometiendo nuestra parte de los recursos internos del FMI, así como proporcionando financiamiento de donaciones según sea necesario y préstamos puente para el Banco Africano de Desarrollo, el Banco Mundial y el FMI. El G7 se compromete a proporcionar a Sudán un alivio integral de la deuda al alcanzar el punto de culminación de la Iniciativa en favor de los países pobres muy endeudados y alentamos a otros acreedores a que hagan lo mismo.

15. Deberían explorarse todas las vías para que los BMD puedan utilizar sus recursos de manera eficiente y eficaz. Apoyamos el trabajo en curso del G20 sobre la optimización del balance de los BMD, y vemos un mérito considerable en un análisis más profundo para revisar los marcos de suficiencia de capital de los BMD para desbloquear potencialmente financiamiento adicional, preservando al mismo tiempo las calificaciones crediticias y respetando el trato preferido de los acreedores, los mandatos de desarrollo y la gobernanza. Acogemos con beneplácito el avance de la reposición de la AIF en un año y esperamos con interés su ambiciosa conclusión para diciembre de 2021 para apoyar la recuperación en los países de bajo ingreso. Instamos a la AIF a que siga utilizando su balance para desbloquear recursos adicionales para los países de la AIF de manera sostenible.

Dando forma a un futuro seguro y próspero para todos

16. Apoyamos firmemente los esfuerzos en curso a través del Marco Inclusivo del G20/OCDE para abordar los retos fiscales derivados de la globalización y la digitalización de la economía y adoptar un impuesto mínimo mundial. Nos comprometemos a alcanzar una solución equitativa sobre la asignación de derechos fiscales, con los países del mercado otorgando derechos impositivos sobre al menos el 20% de las ganancias que excedan un margen del 10% para las empresas multinacionales más grandes y rentables. Proporcionaremos una coordinación adecuada entre la aplicación de las nuevas normas fiscales internacionales y la eliminación de todos los impuestos sobre servicios digitales, y otras medidas similares relevantes, en todas las empresas. También nos comprometemos a un impuesto mínimo global de al menos el 15% país por país. Estamos de acuerdo en la importancia de avanzar en paralelo en ambos pilares y esperamos llegar a un acuerdo en la reunión de julio de los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20.

17. La innovación en el dinero y los pagos digitales tiene el potencial de aportar beneficios significativos, pero también plantear cuestiones de política pública y normativas. Los bancos centrales del G7 han estado explorando las oportunidades, los desafíos, así como las implicaciones para la estabilidad monetaria y financiera de las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC) y nos comprometemos a trabajar juntos, como ministerios de finanzas y bancos centrales, dentro de nuestros respectivos mandatos, en sus implicaciones más amplias de política pública. Observamos que cualquier CBDC, como una forma de dinero del banco central, podría actuar como un activo de liquidación líquido y seguro y como un ancla para el sistema de pagos. Nuestro objetivo es garantizar que las CBDC se basen en compromisos de larga data del sector público con la transparencia, el estado de derecho y una gobernanza económica sólida. Las CBDC deben ser resilientes y energéticamente eficientes; apoyar la innovación, la competencia, la inclusión y podría mejorar los pagos transfronterizos; deben operar dentro de marcos de privacidad adecuados y minimizar los efectos de contagio. Trabajaremos en pro de principios comunes y publicaremos conclusiones más adelante en el año.

18. Reiteramos que ningún proyecto global de stablecoin debe comenzar a operar hasta que aborde adecuadamente los requisitos legales, regulatorios y de supervisión relevantes a través de un diseño apropiado y mediante el cumplimiento de los estándares aplicables. Estamos comprometidos con la cooperación internacional para garantizar estándares comunes, incluso apoyando a los organismos internacionales de normalización en la revisión de los estándares regulatorios existentes, y enfatizamos la importancia de abordar cualquier brecha identificada. Apoyamos el trabajo continuo del FSB en la revisión de los desafíos regulatorios, de supervisión y supervisión para la implementación de sus Recomendaciones de Alto Nivel para los acuerdos globales de monedas estables. Seguimos apoyando la ambiciosa aplicación de la hoja de ruta del G20 para mejorar los pagos transfronterizos y acogemos con satisfacción la publicación de la consulta del FSB sobre los objetivos para abordar los cuatro desafíos de los pagos transfronterizos.

19. La aplicación mundial de las normas del GAFI para combatir el blanqueo de capitales, la financiación del terrorismo y la financiación de la proliferación sigue siendo desigual. Reconocemos el papel de los nueve Organismos Regionales al Estilo del GAFI (FSRB) en la evaluación y el apoyo a la implementación de las Normas del GAFI en todo el mundo. Nos comprometemos a proporcionar experiencia y fondos adicionales para apoyar los programas de evaluación de la FSRB con al menos US $ 17 millones y 46 evaluadores durante 2021-24. Hacemos un llamamiento al G20 y a todos los miembros del GAFI, al FMI y al Banco Mundial para que aumenten su apoyo.

20. Es vital para seguir aprendiendo lecciones del Covid-19 y garantizar que estemos mejor preparados para futuras pandemias. Esperamos con interés el Informe de la Asociación de Preparación para Pandemias a los Líderes del G7 y las conclusiones del Panel Independiente de Alto Nivel del G20, y consideraremos sus recomendaciones, particularmente sobre los mecanismos de financiamiento. Reconociendo la necesidad urgente de evitar que se repita la crisis de covid-19, nos comprometemos a trabajar juntos, y con los socios internacionales pertinentes, para mejorar la coordinación internacional y la rendición de cuentas entre los responsables de las políticas mundiales de salud y finanzas. Trabajaremos junto con nuestros colegas de salud en la segunda mitad de este año, incluso con la industria, para explorar propuestas para fortalecer los incentivos de mercado para el desarrollo de medicamentos antibióticos para ayudar a abordar la resistencia a los antimicrobianos: la «pandemia silenciosa». Debemos actuar ahora para garantizar la salud y la prosperidad económica de nuestros ciudadanos y la de las generaciones futuras.


Publicado originalmente: https://www.gov.uk/government/publications/g7-finance-ministers-meeting-june-2021-communique/g7-finance-ministers-and-central-bank-governors-communique

Programa de trabajo del FSB para 2022


Introducción

El programa de trabajo del Consejo de Estabilidad Financiera (CEF) para 2022 tiene como objetivo maximizar el valor del enfoque global e intersectorial de la política de estabilidad financiera del CEF. Las prioridades de trabajo del FSB reflejan que los desafíos financieros son de naturaleza global y afectan al sistema financiero en su conjunto. Estos desafíos incluyen la digitalización, el cambio climático y, potencialmente, también los cambios en el entorno macroeconómico y de tasas de interés.

Esta nota resume las iniciativas en curso y previstas del FSB en 2022 organizadas por (1) áreas prioritarias de trabajo y nuevas iniciativas; 2) los temas del programa de trabajo que continúan o están llegando a su conclusión; y 3) la supervisión y la presentación periódicas de informes. El Anexo proporciona un cronograma indicativo de las publicaciones del FSB previstas para 2022.

1. Áreas prioritarias de trabajo y nuevas iniciativas

Apoyar la cooperación y coordinación internacional en cuestiones actuales de estabilidad financiera. El FSB, con su amplia y diversa membresía de autoridades nacionales, organismos internacionales de normalización y organismos internacionales, continúa promoviendo la estabilidad financiera en un entorno de mercado financiero en rápida evolución.

En el contexto del conflicto entre Rusia y Ucrania y sus impactos económicos, el FSB está reforzando su monitoreo prospectivo para identificar, evaluar y abordar los riesgos nuevos y emergentes para la estabilidad financiera mundial. Este monitoreo mejorado se basa en el nuevo marco de vigilancia del FSB.

También proseguirá la labor sobre las respuestas normativas a la COVID-19, entre ellas: el intercambio de información sobre las respuestas normativas y el desmantelamiento oportuno de las medidas temporales adoptadas en respuesta a la COVID-19, y la evaluación de la eficacia de esas medidas; y supervisar, con los órganos normativos, el uso de la flexibilidad dentro de las normas internacionales y la coherencia de las respuestas normativas con las normas financieras internacionales existentes.

■ El trabajo sobre las implicaciones para la estabilidad financiera de los acontecimientos actuales continuará de manera flexible, incluidas las vulnerabilidades específicas, las cuestiones políticas y el seguimiento, y se ajustará según sea necesario.

■ FSB trabajará con los SSB para hacer un seguimiento de las cuestiones específicas identificadas en el informe sobre las lecciones aprendidas de COVID-19 para la estabilidad financiera, incluidos los aspectos macro prudenciales del funcionamiento del colchón.

■ A petición de la Presidencia indonesia del G20, el FSB informará al G20 sobre las estrategias de salida para apoyar la recuperación equitativa de la estabilidad financiera, y sobre prácticas y recomendaciones políticas eficaces para abordar los efectos de la cicatrización de la COVID-19 en el sector financiero.

Mejorar la resiliencia del sector de la intermediación financiera no bancaria (NBFI), preservando al mismo tiempo sus beneficios. El FSB avanzará en su programa de trabajo para fortalecer la resiliencia de las NBFI. Este trabajo, establecido en la revisión holística del FSB de la agitación del mercado de marzo de 2020,2 se llevará a cabo dentro del FSB, así como por los SSB y las organizaciones internacionales.

■ En 2022, se completará el trabajo restante sobre cuestiones específicas identificadas en la revisión holística, incluidos los fondos de composición abierta (OEM); las prácticas de margen; la liquidez, la estructura y la resiliencia de los mercados básicos de bonos; y la financiación en USD y las vulnerabilidades de las economías de mercados emergentes (EME).

■ Además, el trabajo se centrará en el desarrollo de un enfoque sistémico de las NBFI. Esto incluye mejorar la comprensión de los riesgos sistémicos en las NBFI y fortalecer su monitoreo continuo; y la elaboración de políticas para hacer frente a esos riesgos.

Mejora de los pagos transfronterizos. La hoja de ruta del FSB para mejorar los pagos transfronterizos3 contiene un gran número de acciones, guiadas por un conjunto de objetivos cuantitativos.4 Para ayudar a alcanzar estos objetivos, se están debatiendo propuestas específicas para mejorar sustancialmente los sistemas y mecanismos de pago existentes, así como el desarrollo de nuevos sistemas. El FSB continuará coordinándose con CPMI y otros SSB y organizaciones internacionales en la implementación de la hoja de ruta del FSB para mejorar los pagos transfronterizos.

■ En 2022, el FSB se ha comprometido a completar una serie de acciones en el marco de la hoja de ruta, incluido el desarrollo de un enfoque para supervisar el progreso con respecto a los objetivos cuantitativos; la identificación de lagunas o áreas para una mejor implementación de las normas; y el trabajo para mejorar el intercambio de datos.

■ El FSB presentará al G20 un informe de situación sobre la hoja de ruta general y el desarrollo de indicadores clave de rendimiento para supervisar el progreso hacia los objetivos cuantitativos.

Aprovechar los beneficios de la innovación digital al tiempo que se contienen sus riesgos. La pandemia ha puesto aún más de relieve el papel central de la innovación digital. Si bien la innovación digital ofrece oportunidades importantes para unas finanzas más eficientes e inclusivas, también crea riesgos debido a la importante innovación que ocurre fuera del sistema financiero tradicional. El FSB continuará trabajando en la estabilidad financiera y las implicaciones regulatorias y de supervisión de la innovación tecnológica, con un enfoque particular en diversas formas de criptoactivos, incluida la financiación descentralizada (DeFi). El FSB:

■ Revisar sus recomendaciones de alto nivel sobre la regulación, supervisión y supervisión de las monedas estables globales, incluida la forma en que los marcos existentes podrían abordar las brechas identificadas.

■ Considerar los diversos enfoques regulatorios y de supervisión que se están adoptando en relación con los criptoactivos sin respaldo.

■ Aprovechar su evaluación actualizada de los riesgos potenciales para la estabilidad financiera de los criptoactivos y analizar la evolución y los riesgos potenciales para la estabilidad financiera en relación con DeFi.

Abordar los riesgos financieros del cambio climático. El trabajo del FSB en esta área se guía por su hoja de ruta para abordar los riesgos financieros relacionados con el clima. La hoja de ruta busca apoyar la coordinación internacional para abordar los riesgos financieros relacionados con el clima. El objetivo de la hoja de ruta es garantizar que estos riesgos se reflejen adecuadamente en todas las decisiones financieras, divulgaciones, datos, análisis de vulnerabilidad y enfoques regulatorios y de supervisión.

El FSB continuará coordinando el trabajo internacional a través de la Hoja de Ruta del FSB para abordar los riesgos financieros del cambio climático, que los ministros de Finanzas y Gobernadores del G20 respaldaron en julio de 2021. El FSB informará sobre el progreso en la implementación de la Hoja de Ruta del FSB para el G20 en julio. Las propias iniciativas del FSB en el marco de la Hoja de Ruta en 2022 se centrarán en:

■ Crear y reforzar la base analítica para el seguimiento de los riesgos relacionados con el clima para la estabilidad financiera, incluido el trabajo con la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS) para coordinar el trabajo para llenar las lagunas de datos, y trabajar conjuntamente con NGFS en el uso del análisis de escenarios por parte de las jurisdicciones y las métricas financieras necesarias para este análisis.

■ Abordar los riesgos financieros relacionados con el clima, centrándose en la recopilación de datos regulatorios y de supervisión, los aspectos intersectoriales de todo el sistema y las herramientas para fines macro prudenciales; e informar sobre el progreso en el logro de divulgaciones financieras coherentes relacionadas con el clima.

■ Hacer un balance de los avances en la aplicación de la hoja de ruta del CEF para abordar los riesgos relacionados con el clima y fortalecer la coordinación entre las diferentes iniciativas internacionales e identificar las lagunas que deben cubrirse con trabajos ulteriores.

2. Continuación y finalización de los trabajos en curso sobre estabilidad financiera

Resiliencia cibernética y operativa. Una característica de la innovación digital es el mayor uso por parte de las instituciones financieras de la subcontratación a proveedores de servicios externos. Si bien la subcontratación puede haber proporcionado una resiliencia adicional durante la pandemia, ha aumentado las interconexiones en el sistema financiero y la superficie para los ataques cibernéticos. Por lo tanto, la mejora de la resiliencia operativa y cibernética seguirá siendo un tema importante en la agenda del FSB. Las áreas de enfoque incluyen:

■ Desarrollo de expectativas para la supervisión por parte de las autoridades financieras de la dependencia de las instituciones financieras de los proveedores de servicios críticos, así como definiciones y terminologías comunes sobre la gestión de riesgos de terceros y la subcontratación.

■ Trabajar para lograr una mayor convergencia en la notificación de incidentes cibernéticos, incluida la solución de los impedimentos para una mayor convergencia, la identificación de un conjunto mínimo de información que las autoridades puedan requerir relacionada con los incidentes cibernéticos, la identificación de tipos comunes de información que se compartirán entre sectores y jurisdicciones y la creación de terminologías comunes relacionadas con la notificación de incidentes cibernéticos, basándose en el Léxico Cibernético de 2018.

Mejorar la resiliencia, la recuperación y la resolubilidad de la contraparte central (ECC). El marco político internacional para las ECC debe reflejar la evolución del papel de la compensación central a fin de abordar los riesgos para la estabilidad financiera de manera eficaz. El FSB, en coordinación con el Comité de Pagos e Infraestructuras de Mercado (CPMI) y la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO), ha analizado el uso, la composición y el importe actuales de los recursos financieros de las ECC.

■ Basándose en este análisis, el FSB, en cooperación con CPMI-IOSCO, seguirá revisando la suficiencia del conjunto de herramientas existente para la resolución de ECC, en particular en escenarios de pérdidas no impagos. En la labor ulterior se tendrá en cuenta la necesidad, los costes y los beneficios de los posibles recursos financieros alternativos y los instrumentos para la resolución de las ECC.

Completar las reformas de resolución. La pandemia de COVID-19 confirmó la importancia de la preparación para la gestión de crisis y la planificación de la recuperación y la resolución. La atención se sigue centrando principalmente en la plena aplicación de los atributos clave de los regímenes de resolución eficaces para las instituciones financieras en todos los sectores. El FSB, a través del Grupo Directivo de Resolución (RESG), continuará promoviendo la realización de evaluaciones de planificación y resolubilidad de resolución de resoluciones, la disponibilidad y asignación de recursos que absorben pérdidas y el acceso a la financiación en la resolución. RESG hará un balance de los desafíos clave para la resolución que enfrentan las autoridades como resultado de la innovación digital.

3. Seguimiento y presentación periódicos de información sobre cuestiones de estabilidad financiera

■ El FSB seguirá contribuyendo al ejercicio semestral de alerta temprana realizado conjuntamente con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

■ El FSB seguirá supervisando y apoyando los esfuerzos de transición sin problemas que quedan hacia los índices de referencia financieros alternativos. A finales de 2022 se publicará un informe.

■ El FSB y los SSB continuarán supervisando la implementación de las reformas del G20 a través de informes periódicos de progreso, evaluaciones y revisiones por pares.

■ El FSB seguirá fomentando la aplicación coherente de las normas de contabilidad y auditoría y la mejora de la calidad de la auditoría.

■ El FSB también publicará su Informe de Seguimiento Mundial anual sobre las NBFI y un Informe Anual exhaustivo sobre su labor para promover la estabilidad financiera mundial.



Publicado originalmente: https://www.fsb.org/wp-content/uploads/P310322.pdf

Llevar los pagos europeos a la siguiente etapa – Un esfuerzo público-privado


Discurso de apertura de Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, en la conferencia del 20º aniversario del Consejo Europeo de Pagos

Fráncfort del Meno, 16 de junio de 2022

Permítanme felicitarles calurosamente por el 20 aniversario del Consejo Europeo de Pagos (CPE).[1] Su organización ha sido clave para la transformación del sistema de pagos de Europa en uno de los más eficientes del mundo, aprovechando las oportunidades que ofrece el mercado único y la introducción del euro. Las estimaciones sugieren que los europeos pagan mucho menos por los servicios de pago que los estadounidenses. [2] Y Europa ha sido pionera en establecer pagos instantáneos liquidados en dinero del banco central sin riesgo a escala continental.

Estos resultados se lograron gracias a los esfuerzos combinados de los sectores público y privado.

Las instituciones públicas sentaron las bases de estas mejoras. Reunieron a las partes interesadas para dirigir el progreso, primero en el Consejo de la Zona Única de Pagos en euros y ahora en la Junta de Pagos Minoristas en euros (ERPB), que tengo el privilegio de presidir. También introdujeron legislación cuando fue necesario, por ejemplo, para limitar las tasas de intercambio para los pagos con tarjeta y limitar los costes de las transacciones transfronterizas. Y ampliaron el acceso a los mercados y la competencia. [3]

El sector privado también desempeñó un papel clave al fomentar la innovación y la eficiencia. Y el EPC ayudó a que eso fuera posible. Al reunir a los proveedores de servicios de pago (PSP) en la creación y gestión de la Zona Única de Pagos en euros (SEPA), usted contribuyó en gran medida a la integración de los pagos europeos.

Los progresos que se han logrado son notables. Y ahora todos podemos hacer transferencias de crédito y configurar débitos directos [4] sin problemas en toda Europa. Al garantizar el buen funcionamiento de los pagos europeos, la SEPA ha facilitado el comercio en todo el continente, apoyando el crecimiento económico [5], y ha fortalecido la estabilidad del sistema financiero. Esto ha contribuido a liberar el potencial del mercado único y ha reforzado la confianza en el euro. [6]

Ahora nos enfrentamos al reto de la digitalización.

Para permanecer en la frontera tecnológica y satisfacer la demanda de inmediatez de los consumidores, preservando al mismo tiempo nuestra soberanía, Europa debe promover la innovación y la eficiencia digitales de una manera que corresponda a nuestras preferencias y objetivos sociales. Deberíamos implementar los pagos instantáneos y convertirlos en la nueva normalidad. Y debemos construir un mercado verdaderamente europeo con soluciones unificadas para los pagos con tarjeta y móviles, que son cada vez más populares entre los consumidores.

El Eurosistema lidera múltiples iniciativas en este sentido. Por encima de todo, estamos cooperando estrechamente con la Comisión Europea y los legisladores europeos en nuestra estrategia de pagos minoristas y el proyecto del euro digital, que buscan fomentar la innovación, la seguridad y la autonomía estratégica en los pagos europeos.

Hoy repasaré los progresos realizados en las últimas dos décadas y esbozaré los pasos restantes que deben tomarse para superar la fragmentación en el lado de los servicios de pago orientados al cliente. A continuación, explicaré cómo el euro digital podría facilitar la consecución de los objetivos de nuestra estrategia de pagos minoristas, en particular la creación de una solución de pago verdaderamente paneuropea, el pleno despliegue de los pagos instantáneos y el apoyo a la innovación y la digitalización. [7]

Mi mensaje principal es que, para hacer frente con éxito a los retos a los que nos enfrentamos, necesitamos la misma cooperación entre los sectores público y privado que ha sido el sello distintivo de nuestro éxito en la construcción del mercado europeo de pagos en los últimos 20 años. El mercado de pagos se está desarrollando a un ritmo rápido y tenemos que sentir conjuntamente la urgencia de satisfacer las necesidades de los europeos.

Los progresos realizados hacia una zona única de pagos en euros

La integración europea refleja una visión política: un esfuerzo continuo por acercar a los países europeos para garantizar la paz, la libertad y la prosperidad. La realización de la Unión Económica y Monetaria y del mercado único es una parte clave de esa visión.[8] En el sector de los pagos, esto requiere que los europeos puedan pagar sin problemas y que los proveedores de servicios de pago puedan operar, competir e innovar en toda la Unión.

Los primeros esfuerzos en esta área se centraron en unificar el dinero del banco central.

El cambio de caja en 2002 marcó un punto de inflexión en la integración de Europa. Los nuevos billetes en euros sustituyeron con éxito a los billetes heredados de los Estados miembros y se convirtieron rápidamente en la expresión más tangible de la unificación monetaria. Hoy en día, los billetes en euros son el instrumento más popular para los pagos en persona, aunque su uso está disminuyendo a medida que los consumidores pagan cada vez más digitalmente. [9]

Paralelamente, el Eurosistema también realizó enormes esfuerzos para integrar rápidamente los sistemas de pago mayoristas, que respaldan los grandes pagos entre intermediarios financieros. La transición de los sistemas nacionales de liquidación bruta en tiempo real[10] a un sistema europeo – con el lanzamiento del sistema TARGET en oleadas sucesivas[11] – creó una infraestructura eficiente para los pagos al por mayor en dinero de los bancos centrales accesible por los bancos europeos en toda la zona del euro. En otras palabras, los bancos ya se benefician de una moneda digital mayorista del banco central (CBDC mayorista).

Los billetes en euros y nuestra CBDC al por mayor (en forma de servicios TARGET) han garantizado que el dinero de los bancos centrales de la zona del euro pueda utilizarse tanto a nivel minorista como mayorista.

También se necesitaron progresos similares para los pagos al por menor basados en instrumentos privados. Este fue el punto de partida para la creación de sepa, que tenía como objetivo hacer que los pagos minoristas a través de las fronteras fueran tan fáciles como dentro de las fronteras nacionales.

El primer sistema de pago paneuropeo, el sistema de transferencias de crédito, se puso en marcha en 2008. Desde entonces, hemos recorrido un largo camino. Los hogares, las empresas y los gobiernos ahora pueden realizar transferencias de crédito y pagos de débito directo rápidos y eficientes a cualquier parte de la Unión Europea, y también a una serie de países no pertenecientes a la UE.[12] Cada año, más de 43 mil millones de pagos se realizan a través de SEPA[13], con el apoyo de casi 4.000 PSP que participan en uno o más de los cuatro sistemas de pago gestionados por el CPE[14]. Dentro de este ecosistema, el número de pagos transfronterizos ha aumentado significativamente. [15]

El éxito de SEPA se destaca de dos maneras.

En primer lugar, la SEPA se ha convertido en un modelo de asociación exitosa entre instituciones públicas e intermediarios privados. Es un ejemplo del progreso que podemos lograr en el sector de los pagos cuando trabajamos juntos.

El sector público orientó la transformación facilitando la adopción de sistemas, reglas y normas comunes. Ayudó a superar las diferencias entre los mercados de pagos nacionales, proporcionar un marco jurídico común y garantizar el progreso oportuno. [16]

Igualmente, crucial para el éxito de SEPA fue su capacidad de confiar en una fuerte coalición de participantes del mercado privado que unió a todos los PSP en torno a una visión común. Hoy en día, los programas gestionados por el CPE son utilizados diariamente por 530 millones de ciudadanos y 25 millones de empresas. [17]

En segundo lugar, el éxito de sepa hizo hincapié en los beneficios de la innovación.

El desarrollo del esquema de transferencias instantáneas SEPA (SCT Inst) está preparando el sistema de pago europeo para el futuro.[18] Y el sistema TARGET Instant Payment Settlement (TIPS) del Eurosistema[19] permite la accesibilidad paneuropea[20] y permite que los pagos se liquiden de inmediato, durante todo el día y todos los días del año. Esto ha permitido a los bancos y otros intermediarios de pago satisfacer las demandas de inmediatez de los clientes en la era digital. Y TIPS también está empezando a adoptarse más allá de la zona del euro. [21]

De este modo, la SEPA ha contribuido significativamente a un sistema de pago eficiente, integrado e innovador.

Integración, innovación e independencia: las tareas que tenemos por delante

Pero el progreso que se ha logrado hasta ahora no es suficiente. En algunos casos, la creación de infraestructuras de mercado paneuropeas (el «back-end») no ha ido acompañada de un progreso similar con los sistemas orientados al usuario (el «front-end»).

Necesitamos implementar sepa para pagos con tarjeta, en línea y móviles con el fin de eliminar la fragmentación residual que está obstaculizando o incluso impidiendo que los clientes europeos utilicen sus soluciones de pago nacionales en todos los mercados europeos. Esto no solo nos permitiría cosechar los beneficios de las economías de escala, sino que también ayudaría a evitar que nuestro mercado de pagos minoristas tenga que depender de proveedores no europeos para ofrecer soluciones paneuropeas, que es la situación que tenemos actualmente para los pagos con tarjeta.

Por lo tanto, acojo con satisfacción el hecho de que la CPE esté contribuyendo a una mayor integración que se necesita en este ámbito. [22]

Esto me lleva a otro desafío al que nos enfrentamos: las soluciones innovadoras de pago digital al por menor no están ampliamente disponibles en todos los países europeos, y menos aún en una base paneuropea. En muchos casos, las soluciones de pago digital tienen una cobertura limitada, no se basan en la liquidación instantánea y no son interoperables en toda Europa. Esto desalienta a las personas a usarlos.

Y este es un problema típico en los pagos, donde ambos lados del mercado pueden carecer de incentivos para adoptar nuevas soluciones.

Tomemos el ejemplo de los pagos instantáneos. No todos los PSP utilizan este método de pago, por lo que algunos proveedores pueden dudar en realizar las inversiones significativas necesarias para que se adopte más rápidamente. A nivel de la UE, el 61 % de los PROVEEDORES de servicios de pago se han adherido al programa SCT Inst[23], y solo el 12% de todas las transacciones de transferencia de crédito SEPA se llevan a cabo realmente como pagos instantáneos.[24]

En el lado del usuario final, los consumidores pueden verse disuadidos de usar pagos instantáneos, ya que a menudo se comercializan como un servicio premium con los altos precios asociados. Como destaqué el año pasado, a los proveedores de servicios les cuesta 0,2 céntimos de euro (0,002 €) por transacción utilizar TIPS, sin embargo, a veces se ofrecen pagos instantáneos a los consumidores por 1 € por transacción o incluso más. [25]

Por lo tanto, es posible que se desanime a ambas partes del mercado(PSP y usuarios finales) a adoptar rápidamente los pagos instantáneos, y esto a su vez evita los efectos de red.[26] Para hacer frente a esta situación, tenemos que trabajar para completar los rieles completando la adopción de SCT Inst y poniendo a disposición las soluciones de pago.

Si no logramos satisfacer la demanda de pagos innovadores de los usuarios, otros llenarán este vacío. Y esto, a su vez, puede plantear preocupaciones más fundamentales. Por ejemplo, estamos viendo que las empresas de tecnología globales, las grandes tecnológicas, asumen un papel más importante en la provisión de soluciones front-end a los clientes. Si bien estas empresas pueden ayudar a mejorar la eficiencia, confiar demasiado en un puñado de proveedores no europeos y en infraestructuras operadas en el extranjero podría perjudicar en última instancia a la competencia, haciendo que el mercado europeo de pagos sea menos dinámico, menos diverso y menos innovador. También podría dejar a sectores estratégicos de nuestra economía expuestos a la influencia de los agentes del mercado que no necesariamente comparten los objetivos sociales y estratégicos de Europa.

En 2019, el Eurosistema puso en marcha una estrategia global de pagos minoristas para implicar al sector privado en la consecución de un mercado europeo de pagos integrado, innovador e independiente. [27]

Entre una serie de iniciativas privadas puestas en marcha para cumplir los objetivos de la estrategia de pagos minoristas, un grupo de importantes bancos de la zona del euro ha establecido la Iniciativa Europea de Pagos. Su objetivo es crear una solución de pago unificada para los consumidores y comerciantes europeos por igual. [28]

Esto refleja la conciencia de que la naturaleza fragmentada del mercado europeo dificulta la competencia con los grandes actores internacionales en lo que respecta a los pagos digitales, y que solo uniendo fuerzas pueden los intermediarios alcanzar la escala necesaria para ofrecer soluciones de pago paneuropeas competitivas.

Pero también ha quedado claro que la coordinación de estos proyectos transfronterizos representa un reto formidable. Acordar un enfoque compartido para migrar de las soluciones de pago nacionales establecidas a un estándar europeo inevitablemente presenta obstáculos, dados los sistemas y preferencias de pago heredados de los países individuales. Esto dificulta la participación de todos los países de la zona del euro desde el principio, y al final de toda la Unión Europea.

La capacidad de superar las diferencias y lograr una escala paneuropea es exactamente lo que hizo que SEPA fuera tan notable. El éxito de la SEPA demuestra que los obstáculos pueden superarse si las autoridades públicas y los socios privados trabajan juntos hacia un objetivo común.

Estas consideraciones plantean la cuestión de si las autoridades públicas deberían intensificar su papel una vez más, trabajando aún más estrechamente con los intermediarios europeos para lograr nuestros objetivos estratégicos para los pagos minoristas.

Estrecha cooperación público-privada en torno al euro digital

Al mismo tiempo, el BCE se enfrenta al creciente desafío de garantizar que el dinero del banco central siga estando disponible y utilizable para pagos minoristas en un mundo cada vez más digitalizado. Y esta es la razón principal por la que el Eurosistema está explorando la posibilidad de emitir un euro digital para complementar el efectivo.

Para que un euro digital tenga éxito, todo el mundo debe poder utilizarlo para pagos digitales en toda la zona del euro. Proporcionaría un medio de intercambio paneuropeo, al igual que el efectivo, en línea con las expectativas de la gente.[29] Actualmente estamos investigando cómo debe diseñarse un euro digital para que sea un medio de pago conveniente y eficiente para los usuarios finales y los comerciantes, al tiempo que responde a las preferencias sociales de Europa, por ejemplo, en materia de privacidad.[30]

Hemos dejado claro desde el principio que vemos que los intermediarios financieros desempeñan un papel crucial en la distribución y promoción del euro digital. [31] Por diseño, el euro digital no desplazará a los instrumentos financieros privados existentes. Más bien, preservará la coexistencia del dinero del banco central y el dinero privado, apoyando la innovación de los intermediarios privados. [32]

Por lo tanto, nuestro proyecto de euro digital puede proporcionar una oportunidad adecuada para establecer la cooperación público-privada que se necesita para construir las soluciones paneuropeas de pago minorista privado del futuro. Esto combinaría las ventajas comparativas del Eurosistema en relación con la infraestructura de pago a gran escala con la experiencia de los socios del sector privado cuando se trata de distribuir productos de pago e interactuar con los usuarios finales.

Y esto podría traer dos beneficios fundamentales.

En primer lugar, nos permitiría alcanzar la escala y el alcance requeridos al permitir la participación de los proveedores de servicios de servicio de todos los países de la zona del euro y incluir todos los casos de uso clave. [33] Los intermediarios podrían crear una gama de servicios financieros y de pago innovadores sobre el euro digital.

En segundo lugar, el Eurosistema – en estrecha cooperación con la Comisión Europea y los colegisladores – aportaría una fuerte dimensión europea que todas las partes interesadas podrían respaldar. Dada la gran diversidad de las partes interesadas involucradas, es necesario involucrar a todas ellas y equilibrar cuidadosamente sus necesidades e intereses.

Una asociación público-privada exitosa, basada en una propuesta de valor atractiva para consumidores, comerciantes y PSP por igual, podría respaldar los objetivos de nuestra estrategia de pagos minoristas. Nos ayudaría a integrar el mercado europeo de pagos y a digitalizar aún más la economía europea. Y al basarse en la infraestructura y la gobernanza europeas, apoyaría la autonomía estratégica de Europa en materia de pagos.

Conclusión

Permítanme concluir.

En los últimos 20 años, el mercado europeo de pagos se ha vuelto más integrado, más innovador y más eficiente. El éxito de la transición de un ecosistema de pagos fragmentado a una zona única de pagos en euros contribuyó a la introducción sin tropiezos de la moneda única. Y fue el conocimiento y los esfuerzos combinados de las autoridades públicas y los intermediarios privados lo que lo hizo posible.

Esta cooperación es hoy más importante que nunca, ya que nos enfrentamos a nuevos desafíos derivados de la digitalización de nuestras economías y nuestros sistemas financieros.

El Eurosistema está trabajando en varios frentes para hacer frente a estos retos, en particular explorando la posible introducción de un euro digital y aplicando su estrategia de pagos minoristas. En los próximos meses, intensificaremos nuestra interacción con el sector privado para explorar los vínculos entre estos dos proyectos cruciales. Combinar nuestras fortalezas y trabajar juntos hacia un objetivo común sigue siendo la mejor manera de construir un sistema de pago europeo moderno, eficiente e integrador para el futuro.


  1. El Consejo Europeo de Pagos representa a los proveedores de servicios de pago (PSP) en cuestiones de pago europeas. Gestiona los sistemas de pago de la Zona Única de Pagos en Euros (SEPA) y promueve una mayor armonización de los pagos europeos.
  2. Según los datos de McKinsey, los ingresos por pagos ascendieron al 1,4 % del PIB en la UE en 2019, en comparación con el 2,4 % en los Estados Unidos. Ver McKinsey & Company (2020), «El Informe Global de Pagos de McKinsey 2020«, octubre, y el testimonio de Darrell Duffie (Graduate School of Business, Stanford University) en la audiencia sobre «Construyendo un sistema financiero más fuerte: oportunidades de una moneda digital del banco central» ante el Subcomité de Política Económica del Comité de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos del Senado de los Estados Unidos, 9 de junio de 2021.
  3. Por ejemplo, el Directiva sobre servicios de pago (PSD2) tenía por objeto aumentar la competencia paneuropea y la participación en el sector de los pagos (también de entidades no bancarias).
  4. Los esquemas de débito directo permiten a los clientes autorizar a las empresas u organizaciones a tomar dinero directamente de sus cuentas de pago para pagar sus facturas.
  5. Humphrey, D., Willesson, M., Bergendahl, G. y Lindblom, T. (2006), «Benefits from a changing payment technology in European banking», Journal of Banking & Finance, Vol. 30, No 6, pp. 1631-1652; Levine, R. (2005), «Finance and Growth: Theory and Evidence», Handbook of Economic Growth, Vol. 1, pp. 865-934.
  6. Según la Comisión Europea Eurobarómetro estándar 96, sobre la base del trabajo de campo realizado entre el 18 de enero y el 14 de febrero de 2022, el 77 % de los encuestados de la zona del euro estaba a favor del euro, mientras que solo el 16 % no lo estaba.
  7. BCE (2021), »Estrategia de pagos minoristas del Eurosistema«.
  8. Panetta, F. (2022), «El destino compartido de Europa, la economía y el derecho«, Lectio Magistralis con motivo de la concesión de un título honorífico en Derecho por la Universidad de Cassino y el Sur del Lacio, 6 de abril.
  9. Los consumidores todavía utilizan predominantemente efectivo para el punto de venta y los pagos de persona a persona, aunque su uso ha ido disminuyendo gradualmente en los últimos años. Véase BCE (2020), »Estudio sobre las actitudes de pago de los consumidores en la zona del euro (SPACE)«.
  10. Un sistema de liquidación bruta en tiempo real implica que el procesamiento y la liquidación se realicen transacción por transacción en tiempo real.
  11. El lanzamiento del sistema TARGET en 1999, que técnicamente era un conjunto de sistemas nacionales conectados, fue seguido por la migración a TARGET2, diseñado como una plataforma compartida única, en 2007.
  12. La SEPA se introdujo para las transferencias de crédito en 2008, seguida de los adeudos domiciliados en 2009. Se aplicó plenamente en 2014 en la zona del euro y en 2016 en los países SEPA no pertenecientes a la zona del euro.
  13. Las transferencias de crédito y los débitos directos representan la mitad de estas transacciones. Véase BCE (2019), »Migración SEPA – Evaluación de impacto«, y consejo europeo de pagos (2022), «El 20º aniversario del Consejo Europeo de Pagos: la transformación del panorama europeo de pagos«, 29 de marzo.
  14. Los cuatro esquemas de pago gestionados por el EPC son el esquema de transferencia de crédito SEPA, el esquema sepa Instant Credit Transfer, el esquema SEPA Direct Debit Core y el esquema SEPA Direct Debit Business-to-Business.
  15. BCE (2019), op. cit.
  16. Para garantizar que la migración a los regímenes SEPA se llevara a cabo de manera oportuna, el Reglamento sobre la fecha límite de la migración sepa estableció un plazo de migración para la zona del euro del 1 de febrero de 2014 (posteriormente aplazado hasta agosto de 2014) y para los países no pertenecientes a la zona del euro el 31 de octubre de 2016. A partir de estas fechas, los sistemas nacionales existentes de transferencia y adeudo domiciliado en euros tuvieron que ser sustituidos por los sistemas de transferencia de crédito SEPA y de adeudo directo SEPA. Véase Russo, D. (ed.) (2021), «Pagos e infraestructura de mercado dos décadas después de la puesta en marcha del Banco Central Europeo«, BCE, julio.
  17. Russo, D. (ed.) (2021), ibíd.
  18. Otros esquemas relacionados con el pago incluyen el esquema sepa Proxy Lookup, que tiene como objetivo facilitar la interoperabilidad entre las soluciones de pago de persona a persona al permitir que un proxy (es decir, un número de teléfono móvil o una dirección de correo electrónico) se convierta en un identificador de cuenta de pago, y el esquema SEPA Request-to-Pay, que es un esquema de mensajería que facilita el inicio de pagos por transferencia de crédito.
  19. TIPS fue lanzado por el Eurosistema en noviembre de 2018 y permite a individuos y empresas transferirse dinero entre sí en segundos, independientemente del horario de apertura de sus bancos locales.
  20. Cualquier proveedor de servicios de pago en TARGET2 que se adhiera al esquema SCT Inst será accesible en TIPS, ya sea como participante o como parte accesible. Además, la liquidación de pagos instantáneos automatizados de la cámara de compensación pasará de TARGET2 a TIPS.
  21. El banco central de Suecia está migrando a TIPS, allanando el camino para la liquidación instantánea de pagos en coronas suecas en TIPS. Y los bancos centrales de Noruega y Dinamarca también han expresado su interés en unir TIPS con sus respectivas monedas nacionales.
  22. Tras la invitación del ERPB, el CPE está trabajando en particular en un contexto de múltiples partes interesadas e involucrando a los organismos de normalización pertinentes en el desarrollo de un estándar de código QR para pagos instantáneos en el punto de interacción.
  23. A nivel nacional, la mayoría de los proveedores se han adherido al esquema SCT Inst en solo nueve países, mientras que se necesitan 14 países para cumplir con los requisitos legales para el uso de esquemas de pago como se establece en el Reglamento SEPA.
  24. Los pagos destinados a ser una transacción instantánea a menudo todavía se ejecutan como una transferencia de crédito clásica porque el banco del beneficiario no es miembro del esquema SCT Inst.
  25. Panetta, F. (2021), «Al filo del mañana: preparando el futuro de los pagos minoristas europeos«, observaciones introductorias en el 14º Foro de Pagos de Suomen Pankki − Finlands Bank, 19 de mayo.
  26. La adopción de pagos digitales está impulsada por los efectos de red. Esto significa que cuantas más personas tengan y usen una solución de pagos digitales, más atractiva y valiosa se vuelve para otros usuarios. Esto, a su vez, aumenta el número potencial de personas que pueden desear adoptarlo como un medio de pago regular. Véase Katz, M.L. y Shapiro, C. (1994), «Systems Competition and Network Effects», Journal of Economic Perspectives, vol. 8, Nº 2, págs. 93 a 115; y Claessens, S., Dobos, G., Klingebiel, D. y Laeven, L. (2003), «The growing importance of networks in finance and its effects on competition», en Nagurney, A. (ed.), Innovations in financial and economic networks, Elgar, pp. 110-135.
  27. El Eurosistema ha identificado cinco objetivos clave para su estrategia paneuropea de pagos minoristas: alcance paneuropeo completo y experiencia unificada del cliente; conveniencia y rentabilidad; seguridad y protección; Identidad y gobernanza europeas; y, a la larga, la aceptación global.
  28. Esta iniciativa inicialmente tenía como objetivo ofrecer una solución que involucrara una tarjeta de pago y una billetera digital y cubriera los pagos en la tienda, en línea y de persona a persona, así como los retiros de efectivo. Desde entonces ha decidido reducir este alcance.
  29. Kantar Público (2022), Estudio sobre nuevos métodos de pago digitalesMarzo.
  30. Panetta, F. (2022), «Un euro digital que sirva a las necesidades de los ciudadanos: lograr el equilibrio adecuado«, declaración introductoria en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, 30 de marzo.
  31. BCE (2020), Informe sobre un euro digitalOctubre. Ver también Carta del Presidente del BCE a Antonio Maria Rinaldi, Marco Zanni, Francesca Donato y Valentino Grant, diputados al Parlamento Europeo, sobre un euro digital, 22 de diciembre de 2020; y Panetta, F. (2021), «¿Evolución o revolución? El impacto de un euro digital en el sistema financiero«, discurso pronunciado en un seminario en línea de Bruegel, 10 de febrero.
  32. Panetta, F. (2021), «Monedas digitales del banco central: un ancla monetaria para la innovación digital«, discurso pronunciado en el Real Instituto Elcano, 5 de noviembre.
  33. Panetta, F. (2022), «Un euro digital que sirva a las necesidades de los ciudadanos: lograr el equilibrio adecuado«, op. cit.

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Publicado originalmente: https://www.ecb.europa.eu/press/key/date/2022/html/ecb.sp220616~9f8d1e277b.en.html